Según el diccionario de la Real Academia Española el miedo es la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. El vocablo procede del latín metus, que tiene significado análogo. como temor, recelo, aprensión, , espanto, pavor, terror, horror, fobia, susto, alarma, peligro o pánico.
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Las personas con claustrofobia se caracterizan por padecer un miedo intenso a situaciones relacionadas con espacios cerrados: habitaciones pequeñas, habitaciones cerradas, sótanos, bodegas, túneles, ascensores, el metro, etc. En general, estas personas no suelen tener miedo sólo a una de estas situaciones, sino que experimentan temor en cualquier situación que implique cierre, restricción o confinamiento, como por ejemplo, estar debajo del secador de la peluquería, esperar en la cola del supermercado, atravesar unas puertas giratorias, meter la cabeza debajo del agua, etc. Además, el temor no se centra sólo en el espacio cerrado en sí mismo, sino en lo que podría ocurrir "dentro" de ese espacio. Por ejemplo, la persona teme que en el ascensor no habrá suficiente aire, no podrá respirar y se ahogará.
La claustrofobia incluye dos componentes:
Miedo a la restricción. Es decir, al confinamiento, ya que los espacios cerrados pueden suponer una limitación de movimientos, la persona manifiesta "sentirse atrapada".
Miedo al ahogo. La persona manifiesta una sensación de falta de aire, de asfixia.
Cuando una persona con claustrofobia se encuentra en las situaciones temidas, experimenta una gran preocupación y temor, también experimentan sensaciones corporales, como por ejemplo, palpitaciones, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales, confusión, etc. Todos estos síntomas suelen remitir de forma rápida en cuanto se abandona la situación de cierre. Lo cual lleva a la persona a intentar evitar todas estas situaciones, es decir, a no enfrentarse a aquello que teme.
Otras veces, aunque se enfrente a esas situaciones lo hace experimentando una gran ansiedad y por tanto puede que intente protegerse de algún modo (por ejemplo, situarse cerca de una ventana de la habitación, sentarse en la última fila del cine, o sentarse cerca del pasillo, en el tren, etc.). Asimismo, puede que también aparezca ansiedad anticipatoria, esto es, mucho antes de que la persona tenga que enfrentarse a la situación temida, ya aparecen sensaciones corporales y pensamientos perturbadores.
La claustrofobia es una de las fobias específicas con una prevalencia más alta, sin embargo, no todas las personas con claustrofobia buscan ayuda profesional para superar su problema. Existen varias razones que explican esto último:
Muchas de estas personas manejan su problema "evitando activamente" las situaciones que impliquen cierre.
La mayoría de estas personas desconocen que este problema puede llegar a desaparecer con un tratamiento apropiado.
La persona suele buscar ayuda especializada sólo cuando su problema interfiere de un modo notable en su vida (en su trabajo, en su familia, en sus relaciones sociales, etc.)
Muchos claustrofóbicos se han resignado y han aprendido a vivir con su problema
Puede que estés leyendo estas líneas porque te identificas con las descripciones que se han ofrecido del problema. Las preguntas del cuestionario rastrean la presencia de algunos de sus aspectos característicos. Si lo deseas, puedes contestarlas, teniendo en cuenta que no sustituyen el proceso de evaluación que se lleva a cabo para establecer un diagnóstico psicológico, pero supone un primer acercamiento y una exploración preliminar del mismo.
Si además, sientes un malestar importante ante la posibilidad de enfrentarte a este tipo de situaciones, o alguna de las áreas de tu vida (ocio, laboral, académica, familiar, etc.) se ha visto afectada por este problema, es posible que tengas este problema. Pero, recuerda: esto es sólo una aproximación al proceso de evaluación necesario antes de aplicar cualquier tratamiento.
El Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, 1994) clasifica la claustrofobia dentro de los trastornos de ansiedad como una fobia específica.
Como la claustrofobia es un miedo a los espacios cerrados, se suelen evitar los ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, el uso de técnicas de diagnóstico médico como el TAC o la RMN...
La persona claustrofóbica no tiene miedo al espacio cerrado en sí mismo, sino a las posibles consecuencias negativas de estar en ese lugar, como quedarse encerrado para siempre o la asfixia, por creer que no hay suficiente aire en ese espacio cerrado.
La mayoría de los espacios pequeños y cerrados suponen un riesgo de quedarse encerrado, como en un ascensor, y una limitación de los movimientos, por lo que las personas con claustrofobia pueden sentirse muy vulnerables al limitarles de esa forma los movimientos.
Cuando una persona que sufre claustrofobia anticipa que va a entrar, o entra, en un espacio cerrado, experimenta una reacción de ansiedad intensa como falta de aire, palpitaciones, mareo, etc. Debido a estos síntomas, normalmente se evitan los espacios cerrados. Por ejemplo, subir por las escaleras 12 pisos antes que usar el ascensor, negarse a que le practiquen un TAC incluso cuando es necesario, no utilizar el tren o el metro, etc. Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.
El Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, 1994) clasifica la claustrofobia dentro de los trastornos de ansiedad como una fobia específica.
Como la claustrofobia es un miedo a los espacios cerrados, se suelen evitar los ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, el uso de técnicas de diagnóstico médico como el TAC o la RMN...
La persona claustrofóbica no tiene miedo al espacio cerrado en sí mismo, sino a las posibles consecuencias negativas de estar en ese lugar, como quedarse encerrado para siempre o la asfixia, por creer que no hay suficiente aire en ese espacio cerrado.
La mayoría de los espacios pequeños y cerrados suponen un riesgo de quedarse encerrado, como en un ascensor, y una limitación de los movimientos, por lo que las personas con claustrofobia pueden sentirse muy vulnerables al limitarles de esa forma los movimientos.
Cuando una persona que sufre claustrofobia anticipa que va a entrar, o entra, en un espacio cerrado, experimenta una reacción de ansiedad intensa como falta de aire, palpitaciones, mareo, etc. Debido a estos síntomas, normalmente se evitan los espacios cerrados. Por ejemplo, subir por las escaleras 12 pisos antes que usar el ascensor, negarse a que le practiquen un TAC incluso cuando es necesario, no utilizar el tren o el metro, etc. Como en otras fobias específicas, la respuesta de ansiedad disminuye considerablemente cuando la persona abandona el sitio cerrado.