1- Los girasoles ciegos consta de cuatro relatos, protagonizados por cuatro protagonistas diferentes, en los que el estilo no es en absoluto homogéneo, puesto que el lenguaje va desde un tono épico en el primer relato (en el que se narra la historia de un capitán del ejército de Franco que en el final de la contienda renuncia a ganar la guerra), hasta un tono más propio del prerrealismo de autores como Antonio Muñoz Molina, como se demuestra en la última historia.
2- Cuatro cuentos ordenados por años. 1939, 1940, 1941, 1942. Cuatro derrotas. Cuatro historias. Cada historia, una derrota. Una derrota colectiva, de todos. Una guerra, dos bandos y sólo perdedores. Los ganadores no existen en el universo Méndez, en el universo cotidiano que explora el autor. La sensación de vivir en la propia piel cada historia, las encrucijadas de los protagonistas y la cotidianidad de la España de la postguerra, es que lo logra Méndez sumergiendo al lector sólo en estas historias de gente ordinaria. No había otro modo. No hay grandes sagas, no hay héroes en estos años. De arranque, todo eso está en la estructura de este libro.
El planteamiento de la primera historia es inmejorable: un hombre que sabe que se proclamará vencedor en cuestión de días, se entrega al perdedor. Reivindica su calidad de “rendido”. Poco importa. Es el único que, de alguna manera, se veía a sí mismo como un héroe y pronto entiende que no existe esa heroicidad. Comienza la post guerra española, más atroz que la propia guerra. ¿Por qué? Por la indefensión del vencido. Desde esta condición, toda agresión es saña innecesaria. Desde esta condición, los vencedores son, también, rendidos:
“Cuando el llanto se lo permitió, dijo:
-Soy de los vuestros”.
Las historias se entretejen en los cuatro cuentos. O, mejor dicho, la historia del capitán Alegría, protagonista de “Primera derrota” concluye en el cuento “Tercera derrota”. Y la historia de la madre que muere al parir, en “Segunda derrota”, se conoce en “Cuarta derrota”.
La segunda historia narra los días de un vencido, que huye con su mujer embarazada de 8 meses, en el último refugio. Comienza cuando ella ha parido y muerto. Utiliza como estrategia narrativa la trascripción de un diario, escrito a mano por un hombre que murió al lado de un bebé. El lector sabe el final: no hay salvación. El lector, el español, en realidad, lo sabe desde antes de abrir el libro. El autor no pretende mantener ninguna tensión narrativa con la sombra de misterio que podría cernirse sobre el final probable: ¿sobrevive el infante? La historia tiene la misión de atrapar al lector desde su minuciosidad, los detalles de la supervivencia en un paraje inhóspito y congelado. Y, sobre todo, la manera de sucumbir, encarar, superar y, otra vez, sucumbir, al dolor y la impotencia. La rabia del hombre vencido y su odio a la humanidad, encarnada en el bebé.
La “Tercera derrota” cuenta cómo un prisionero, Juan Senra, que previsiblemente será condenado a muerte, consigue mantener la vida por medio de la astucia: el militar que tiene poder para condenarle, quiere saber sobre su hijo muerto. El prisionero lo conoció, fue su carcelero, e intuye que, si miente, si hace del hijo muerto un héroe por capítulos, permanecerá vivo. Esta especie de Sherezade consigue incluso el beneficio de la mujer del coronel, que le entrega abrigo y comida a cambio de sus mentiras. Hay una cierta bondad en Juan Senra, una debilidad hacia aquellos que no tienen piedad con el bando vencido. Y esta derrota, en realidad, es la única victoria que contiene el libro. El mentiroso renuncia a su vida a cambio de infligir dolor a sus enemigos con el único arma que posee: la verdad. Venga así la muerte de sus compañeros y provoca su propia sentencia final.
El último relato de la colección recurre a las tres voces para contar la historia desde tres puntos de vista distintos: el religioso que escribe una confesión, el hombre que recuerda su niñez y el narrador omnisciente que cede el protagonismo en Elena, la madre de aquel hombre que recuerda, la mujer que fue acosada por el religioso y la esposa del vencido, que vivía escondido en un armario, dejando que el encierro le consumiera, a él y a su familia, poco a poco. Un relato magistral que denuncia la situación de la mujer en la post guerra, su indefensión, su condición de ciudadano de segunda.
