Los caleños tenemos una forma de hablar muy particular. Cambiamos las ‘eses’ por jotas, decimos ‘pam’ en lugar de pan, y tenemos el famoso ‘mirá, oís’, que usamos cuando hablamos de vos.
Los españoles que llegaron a América venían de diferentes regiones de la península ibérica. Unos eran del norte y otros del sur, de Andalucía o de Extremadura. En la época de la Conquista y la Colonia se mezclaron todas las hablas regionales españolas. Es como si un grupo de costeños, paisas, bogotanos, caleños y pastusos fueran a conquistar Marte: una segunda generación hablaría una mezcla de todos los acentos.
Por ejemplo, solo en el norte de España se diferencian zeta y ‘ese’. En cambio, muchos andaluces dicen una sola ‘ese’, más parecida a la de los hispanoamericanos. Nosotros pronunciamos iguales zeta y ‘ese’, porque el andaluz es un modo de hablar más pegajoso.
Una característica andaluza es omitir las ‘eses’ al final de sílaba o hacer una especie de jota, como en “nosotroj somoj buenoj toreroj” por “nosotros somos buenos toreros”. Esto en la Costa Atlántica es muy común, porque allá fue más importante la presencia andaluza.
En Cali, por otra parte, la mezcla de acentos resultó en una combinación extraña: cambiamos la ‘ese’ por jota solo en medio de vocales, dentro de una palabra o entre palabras, como en “¿qué vajajer con ejo?”, por “¿qué vas a hacer con eso?”. “Porejonojotrojablamojají” (por eso nosotros hablamos así). Esto es lo que llaman ‘jejeo’.
Los andaluces tienen consonantes muy débiles en general. Las ‘b’, ‘d’ y ‘g’ se pronuncian de manera muy suave, especialmente entre vocales. En Cali, por eso se dice “toas las naiaes” por “todas las navidades”.
En cambio, es un enigma el porqué los caleños cambiamos la ‘ene’ por ‘eme’ al final de la palabra, como en ‘pam’ o ‘trem’. Además de Cali, esto solamente se encuentra en Yucatán, México. Por eso ellos dicen ‘Yucatam’, lo cual podría deberse a la influencia de la lengua indígena maya.
En el caso de Cali, lo más probable es que sea una característica de la provincia de León, norte de España. En el corpus de la Real Academia aparecen registros de ‘pam’ y ‘biem’ desde el año de 1250 en documentos leoneses.
Otra característica del habla caleña es el uso del ‘vos’, que tiene una historia muy larga, pues era la forma como en latín se decía ‘ustedes’, y se conjugaba “vos cantatis” (ustedes cantan). Pero las personas del común no pronunciaban el latín tal como se escribía, sino decían “vos cantades”. Y así como nosotros a veces decimos ‘cansao’, los españoles terminaron diciendo ‘cantaes’ y luego ‘cantás’.
En el Siglo XVI se decía ‘vos’, pero en el XVII desapareció de España, donde solamente se dice tú y usted hoy en día. En Cali y otras regiones de Colombia, los españoles y sus descendientes siguieron diciendo vos y nosotros lo heredamos.
Otras conjugaciones de vos eran en latín ‘cantate’, que se convirtió en ‘cantad’ y luego en ‘cantá’, o ‘cantastis’ que terminó en ‘cantastes’ para el pasado. Después se metió la ‘i’, y terminó en ‘cantasteis’, así que ‘cantastes’ es muchísimo más antiguo. Algunas personas todavía dicen “vos no vinistes”, que es una forma antigua.
El habla caleña es resultado de la conservación de formas latinas que en España dieron origen a dialectos como el andaluz, el castellano o el leonés, que se mezclaron en América de diferentes formas en cada región.
*Magíster de Lingüística Española del Instituto Caro y Cuervo.
El idioma suave de los africanos
El investigador Germán Patiño explica que “el habla vallecaucana se formó en las haciendas, donde las nanas negras criaban a los niños blancos, a los cuales hablaban el castellano tal como la población negra lo entendía. Era un idioma más suave, sin la rudeza de la zeta ibérica, con palabras abreviadas y con omisión de terminaciones. Era, además, un castellano más cantarín, cargado de onomatopeyas y diminutivos”.
Y añade: “Ese castellano con tanta influencia africana se volvió el habla de las clases dominantes, porque era la lengua de la cuna. De ahí el ‘mirá, ve’ o el ‘oís’ o el ‘velo, ve’.
“Ello se nota más en los viejos, que tienen el hablar más lento y pausado, propio de sus orígenes campesinos, mientras en los jóvenes es más atropellado, natural de las ciudades. El habla de los viejos es la más negra de todas”, concluye.
Mañana, Día del Idioma
Se cree que en español la ‘b’ y la ‘uve’ se pronuncian diferente. Que esta última se pronuncia poniendo los incisivos superiores sobre los labios inferiores. Esto es un mito, porque el español en su historia nunca ha tenido tal diferenciación.
Una región de España de donde vinieron muchos inmigrantes es las Islas Canarias. De allí llegaron palabras como ‘chévere’ y formas gramaticales como ‘siéntesen’ por ‘siéntense’, o ‘para yo ir’ por ‘para que yo vaya’, que tiene relación con el gallego portugués.
