Esta frase se dice para referirse a aquel, que habiendo abandonado un lugar o cargo de forma voluntaria, cuando regresa, lo encuentra ocupado, sin derecho a reclamarlo. En términos generales, se refiere a la posibilidad de perder los privilegios si se abandona el lugar en el que se disfrutan.
Esta frase, junto a la de Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita, son una especie de dispensa a las múltiples disputas que se dan entre niños por la posesión de un objeto o una posición privilegiada. Tanto los mayores en su infancia como los niños de ahora las siguen utilizando, como una especie de "si querías el objeto o posición, no deberías haberlo dado o abandonado."
Parece ser que se trata simplemente de una letrilla rimada, no obstante es común atribuir la frase a los sucesos narrados por don Diego Enríquez del Castillo en su Crónica del rey Enrique IV, caps. 26 y 54, relacionados con la familia Fonseca, nobles de origen portugués, en la que destacaron varios personajes llamados todos ellos Alonso, que ocuparon grandes cargos eclesiásticos desde mediados del siglo XV al siglo XVI. Eso no fue obstáculo para dejar una numerosa descendencia.
El hecho que dio origen al dicho ocurrió en 1460, año en que don Alonso Fonseca, tío y sobrino, arzobispos de Sevilla y Santiago de Compostela, intercambiaron sus cargos. Cuando el joven sobrino fue a tomar posesión del arzobispado, lo encontró involucrado en unos graves conflictos que afectaban al reino de Galicia. Al no poder dominar la situación, pidió ayuda a su tío y, de mutuo acuerdo, decidieron intercambiar temporalmente las diócesis.
Una vez conseguida la paz, el tío decide volver a su diócesis de Sevilla, pero se encontró con la desagradable sorpresa de que su sobrino no quería abandonarla. Fueron necesarias la mano del papa y la violencia del rey Enrique IV de Trastámara para que don Alonso Fonseca, tío, pudiese recuperar su diócesis.
En realidad, la expresión original decía "El que se fue 'de' Sevilla, perdió su silla", y no "el que se fue 'a' Sevilla perdió su silla", porque en realidad, don Alonso no fue a Sevilla, sino a Santiago de Compostela, por lo cual debió irse "de" Sevilla y evidentemente, perder su silla.
Sin embargo, se piensa que con el paso del tiempo, se olvidaron los acontecimientos que dieron comienzo a esta expresión.
De cualquier forma, la frase que conocemos en la actualidad, es popular en todos los países de habla hispana. Además de la utilización de la expresión original, la cual habla de Sevilla, ciudad española y capital de Andalucía, también se encuentran ciertas variaciones de la misma.
Por ejemplo, la frase "El que se fue a la villa, perdió su silla" es también muy común en toda Latinoamérica. En México, la única diferencia es que se dice "El que se fue a la villa, perdió su silla", porque se hace referencia a la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México, a la que los mexicanos suelen referirse cariñosamente como "la villa" o "la villita".
También, es muy común hallar diferentes versiones de este dicho popular en las que se intenta sustituir el nombre de la ciudad andaluza por una ciudad local. En Colombia, por ejemplo, se dice: "El que se fue a Barranquilla, perdió su silla," haciendo alusión a la ciudad colombiana.
Algo similar ocurre en Chile, donde se suele decir "El que se fue a Melipilla, perdió su silla"; también en referencia a una ciudad chilena.
Al parecer, no siempre es posible o necesario rimar con la frase original, y por esa razón, se busca un sinónimo que sustituya a la palabra "silla" para utilizar el nombre de la población deseada. Es así como en Ecuador se suele escuchar "El que se va para Quito, pierde su barquito". En Perú, "El que se fue a Barranco, perdió su banco", éste en alusión a Barranco, distrito de la capital peruana.
Otros países demuestran gran creatividad al hacer mucho más que simplemente sustituir "Sevilla" con el nombre de alguna ciudad local. En muchos casos, se llega a incluir, en forma de rima, la manera en la que el que "perdió su silla" puede volver a recuperarla. En algunas partes de Argentina, por ejemplo, existe una versión del dicho popular que dice: "El que va a la villa pierde la silla, y el que vuelve, con una varilla le pega en la canilla para que deje la silla".
Mientras tanto, los peruanos recurren a una manera diferente de conseguirlo, pues dicen: "Quien va a la villa pierde su silla, y la rescata con una rejilla o una cosquilla".
Hoy en día, España parece ser el único país en el que permanece intacta la frase original, excepto por la pequeña modificación que algunos hacen al utilizar una versión prolongada: "El que se fue a Sevilla, perdió su silla, y el que se fue a León (o a Aragón) perdió el sillón".
Sin embargo, la idea detrás de esta expresión no es exclusiva de Hispanoamérica, pues también existen frases similares en los países de habla inglesa.
El que se fue a Sevilla, perdió su silla": Se cuenta que en tiempos de la reina Isabel la Católica, el obispo de Sevilla don Alfonso de Fonseca debió viajar y dejó en el cargo a un sobrino, pero cuando el obispo regresó de su viaje, éste se negó a devolvérlo.
Personalmente me gusta mucho el jardín y no podría faltar un juego de jardín con sillas y mesa para pasar tiempo con los amigos, he encontrado la mejor opción en los sitios web, he comprado un juego de jardín que está perfecto, sillas cómodas, modernas y fáciles de limpiar y una mesa igual de buena, la compra perfecta para mi jardín.
yo conozco la frecé como "el que se fue a la villa perdio su silla" y quiere decir que al quien va a tener o tuvo algo un trabajo una venta o algo y por hacer otras cosas o estar distraido perdio esa oportunidad
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Quien fue a Sevilla perdió su silla
Hay dos versiones coj e la que mas te guste.
