nvestigaciones experimentales han revelado que existe una relación entre el nivel de funcionamiento de los procesos psíquicos y el carácter de su inclusión en una u otra actividad; es decir, que la dependencia de los procesos psíquicos, desde los más elementales sensoperceptuales hasta los intelectuales superiores están relacionados con el lugar que ocupan dentro de la estructura de la actividad que dirige en ese momento el desarrollo.
Este concepto de la actividad directriz del desarrollo está estrechamente concatenado con el propio concepto de la periodización, de la cual constituye su base. En este sentido, cabe señalar:
La inconsistencia de muchas periodizaciones del desarrollo psíquico está dada porque para hacerla, se tomaron en consideración solamente aspectos externos (no obstante, presentes y característicos), pero sin tener en cuenta la esencia interna de este proceso: solo los cambios internos del desarrollo constituyen el fundamento básico para determinar las etapas principales de la estructuración de la personalidad.
Una periodización del desarrollo psíquico verdaderamente científica ha de estructurarse considerando la sustitución de una actividad directriz por otra.
Cada período del desarrollo psíquico ha de estar enlazado con el tipo más importante de actividad integral de los niños en dicho estadio.
En cada etapa, la actividad directriz o rectora del desarrollo determina las transformaciones psíquicas que surgen por primera vez en ellos, y que implican la formación de su conciencia, sus relaciones con el medio, su vida interna y externa, todo el curso del desarrollo en ese período. Estos cambios psíquicos que surgen por primera vez en una u otra edad reciben el nombre de neoformaciones psicológicas.
El criterio fundamental para dividir el desarrollo infantil en edades ha de ser las neoformaciones que surgen como consecuencia de la actividad directriz, y en cada momento evolutivo siempre hay una neoformación central, rectora de todo el proceso de desarrollo y que caracteriza la reestructuración de toda la personalidad de los infantes, sobre una nueva base.
Así, el concepto de neoformación asume el nuevo tipo de actividad de los niños, el nuevo tipo de su personalidad y las transformaciones psicológicas que surgen por primera vez en dicha edad.
El estudio y análisis de estas neoformaciones permitió separar el nuevo tipo de actividad y las trasformaciones psicológicas centrales que se suceden por primera vez, para determinar exactamente las diferentes funciones de la sustitución de la actividad y de los correspondientes cambios psicológicos que se operan en el desarrollo psíquico de la niñez.
La base del desarrollo psíquico ha de ser entonces la sustitución de un tipo de actividad por otra, la cual determina necesariamente el proceso de formación de las nuevas estructuras psicológicas. Es por ello que a este nuevo tipo de actividad que está en la base del desarrollo general de los niños se le dio el apelativo de directriz o rector.
De hecho, cada estadio del desarrollo se caracteriza por una relación determinada, principal, de los pequeños hacia la realidad social, por un tipo rector de actividad. El tránsito de una etapa a otra es justamente el cambio de la actividad directriz, de la relación rectora de estos hacia la realidad, de la transformación de la situación social del desarrollo.
Como tal, a la actividad directriz del desarrollo le son inherentes las siguientes particularidades:
De la actividad directriz dependen de la manera más directa las transformaciones psicológicas fundamentales del niño y la niña en la etapa dada.
Dentro de esta, surgen y se diferencian nuevos tipos de actividad.
En ella surgen, se conforman y reestructuran los procesos psíquicos particulares.
El hecho de existir una actividad directriz del desarrollo en cada período evolutivo no significa que en una etapa determinada no coincidan otras actividades que tienen una significación para este desarrollo. Así, por ejemplo, se sabe que la actividad directriz en la llamada etapa preescolar (de los 4 a los 6 años) lo constituye el juego. Sin embargo, a su vez coexisten actividades productivas tales como el dibujo, la construcción, elementos simples de la actividad laboral, entre otras, que juegan su papel en la formación de los niños, pero ellas de por sí no determinan el carácter de las transformaciones psicológicas del período, y sus particularidades realmente van a depender del carácter del juego como actividad principal.
