No puedo encontrar ningún sitio donde me marque las medidas de la Rosaleda del Retiro de Madrid, pero te mando esta descripciòn por si no la conoces y al final el sitio par que veas las imàgenes que aquí no se pueden ver:
El Retiro atilda su Rosaleda
Parques y Jardines invierte 219.000 euros en restaurar la cantería, el ornato, el riego y la cerrajería del corazón del parque
R. FRAGUAS - Madrid - 19/05/2002
Vota Resultado 63 votos
La Rosaleda del Retiro va a cambiar de aspecto en las próximas semanas. Acaba de comenzar la restauración de este paraje en forma de elipse, ajardinado en sus 0,8 hectáreas y rodeado de un alto seto de boj con cuatro accesos. Parques y Jardines se ha involucrado a fondo en este proyecto, anuncia Santiago Romero, director de Servicios de la concejalía de Medio Ambiente. La restauración, que aportará 90 variedades de rosales injertos de vara alta y de vara baja, más otros llorones, concernirá sobre todo a los elementos de su ornato, riego y cerrajería. Doscientas cuarenta y cinco pérgolas y torres metálicas serán instaladas de nuevo; su plataforma central, murada y reedificada; dos fuentes verán consolidar su solado. Y dos réplicas de jarrones marmóreos lucirán sobre basas de granito. Total, 219.238,2 euros.
La noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
Las rosas son ahora más de 15.000, teñidas por una treintena de colores. Destellan los granas y los rojos aterciopelados, los amarillos rosáceos. Hoy, todo ha florecido. No parece la mejor etapa para acometer una reforma, pero Santiago Romero la justifica: 'La peor etapa no es ésta, sino la de siembra, aunque las autorizaciones presupuestarias no se atienen a ciclos florales'.
En torno a los rosales zumban ya los grandes y pacíficos abejorros peludos, que liban silenciosamente sus néctares en medio del cantar de las dos fuentes de mármol y fina traza, cuyo fresco fluir se encuentra a punto de quedar interrumpido por las obras. Los aromas que de esta gigantesca petalada destila son bien puros y definidos, aunque no muy intensos. Desde hace unos años se echa de menos en la Rosaleda la presencia de más rosas de lady Banks, chiquita, rizada en forma de pequeño clavel y enormemente olorosa, con una dulzura aguda y refrescante. 'De momento, cambiaremos las infraestructuras', sentencia Romero.
Enclave predilecto de la ciudad, la Rosaleda fue construida en 1915 por el jardinero de más nombradía de cuantos han regido el parque del Retiro: Cecilio Rodríguez.
Cuentan que en 1914, Rodríguez se encaminó a París para inspirarse primero, y pertrechar después, el jardín naciente; su modelo era la rosaleda de Bagatelle, en Bois de Boulogne. Allí le sorprendió el estallido de la Gran Guerra. Con las flores y el aparejo adquiridos en la capital francesa, don Cecilio hubo de permanecer allí hasta abril de 1915, cuando el conflicto menguó lo suficiente como para permitirle el regreso. Una vez en Madrid se aplicó a la tarea. Plantó hasta 12.000 rosales de 366 especies diferentes. De entonces data su mimo por este paraje, muy modificado, que desde 1956 es, desgraciadamente, auxiliar de la Rosaleda del parque del Oeste. De ella recibe los rosales premiados en sus exposiciones. La reforma, quizá, la reevalúe.
Los Jardines tienen su origen entre los años 1630 y 1640, cuando el Conde-Duque de Olivares (Don Gaspar de Guzmán y Pimentel), valido de Felipe IV (1621 - 1665), le regaló al rey unos terrenos para el recreo de la Corte en torno al Monasterio de los Jerónimos de Madrid. Así, con la reforma del Cuarto Real que había junto al Monasterio, se inició la construcción del Palacio del Buen Retiro. Contaba entonces con unas 145 hectáreas. Aunque esta segunda residencia real iba a estar en lo que en aquellos tiempos eran las afueras de la villa de Madrid, no estaba excesivamente lejos del alcázar y resultó ser un lugar muy agradable por estar en una zona muy boscosa y fresca.
