Roble, nombre común de un extenso género de árboles de madera dura distribuido por la zona templada norte. El género Quercus engloba unas 800 especies frecuentemente no bien diferenciadas entre sí y con una gran facilidad para hibridar, llegando a cerca de 500 las que tienen como denominación común la palabra roble. El mayor centro de diversificación de este género se encuentra en México y California. Los robles se diferencian de otras especies pertenecientes a la familia de las Fagáceas (a la que también pertenecen) por diversas características botánicas, como las flores diminutas y agrupadas en inflorescencias, pero se identifican con facilidad por el fruto, llamado glande o bellota, y por sus hojas, ovaladas con el contorno lobulado. La bellota es también ovalada, y presenta una estructura con forma de boina denominada cascabillo, con escamas triangulares, casi planas.
El género al que pertenecen los robles está ampliamente difundido con distintas especies, tanto en Europa, como en América. Los robles, encinas, rebollos, coscojas y alcornoques, todos ellos pertenecientes al mismo género, se cuentan entre los árboles más característicos de la península Ibérica, y constituyen el elemento central del bosque mediterráneo. Crecen en ambientes muy variados, desde laderas montañosas altas hasta terrenos bajos y húmedos o mesetas resecas. Florecen en primavera, antes de que aparezcan las hojas nuevas (en las especies caducifolias) y dispersan grandes cantidades de polen que arrastra el viento. Las especies propias de terrenos áridos (coscoja, encina y alcornoque) son de hoja perenne, mientras que los robles, quejigos y melojos, propios de zonas más húmedas, son caducifolios marcescentes (conservan la hoja todo el invierno y la pierden al principio de la primavera).
El roble forma una madera duradera, tenaz, muy apreciada. Se emplea en ebanistería, tonelería, fabricación de tablas para tarimas y suelos de parqué y obtención de chapas. De la corteza del alcornoque, muy gruesa y esponjosa, se obtiene el corcho. Diversas especies producen taninos (concentrados muchas veces en las agallas), utilizados por la industria del curtido de pieles, y de la corteza de otras se extraen tintes, así como de las agallas, que son las tumoraciones desarrolladas como respuesta a la picadura y puesta de muchos insectos. Uno de ellos, la cochinilla, es un insecto que forma unas agallas en las coscojas (Quercus coccifera), de las cuales se extrae el colorante carmesí, muy apreciado en la antigüedad. Ciertas especies tienen aplicación ornamental, pero en general son árboles de crecimiento lento, más plantados en parques públicos que en jardines privados. Destaca el uso para este fin de Quercus cerris, el roble turco; Quercus rubra, el roble rojo nativo de Norteamérica; o Quercus myrsinifolia, el roble del Japón.
Se calcula que el roble está presente en más del 85% de la extensión que abarcan los bosques caducifolios del continente americano. En Estados Unidos y Canadá hay unas 60 especies a las que se añaden unas 150 especies mexicanas, algunas de las cuales son sólo arbustos. La especie más abundante en México es el encino, que se localiza tanto en los cerros pedregosos como en los bosques semihúmedos, dando lugar a una vegetación de transición de bosques mixtos (convive con los pinos) a matorral, propio de climas secos. El duraznillo o colorado, el cascalote y el encino manzano son algunas variedades muy extendidas en el norte del país. El roble americano es muy apreciado por su madera, ya que con ella se fabrican las mejores barricas para la crianza de vinos en Europa y América. Una variedad de éste se extiende a lo largo de la zona atlántica de Norteamérica. Por su parte, el roble blanco, nativo de América del Sur, también se aprovecha para fabricar barriles y toneles donde reposan vinos y licores, además de que su madera es pesada y duradera, lo que lo convierte en un recurso forestal importante. En algunas zonas del Caribe se le llama roble a otras especies que ni siquiera son Fagáceas, como el roble blanco de Cuba o de Costa Rica (Tabebuia angustata) y el roble prieto (Ehretia tinifolia).
Clasificación científica: los robles pertenecen al género Quercus, de la familia de las Fagáceas (Fagaceae). La encina es la especie Quercus ilex; la coscoja, Quercus coccifera; el alcornoque, Quercus suber; el quejigo, Quercus faginea; el roble carballo, Quercus robur, y el melojo o rebollo, Quercus pyrenaica. Muy parecido a éste es Quercus frainetto, el roble de Hungría. El encino, abundante en México, corresponde a las especies Quercus sartorii, Quercus affinis, Quercus rizophylla y Quercus germana. El duraznillo es Quercus duraznillo, el cascalote es Quercus sipuraca y el encino manzano es Quercus sacame; el roble americano corresponde a las especies Quercus alba y Quercus rubra y el roble blanco es Quercus virginiana.
Lo comparte con la encina y con el alcornoque, como variedades más conocidas de la familia quercus, y también con el quejigo, el rebollo y la coscoja.
Las diferencias entre las bellotas de todos estos árboles son mínimas, y oscilan entre que tengan el rabito (técnicamente, pedúnculo) más o menos largo, la forma más ovalada o más redonda, o el color, más o menos verde o marrón.
