Rómulo Augusto Mora Sáenz es un poeta costumbrista colombiano, nacido en Monguí, Boyacá, el 23 ab 1931. Ha sido nacionalment conocido como El indio Rómulo.
Desd su época escolar en su pueblo natal y en Bogotá, así como durant su paso x el servicio militar, Rómulo Mora s destacó x sus intervenciones artísticas como autor y declamador d poesía rústica campesina. Tras retirars del Ejército inició formalment su carrera artística adoptando el nombr de "El Campesino Boyacense". Entr 1955 y 1960 ejerció como alcalde d varios municipios d Boyacá, incluido Monguí. A partir d 1960 s radicó en Bogotá y logró acrecentar su fama al empezar a aparecer en la televisión nacional con el grupo "Romerías" e iniciar la grabación d varios discos d poemas. Desd 1962 s dio a conocer como "El indio Rómulo" x sugerencia del entonces President Guillermo León Valencia.
Ha sido considerado como el creador y principal exponent d la poesía rústica, costumbrista o campesina en Colombia. Durant su carrera ha grabado 12 álbumes con + d 150 poemas q asegura tener memorizados. http://es.wikipedia.org/wiki/El_indio_R%%E2%80%A6
"Una sola puerta da paso al olvido / y a la remembranza; / puerta de oficina que el teclear monótono
sobre el cauce seco de la calle vacía. / Un roído estante con sabor a escuela / ( el abecedario los destinos marca) / es para el que pasa de ilusión promesa / porque cada sobre guarda una / esperanza. / Un viejo en la puerta / temeroso aguarda / a que se apacigue y no salte en el pecho /
éso que ignoramos si es músculo o alma. / Es un campesino de los nuéstros, de esos / cíclopes de grava, / titanes de un siglo de dioses caidos, / atlas que sostienen en hombros la patria. / Tímido y valiente como son los hombres / de pico y azada, / por quienes los bosques florecen laureles
y la tierra misma se plasma en medalla. / "Señorita" -roto su dique de angustia- / la pregunta ansiosa de su boca escapa / como torbellino: / "Pa Olegario Montes haberá una carta...? / Revuelan -pichones implumes- las manos / que el temblor acusan de loca confianza / y ya la baranda conoce la fuerza / con que esas dos manos estrujando hablan. / Hace mucho tiempo que viene al correo / con la misma pena pintada en la cara: / / maduró de uvas un cerco en sus ojos, / le quemó en el pelo la ilusión su llama; / y al ver que pregunta sabiéndolo inútil, / y al ver esa mueca que crispa su cara, / y al saber que por hombre no llora / a la señorita se le parte el alma.
Ya sabe su historia, / la ha escuchado a trozos semana a semana; / cada vez que él viene, va dejando un poco / de su propia vida vacía y amarga. / conoce el secreto de su hogar deshecho: /
cuatro hijos que fueron dejando la casa, / la parcela alegre que les dio sus pechos / de nodriza negra cariñosa y mansa. / El mismo camino los llevó a los cuatro / la parvada alegre desplegó las alas, / mas fueron ingratos / y ninguno quiso volver a casa; / ni mandar un mensaje a los viejos /
para que supieran de su estrella clara / -un mensaje que hubiera tornado / su tarde en mañana-. /
Y la soleada casa en que nacieron / se volvió una tumba ruinosa y opaca, / que a la pobre vieja la embrujó la pena / y es frente a la muerte vacilante llama. / El rostro del viejo se surcó de brechas, /
se blanqueó la cabeza y la barba / para darles lo que él nunca tuvo, / para izar el pendón de su raza;
porque no siguieron pegados al surco, / porque fueran señores mañana... / Y lo fueron: ganaron la cima. / Dos se hicieron médicos y lo son de fama; / de abogado hay uno que pica por lo alto /
y otro es ingeniero. ¡Son hombres de talla! / Pero pobrecitos / son dignos de lástima....! / Se olvidaron del campo, su cuna, / con esfuerzo digno de una buena causa; / de los árboles que ellos sembraron / y dieron semillas para nuevas plantas; / del agua que vieron alzarse en vapores / y caer en forma de lluvia o escarcha; / de los cafetales en flor, donde iban / a buscar pomarrosas y guamas
y de los potreros en donde corrían / cerreros muletos en pelo y al anca, / de los guardias fieles /
sus perros de caza; / de los gallos de riña que eran / orgullo del taita. / Se olvidaron del viejo labriego / de la pobre anciana desesperanzada. / Pobrecitos hombres... / son dignos de lástima....! /
"Señorita , busté que es tan léida / hágame una carta / que paresca que es echa de éllos / y creiga la vieja que ésos se la mandan.