Bajo la dirección de los arquitectos Giovanni Battista Crescenzi y Alonso Carbonell se construyeron diversos edificios, entre ellos el teatro del Buen Retiro que acogió representaciones teatrales de los grandes del Siglo de Oro, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Perduran aún el Casón del Buen Retiro, antiguo Salón de Baile, el Museo del Ejército, antaño Salón de Reinos con sus paredes decoradas con pinturas de Velázquez, Zurbarán y frescos de Lucas Jordán y los jardines.
Éstos se levantaron al mismo tiempo que el palacio, trabajando en ellos, entre otros, Cosme Lotti, escenógrafo del Gran Duque de Toscana, y edificándose una leonera para la exhibición de animales salvajes y una pajarera para aves exóticas. El estanque grande, escenario de naumaquias y espectáculos acuáticos, el estanque ochavado o de las campanillas y la ría chica pertenecen a este período inicial.
A lo largo de la historia, en este conjunto se han ido efectuando modificaciones, no siempre planificadas, que cambiaron la fisonomía del jardín, como el Parterre diseñado durante el reinado de Felipe V (1700 - 1746), la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro en tiempos de Carlos III (1759 - 1788) o el Observatorio Astronómico, obra de Juan de Villanueva, reinando Carlos IV (1788 - 1808). El rey Carlos III fue el primero en permitir el acceso de los ciudadanos al recinto, siempre que cumpliesen con la condición de ir bien aseados y vestidos.
Durante la invasión francesa, en 1808, los jardines quedaron parcialmente destruidos al ser utilizados como fortificación por las tropas de Napoleón. El palacio es totalmente destruido.
Tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII) (1814 - 1833) inició su reconstrucción y abrió una parte del jardín al pueblo, como ya hiciera Carlos III. El monarca se reservó una zona, entre las calles de O'Donnell y Menéndez Pelayo, donde construyó una serie de edificios de recreo siguiendo la moda paisajística de la época, conservándose aún a (principios del siglo XXI) la casa del pescador, la casa del contrabandista y la montaña artificial.
Reinando Isabel II (1833 - 1868) se abrió la calle de Granada, calle que más tarde se llamaría de Alfonso XII, vendiéndose al estado los terrenos comprendidos entre ésta y el Paseo del Prado que fueron urbanizados por particulares.
Tras la revolución de 1868, la Gloriosa, los jardines pasan a se propiedad municipal y sus puertas se abrieron a todos los ciudadanos, comenzando una época en la cual, la ría grande y el estanque de San Antonio de los Portugueses se transformaron en Paseo de Coches. Se colocaron las fuentes de los Galápagos y de la Alcachofa, realizándose la fuente del Ángel Caído, obra de Ricardo Bellver. En el Campo Grande se edificaron el Palacio de Cristal y El Palacio de Velázquez, obra de Ricardo Velázquez Bosco.
Las últimas obras de ajardinamiento fueron las ejecutadas por el jardinero mayor Cecilio Rodríguez, que diseñó la rosaleda y los jardines que llevan su nombre.
Paseo de las Estatuas
El Paseo de la Argentina, del Retiro, es conocido popularmente como Paseo de las Estatuas, formado por una serie de estatuas dedicadas a todos los monarcas de España y mandadas hacer para la decoración del Palacio Real de Madrid, durante el reinado de Fernando VI. En un principio la idea era que adornasen la cornisa del palacio.
Las estatuas fueron realizadas por varios autores, bajo la dirección de los escultores de la Corte Domenico Olivieri y Felipe de Castro. Parece ser que nunca llegaron a su destino, debido a una pesadilla de la Reina, que soñó que todas las estatuas situadas sobre el Palacio Real se derrumbaban sobre ella. Por esta razón, se colocaron en distintos lugares de la ciudad (Plaza de Oriente, El Retiro, Puerta de Toledo) y algunas incluso se llevaron a otras provincias.
