Durante el siglo XVIII, se escribieron novelas pseudohistóricas cuya discutible verosimilitud, su propósito abiertamente moral y educativo y su lenguaje poco respetuoso con la época reflejada impedía considerarlas estrictamente novelas históricas, como por ejemplo Les incas de Jean-François Marmontel, en Francia, o El Rodrigo de Pedro de Montengón, en España.
La narración autorial en tercera persona va unida a esta modalidad clásica de la novela histórica, que necesita una voz autorizada.
Posibilidad de usar la forma clásica de modo ideológicamente innovador: reinterpretaciones de la historia privilegiando elementos antes marginales (novelas del 92 sobre la "España multicultural", etc., contra el discurso de la historia tradicional pero muy dentro del discurso dominante hoy.
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Durante el siglo XVIII, se escribieron novelas pseudohistóricas cuya discutible verosimilitud, su propósito abiertamente moral y educativo y su lenguaje poco respetuoso con la época reflejada impedía considerarlas estrictamente novelas históricas, como por ejemplo Les incas de Jean-François Marmontel, en Francia, o El Rodrigo de Pedro de Montengón, en España.
http://es.wikipedia.org/wiki/Novela_hist%C3%B3rica
Esta basada en gran parte en la hagiografÃa, principalmente, del medioevo y tan solo llega a configurarse definitivamente como género en el siglo XIX a través de la veintena de novelas del erudito escocés Walter Scott (1771-1832) sobre la Edad Media inglesa, la primera de las cuales fue Waverley (1818). Como señala Lukacs, este autor era un noble empobrecido que mitificó sus orÃgenes sociales como una especie de don Quijote de la Mancha. La novela histórica nace pues como expresión artÃstica del nacionalismo de los románticos y de su nostalgia ante los cambios brutales en las costumbres y los valores que impone la transformación burguesa del mundo. El pasado se configura asà como una especie de refugio o evasión, pero, por otra parte, permite leer en el pasado una crÃtica a la historia del presente, por lo que es frecuente en las novelas históricas encontrar una doble lectura o interpretación no sólo de una época pasada, sino de la época actual. Durante el siglo XVIII, sin embargo, se escribieron novelas pseudohistóricas cuya discutible verosimilitud, su propósito abiertamente moral y educativo y su lenguaje poco respetuoso con la época reflejada impedÃa considerar estrictamente novelas históricas, como por ejemplo Les incas de Jean-François Marmontel, en Francia, o El Rodrigo de Pedro de Montengón, en España.
El éxito de la fórmula literaria de Walter Scott fue inmenso y su influjo se extendió con el Romanticismo como uno de los sÃmbolos principales de la nueva estética. DiscÃpulos de Walter Scott fueron, en Estados Unidos, James Fenimore Cooper (1789-1851), quien escribió El último mohicano en 1826 y continuó con otras novelas históricas.
En Francia, Alfred de Vigny (1797-1863), autor de la primera novela histórica francesa, Cinq-mars (1826), y después VÃctor Hugo Nuestra Señora de ParÃs o Alexandre Dumas (padre), al que importaba sobre todo la amenidad de la narración en obras como Los tres mosqueteros.
En Italia surgió una auténtica obra maestra del género, I promesi sposi (o Los novios editada primeramente en 1823 y reformada después en dos entregas de 1840 y 1842), de Alessandro Manzoni, donde se narra la vida en Milán bajo la tiránica dominación española durante el siglo XVII, aunque este argumento encubre una crÃtica de la dominación austriaca sobre Italia en su época. En Alemania, Theodor Fontane escribió su monumental Antes de la tormenta (1878).
En Rusia, el romántico Alexander Pushkin compuso notables novelas históricas en verso y la más ortodoxa La hija del capitán (1836). Allà se escribió también otra cima del género, la monumental Guerra y paz de León o Lev Tolstói (1828-1910), epopeya de dos emperadores, Napoleón y Alejandro, donde aparecen estrechamente entrelazados los grandes epifenómenos históricos y la intrahistoria cotidiana de cientos de personajes.
