Tomás Carrasquilla fue un escritor costumbrista colombiano. Nació en Santo Domingo, departamento de Antioquia, el 17 de enero de 1858 y falleció en Medellín, el 19 de diciembre de 1940.
Dedicado a retratar con meticuloso realismo las condiciones de vida, el ambiente y los habitantes de la región de Antioquia, en su obra, que incluye cuentos y novelas, los diálogos reflejan la manera de hablar de las personas antioqueñas comunes, con toda su gracia y defectos; por eso están salpicados de palabras deformadas y con ortografía caprichosa.
Aunque sus escritos no pueden clasificarse como humorísticos, son muy amenos de leer, por lo que continúan vigentes, y Carrasquilla es considerado uno de los más importantes escritores colombianos. Debido a que la mayor parte de sus creaciones se concentra alrededor de una única región y a la naturaleza popular de su lenguaje, suele ser erróneamente encasillado como costumbrista.
Hijo de Raúl Carrasquilla Isaza y Ecilda Naranjo Moreno. Su familia era propietaria de algunas minas, lo que le permitió vivir holgadamente la mayor parte de su vida sin otra preocupación que la de dedicarse a escribir; además, conoció de primera mano el funcionamiento de la actividad minera, lo que sería plasmado posteriormente en varias de sus obras.
A los quince años se traslada a Medellín para terminar su educación secundaria en la Universidad de Antioquia, donde iniciaría también estudios de Derecho. En 1877 abandona sus estudios y regresa a Santo Domingo huyendo de la guerra civil. Allí trabaja como sastre y ocupa algunos cargos públicos. Carlos E. Restrepo lo vincula a El Casino Literario y para su admisión escribe Simón el Mago, uno de sus cuentos más famosos publicado en 1890. Viaja a Bogotá en 1896 para la publicación de su primera novela, Frutos de mi tierra, escrita para demostrar que cualquier tema era novelable y que tuvo una gran acogida por la crítica. En dicho viaje tiene la oportunidad de conocer a José Asunción Silva, a quien años después rendiría homenaje con la publicación de Por el poeta. Regresa a Antioquia, donde se cae de un caballo, hecho que lo retiene algún tiempo en Medellín. Pasa varios años más en Santo Domingo dedicados a la escritura hasta que en 1904 pierde toda su fortuna en la quiebra del Banco Popular de Medellín, hecho que lo obliga a trabajar como encargado de provisiones en una mina cerca a Sonsón hasta 1909.
De regreso a Medellín, reanuda su vida social y cultural, manteniendo relaciones con personas como Fernando González, Ricardo Rendón y el grupo de Los Panidas, a quienes apoyó. Se vincula en 1914 a El Espectador, diario entonces asentado en Antioquia y que posteriormente se trasladaría a Bogotá para ser publicado nacionalmente. Lo mismo hace don Tomás, quien trabaja en la capital para el Ministerio de Obras Públicas hasta 1919. Vuelve una vez más a Medellín, donde continúa dedicado a la literatura, y publica en 1928 La Marquesa de Yolombó, quizás su obra más popular y una de las mejoras novelas de la literatura colombiana.
Para dicha época, don Tomás ya ha empezado a sufrir trastornos circulatorios que lo inmovilizan y le hacen perder la vista casi por completo. En 1934 una cirugía le devuelve parcialmente la visión. Su ceguera no fue obstáculo para escribir, pues no le gustaba hacerlo a mano y regularmente dictaba sus obras. Así hizo con la trilogía Hace tiempos, aparecida cerca de 1936 y que le valió el Premio Nacional de Literatura y Ciencias José María Vergara y Vergara, otorgado por la Academia Colombiana de la Lengua.
Pasa en Medellín sus últimos años. En diciembre de 1940 es operado a causa de la gangrena y muere pocos días después, reconocido y apreciado por sus coetáneos.
COMENTARIOS DE PRENSA: (Periódico El Mundo. marzo 18 de 2007): Medellín rinde homenaje al escritor antioqueño Carrasquilla se burlaba de medio mundo
Carrasquilla escribió "Frutos de mi tierra" (1896) y "La marquesa de Yolombó" (1928), entre otras obras. Autor: Jose Guarnizo Álvarez
Tomás Carrasquilla ni era costumbrista ni era periodista, así lo define el periodista Carlos Uribe de los Ríos, quien se refirió a las columnas que escribió el escritor antioqueño en El Espectador. El profesor Lawrence La Fountain-Stokes afirma abiertamente que Tomás Carrasquilla era homosexual. Para llegar a tal conclusión el investigador desmembró la obra del escritor antioqueño a través de elementos andróginos que hay en su narrativa, así como de algunas aseveraciones de Fernando Vallejo, quien por su parte nunca tuvo problemas para aceptar tal condición.
La idea de que Carrasquilla fuera homosexual, aparte de frivolizar los alcances literarios, pudo seducir a historiadores y biógrafos en varios rincones del mundo, que no han abandonado la idea de extraer cualquier resquicio de reflexión que se pueda hacer del antioqueño.
Lo anterior da cuenta del constante interés de la crítica literaria internacional por conocer detalles de Carrasquilla, que de una u otra manera, nunca fueron de popular conocimiento, como algunos hechos de su relación epistolar con sus padres en épocas de juventud.
Pero entonces, ¿qué homenaje se le hace hoy día a Carrasquilla? Por estos días las reverencias al escritor parecen venir por antonomasia, sin que se piense en la necesidad de ir redescubriendo una obra que ha dado para todo, hasta para señalársele de costumbrista, remoquete facilista en el que caben todos aquellos escritos en el que aparece un vocablo como “sumercé".
