La historia no sólo se construye a partir de los hechos; los sueños y los proyectos de los hombres también son parte de ella. Sería muy difícil comprender una determinada época sin tomar en cuenta los ideales que ésta creó y que persiguió, así como las pesadillas y temores de los que intentó huir. Durante el Renacimiento algunos humanistas se dieron a la tarea de imaginar mundos mejores, lugares perfectos donde la convivencia entre los seres humanos estaba marcada por el sello de la armonía.
Estos lugares de la imaginación no fueron productos del delirio o del ocio de sus autores. Por el contrario, las utopías surgieron generalmente de una aguda crítica social y política de la realidad que cada uno de ellos vivió. En ese sentido, estas obras constituyen análisis históricos permeados por una voluntad de cambio.
Si bien es cierto que ningún navegante descubriría dichas tierras, las ideas que las habitaban y habitan sirvieron como base para reformar la sociedad de la época y, sobre todo, para afianzar la certeza de que cualquier sociedad siempre puede y debe ser más justa.
La isla de Tomás Moro: primera utopía moderna
Como si los nuevos descubrimientos geográficos no fueran suficientes para ensanchar y enriquecer el mundo, los hombres del Renacimiento decidieron inventar nuevas tierras. El primero en hacerlo fue el inglés Tomás Moro (1478-1535), quien creó la palabra utopía y, junto con ella, la noción de que las comunidades humanas deben tender hacia la perfección, lo que en este caso quiere decir justicia e igualdad.
La palabra utopía significa literalmente “lugar que no existe”. El tiempo demostraría que se trata de una verdad a medias, pues aunque efectivamente es imposible situar la isla Utopía de Moro en un mapa, las ideas y los ideales que la pueblan son reales; la geografía es imaginaria e intangible, pero la ideología y filosofía que imaginan sociedades más libres y habitables ciertamente existen.
Moro tituló su libro Utopía —escrito en latín, la lengua universal de los humanistas occidentales de la Edad Media y Moderna—con una intención doble; antes que nada, para hacer patente el hecho de que la sociedad descrita en él era inalcanzable, y también para darle un toque fantástico que disfrazara las despiadadas críticas que lanza a las instituciones de su tiempo. De hecho el libro está presentado como una obra de ficción, donde la descripción de la isla Utopía y las ideas que se desprenden de ella están puestas en boca de un personaje inexistente, Rafael Hytlodeo. Sin embargo, de poco le servirían a Moro estas precauciones, pues sería condenado a muerte por negarse a aceptar y apoyar los caprichos del rey Enrique VIII, y por atacar varios aspectos de la Reforma religiosa que se estaba llevando a cabo en Inglaterra. En una triste coincidencia Moro escenificó la frase escrita por él mismo en Utopía que dice: “no se puede ir contra el consejo del príncipe so pena de ser tenido por traidor”.
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La utopía deTomás Moro
Las utopías
La historia no sólo se construye a partir de los hechos; los sueños y los proyectos de los hombres también son parte de ella. Sería muy difícil comprender una determinada época sin tomar en cuenta los ideales que ésta creó y que persiguió, así como las pesadillas y temores de los que intentó huir. Durante el Renacimiento algunos humanistas se dieron a la tarea de imaginar mundos mejores, lugares perfectos donde la convivencia entre los seres humanos estaba marcada por el sello de la armonía.
Estos lugares de la imaginación no fueron productos del delirio o del ocio de sus autores. Por el contrario, las utopías surgieron generalmente de una aguda crítica social y política de la realidad que cada uno de ellos vivió. En ese sentido, estas obras constituyen análisis históricos permeados por una voluntad de cambio.
Si bien es cierto que ningún navegante descubriría dichas tierras, las ideas que las habitaban y habitan sirvieron como base para reformar la sociedad de la época y, sobre todo, para afianzar la certeza de que cualquier sociedad siempre puede y debe ser más justa.
La isla de Tomás Moro: primera utopía moderna
Como si los nuevos descubrimientos geográficos no fueran suficientes para ensanchar y enriquecer el mundo, los hombres del Renacimiento decidieron inventar nuevas tierras. El primero en hacerlo fue el inglés Tomás Moro (1478-1535), quien creó la palabra utopía y, junto con ella, la noción de que las comunidades humanas deben tender hacia la perfección, lo que en este caso quiere decir justicia e igualdad.
La palabra utopía significa literalmente “lugar que no existe”. El tiempo demostraría que se trata de una verdad a medias, pues aunque efectivamente es imposible situar la isla Utopía de Moro en un mapa, las ideas y los ideales que la pueblan son reales; la geografía es imaginaria e intangible, pero la ideología y filosofía que imaginan sociedades más libres y habitables ciertamente existen.
Moro tituló su libro Utopía —escrito en latín, la lengua universal de los humanistas occidentales de la Edad Media y Moderna—con una intención doble; antes que nada, para hacer patente el hecho de que la sociedad descrita en él era inalcanzable, y también para darle un toque fantástico que disfrazara las despiadadas críticas que lanza a las instituciones de su tiempo. De hecho el libro está presentado como una obra de ficción, donde la descripción de la isla Utopía y las ideas que se desprenden de ella están puestas en boca de un personaje inexistente, Rafael Hytlodeo. Sin embargo, de poco le servirían a Moro estas precauciones, pues sería condenado a muerte por negarse a aceptar y apoyar los caprichos del rey Enrique VIII, y por atacar varios aspectos de la Reforma religiosa que se estaba llevando a cabo en Inglaterra. En una triste coincidencia Moro escenificó la frase escrita por él mismo en Utopía que dice: “no se puede ir contra el consejo del príncipe so pena de ser tenido por traidor”.