En Polonia la novela histórica fue un género muy popular; lo cultivó en el Romanticismo Józef Ignazy Krazewski y después Aleksander Glowacki (Faraón, en 1897) y, sobre todo el premio Nóbel Henryk Sienkiewicz, que compuso una trilogÃa sobre el siglo XVII formada por A sangre y fuego (1884) El diluvio (1886) y El señor Wolodyjowski (1888). Continuó con Los caballeros teutones (1900), ambientada en el siglo XV, y con la algo anterior y considerada su obra maestra, Quo vadis? (1896) en que se evocan los comienzos del cristianismo en la Roma pagana.
Novela histórica e historia.
Rellenar los huecos documentales que deja la historia con conjeturas que sean a la vez narrativamente satisfactorias y verosÃmiles. Los fallos a evitar serÃan la anacronÃa y el no acomodar los hechos históricos conocidos. Esto presupone una noción clásica de la narración y también de la historia: los hechos conocidos se suponen ciertos, y sólo insuficientes cuantitativamente. La mayorÃa de las novelas históricas tradicionales aceptan en mayor o menor grado esta premisa, al articularse en torno a algún acontecimiento histórico conocido. La fórmula es inaugurada por Walter Scott. Ya en Scott se trata, por supuesto, de interpretaciones deliberadas de la historia, mostrando las principales lÃneas de conflicto que han determinado el presente, y la manera en que se resolvió dicho conflicto. La novelas de Scott (Waverley, Ivanhoe) suelen adoptar una estructura muy clara: dos campos ideológicos, cuyo asentamiento económico y social se analiza cuidadosamente, se enfrentan en un conflicto externo, que es a la vez un conflicto interno para el protagonista, dividido por herencia, educación, vocación, etc. entre los dos bandos. Esta división del protagonista es un anuncio de la sÃntesis final entre los dos bandos, aunque ésta se presente como la victoria de uno sobre otro. Conservador; propaganda nacionalista. Scott mismo, Kingsley (Westward Ho!), en España Gil y Carrasco, El señor de Bembibre. Los personajes se vuelven alegorÃas o personificaciones de fuerzas históricas, caracterÃsticas raciales o nacionales, etc.
La narración autorial en tercera persona va unida a esta modalidad clásica de la novela histórica, que necesita una voz autorizada.
Posibilidad de usar la forma clásica de modo ideológicamente innovador: reinterpretaciones de la historia privilegiando elementos antes marginales (novelas del 92 sobre la "España multicultural", etc., contra el discurso de la historia tradicional pero muy dentro del discurso dominante hoy.
Diferentes estructuras temporales. El contraste presente / pasado está por definición en la base del género, ya sea de modo implÃcito o explÃcitamente a través del comentario del narrador. En el caso de la novela histórica en primera persona, aparece un tercer punto de referencia temporal inherente a la autobiografÃa: la distancia entre el pasado del cronista y su vejez. Un cuarto punto de referencia nos lo da el momento de la lectura: hoy las novelas de Scott ya no son sólo novelas históricas, sino fenómenos históricos, documentos sobre la época romántica.
Novela histórica y novela de aventuras
Se presta a una mezcla. Raimond: novela histórica como novela de aventuras ambientada en el pasado. Fenimore Cooper como modelo (The Last of the Mohicans). La degeneración de esta tendencia produce las novelas de subgénero temático: el western, la pelÃcula de romanos, etc., cuyo principal atractivo consiste en recrearnos en estereotipos supuestamente históricos y llenos de tics genéricos. No digamos ya cuando se producen hÃbridos como la novela de detectives y la novela de romanos (Lindsey Davis).
Intentos de reconstruir una época con mayor fidelidad sobre la base de una lÃnea de aventuras nos dan novelas como las de Mika Waltari (Sinuhé el Egipcio, Marco el romano o Mary Renault Fire from Paradise, The King Must Die). La anacronÃa fundamental se encuentra, naturalemente, en la voz narrativa del personaje testigo.