Preguntas:
En “Primera derrota: 1939”, toda la carga de opinión está en el protagonista del cuento. El protagonista es, en realidad, un símbolo. ¿Qué significa?
¿Quién nos cuenta las historias? ¿Alguien que ha vivido y recuerda, o alguien que ha investigado y escuchado los testimonios de otros?
En “Segunda derrota: 1940” hay un juego de referencias literarias. ¿A qué poetas exclama el autor del diario?
¿Por qué el autor insiste, una y otra vez, en el término “vencidos” para referirse a sus protagonistas? (El término no se utiliza sólo para denotar que han perdido una guerra)
En “Tercera derrota: 1941” hay una frase que resume lo absurdo y atroz del enfrentamiento, ¿cuál es esa frase que denota, además, la lucha de emancipación y clases que se dirimía?
¿Cuál puede haber sido el final de la protagonista de “Cuarta derrota: 1942”, Elena?
En la vida de cualquier hombre existe la posibilidad de llegar la impotencia por esto, tienen que conocer que existe una salida, aquí https://tr.im/4s4fb . Jamás podría pensar que mi noviohabía llegar a padecer de la impotencia pero el doctos ha sido franco, esto sucedió hace un año ulteriormente al este día pagó un montón de dinero en pastillas, sin embargo no le auxilió hasta que topé, por suerte, este procedimiento, en poco tiempo las cosas en la cama han empezado a cambiar y ahora estamos muy felices juntos que ahora en presente planeamos la boda. Estos libros cambian la vida.
Tener dificultades con la disfunción eréctil no es una humillación, aprende la manera gestionarla aquí https://tr.im/KCHyP . Mi marido ha tenido este esta preocupación y por esto la vida en la cama comenzaba desaparecer sino que, también cada vez se encontraba más inquieto ya que se encontraba impotente, he buscado una solución en internet y localicé este libro que a poco tiempo después de practicar sus prácticas han causado consecuencias. Estos libros han sido la mejor compra.
Esto ha sido lo que he podido encontrar, espero que te sirva de algo, en los 5 ultimos parrafos te habla de los capitulos, pero por encima:
Casi todo resulta sorprendente en este libro que la editorial Anagrama publicó en enero de 2004. Su autor, Alberto Méndez, tenía 63 años cuando ve publicada esta primera obra y muere once meses después sin apenas saborear el éxito que tras su muerte tendría el libro. Durante los meses posteriores a su publicación, y a pesar de las buenas críticas que la novela recibe, las ventas de ésta se hacen casi de una forma clandestina. Algunos comentaristas de radio dan la voz de alerta sobre las cualidades de Los girasoles ciegos. Recomiendan su lectura con pasión y, a partir de ahí, el boca a boca termina por convertirlo en un libro de referencia obligada. Como consecuencia, las ventas comienzan a dispararse (baste decir que a fecha de hoy la editorial ya ha lanzado al mercado ocho ediciones (unos 28.000 ejemplares, según el editor) y el libro consigue primeramente, y en vida de su autor, el Premio Setenil de relatos y posteriormente (ya fallecido Alberto Méndez) los importantes Premios de la Crítica y Nacional de Narrativa. Pendiente quedó el Premio del Gremio de Libreros de Madrid, ya que éste sólo se concede a autores vivos. Pero lo más importante de todo es que Méndez ha contado con un favor que es el mejor de los premios para cualquier creador: la entrega incondicional de los lectores. Casi dos años después de su publicación, el libro aún se sigue recomendando en público y en privado y pocos dudan en saludarlo como una de las obras más importantes publicadas en los últimos tiempos.
¿Pero quién fue Alberto Méndez y qué es Los girasoles ciegos? Alberto Méndez Borra nació en Roma en 1941. Su padre, el poeta y traductor, José Méndez Herrera, trabajaba en aquel momento en la ciudad italiana para la FAO. Muchos lectores puede que recuerden a este último sobre todo como traductor habitual de la editorial Aguilar, para la que tradujo muchas obras de autores tan importantes como Irving, Stevenson, Eliot, Dikens, Chesterton, Bernard Shaw, Tennessee Williams, etc, llegando a conseguir en 1962 el Premio Nacional de Traducción por su versiones de las obras teatrales de Shakespeare. Alberto Méndez, hombre de izquierdas, (milita en el Partido Comunista hasta 1982) estuvo siempre vinculado, de una u otra manera, al mundo de la edición. En su lucha contra el franquismo crea, entre otras, la editorial política “Ciencia Nueva”que clausura Manuel Fraga Iribarne en su época de ministro de la dictadura franquista. Asimismo, llega a ser un alto ejecutivo de la editorial Montena y se dedica a labores de guionista (colaboró en programas dramáticos de RTVE y fue guionista con Pilar Miró) y traductor a veces en solitario y otras en compañía de su hermano Juan Antonio, como ocurre con el libro del marxista italiano Galvano della Volpe Lo verosímil fílmico y otros ensayos, del que el propio Méndez es prologuista.