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Rómulo Augusto Mora Sáenz es un poeta costumbrista colombiano, nacido en Monguí, Boyacá, el 23 ab 1931. Ha sido nacionalment conocido como El indio Rómulo.
Desd su época escolar en su pueblo natal y en Bogotá, así como durant su paso x el servicio militar, Rómulo Mora s destacó x sus intervenciones artísticas como autor y declamador d poesía rústica campesina. Tras retirars del Ejército inició formalment su carrera artística adoptando el nombr de "El Campesino Boyacense". Entr 1955 y 1960 ejerció como alcalde d varios municipios d Boyacá, incluido Monguí. A partir d 1960 s radicó en Bogotá y logró acrecentar su fama al empezar a aparecer en la televisión nacional con el grupo "Romerías" e iniciar la grabación d varios discos d poemas. Desd 1962 s dio a conocer como "El indio Rómulo" x sugerencia del entonces President Guillermo León Valencia.
Ha sido considerado como el creador y principal exponent d la poesía rústica, costumbrista o campesina en Colombia. Durant su carrera ha grabado 12 álbumes con + d 150 poemas q asegura tener memorizados. http://es.wikipedia.org/wiki/El_indio_R%%E2%80%A6
HÁGAME UNA CARTA http://www.youtube.com/watch?v=v2BSFquEj%E2%80%A6
"Una sola puerta da paso al olvido / y a la remembranza; / puerta de oficina que el teclear monótono
sobre el cauce seco de la calle vacía. / Un roído estante con sabor a escuela / ( el abecedario los destinos marca) / es para el que pasa de ilusión promesa / porque cada sobre guarda una / esperanza. / Un viejo en la puerta / temeroso aguarda / a que se apacigue y no salte en el pecho /
éso que ignoramos si es músculo o alma. / Es un campesino de los nuéstros, de esos / cíclopes de grava, / titanes de un siglo de dioses caidos, / atlas que sostienen en hombros la patria. / Tímido y valiente como son los hombres / de pico y azada, / por quienes los bosques florecen laureles
y la tierra misma se plasma en medalla. / "Señorita" -roto su dique de angustia- / la pregunta ansiosa de su boca escapa / como torbellino: / "Pa Olegario Montes haberá una carta...? / Revuelan -pichones implumes- las manos / que el temblor acusan de loca confianza / y ya la baranda conoce la fuerza / con que esas dos manos estrujando hablan. / Hace mucho tiempo que viene al correo / con la misma pena pintada en la cara: / / maduró de uvas un cerco en sus ojos, / le quemó en el pelo la ilusión su llama; / y al ver que pregunta sabiéndolo inútil, / y al ver esa mueca que crispa su cara, / y al saber que por hombre no llora / a la señorita se le parte el alma.
Ya sabe su historia, / la ha escuchado a trozos semana a semana; / cada vez que él viene, va dejando un poco / de su propia vida vacía y amarga. / conoce el secreto de su hogar deshecho: /
cuatro hijos que fueron dejando la casa, / la parcela alegre que les dio sus pechos / de nodriza negra cariñosa y mansa. / El mismo camino los llevó a los cuatro / la parvada alegre desplegó las alas, / mas fueron ingratos / y ninguno quiso volver a casa; / ni mandar un mensaje a los viejos /
para que supieran de su estrella clara / -un mensaje que hubiera tornado / su tarde en mañana-. /
Y la soleada casa en que nacieron / se volvió una tumba ruinosa y opaca, / que a la pobre vieja la embrujó la pena / y es frente a la muerte vacilante llama. / El rostro del viejo se surcó de brechas, /
se blanqueó la cabeza y la barba / para darles lo que él nunca tuvo, / para izar el pendón de su raza;
porque no siguieron pegados al surco, / porque fueran señores mañana... / Y lo fueron: ganaron la cima. / Dos se hicieron médicos y lo son de fama; / de abogado hay uno que pica por lo alto /
y otro es ingeniero. ¡Son hombres de talla! / Pero pobrecitos / son dignos de lástima....! / Se olvidaron del campo, su cuna, / con esfuerzo digno de una buena causa; / de los árboles que ellos sembraron / y dieron semillas para nuevas plantas; / del agua que vieron alzarse en vapores / y caer en forma de lluvia o escarcha; / de los cafetales en flor, donde iban / a buscar pomarrosas y guamas
y de los potreros en donde corrían / cerreros muletos en pelo y al anca, / de los guardias fieles /
sus perros de caza; / de los gallos de riña que eran / orgullo del taita. / Se olvidaron del viejo labriego / de la pobre anciana desesperanzada. / Pobrecitos hombres... / son dignos de lástima....! /
"Señorita , busté que es tan léida / hágame una carta / que paresca que es echa de éllos / y creiga la vieja que ésos se la mandan.