Novela histórica y fantasÃa
Se da esta relación en novelas ambientadas en algún perÃodo remoto, o en épocas ya consagradas por la tradición fantástica (el ciclo artúrico, etc.). También este género puede reescribirse: asà The Mists of Avalon, de Marion Zimmer Bradley, reinvención del ciclo artúrico desde el punto de vista de las mujeres. Pero es evidente que en esta dirección la historia se convierte pronto en el pretexto de la fantasÃa.
Novela histórica y novela local.
Ya desde Waverley, novela de Escocia. Me refiero a la novela regional o local en el sentido de mostrar una sociedad especÃfica definida tanto por su paisaje natural y humano como por sus tradiciones que la diferencian de otras regiones. La investigación de estas tradiciones, normalmente usando un observador externo en quien se apoya el lector, la búsqueda de las raÃces del presente, puede llevar en la dirección de la novela histórica. Al margen de novelas rurales parcialmente históricas de Mrs Gaskell (Sylvia's Lovers o Hardy (The Trumpet-Major), la influencia principal serÃa Absalom, Absalom! de Faulkner. En este caso también es una de las fuentes de la novela histórica metaficcional, ya que la reconstrucción del pasado de la familia Sutpen es esencialmente perspectivÃstica y conjetural, derivando al final en la pura creación literaria por parte de los investigadores Shreve y Quentin.
Novela histórica y metaficción
El contacto de la novela histórica con la metaficción comienza con el problema de la motivación de la narración. El novelista puede elegir efectuar el salto entre el presente y el pasado por decreto, por el privilegio de la invención, o puede intentar motivar la existencia de la misma novela como si se tratase de un documento histórico ficticio (Thackeray, Esmond; Graves, I, Claudius, Eco, El nombre de la rosa). También puede motivarse no tanto la novela en sà como el conocimiento del pasado que vamos adquiriendo, y colocar el énfasis en la reconstrucción de datos y el proceso de investigación histórica (Absalom, Absalom!). En ambos casos, la naturaleza de la novela como documento escrito se hace explÃcita, y la textualidad se hace más densa. En Absalom, Absalom! se nos presenta un modelo de escritura que mezcla el presente y el pasado, la búsqueda de documentación y la pura invención. Esta novela podÃa ser una candidata para inaugurar la novela histórica metaficcional moderna.
Una posible forma de novela histórica metaficcional consiste en internalizar en la misma acción de la novela la tensión entre el presente y el pasado que está en la base del género. Asà podemos encontrar novelas basadas en una alternancia presente-pasado, e incluso en una transgresión metaficcional entre los momentos del presente y del pasado, que presentan cortocircuitos y paralelos inesperados. Es lo que sucede explÃcitamente en novelas como Hawksmoor, de Peter Ackroyd, o Possession, de A. S. Byatt. Este fenómeno suele ir unido a una alternancia de estilos, pastiches de estilos anteriores, etc.
La construcción metaficcional suele ir unida a un interés por la intertextualidad. Una novela puede dialogar con otros muchos textos: el discurso de la historia, o una multiplicidad de documentos históricos, literarios, filosóficos, etc. que vienen del pasado. Por ejemplo, la tradición literaria inglesa en English Music de Ackroyd.
Novela histórica y biografÃa
En el origen encontramos las biografÃas noveladas de personajes históricos célebres (Bulwer Lytton, Harold). Incluso hoy este género puede modernizarse y presentarse con tintes metaficcionales, como en la AutobiografÃa del General Franco de Vázquez Montalbán. En la literatura contemporánea, los personajes son no tanto el centro de la acción histórica como testigos o portavoces de una época y una civilización distintas de la nuestra (I, Claudius, That Lady).
Una tendencia especialmente pronunciada en la actualidad es la biografÃa ficticia de un escritor o un artista. (Ackroyd, Chatterton y The Last Testament of Oscar Wilde; Bernard-Henri Lévy, Los últimos dÃas de Charles Baudelaire; Robert Nye, The Memoirs of Lord Byron). Es una ocasión para la meditación estética, el pastiche literario y el juego metaficcional.