Últimamente la narrativa se ve inundada de textos referentes a la Guerra Civil Española. Ante este auge son muchas las voces que se alzan bien para celebrarlo o para recordarnos que después de tantos años la palabra “reconciliación” sea aún tan difícil de aceptar. Pero libros como Los girasoles ciegos nos ofrecen unas lecturas fascinantes que, lejos de soliviantar sensibilidades, vienen a poner de manifiesto que es necesario conocer la historia para entender el presente y proyectar el futuro. Los girasoles ciegos es un libro de cuentos articulado a lo largo de cuatro historias- cuatro derrotas, dice el autor- que transcurren entre el período quizá más duro de la posguerra, que va desde 1936 a 1942, y que siendo totalmente independientes están hábilmente entrelazadas entre sí. Sus personajes son seres vencidos. Seres que se encuentran en un camino sin retorno recorriendo una senda de dolorosa entrega e ignorantes de en qué momento su ya maltrecha existencia dará de bruces contra el polvo.
El primer relato, o primera derrota, nos habla del capitán Alegría. Oficial del ejército fascista, Carlos Alegría se rinde a los republicanos cuando las tropas golpistas están entrando en Madrid. Postura que, lógicamente, no es entendida por ninguno de los dos bandos, pero que el oficial explica que toma, entre otras muchas razones aparentemente arbitrarias, porque sus correligionarios no querían ganar la guerra, sino matar al enemigo. Su entrega le acallará la mala conciencia de haber sido miembro de un ejército que, para vencer, ha tenido que cometer tantas atrocidades y crímenes Como dice Ramón Pedregal a propósito de una reseña sobre el libro: “El capitán Alegría es un Bartleby que cuestiona la norma de aquellos con los que vive y no puede abandonar su visión de lo que ocurre”.
La segunda derrota, quizá el relato más logrado y sobrecogedor de los cuatro, nos cuenta el breve periplo de un joven poeta que huye de los vencedores hacia las montañas asturianas en compañía de su mujer embarazada. En medio de la soledad y el frío la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida de su hijo.
El tercer relato, o tercera derrota, gira alrededor del soldado republicano Juan Serna. Cuando el presidente del tribunal que debe juzgarle y su mujer se enteran de que el soldado enemigo conoció y vio morir a su hijo (un ser abyecto que fue fusilado por sus múltiples delitos) le conminan a que hable y hable sobre ese hijo. Intentando arañar unos días más a la existencia, convierte al joven traidor en el héroe que quieren los padres. Mas la impostura pronto le asquea y cuenta la verdad. Verdad que indefectiblemente le llevará a la muerte.
La historia, o la cuarta derrota, que cierra el libro transcurre en la opresiva vida cotidiana del nuevo régimen. En ella se habla de Ricardo. Un “topo” al que toda la familia protege entre miedos y silencios. Desde el armario en el que vive encerrado contempla impotente y horrorizado el acoso libinidoso que sufre su mujer por parte de un diácono, profesor del hijo del matrimonio. El final es dramático y desolador.
Alberto Méndez nos ha dejado con su única obra no sólo un extraordinario ejemplo de composición literaria, sino -y a pesar, de la crudeza de todas las situaciones- una continua muestra de sensibilidad, que puede conmover a todo tipo de lectores. Sencilla, realista y a la vez cargada de simbolismos, Los girasoles ciegos es una obra sobre la memoria. Sobre una memoria colectiva que debe tener definitivamente su asentamiento en el lugar que le corresponde. Porque superar la tragedia de aquella España de represión, marchas militares y ruido de sables, exige, como se dice en la cita inicial de Carlos Piera, asumir, no pasar página o echar en el olvido.
