En una primer lectura de los cuentos de Cortázar, se nos permite ver fácilmente los espacios marcadamente cotidianos que él describe, en el caso de este cuento el departamento en la planta doce,son espacios que se hayan recargados de significado. Son, por decirlo de algún modo, reductos que nos pertenecen, extensiones artificiales de nuestro cuerpo que nos protegen de un universo externo y siempre de algún modo agresivo. La casa, o el departamento (aunque éste tenga una función degradada frente a la primera, que se halla arraigada a la tierra) es mucho más que una estructura arquitectónica, es un espacio vital, la casa se vive, gana una realidad de ser mayor que todo lo externo, y por esas mismas circunstancias se vuelve más inmediata y cotidiana, unida a nosotros por lazos que superan las relaciones meramente temporales y espaciales, porque es más que eso, es la estructura que nos permite soñar, es la soledad que nos devuelve el espacio interno con su cualidad virgen, inexpugnable, desde la cual el sueño, el vivir íntimo y subjetivo, se sostiene. Por estar lo fantástico inserto en los espacios más cotidianos e indubitables para nosotros, logra un efecto más contundente e inquietante. El vacilar de la casa es mucho más monstruoso que el vacilar de la realidad en la calle, o en un paraje alejado en la naturaleza.
Por otra parte, en tanto la casa es vivida como extensión de nosotros mismos, dudar de ella es de algún modo dudar de nosotros mismos, no es ya solamente cuestionar lo otro sino la realidad que a uno lo constituye y lo define. Si Cortázar produce vacilación de la realidad, tal como Todorov define lo fantástico, lo produce en forma extrema, ya que nos hace dudar en los espacios en que la duda se torna más insoportable, en los que la vacilación se vuelve más insidiosa, dejándonos desprotegidos, desnudos. ¿Por qué dudar de lo cotidiano, por qué cuestionar nuestra realidad de esa forma? El mundo que se perfila, que se entrevé por medio de la vacilación, es un mundo inquietante, un orbe donde el tigre deambula por la casa, donde el caballo acecha, en definitiva, un mundo con otras leyes que superan la voluntad del hombre y a la que él debe resignarse, como el indio que en «La noche boca arriba» se resigna a haberse soñado en un hospital. El aspecto fundamental que deseo remarcar es que a este nuevo mundo el hombre no se adapta, sino que se resigna.
Otro aspecto en el que uno repara al leer los cuentos de Cortázar es la estructura argumental. Muchos de ellos parecieran carecer de un argumento basado en la concatenación de sucesos. Se diría que son antes narraciones estancas, en donde lo que sucede está en poca relación con la profundidad de lo que se desea revelar. No hay tanta acción externa como sensaciones internas, pensamientos. Lo externo parece excusa para revelar el componente interno que necesita alguna formulación para su exteriorización.En «No se culpe a nadie», el acto de ponerse un pulóver, que termina siendo asesino.
Esta simpleza argumental pareciera a primera vista contraponerse con el efecto perturbador que producen.
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"No se culpe a nadie" Julio Cortazar
En una primer lectura de los cuentos de Cortázar, se nos permite ver fácilmente los espacios marcadamente cotidianos que él describe, en el caso de este cuento el departamento en la planta doce,son espacios que se hayan recargados de significado. Son, por decirlo de algún modo, reductos que nos pertenecen, extensiones artificiales de nuestro cuerpo que nos protegen de un universo externo y siempre de algún modo agresivo. La casa, o el departamento (aunque éste tenga una función degradada frente a la primera, que se halla arraigada a la tierra) es mucho más que una estructura arquitectónica, es un espacio vital, la casa se vive, gana una realidad de ser mayor que todo lo externo, y por esas mismas circunstancias se vuelve más inmediata y cotidiana, unida a nosotros por lazos que superan las relaciones meramente temporales y espaciales, porque es más que eso, es la estructura que nos permite soñar, es la soledad que nos devuelve el espacio interno con su cualidad virgen, inexpugnable, desde la cual el sueño, el vivir íntimo y subjetivo, se sostiene. Por estar lo fantástico inserto en los espacios más cotidianos e indubitables para nosotros, logra un efecto más contundente e inquietante. El vacilar de la casa es mucho más monstruoso que el vacilar de la realidad en la calle, o en un paraje alejado en la naturaleza.
Por otra parte, en tanto la casa es vivida como extensión de nosotros mismos, dudar de ella es de algún modo dudar de nosotros mismos, no es ya solamente cuestionar lo otro sino la realidad que a uno lo constituye y lo define. Si Cortázar produce vacilación de la realidad, tal como Todorov define lo fantástico, lo produce en forma extrema, ya que nos hace dudar en los espacios en que la duda se torna más insoportable, en los que la vacilación se vuelve más insidiosa, dejándonos desprotegidos, desnudos. ¿Por qué dudar de lo cotidiano, por qué cuestionar nuestra realidad de esa forma? El mundo que se perfila, que se entrevé por medio de la vacilación, es un mundo inquietante, un orbe donde el tigre deambula por la casa, donde el caballo acecha, en definitiva, un mundo con otras leyes que superan la voluntad del hombre y a la que él debe resignarse, como el indio que en «La noche boca arriba» se resigna a haberse soñado en un hospital. El aspecto fundamental que deseo remarcar es que a este nuevo mundo el hombre no se adapta, sino que se resigna.
Otro aspecto en el que uno repara al leer los cuentos de Cortázar es la estructura argumental. Muchos de ellos parecieran carecer de un argumento basado en la concatenación de sucesos. Se diría que son antes narraciones estancas, en donde lo que sucede está en poca relación con la profundidad de lo que se desea revelar. No hay tanta acción externa como sensaciones internas, pensamientos. Lo externo parece excusa para revelar el componente interno que necesita alguna formulación para su exteriorización.En «No se culpe a nadie», el acto de ponerse un pulóver, que termina siendo asesino.
Esta simpleza argumental pareciera a primera vista contraponerse con el efecto perturbador que producen.
No sé si te servirá este análisis
Un abrazo desde Brasil