Puerta de España
La Puerta de España (1893) es obra de José Urioste y Velada (1850-1909), arquitecto y urbanista que acometió profundas reformas en Madrid, como el ensanche de la Gran Vía. La Puerta de España es la entrada a El Retiro desde la calle Alfonso XII. Tras cruzarla, el Paseo de la Argentina nos lleva hasta el estanque.
La rosaleda
Don Cecilio Rodríguez, jardinero Mayor del Retiro y Director de departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Madrid, realiza en 1915 la Rosaleda del Retiro.
La idea partió del alcalde Don Carlos Prats, quien le sugirió la necesidad de hacer una rosaleda a la moda de las existentes en diversos parques europeos.
La Rosaleda de Bagatelle, en el Bois de Boulogne de París, creada por Jean-Nicolas Forestier, se convirtió en el modelo a seguir. D. Cecilio viajó a París para estudiarla y traer los primeras rosas. Durante su estancia estalló la guerra mundial y pasó muchas dificultades para poder volver a España.
El emplazamiento elegido fue la zona donde se levanta la magnífica estufa del Marqués de Salamanca, trasladada a este emplazamiento en 1876 desde su primitiva ubicación en el jardín del palacio que poseía el marqués en el Paseo de Recoletos. En torno a este invernadero se desarrolló la rosaleda. Este desaparecía en la Guerra Civil Española.
Con anterioridad a la colocación del invernadero en esta zona se encontraba el lago de patinar, un lago artificial que se helaba en invierno.
La rosaleda se diseñó sobre una base elíptica, limitada por setos recortados de arizónica, la forman una gran variedad de rosas traídas desde los más famosos jardines de Europa. Aunque quedaron totalmente destruidos en la Guerra Civil, en 1941 se plantaron 4.000 rosales. A pesar de su belleza falta una ordenación sistemática y un claro carácter expositivo de las distintas rosas que lo componen. Para remediar esta carencia, el 24 de mayo de 1956, se inauguraba una nueva rosaleda en el Parque del Oeste de Madr
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No puedo encontrar ningún sitio donde me marque las medidas de la Rosaleda del Retiro de Madrid, pero te mando esta descripciòn por si no la conoces y al final el sitio par que veas las imàgenes que aquí no se pueden ver:
El Retiro atilda su Rosaleda
Parques y Jardines invierte 219.000 euros en restaurar la cantería, el ornato, el riego y la cerrajería del corazón del parque
R. FRAGUAS - Madrid - 19/05/2002
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La Rosaleda del Retiro va a cambiar de aspecto en las próximas semanas. Acaba de comenzar la restauración de este paraje en forma de elipse, ajardinado en sus 0,8 hectáreas y rodeado de un alto seto de boj con cuatro accesos. Parques y Jardines se ha involucrado a fondo en este proyecto, anuncia Santiago Romero, director de Servicios de la concejalía de Medio Ambiente. La restauración, que aportará 90 variedades de rosales injertos de vara alta y de vara baja, más otros llorones, concernirá sobre todo a los elementos de su ornato, riego y cerrajería. Doscientas cuarenta y cinco pérgolas y torres metálicas serán instaladas de nuevo; su plataforma central, murada y reedificada; dos fuentes verán consolidar su solado. Y dos réplicas de jarrones marmóreos lucirán sobre basas de granito. Total, 219.238,2 euros.
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Las rosas son ahora más de 15.000, teñidas por una treintena de colores. Destellan los granas y los rojos aterciopelados, los amarillos rosáceos. Hoy, todo ha florecido. No parece la mejor etapa para acometer una reforma, pero Santiago Romero la justifica: 'La peor etapa no es ésta, sino la de siembra, aunque las autorizaciones presupuestarias no se atienen a ciclos florales'.
En torno a los rosales zumban ya los grandes y pacíficos abejorros peludos, que liban silenciosamente sus néctares en medio del cantar de las dos fuentes de mármol y fina traza, cuyo fresco fluir se encuentra a punto de quedar interrumpido por las obras. Los aromas que de esta gigantesca petalada destila son bien puros y definidos, aunque no muy intensos. Desde hace unos años se echa de menos en la Rosaleda la presencia de más rosas de lady Banks, chiquita, rizada en forma de pequeño clavel y enormemente olorosa, con una dulzura aguda y refrescante. 'De momento, cambiaremos las infraestructuras', sentencia Romero.