Answers & Comments
Verified answer
1- Los girasoles ciegos consta de cuatro relatos, protagonizados por cuatro protagonistas diferentes, en los que el estilo no es en absoluto homogéneo, puesto que el lenguaje va desde un tono épico en el primer relato (en el que se narra la historia de un capitán del ejército de Franco que en el final de la contienda renuncia a ganar la guerra), hasta un tono más propio del prerrealismo de autores como Antonio Muñoz Molina, como se demuestra en la última historia.
2- Cuatro cuentos ordenados por años. 1939, 1940, 1941, 1942. Cuatro derrotas. Cuatro historias. Cada historia, una derrota. Una derrota colectiva, de todos. Una guerra, dos bandos y sólo perdedores. Los ganadores no existen en el universo Méndez, en el universo cotidiano que explora el autor. La sensación de vivir en la propia piel cada historia, las encrucijadas de los protagonistas y la cotidianidad de la España de la postguerra, es que lo logra Méndez sumergiendo al lector sólo en estas historias de gente ordinaria. No había otro modo. No hay grandes sagas, no hay héroes en estos años. De arranque, todo eso está en la estructura de este libro.
El planteamiento de la primera historia es inmejorable: un hombre que sabe que se proclamará vencedor en cuestión de días, se entrega al perdedor. Reivindica su calidad de “rendido”. Poco importa. Es el único que, de alguna manera, se veía a sí mismo como un héroe y pronto entiende que no existe esa heroicidad. Comienza la post guerra española, más atroz que la propia guerra. ¿Por qué? Por la indefensión del vencido. Desde esta condición, toda agresión es saña innecesaria. Desde esta condición, los vencedores son, también, rendidos:
“Cuando el llanto se lo permitió, dijo:
-Soy de los vuestros”.
Las historias se entretejen en los cuatro cuentos. O, mejor dicho, la historia del capitán Alegría, protagonista de “Primera derrota” concluye en el cuento “Tercera derrota”. Y la historia de la madre que muere al parir, en “Segunda derrota”, se conoce en “Cuarta derrota”.
La segunda historia narra los días de un vencido, que huye con su mujer embarazada de 8 meses, en el último refugio. Comienza cuando ella ha parido y muerto. Utiliza como estrategia narrativa la trascripción de un diario, escrito a mano por un hombre que murió al lado de un bebé. El lector sabe el final: no hay salvación. El lector, el español, en realidad, lo sabe desde antes de abrir el libro. El autor no pretende mantener ninguna tensión narrativa con la sombra de misterio que podría cernirse sobre el final probable: ¿sobrevive el infante? La historia tiene la misión de atrapar al lector desde su minuciosidad, los detalles de la supervivencia en un paraje inhóspito y congelado. Y, sobre todo, la manera de sucumbir, encarar, superar y, otra vez, sucumbir, al dolor y la impotencia. La rabia del hombre vencido y su odio a la humanidad, encarnada en el bebé.
La “Tercera derrota” cuenta cómo un prisionero, Juan Senra, que previsiblemente será condenado a muerte, consigue mantener la vida por medio de la astucia: el militar que tiene poder para condenarle, quiere saber sobre su hijo muerto. El prisionero lo conoció, fue su carcelero, e intuye que, si miente, si hace del hijo muerto un héroe por capítulos, permanecerá vivo. Esta especie de Sherezade consigue incluso el beneficio de la mujer del coronel, que le entrega abrigo y comida a cambio de sus mentiras. Hay una cierta bondad en Juan Senra, una debilidad hacia aquellos que no tienen piedad con el bando vencido. Y esta derrota, en realidad, es la única victoria que contiene el libro. El mentiroso renuncia a su vida a cambio de infligir dolor a sus enemigos con el único arma que posee: la verdad. Venga así la muerte de sus compañeros y provoca su propia sentencia final.
El último relato de la colección recurre a las tres voces para contar la historia desde tres puntos de vista distintos: el religioso que escribe una confesión, el hombre que recuerda su niñez y el narrador omnisciente que cede el protagonismo en Elena, la madre de aquel hombre que recuerda, la mujer que fue acosada por el religioso y la esposa del vencido, que vivía escondido en un armario, dejando que el encierro le consumiera, a él y a su familia, poco a poco. Un relato magistral que denuncia la situación de la mujer en la post guerra, su indefensión, su condición de ciudadano de segunda.