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Tomás Carrasquilla fue un escritor costumbrista colombiano. Nació en Santo Domingo, departamento de Antioquia, el 17 de enero de 1858 y falleció en Medellín, el 19 de diciembre de 1940.
Dedicado a retratar con meticuloso realismo las condiciones de vida, el ambiente y los habitantes de la región de Antioquia, en su obra, que incluye cuentos y novelas, los diálogos reflejan la manera de hablar de las personas antioqueñas comunes, con toda su gracia y defectos; por eso están salpicados de palabras deformadas y con ortografía caprichosa.
Aunque sus escritos no pueden clasificarse como humorísticos, son muy amenos de leer, por lo que continúan vigentes, y Carrasquilla es considerado uno de los más importantes escritores colombianos. Debido a que la mayor parte de sus creaciones se concentra alrededor de una única región y a la naturaleza popular de su lenguaje, suele ser erróneamente encasillado como costumbrista.
Hijo de Raúl Carrasquilla Isaza y Ecilda Naranjo Moreno. Su familia era propietaria de algunas minas, lo que le permitió vivir holgadamente la mayor parte de su vida sin otra preocupación que la de dedicarse a escribir; además, conoció de primera mano el funcionamiento de la actividad minera, lo que sería plasmado posteriormente en varias de sus obras.
A los quince años se traslada a Medellín para terminar su educación secundaria en la Universidad de Antioquia, donde iniciaría también estudios de Derecho. En 1877 abandona sus estudios y regresa a Santo Domingo huyendo de la guerra civil. Allí trabaja como sastre y ocupa algunos cargos públicos. Carlos E. Restrepo lo vincula a El Casino Literario y para su admisión escribe Simón el Mago, uno de sus cuentos más famosos publicado en 1890. Viaja a Bogotá en 1896 para la publicación de su primera novela, Frutos de mi tierra, escrita para demostrar que cualquier tema era novelable y que tuvo una gran acogida por la crítica. En dicho viaje tiene la oportunidad de conocer a José Asunción Silva, a quien años después rendiría homenaje con la publicación de Por el poeta. Regresa a Antioquia, donde se cae de un caballo, hecho que lo retiene algún tiempo en Medellín. Pasa varios años más en Santo Domingo dedicados a la escritura hasta que en 1904 pierde toda su fortuna en la quiebra del Banco Popular de Medellín, hecho que lo obliga a trabajar como encargado de provisiones en una mina cerca a Sonsón hasta 1909.
De regreso a Medellín, reanuda su vida social y cultural, manteniendo relaciones con personas como Fernando González, Ricardo Rendón y el grupo de Los Panidas, a quienes apoyó. Se vincula en 1914 a El Espectador, diario entonces asentado en Antioquia y que posteriormente se trasladaría a Bogotá para ser publicado nacionalmente. Lo mismo hace don Tomás, quien trabaja en la capital para el Ministerio de Obras Públicas hasta 1919. Vuelve una vez más a Medellín, donde continúa dedicado a la literatura, y publica en 1928 La Marquesa de Yolombó, quizás su obra más popular y una de las mejoras novelas de la literatura colombiana.
Para dicha época, don Tomás ya ha empezado a sufrir trastornos circulatorios que lo inmovilizan y le hacen perder la vista casi por completo. En 1934 una cirugía le devuelve parcialmente la visión. Su ceguera no fue obstáculo para escribir, pues no le gustaba hacerlo a mano y regularmente dictaba sus obras. Así hizo con la trilogía Hace tiempos, aparecida cerca de 1936 y que le valió el Premio Nacional de Literatura y Ciencias José María Vergara y Vergara, otorgado por la Academia Colombiana de la Lengua.
Pasa en Medellín sus últimos años. En diciembre de 1940 es operado a causa de la gangrena y muere pocos días después, reconocido y apreciado por sus coetáneos.
COMENTARIOS DE PRENSA: (Periódico El Mundo. marzo 18 de 2007): Medellín rinde homenaje al escritor antioqueño Carrasquilla se burlaba de medio mundo
Carrasquilla escribió "Frutos de mi tierra" (1896) y "La marquesa de Yolombó" (1928), entre otras obras. Autor: Jose Guarnizo Álvarez
Tomás Carrasquilla ni era costumbrista ni era periodista, así lo define el periodista Carlos Uribe de los Ríos, quien se refirió a las columnas que escribió el escritor antioqueño en El Espectador. El profesor Lawrence La Fountain-Stokes afirma abiertamente que Tomás Carrasquilla era homosexual. Para llegar a tal conclusión el investigador desmembró la obra del escritor antioqueño a través de elementos andróginos que hay en su narrativa, así como de algunas aseveraciones de Fernando Vallejo, quien por su parte nunca tuvo problemas para aceptar tal condición.
La idea de que Carrasquilla fuera homosexual, aparte de frivolizar los alcances literarios, pudo seducir a historiadores y biógrafos en varios rincones del mundo, que no han abandonado la idea de extraer cualquier resquicio de reflexión que se pueda hacer del antioqueño.
Lo anterior da cuenta del constante interés de la crítica literaria internacional por conocer detalles de Carrasquilla, que de una u otra manera, nunca fueron de popular conocimiento, como algunos hechos de su relación epistolar con sus padres en épocas de juventud.
Pero entonces, ¿qué homenaje se le hace hoy día a Carrasquilla? Por estos días las reverencias al escritor parecen venir por antonomasia, sin que se piense en la necesidad de ir redescubriendo una obra que ha dado para todo, hasta para señalársele de costumbrista, remoquete facilista en el que caben todos aquellos escritos en el que aparece un vocablo como “sumercé".