Enclave predilecto de la ciudad, la Rosaleda fue construida en 1915 por el jardinero de más nombradía de cuantos han regido el parque del Retiro: Cecilio Rodríguez.
Cuentan que en 1914, Rodríguez se encaminó a París para inspirarse primero, y pertrechar después, el jardín naciente; su modelo era la rosaleda de Bagatelle, en Bois de Boulogne. Allí le sorprendió el estallido de la Gran Guerra. Con las flores y el aparejo adquiridos en la capital francesa, don Cecilio hubo de permanecer allí hasta abril de 1915, cuando el conflicto menguó lo suficiente como para permitirle el regreso. Una vez en Madrid se aplicó a la tarea. Plantó hasta 12.000 rosales de 366 especies diferentes. De entonces data su mimo por este paraje, muy modificado, que desde 1956 es, desgraciadamente, auxiliar de la Rosaleda del parque del Oeste. De ella recibe los rosales premiados en sus exposiciones. La reforma, quizá, la reevalúe.
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Los Jardines tienen su origen entre los años 1630 y 1640, cuando el Conde-Duque de Olivares (Don Gaspar de Guzmán y Pimentel), valido de Felipe IV (1621 - 1665), le regaló al rey unos terrenos para el recreo de la Corte en torno al Monasterio de los Jerónimos de Madrid. Así, con la reforma del Cuarto Real que había junto al Monasterio, se inició la construcción del Palacio del Buen Retiro. Contaba entonces con unas 145 hectáreas. Aunque esta segunda residencia real iba a estar en lo que en aquellos tiempos eran las afueras de la villa de Madrid, no estaba excesivamente lejos del alcázar y resultó ser un lugar muy agradable por estar en una zona muy boscosa y fresca.
Bajo la dirección de los arquitectos Giovanni Battista Crescenzi y Alonso Carbonell se construyeron diversos edificios, entre ellos el teatro del Buen Retiro que acogió representaciones teatrales de los grandes del Siglo de Oro, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Perduran aún el Casón del Buen Retiro, antiguo Salón de Baile, el Museo del Ejército, antaño Salón de Reinos con sus paredes decoradas con pinturas de Velázquez, Zurbarán y frescos de Lucas Jordán y los jardines.
Éstos se levantaron al mismo tiempo que el palacio, trabajando en ellos, entre otros, Cosme Lotti, escenógrafo del Gran Duque de Toscana, y edificándose una leonera para la exhibición de animales salvajes y una pajarera para aves exóticas. El estanque grande, escenario de naumaquias y espectáculos acuáticos, el estanque ochavado o de las campanillas y la ría chica pertenecen a este período inicial.
A lo largo de la historia, en este conjunto se han ido efectuando modificaciones, no siempre planificadas, que cambiaron la fisonomía del jardín, como el Parterre diseñado durante el reinado de Felipe V (1700 - 1746), la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro en tiempos de Carlos III (1759 - 1788) o el Observatorio Astronómico, obra de Juan de Villanueva, reinando Carlos IV (1788 - 1808). El rey Carlos III fue el primero en permitir el acceso de los ciudadanos al recinto, siempre que cumpliesen con la condición de ir bien aseados y vestidos.
Durante la invasión francesa, en 1808, los jardines quedaron parcialmente destruidos al ser utilizados como fortificación por las tropas de Napoleón. El palacio es totalmente destruido.
Tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII) (1814 - 1833) inició su reconstrucción y abrió una parte del jardín al pueblo, como ya hiciera Carlos III. El monarca se reservó una zona, entre las calles de O'Donnell y Menéndez Pelayo, donde construyó una serie de edificios de recreo siguiendo la moda paisajística de la época, conservándose aún a (principios del siglo XXI) la casa del pescador, la casa del contrabandista y la montaña artificial.
