La mosca es un juego de naipes de origen francés de la familia de la bestia, el pánfilo, el tomate o el loo inglés.
El objetivo es conseguir el mayor número posible de puntos al ganar las bazas en juego.
El número usual de jugadores de una partida de la mosca es de tres. Cada jugador juega individualmente, es decir, para sí mismo.
También puede participar un número mayor de jugadores. Sin embargo, en este caso se deberán añadir más cartas.
La mosca se juega con la baraja francesa de 32 cartas. En esta baraja, cada uno de los cuatro palos tiene 8 cartas: rey, dama, valet, as, diez, nueve, ocho y siete.
Si en la partida intervienen más de tres jugadores, se añaden los seises para cuatro jugadores; los cincos y los seises para cinco jugadores; y los seises, los cincos y los cuatros para seis jugadores. De este modo, se forman barajas de 36, 40 o 44. La relación de cartas por jugador es cada vez menor al aumentar los jugadores. Esto hace que algunas jugadas ganen en importancia.
Hay quienes prefieren jugar con la baraja de 36 cartas (del as al seis), si son tres los jugadores, y con la baraja francesa completa de 52 cartas, si éstos son cuatro, cinco o seis.
En la mosca, las figuras (rey, dama y valet) valen 10 puntos cada una. Éste es también el valor de los ases y de los dieces. El resto de las cartas (nueves, ochos y sietes) tiene el valor marcado por su índice. (Si se utilizan más cartas, éstas también tienen el valor marcado por su índice.)
En la mosca, el orden de las cartas es, de mayor a menor: rey, dama, valet, as, diez, nueve, ocho, siete (seis, cinco y cuatro, si se utilizan, e incluso tres y dos). Este orden sirve para determinar la carta ganadora de una baza, de modo que la carta mayor gana a cualquier otra menor.
En cada mano de la mosca se da a uno de los palos un valor especial que permite que sus cartas ganen a las de los otros palos, independientemente del valor relativo de éstas. Entre las cartas del palo de triunfo se sigue manteniendo la misma relación de orden que entre las cartas del resto de los palos.
El palo de triunfo de cada mano se determina mediante sorteo, al descubrir la carta siguiente del mazo después de haber dado cinco cartas a cada jugador.
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La mosca es un juego de naipes de origen francés de la familia de la bestia, el pánfilo, el tomate o el loo inglés.
El objetivo es conseguir el mayor número posible de puntos al ganar las bazas en juego.
El número usual de jugadores de una partida de la mosca es de tres. Cada jugador juega individualmente, es decir, para sí mismo.
También puede participar un número mayor de jugadores. Sin embargo, en este caso se deberán añadir más cartas.
La mosca se juega con la baraja francesa de 32 cartas. En esta baraja, cada uno de los cuatro palos tiene 8 cartas: rey, dama, valet, as, diez, nueve, ocho y siete.
Si en la partida intervienen más de tres jugadores, se añaden los seises para cuatro jugadores; los cincos y los seises para cinco jugadores; y los seises, los cincos y los cuatros para seis jugadores. De este modo, se forman barajas de 36, 40 o 44. La relación de cartas por jugador es cada vez menor al aumentar los jugadores. Esto hace que algunas jugadas ganen en importancia.
Hay quienes prefieren jugar con la baraja de 36 cartas (del as al seis), si son tres los jugadores, y con la baraja francesa completa de 52 cartas, si éstos son cuatro, cinco o seis.
En la mosca, las figuras (rey, dama y valet) valen 10 puntos cada una. Éste es también el valor de los ases y de los dieces. El resto de las cartas (nueves, ochos y sietes) tiene el valor marcado por su índice. (Si se utilizan más cartas, éstas también tienen el valor marcado por su índice.)
En la mosca, el orden de las cartas es, de mayor a menor: rey, dama, valet, as, diez, nueve, ocho, siete (seis, cinco y cuatro, si se utilizan, e incluso tres y dos). Este orden sirve para determinar la carta ganadora de una baza, de modo que la carta mayor gana a cualquier otra menor.
En cada mano de la mosca se da a uno de los palos un valor especial que permite que sus cartas ganen a las de los otros palos, independientemente del valor relativo de éstas. Entre las cartas del palo de triunfo se sigue manteniendo la misma relación de orden que entre las cartas del resto de los palos.
El palo de triunfo de cada mano se determina mediante sorteo, al descubrir la carta siguiente del mazo después de haber dado cinco cartas a cada jugador.