Preguntas:
En “Primera derrota: 1939”, toda la carga de opinión está en el protagonista del cuento. El protagonista es, en realidad, un símbolo. ¿Qué significa?
¿Quién nos cuenta las historias? ¿Alguien que ha vivido y recuerda, o alguien que ha investigado y escuchado los testimonios de otros?
En “Segunda derrota: 1940” hay un juego de referencias literarias. ¿A qué poetas exclama el autor del diario?
¿Por qué el autor insiste, una y otra vez, en el término “vencidos” para referirse a sus protagonistas? (El término no se utiliza sólo para denotar que han perdido una guerra)
En “Tercera derrota: 1941” hay una frase que resume lo absurdo y atroz del enfrentamiento, ¿cuál es esa frase que denota, además, la lucha de emancipación y clases que se dirimía?
¿Cuál puede haber sido el final de la protagonista de “Cuarta derrota: 1942”, Elena?
En la vida de cualquier hombre existe la posibilidad de llegar la impotencia por esto, tienen que conocer que existe una salida, aquí https://tr.im/4s4fb . Jamás podría pensar que mi noviohabía llegar a padecer de la impotencia pero el doctos ha sido franco, esto sucedió hace un año ulteriormente al este día pagó un montón de dinero en pastillas, sin embargo no le auxilió hasta que topé, por suerte, este procedimiento, en poco tiempo las cosas en la cama han empezado a cambiar y ahora estamos muy felices juntos que ahora en presente planeamos la boda. Estos libros cambian la vida.
Tener dificultades con la disfunción eréctil no es una humillación, aprende la manera gestionarla aquí https://tr.im/KCHyP . Mi marido ha tenido este esta preocupación y por esto la vida en la cama comenzaba desaparecer sino que, también cada vez se encontraba más inquieto ya que se encontraba impotente, he buscado una solución en internet y localicé este libro que a poco tiempo después de practicar sus prácticas han causado consecuencias. Estos libros han sido la mejor compra.
Esto ha sido lo que he podido encontrar, espero que te sirva de algo, en los 5 ultimos parrafos te habla de los capitulos, pero por encima:
Casi todo resulta sorprendente en este libro que la editorial Anagrama publicó en enero de 2004. Su autor, Alberto Méndez, tenía 63 años cuando ve publicada esta primera obra y muere once meses después sin apenas saborear el éxito que tras su muerte tendría el libro. Durante los meses posteriores a su publicación, y a pesar de las buenas críticas que la novela recibe, las ventas de ésta se hacen casi de una forma clandestina. Algunos comentaristas de radio dan la voz de alerta sobre las cualidades de Los girasoles ciegos. Recomiendan su lectura con pasión y, a partir de ahí, el boca a boca termina por convertirlo en un libro de referencia obligada. Como consecuencia, las ventas comienzan a dispararse (baste decir que a fecha de hoy la editorial ya ha lanzado al mercado ocho ediciones (unos 28.000 ejemplares, según el editor) y el libro consigue primeramente, y en vida de su autor, el Premio Setenil de relatos y posteriormente (ya fallecido Alberto Méndez) los importantes Premios de la Crítica y Nacional de Narrativa. Pendiente quedó el Premio del Gremio de Libreros de Madrid, ya que éste sólo se concede a autores vivos. Pero lo más importante de todo es que Méndez ha contado con un favor que es el mejor de los premios para cualquier creador: la entrega incondicional de los lectores. Casi dos años después de su publicación, el libro aún se sigue recomendando en público y en privado y pocos dudan en saludarlo como una de las obras más importantes publicadas en los últimos tiempos.
¿Pero quién fue Alberto Méndez y qué es Los girasoles ciegos? Alberto Méndez Borra nació en Roma en 1941. Su padre, el poeta y traductor, José Méndez Herrera, trabajaba en aquel momento en la ciudad italiana para la FAO. Muchos lectores puede que recuerden a este último sobre todo como traductor habitual de la editorial Aguilar, para la que tradujo muchas obras de autores tan importantes como Irving, Stevenson, Eliot, Dikens, Chesterton, Bernard Shaw, Tennessee Williams, etc, llegando a conseguir en 1962 el Premio Nacional de Traducción por su versiones de las obras teatrales de Shakespeare. Alberto Méndez, hombre de izquierdas, (milita en el Partido Comunista hasta 1982) estuvo siempre vinculado, de una u otra manera, al mundo de la edición. En su lucha contra el franquismo crea, entre otras, la editorial política “Ciencia Nueva”que clausura Manuel Fraga Iribarne en su época de ministro de la dictadura franquista. Asimismo, llega a ser un alto ejecutivo de la editorial Montena y se dedica a labores de guionista (colaboró en programas dramáticos de RTVE y fue guionista con Pilar Miró) y traductor a veces en solitario y otras en compañía de su hermano Juan Antonio, como ocurre con el libro del marxista italiano Galvano della Volpe Lo verosímil fílmico y otros ensayos, del que el propio Méndez es prologuista.
