Guerras Médicas es el nombre con que se conoce el enfrentamiento entre el Imperio persa y algunas de las ciudades-estado griegas, durante el siglo V a. C. El adjetivo «médicas» se debe a que los griegos usaban los términos «medo» y «persa» como sinónimos, a pesar de que Media (Oriente Medio) era en realidad una región contigua a Persia sometida a su imperio.
En el siglo VII a. C. las mismas se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia, si bien gozaban de cierta autonomía a cambio de pagarle tributo. En 546 a. C. el rey Creso de Lidia (el último monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el rey persa Ciro, pasando desde entonces su reino y las ciudades griegas a formar parte del Imperio persa.
Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además, los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio de Naucratis, en Egipto, la conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Síbaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.
Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.
«Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»
Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder, ocupándose los primeros años de su reinado en reprimir revueltas en Egipto y Babilonia, y preparándose a continuación para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión. Muchas islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática, respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración de intenciones hostiles definitiva.
Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien les obligó a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores en Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, ni creía que con su muerte los liberaría de la deshonra.
[editar]Las Termópilas
Artículo principal: Batalla de las Termópilas
Leónidas en las Termópilas.
El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de 500.000 hombres (sin embargo, se considera hoy en día que la logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos 250.000), mejor equipados que aquellos bajo el mando de Darío, partió el 480 a. C.
Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de lana; alrededor del cuerpo, túnicas de mangas guarnecidas a manera de escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón largo; en vez de escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos grandes, flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.
(Plutarco)
El Estado Mayor de Jerjes estaba compuesto por seis miembros, muchos de ellos parientes cercanos del rey: Mardonio, Tritantacmes, Esmerdomenes, Masistes, Gergis y Megabizo.
Para cruzar el Helesponto, en un pasaje de Heródoto se nos cuenta cómo se construyó un imponente puente de barcas por el cual el ejército de Jerjes debía atravesar el mar, pero una tormenta lo destruyó, y Jerjes culpó al mar ordenando a sus torturadores que dieran mil latigazos como castigo a las aguas.
Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península. Paralelamente, la flota avanzaba bordeando la costa, para lo cual se construyó también un canal para evitar el tempestuoso cabo del Monte Athos. Las tropas helenas, que conocían estos movimientos, decidieron detenerlos el máximo tiempo posible en el desfiladero de las Termópilas (que significa «Puertas Calientes»). Al menos el tiempo suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto.
En este lugar, el rey espartano Leónidas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras regiones.
Durante la Edad de Oro de Atenas, la práctica de la homosexualidad fue declarada contra la ley y se la castigaba severamente. A pesar de lo que eruditos con prejuicios políticos puedan decir, los escritos de Sócrates y Platón demuestran claramente que no sólo no eran homosexuales, ¡sino que se oponían vehementemente a la conducta homosexual! Platón mismo fue víctima de sodomía por parte de un regente homosexual, una experiencia que él condenó como la más degradante y humillante de su vida. Más tarde escribió con respecto a la homosexualidad: "¿Quién en su sano juicio podría promulgar una ley que protegiera tal conducta?" ¡Ese era Platón!
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Las guerras médicas fueron las que se dieron entre los griegos y los medopersas. Las del peloponeso fueron entre Atenas y Esparta.
Guerras Médicas es el nombre con que se conoce el enfrentamiento entre el Imperio persa y algunas de las ciudades-estado griegas, durante el siglo V a. C. El adjetivo «médicas» se debe a que los griegos usaban los términos «medo» y «persa» como sinónimos, a pesar de que Media (Oriente Medio) era en realidad una región contigua a Persia sometida a su imperio.
En el siglo VII a. C. las mismas se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia, si bien gozaban de cierta autonomía a cambio de pagarle tributo. En 546 a. C. el rey Creso de Lidia (el último monarca lidio en gobernar Jonia) fue derrotado por el rey persa Ciro, pasando desde entonces su reino y las ciudades griegas a formar parte del Imperio persa.
Darío I, sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas con tacto y procurando ser tolerante. Pero, como habían hecho sus antecesores, siguió la estrategia de dividir y vencer: apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio desde antes, y que eran rivales tradicionales de los griegos. Además, los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de su floreciente suburbio de Naucratis, en Egipto, la conquista de Bizancio, llave del Mar Negro, y la caída de Síbaris, uno de sus mayores mercados de tejidos y un punto de apoyo vital para el comercio.