Esta frase se dice para referirse a aquel, que habiendo abandonado un lugar o cargo de forma voluntaria, cuando regresa, lo encuentra ocupado, sin derecho a reclamarlo. En términos generales, se refiere a la posibilidad de perder los privilegios si se abandona el lugar en el que se disfrutan.
Esta frase, junto a la de Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita, son una especie de dispensa a las múltiples disputas que se dan entre niños por la posesión de un objeto o una posición privilegiada. Tanto los mayores en su infancia como los niños de ahora las siguen utilizando, como una especie de "si querías el objeto o posición, no deberías haberlo dado o abandonado."
Parece ser que se trata simplemente de una letrilla rimada, no obstante es común atribuir la frase a los sucesos narrados por don Diego Enríquez del Castillo en su Crónica del rey Enrique IV, caps. 26 y 54, relacionados con la familia Fonseca, nobles de origen portugués, en la que destacaron varios personajes llamados todos ellos Alonso, que ocuparon grandes cargos eclesiásticos desde mediados del siglo XV al siglo XVI. Eso no fue obstáculo para dejar una numerosa descendencia.
El hecho que dio origen al dicho ocurrió en 1460, año en que don Alonso Fonseca, tío y sobrino, arzobispos de Sevilla y Santiago de Compostela, intercambiaron sus cargos. Cuando el joven sobrino fue a tomar posesión del arzobispado, lo encontró involucrado en unos graves conflictos que afectaban al reino de Galicia. Al no poder dominar la situación, pidió ayuda a su tío y, de mutuo acuerdo, decidieron intercambiar temporalmente las diócesis.
Una vez conseguida la paz, el tío decide volver a su diócesis de Sevilla, pero se encontró con la desagradable sorpresa de que su sobrino no quería abandonarla. Fueron necesarias la mano del papa y la violencia del rey Enrique IV de Trastámara para que don Alonso Fonseca, tío, pudiese recuperar su diócesis.
En realidad, la expresión original decía "El que se fue 'de' Sevilla, perdió su silla", y no "el que se fue 'a' Sevilla perdió su silla", porque en realidad, don Alonso no fue a Sevilla, sino a Santiago de Compostela, por lo cual debió irse "de" Sevilla y evidentemente, perder su silla.
Sin embargo, se piensa que con el paso del tiempo, se olvidaron los acontecimientos que dieron comienzo a esta expresión.
De cualquier forma, la frase que conocemos en la actualidad, es popular en todos los países de habla hispana. Además de la utilización de la expresión original, la cual habla de Sevilla, ciudad española y capital de Andalucía, también se encuentran ciertas variaciones de la misma.
Por ejemplo, la frase "El que se fue a la villa, perdió su silla" es también muy común en toda Latinoamérica. En México, la única diferencia es que se dice "El que se fue a la villa, perdió su silla", porque se hace referencia a la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México, a la que los mexicanos suelen referirse cariñosamente como "la villa" o "la villita".
También, es muy común hallar diferentes versiones de este dicho popular en las que se intenta sustituir el nombre de la ciudad andaluza por una ciudad local. En Colombia, por ejemplo, se dice: "El que se fue a Barranquilla, perdió su silla," haciendo alusión a la ciudad colombiana.
Algo similar ocurre en Chile, donde se suele decir "El que se fue a Melipilla, perdió su silla"; también en referencia a una ciudad chilena.
Al parecer, no siempre es posible o necesario rimar con la frase original, y por esa razón, se busca un sinónimo que sustituya a la palabra "silla" para utilizar el nombre de la población deseada. Es así como en Ecuador se suele escuchar "El que se va para Quito, pierde su barquito". En Perú, "El que se fue a Barranco, perdió su banco", éste en alusión a Barranco, distrito de la capital peruana.
Otros países demuestran gran creatividad al hacer mucho más que simplemente sustituir "Sevilla" con el nombre de alguna ciudad local. En muchos casos, se llega a incluir, en forma de rima, la manera en la que el que "perdió su silla" puede volver a recuperarla. En algunas partes de Argentina, por ejemplo, existe una versión del dicho popular que dice: "El que va a la villa pierde la silla, y el que vuelve, con una varilla le pega en la canilla para que deje la silla".
Mientras tanto, los peruanos recurren a una manera diferente de conseguirlo, pues dicen: "Quien va a la villa pierde su silla, y la rescata con una rejilla o una cosquilla".
Hoy en día, España parece ser el único país en el que permanece intacta la frase original, excepto por la pequeña modificación que algunos hacen al utilizar una versión prolongada: "El que se fue a Sevilla, perdió su silla, y el que se fue a León (o a Aragón) perdió el sillón".
Sin embargo, la idea detrás de esta expresión no es exclusiva de Hispanoamérica, pues también existen frases similares en los países de habla inglesa.
El que se fue a Sevilla, perdió su silla": Se cuenta que en tiempos de la reina Isabel la Católica, el obispo de Sevilla don Alfonso de Fonseca debió viajar y dejó en el cargo a un sobrino, pero cuando el obispo regresó de su viaje, éste se negó a devolvérlo.
Es solamente la rima del verso = silla Sevilla.
Personalmente me gusta mucho el jardín y no podría faltar un juego de jardín con sillas y mesa para pasar tiempo con los amigos, he encontrado la mejor opción en los sitios web, he comprado un juego de jardín que está perfecto, sillas cómodas, modernas y fáciles de limpiar y una mesa igual de buena, la compra perfecta para mi jardín.
que el que se quito de su silla x isçrse a otro lado ps la perdio y te puedes sentar en ella..
yo conozco la frecé como "el que se fue a la villa perdio su silla" y quiere decir que al quien va a tener o tuvo algo un trabajo una venta o algo y por hacer otras cosas o estar distraido perdio esa oportunidad