Una sola puerta da paso al olvido
y a la remembranza;
puerta de oficina que el teclear monótono
sobre el cauce seco de la calle vacÃa.
Un roÃdo estante con sabor a escuela
( el abecedario los destinos marca)
es para el que pasa de ilusión promesa
porque cada sobre guarda una esperanza.
Un viejo en la puerta
temeroso aguarda
a que se apacigue y no salte en el pecho
éso que ignoramos si es músculo o alma.
Es un campesino de los nuéstros, de esos
cÃclopes de grava,
titanes de un siglo de dioses caidos,
atlas que sostienen en hombros la patria.
TÃmido y valiente como son los hombres
de pico y azada,
por quienes los bosques florecen laureles
y la tierra misma se plasma en medalla.
"Señorita" -roto su dique de angustia-
la pregunta ansiosa de su boca escapa
como torbellino:
"Pa Olegario Montes haberá una carta...?
Revuelan -pichones implumes- las manos
que el temblor acusan de loca confianza
y ya la baranda conoce la fuerza
con que esas dos manos estrujando hablan.
Hace mucho tiempo que viene al correo
con la misma pena pintada en la cara:
maduró de uvas un cerco en sus ojos,
le quemó en el pelo la ilusión su llama;
y al ver que pregunta sabiéndolo inútil,
y al ver esa mueca que crispa su cara,
y al saber que por hombre no llora
a la señorita se le parte el alma.
Ya sabe su historia,
la ha escuchado a trozos semana a semana;
cada vez que él viene, va dejando un poco
de su propia vida vacÃa y amarga.
conoce el secreto de su hogar deshecho:
cuatro hijos que fueron dejando la casa,
la parcela alegre que les dio sus pechos
de nodriza negra cariñosa y mansa.
El mismo camino los llevó a los cuatro
la parvada alegre desplegó las alas,
mas fueron ingratos
y ninguno quiso volver a casa;
ni mandar un mensaje a los viejos
para que supieran de su estrella clara
-un mensaje que hubiera tornado
su tarde en mañana-.
Y la soleada casa en que nacieron
se volvió una tumba ruinosa y opaca,
que a la pobre vieja la embrujó la pena
y es frente a la muerte vacilante llama.
El rostro del viejo se surcó de brechas,
se blanqueó la cabeza y la barba
para darles lo que él nunca tuvo,
para izar el pendón de su raza;
porque no siguieron pegados al surco,
porque fueran señores mañana...
Y lo fueron: ganaron la cima.
Dos se hicieron médicos y lo son de fama;
de abogado hay uno que pica por lo alto
y otro es ingeniero. ¡Son hombres de talla!
Pero pobrecitos
son dignos de lástima....!
Se olvidaron del campo, su cuna,
con esfuerzo digno de una buena causa;
de los árboles que ellos sembraron
y dieron semillas para nuevas plantas;
del agua que vieron alzarse en vapores
y caer en forma de lluvia o escarcha;
de los cafetales en flor, donde iban
a buscar pomarrosas y guamas
y de los potreros en donde corrÃan
cerreros muletos en pelo y al anca,
de los guardias fieles
sus perros de caza;
de los gallos de riña que eran
orgullo del taita.
Se olvidaron del viejo labriego
de la pobre anciana desesperanzada.
Pobrecitos hombres...
son dignos de lástima....!
"Señorita , busté que es tan léida
hágame una carta
que paresca que es echa de éllos
y creiga la vieja que ésos se la mandan.
Yo solo, me aguanto,
pero es que la pobre ya desta no pasa,
y yo quiero llevarle consuelo
mas que sea engañándola.
Ya otras veces he echo lo mesmo
para que el abandono no me la matara,
pero ora se muere y ésta ya es la última...
ya naide la puede sacar de la cama.
Que le diga qellos tan muy ocupaos
y que los perdone por tanta tardanza;
que ya pronto vienen,
que se ponga buena pa éllos llevarla;
y endespués...."
En océanos de llanto
los ojos naufragan,
y es estrecha la cárcel del pecho
para éso que salta,
que se anuda al cuello
y que nadie sabe si es músculo o alma.
Mas información en los links.
Saludos!!!