Mientras tanto, en Atenas algunos hombres ya veían los signos del inminente peligro. El primero de ellos fue Temístocles, elegido arconte en 493 a. C. Temístocles creía que la Hélade no tendría salvación en caso de un ataque persa, si Atenas no desarrollaba antes una poderosa marina.
«Tendréis toda la tierra y el agua que queráis»
Tras la muerte de Darío, su hijo Jerjes subió al poder, ocupándose los primeros años de su reinado en reprimir revueltas en Egipto y Babilonia, y preparándose a continuación para atacar a los griegos. Antes había enviado a Grecia embajadores a todas las ciudades para pedirles tierra y agua, símbolos de sumisión. Muchas islas y ciudades aceptaron, pero no Atenas y Esparta. Se cuenta que los espartanos, al igual que sucedió en Atenas, ignorando la inmunidad diplomática, respondieron a los embajadores: «Tendréis toda la tierra y el agua que queráis», y los tomaron y arrojaron a un pozo. Era una declaración de intenciones hostiles definitiva.
Sin embargo, en Esparta se empezaron a dar augurios nefastos, causados por la ira de los dioses debido a este acto de insolencia. Se llamó a los ciudadanos espartanos para solicitar si alguno de ellos era capaz de sacrificarse para satisfacer a los dioses y aplacar su ira. Dos ricos espartanos ofrecieron entregarse al rey persa, y se encaminaron hacia Susa, donde los recibió Jerjes, quien les obligó a postrarse ante él. Sin embargo, los emisarios espartanos se resistieron, y le respondieron: «Rey de los medos, los lacedemonios nos han enviado para que puedas vengar en nosotros la muerte dada a tus embajadores en Esparta». Jerjes les respondió que no iba a hacerse reo del mismo crimen, ni creía que con su muerte los liberaría de la deshonra.
[editar]Las Termópilas
Artículo principal: Batalla de las Termópilas
Leónidas en las Termópilas.
El poderoso ejército de Jerjes, que se estima en alrededor de 500.000 hombres (sin embargo, se considera hoy en día que la logística de la época sólo podría haber alcanzado para unos 250.000), mejor equipados que aquellos bajo el mando de Darío, partió el 480 a. C.
Llevaban en la cabeza una especie de sombrero llamado tiara, de fieltro de lana; alrededor del cuerpo, túnicas de mangas guarnecidas a manera de escamas; cubrían sus piernas con una especie de pantalón largo; en vez de escudos de metal portaban escudos de mimbre; tienen lanzas cortas, arcos grandes, flechas de caña de aljabas y puñales pendiendo de la cintura.
(Plutarco)
El Estado Mayor de Jerjes estaba compuesto por seis miembros, muchos de ellos parientes cercanos del rey: Mardonio, Tritantacmes, Esmerdomenes, Masistes, Gergis y Megabizo.
Para cruzar el Helesponto, en un pasaje de Heródoto se nos cuenta cómo se construyó un imponente puente de barcas por el cual el ejército de Jerjes debía atravesar el mar, pero una tormenta lo destruyó, y Jerjes culpó al mar ordenando a sus torturadores que dieran mil latigazos como castigo a las aguas.
Finalmente cruzó el mar y siguiendo la ruta de la costa se adentró en la península. Paralelamente, la flota avanzaba bordeando la costa, para lo cual se construyó también un canal para evitar el tempestuoso cabo del Monte Athos. Las tropas helenas, que conocían estos movimientos, decidieron detenerlos el máximo tiempo posible en el desfiladero de las Termópilas (que significa «Puertas Calientes»). Al menos el tiempo suficiente para asegurar la defensa de Grecia en el istmo de Corinto.
En este lugar, el rey espartano Leónidas I situó a unos 300 soldados espartanos y 1000 más de otras regiones.
pos que nose xd por eso estoy akaa
Durante la Edad de Oro de Atenas, la práctica de la homosexualidad fue declarada contra la ley y se la castigaba severamente. A pesar de lo que eruditos con prejuicios políticos puedan decir, los escritos de Sócrates y Platón demuestran claramente que no sólo no eran homosexuales, ¡sino que se oponían vehementemente a la conducta homosexual! Platón mismo fue víctima de sodomía por parte de un regente homosexual, una experiencia que él condenó como la más degradante y humillante de su vida. Más tarde escribió con respecto a la homosexualidad: "¿Quién en su sano juicio podría promulgar una ley que protegiera tal conducta?" ¡Ese era Platón!