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Los caleños tenemos una forma de hablar muy particular. Cambiamos las ‘eses’ por jotas, decimos ‘pam’ en lugar de pan, y tenemos el famoso ‘mirá, oís’, que usamos cuando hablamos de vos.
Los españoles que llegaron a América venían de diferentes regiones de la península ibérica. Unos eran del norte y otros del sur, de Andalucía o de Extremadura. En la época de la Conquista y la Colonia se mezclaron todas las hablas regionales españolas. Es como si un grupo de costeños, paisas, bogotanos, caleños y pastusos fueran a conquistar Marte: una segunda generación hablaría una mezcla de todos los acentos.
Por ejemplo, solo en el norte de España se diferencian zeta y ‘ese’. En cambio, muchos andaluces dicen una sola ‘ese’, más parecida a la de los hispanoamericanos. Nosotros pronunciamos iguales zeta y ‘ese’, porque el andaluz es un modo de hablar más pegajoso.
Una característica andaluza es omitir las ‘eses’ al final de sílaba o hacer una especie de jota, como en “nosotroj somoj buenoj toreroj” por “nosotros somos buenos toreros”. Esto en la Costa Atlántica es muy común, porque allá fue más importante la presencia andaluza.
En Cali, por otra parte, la mezcla de acentos resultó en una combinación extraña: cambiamos la ‘ese’ por jota solo en medio de vocales, dentro de una palabra o entre palabras, como en “¿qué vajajer con ejo?”, por “¿qué vas a hacer con eso?”. “Porejonojotrojablamojají” (por eso nosotros hablamos así). Esto es lo que llaman ‘jejeo’.
Los andaluces tienen consonantes muy débiles en general. Las ‘b’, ‘d’ y ‘g’ se pronuncian de manera muy suave, especialmente entre vocales. En Cali, por eso se dice “toas las naiaes” por “todas las navidades”.
En cambio, es un enigma el porqué los caleños cambiamos la ‘ene’ por ‘eme’ al final de la palabra, como en ‘pam’ o ‘trem’. Además de Cali, esto solamente se encuentra en Yucatán, México. Por eso ellos dicen ‘Yucatam’, lo cual podría deberse a la influencia de la lengua indígena maya.
En el caso de Cali, lo más probable es que sea una característica de la provincia de León, norte de España. En el corpus de la Real Academia aparecen registros de ‘pam’ y ‘biem’ desde el año de 1250 en documentos leoneses.
Otra característica del habla caleña es el uso del ‘vos’, que tiene una historia muy larga, pues era la forma como en latín se decía ‘ustedes’, y se conjugaba “vos cantatis” (ustedes cantan). Pero las personas del común no pronunciaban el latín tal como se escribía, sino decían “vos cantades”. Y así como nosotros a veces decimos ‘cansao’, los españoles terminaron diciendo ‘cantaes’ y luego ‘cantás’.
En el Siglo XVI se decía ‘vos’, pero en el XVII desapareció de España, donde solamente se dice tú y usted hoy en día. En Cali y otras regiones de Colombia, los españoles y sus descendientes siguieron diciendo vos y nosotros lo heredamos.
Otras conjugaciones de vos eran en latín ‘cantate’, que se convirtió en ‘cantad’ y luego en ‘cantá’, o ‘cantastis’ que terminó en ‘cantastes’ para el pasado. Después se metió la ‘i’, y terminó en ‘cantasteis’, así que ‘cantastes’ es muchísimo más antiguo. Algunas personas todavía dicen “vos no vinistes”, que es una forma antigua.
El habla caleña es resultado de la conservación de formas latinas que en España dieron origen a dialectos como el andaluz, el castellano o el leonés, que se mezclaron en América de diferentes formas en cada región.
*Magíster de Lingüística Española del Instituto Caro y Cuervo.
El idioma suave de los africanos
El investigador Germán Patiño explica que “el habla vallecaucana se formó en las haciendas, donde las nanas negras criaban a los niños blancos, a los cuales hablaban el castellano tal como la población negra lo entendía. Era un idioma más suave, sin la rudeza de la zeta ibérica, con palabras abreviadas y con omisión de terminaciones. Era, además, un castellano más cantarín, cargado de onomatopeyas y diminutivos”.
Y añade: “Ese castellano con tanta influencia africana se volvió el habla de las clases dominantes, porque era la lengua de la cuna. De ahí el ‘mirá, ve’ o el ‘oís’ o el ‘velo, ve’.
“Ello se nota más en los viejos, que tienen el hablar más lento y pausado, propio de sus orígenes campesinos, mientras en los jóvenes es más atropellado, natural de las ciudades. El habla de los viejos es la más negra de todas”, concluye.
Mañana, Día del Idioma
Se cree que en español la ‘b’ y la ‘uve’ se pronuncian diferente. Que esta última se pronuncia poniendo los incisivos superiores sobre los labios inferiores. Esto es un mito, porque el español en su historia nunca ha tenido tal diferenciación.
Una región de España de donde vinieron muchos inmigrantes es las Islas Canarias. De allí llegaron palabras como ‘chévere’ y formas gramaticales como ‘siéntesen’ por ‘siéntense’, o ‘para yo ir’ por ‘para que yo vaya’, que tiene relación con el gallego portugués.