Reinando Isabel II (1833 - 1868) se abrió la calle de Granada, calle que más tarde se llamaría de Alfonso XII, vendiéndose al estado los terrenos comprendidos entre ésta y el Paseo del Prado que fueron urbanizados por particulares.
Tras la revolución de 1868, la Gloriosa, los jardines pasan a se propiedad municipal y sus puertas se abrieron a todos los ciudadanos, comenzando una época en la cual, la ría grande y el estanque de San Antonio de los Portugueses se transformaron en Paseo de Coches. Se colocaron las fuentes de los Galápagos y de la Alcachofa, realizándose la fuente del Ángel Caído, obra de Ricardo Bellver. En el Campo Grande se edificaron el Palacio de Cristal y El Palacio de Velázquez, obra de Ricardo Velázquez Bosco.
Las últimas obras de ajardinamiento fueron las ejecutadas por el jardinero mayor Cecilio Rodríguez, que diseñó la rosaleda y los jardines que llevan su nombre.
Paseo de las Estatuas
El Paseo de la Argentina, del Retiro, es conocido popularmente como Paseo de las Estatuas, formado por una serie de estatuas dedicadas a todos los monarcas de España y mandadas hacer para la decoración del Palacio Real de Madrid, durante el reinado de Fernando VI. En un principio la idea era que adornasen la cornisa del palacio.
Las estatuas fueron realizadas por varios autores, bajo la dirección de los escultores de la Corte Domenico Olivieri y Felipe de Castro. Parece ser que nunca llegaron a su destino, debido a una pesadilla de la Reina, que soñó que todas las estatuas situadas sobre el Palacio Real se derrumbaban sobre ella. Por esta razón, se colocaron en distintos lugares de la ciudad (Plaza de Oriente, El Retiro, Puerta de Toledo) y algunas incluso se llevaron a otras provincias.
Puerta de España
La Puerta de España (1893) es obra de José Urioste y Velada (1850-1909), arquitecto y urbanista que acometió profundas reformas en Madrid, como el ensanche de la Gran Vía. La Puerta de España es la entrada a El Retiro desde la calle Alfonso XII. Tras cruzarla, el Paseo de la Argentina nos lleva hasta el estanque.
La rosaleda
Don Cecilio Rodríguez, jardinero Mayor del Retiro y Director de departamento de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Madrid, realiza en 1915 la Rosaleda del Retiro.
La idea partió del alcalde Don Carlos Prats, quien le sugirió la necesidad de hacer una rosaleda a la moda de las existentes en diversos parques europeos.
La Rosaleda de Bagatelle, en el Bois de Boulogne de París, creada por Jean-Nicolas Forestier, se convirtió en el modelo a seguir. D. Cecilio viajó a París para estudiarla y traer los primeras rosas. Durante su estancia estalló la guerra mundial y pasó muchas dificultades para poder volver a España.
El emplazamiento elegido fue la zona donde se levanta la magnífica estufa del Marqués de Salamanca, trasladada a este emplazamiento en 1876 desde su primitiva ubicación en el jardín del palacio que poseía el marqués en el Paseo de Recoletos. En torno a este invernadero se desarrolló la rosaleda. Este desaparecía en la Guerra Civil Española.
Con anterioridad a la colocación del invernadero en esta zona se encontraba el lago de patinar, un lago artificial que se helaba en invierno.
La rosaleda se diseñó sobre una base elíptica, limitada por setos recortados de arizónica, la forman una gran variedad de rosas traídas desde los más famosos jardines de Europa. Aunque quedaron totalmente destruidos en la Guerra Civil, en 1941 se plantaron 4.000 rosales. A pesar de su belleza falta una ordenación sistemática y un claro carácter expositivo de las distintas rosas que lo componen. Para remediar esta carencia, el 24 de mayo de 1956, se inauguraba una nueva rosaleda en el Parque del Oeste de Madr
Mide 4'5 Km.
Su horario de mayo a octubre es de 6 a 24 h. De noviembre a abril, de 6 a 22 h.