Un ejemplo simple de esto se observa en la actividad de construcción con bloques de madera. En la edad temprana, tiene significación como parte de la actividad con objetos, que es la principal del período, y la determinante de los cambios y surgimiento de las formaciones psicológicas; no obstante, en la fase preescolar la construcción generalmente se inserta dentro de una situación de juego (como puede ser hacer un garaje para guar
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nvestigaciones experimentales han revelado que existe una relación entre el nivel de funcionamiento de los procesos psíquicos y el carácter de su inclusión en una u otra actividad; es decir, que la dependencia de los procesos psíquicos, desde los más elementales sensoperceptuales hasta los intelectuales superiores están relacionados con el lugar que ocupan dentro de la estructura de la actividad que dirige en ese momento el desarrollo.
Este concepto de la actividad directriz del desarrollo está estrechamente concatenado con el propio concepto de la periodización, de la cual constituye su base. En este sentido, cabe señalar:
La inconsistencia de muchas periodizaciones del desarrollo psíquico está dada porque para hacerla, se tomaron en consideración solamente aspectos externos (no obstante, presentes y característicos), pero sin tener en cuenta la esencia interna de este proceso: solo los cambios internos del desarrollo constituyen el fundamento básico para determinar las etapas principales de la estructuración de la personalidad.
Una periodización del desarrollo psíquico verdaderamente científica ha de estructurarse considerando la sustitución de una actividad directriz por otra.
Cada período del desarrollo psíquico ha de estar enlazado con el tipo más importante de actividad integral de los niños en dicho estadio.
En cada etapa, la actividad directriz o rectora del desarrollo determina las transformaciones psíquicas que surgen por primera vez en ellos, y que implican la formación de su conciencia, sus relaciones con el medio, su vida interna y externa, todo el curso del desarrollo en ese período. Estos cambios psíquicos que surgen por primera vez en una u otra edad reciben el nombre de neoformaciones psicológicas.
El criterio fundamental para dividir el desarrollo infantil en edades ha de ser las neoformaciones que surgen como consecuencia de la actividad directriz, y en cada momento evolutivo siempre hay una neoformación central, rectora de todo el proceso de desarrollo y que caracteriza la reestructuración de toda la personalidad de los infantes, sobre una nueva base.
Así, el concepto de neoformación asume el nuevo tipo de actividad de los niños, el nuevo tipo de su personalidad y las transformaciones psicológicas que surgen por primera vez en dicha edad.
El estudio y análisis de estas neoformaciones permitió separar el nuevo tipo de actividad y las trasformaciones psicológicas centrales que se suceden por primera vez, para determinar exactamente las diferentes funciones de la sustitución de la actividad y de los correspondientes cambios psicológicos que se operan en el desarrollo psíquico de la niñez.
La base del desarrollo psíquico ha de ser entonces la sustitución de un tipo de actividad por otra, la cual determina necesariamente el proceso de formación de las nuevas estructuras psicológicas. Es por ello que a este nuevo tipo de actividad que está en la base del desarrollo general de los niños se le dio el apelativo de directriz o rector.
De hecho, cada estadio del desarrollo se caracteriza por una relación determinada, principal, de los pequeños hacia la realidad social, por un tipo rector de actividad. El tránsito de una etapa a otra es justamente el cambio de la actividad directriz, de la relación rectora de estos hacia la realidad, de la transformación de la situación social del desarrollo.
Como tal, a la actividad directriz del desarrollo le son inherentes las siguientes particularidades:
De la actividad directriz dependen de la manera más directa las transformaciones psicológicas fundamentales del niño y la niña en la etapa dada.
Dentro de esta, surgen y se diferencian nuevos tipos de actividad.
En ella surgen, se conforman y reestructuran los procesos psíquicos particulares.
El hecho de existir una actividad directriz del desarrollo en cada período evolutivo no significa que en una etapa determinada no coincidan otras actividades que tienen una significación para este desarrollo. Así, por ejemplo, se sabe que la actividad directriz en la llamada etapa preescolar (de los 4 a los 6 años) lo constituye el juego. Sin embargo, a su vez coexisten actividades productivas tales como el dibujo, la construcción, elementos simples de la actividad laboral, entre otras, que juegan su papel en la formación de los niños, pero ellas de por sí no determinan el carácter de las transformaciones psicológicas del período, y sus particularidades realmente van a depender del carácter del juego como actividad principal.
Un ejemplo simple de esto se observa en la actividad de construcción con bloques de madera. En la edad temprana, tiene significación como parte de la actividad con objetos, que es la principal del período, y la determinante de los cambios y surgimiento de las formaciones psicológicas; no obstante, en la fase preescolar la construcción generalmente se inserta dentro de una situación de juego (como puede ser hacer un garaje para guar