Últimamente la narrativa se ve inundada de textos referentes a la Guerra Civil Española. Ante este auge son muchas las voces que se alzan bien para celebrarlo o para recordarnos que después de tantos años la palabra “reconciliación” sea aún tan difícil de aceptar. Pero libros como Los girasoles ciegos nos ofrecen unas lecturas fascinantes que, lejos de soliviantar sensibilidades, vienen a poner de manifiesto que es necesario conocer la historia para entender el presente y proyectar el futuro. Los girasoles ciegos es un libro de cuentos articulado a lo largo de cuatro historias- cuatro derrotas, dice el autor- que transcurren entre el período quizá más duro de la posguerra, que va desde 1936 a 1942, y que siendo totalmente independientes están hábilmente entrelazadas entre sí. Sus personajes son seres vencidos. Seres que se encuentran en un camino sin retorno recorriendo una senda de dolorosa entrega e ignorantes de en qué momento su ya maltrecha existencia dará de bruces contra el polvo.
El primer relato, o primera derrota, nos habla del capitán Alegría. Oficial del ejército fascista, Carlos Alegría se rinde a los republicanos cuando las tropas golpistas están entrando en Madrid. Postura que, lógicamente, no es entendida por ninguno de los dos bandos, pero que el oficial explica que toma, entre otras muchas razones aparentemente arbitrarias, porque sus correligionarios no querían ganar la guerra, sino matar al enemigo. Su entrega le acallará la mala conciencia de haber sido miembro de un ejército que, para vencer, ha tenido que cometer tantas atrocidades y crímenes Como dice Ramón Pedregal a propósito de una reseña sobre el libro: “El capitán Alegría es un Bartleby que cuestiona la norma de aquellos con los que vive y no puede abandonar su visión de lo que ocurre”.
La segunda derrota, quizá el relato más logrado y sobrecogedor de los cuatro, nos cuenta el breve periplo de un joven poeta que huye de los vencedores hacia las montañas asturianas en compañía de su mujer embarazada. En medio de la soledad y el frío la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida de su hijo.
El tercer relato, o tercera derrota, gira alrededor del soldado republicano Juan Serna. Cuando el presidente del tribunal que debe juzgarle y su mujer se enteran de que el soldado enemigo conoció y vio morir a su hijo (un ser abyecto que fue fusilado por sus múltiples delitos) le conminan a que hable y hable sobre ese hijo. Intentando arañar unos días más a la existencia, convierte al joven traidor en el héroe que quieren los padres. Mas la impostura pronto le asquea y cuenta la verdad. Verdad que indefectiblemente le llevará a la muerte.
La historia, o la cuarta derrota, que cierra el libro transcurre en la opresiva vida cotidiana del nuevo régimen. En ella se habla de Ricardo. Un “topo” al que toda la familia protege entre miedos y silencios. Desde el armario en el que vive encerrado contempla impotente y horrorizado el acoso libinidoso que sufre su mujer por parte de un diácono, profesor del hijo del matrimonio. El final es dramático y desolador.
Alberto Méndez nos ha dejado con su única obra no sólo un extraordinario ejemplo de composición literaria, sino -y a pesar, de la crudeza de todas las situaciones- una continua muestra de sensibilidad, que puede conmover a todo tipo de lectores. Sencilla, realista y a la vez cargada de simbolismos, Los girasoles ciegos es una obra sobre la memoria. Sobre una memoria colectiva que debe tener definitivamente su asentamiento en el lugar que le corresponde. Porque superar la tragedia de aquella España de represión, marchas militares y ruido de sables, exige, como se dice en la cita inicial de Carlos Piera, asumir, no pasar página o echar en el olvido.
Suerte y un beso!!!!
Eso no es ayuda en los estudios, eso es colaborar para que tu sigas sin aprender nada.