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La bellota
bellotas
Roble, nombre común de un extenso género de árboles de madera dura distribuido por la zona templada norte. El género Quercus engloba unas 800 especies frecuentemente no bien diferenciadas entre sí y con una gran facilidad para hibridar, llegando a cerca de 500 las que tienen como denominación común la palabra roble. El mayor centro de diversificación de este género se encuentra en México y California. Los robles se diferencian de otras especies pertenecientes a la familia de las Fagáceas (a la que también pertenecen) por diversas características botánicas, como las flores diminutas y agrupadas en inflorescencias, pero se identifican con facilidad por el fruto, llamado glande o bellota, y por sus hojas, ovaladas con el contorno lobulado. La bellota es también ovalada, y presenta una estructura con forma de boina denominada cascabillo, con escamas triangulares, casi planas.
El género al que pertenecen los robles está ampliamente difundido con distintas especies, tanto en Europa, como en América. Los robles, encinas, rebollos, coscojas y alcornoques, todos ellos pertenecientes al mismo género, se cuentan entre los árboles más característicos de la península Ibérica, y constituyen el elemento central del bosque mediterráneo. Crecen en ambientes muy variados, desde laderas montañosas altas hasta terrenos bajos y húmedos o mesetas resecas. Florecen en primavera, antes de que aparezcan las hojas nuevas (en las especies caducifolias) y dispersan grandes cantidades de polen que arrastra el viento. Las especies propias de terrenos áridos (coscoja, encina y alcornoque) son de hoja perenne, mientras que los robles, quejigos y melojos, propios de zonas más húmedas, son caducifolios marcescentes (conservan la hoja todo el invierno y la pierden al principio de la primavera).
El roble forma una madera duradera, tenaz, muy apreciada. Se emplea en ebanistería, tonelería, fabricación de tablas para tarimas y suelos de parqué y obtención de chapas. De la corteza del alcornoque, muy gruesa y esponjosa, se obtiene el corcho. Diversas especies producen taninos (concentrados muchas veces en las agallas), utilizados por la industria del curtido de pieles, y de la corteza de otras se extraen tintes, así como de las agallas, que son las tumoraciones desarrolladas como respuesta a la picadura y puesta de muchos insectos. Uno de ellos, la cochinilla, es un insecto que forma unas agallas en las coscojas (Quercus coccifera), de las cuales se extrae el colorante carmesí, muy apreciado en la antigüedad. Ciertas especies tienen aplicación ornamental, pero en general son árboles de crecimiento lento, más plantados en parques públicos que en jardines privados. Destaca el uso para este fin de Quercus cerris, el roble turco; Quercus rubra, el roble rojo nativo de Norteamérica; o Quercus myrsinifolia, el roble del Japón.
Se calcula que el roble está presente en más del 85% de la extensión que abarcan los bosques caducifolios del continente americano. En Estados Unidos y Canadá hay unas 60 especies a las que se añaden unas 150 especies mexicanas, algunas de las cuales son sólo arbustos. La especie más abundante en México es el encino, que se localiza tanto en los cerros pedregosos como en los bosques semihúmedos, dando lugar a una vegetación de transición de bosques mixtos (convive con los pinos) a matorral, propio de climas secos. El duraznillo o colorado, el cascalote y el encino manzano son algunas variedades muy extendidas en el norte del país. El roble americano es muy apreciado por su madera, ya que con ella se fabrican las mejores barricas para la crianza de vinos en Europa y América. Una variedad de éste se extiende a lo largo de la zona atlántica de Norteamérica. Por su parte, el roble blanco, nativo de América del Sur, también se aprovecha para fabricar barriles y toneles donde reposan vinos y licores, además de que su madera es pesada y duradera, lo que lo convierte en un recurso forestal importante. En algunas zonas del Caribe se le llama roble a otras especies que ni siquiera son Fagáceas, como el roble blanco de Cuba o de Costa Rica (Tabebuia angustata) y el roble prieto (Ehretia tinifolia).
Clasificación científica: los robles pertenecen al género Quercus, de la familia de las Fagáceas (Fagaceae). La encina es la especie Quercus ilex; la coscoja, Quercus coccifera; el alcornoque, Quercus suber; el quejigo, Quercus faginea; el roble carballo, Quercus robur, y el melojo o rebollo, Quercus pyrenaica. Muy parecido a éste es Quercus frainetto, el roble de Hungría. El encino, abundante en México, corresponde a las especies Quercus sartorii, Quercus affinis, Quercus rizophylla y Quercus germana. El duraznillo es Quercus duraznillo, el cascalote es Quercus sipuraca y el encino manzano es Quercus sacame; el roble americano corresponde a las especies Quercus alba y Quercus rubra y el roble blanco es Quercus virginiana.
La bellota o el glande.
La bellota.
Lo comparte con la encina y con el alcornoque, como variedades más conocidas de la familia quercus, y también con el quejigo, el rebollo y la coscoja.
Las diferencias entre las bellotas de todos estos árboles son mínimas, y oscilan entre que tengan el rabito (técnicamente, pedúnculo) más o menos largo, la forma más ovalada o más redonda, o el color, más o menos verde o marrón.
Saludos
María
la nuez