Todo texto dramático posee dos discursos entretejidos: el dialógico y el didascálico. Al principio y final de cada escena y en medio de los diálogos, aparecen infinidad de textos carentes de dramatismo, que están escritos generalmente con letra cursiva y amurallados entre paréntesis; son las llamadas acotaciones, y más académicamente, didascalias. Con ellas el dramaturgo propone advertencias para la mejor decodificación de las acciones de los personajes y expresa precisiones para la mejor comprensión del proceso de comunicación entre los personajes. Durante el proceso de crear una obra dramática, el autor ubica la acción dentro de un espacio escénico —teatro, plaza, sala de palacio, etc.— y visualiza a los personajes en su escenario mental, ante un público pensante, en el que se autoincluye. Por medio de las didascalias, el lector puede vislumbrar el trabajo mental que llevó a cabo el dramaturgo durante la creación de la pieza: si las acotaciones son profusas, cabe conjeturar que el dramaturgo visualizó una prepuesta escénica bajo su propia batuta; mas no es posible es posible inferir que la prefiguración en la mente del dramaturgo fuera embrionaria por la sola parquedad de las acotaciones.
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Parece que son lo mismo mira:
Todo texto dramático posee dos discursos entretejidos: el dialógico y el didascálico. Al principio y final de cada escena y en medio de los diálogos, aparecen infinidad de textos carentes de dramatismo, que están escritos generalmente con letra cursiva y amurallados entre paréntesis; son las llamadas acotaciones, y más académicamente, didascalias. Con ellas el dramaturgo propone advertencias para la mejor decodificación de las acciones de los personajes y expresa precisiones para la mejor comprensión del proceso de comunicación entre los personajes. Durante el proceso de crear una obra dramática, el autor ubica la acción dentro de un espacio escénico —teatro, plaza, sala de palacio, etc.— y visualiza a los personajes en su escenario mental, ante un público pensante, en el que se autoincluye. Por medio de las didascalias, el lector puede vislumbrar el trabajo mental que llevó a cabo el dramaturgo durante la creación de la pieza: si las acotaciones son profusas, cabe conjeturar que el dramaturgo visualizó una prepuesta escénica bajo su propia batuta; mas no es posible es posible inferir que la prefiguración en la mente del dramaturgo fuera embrionaria por la sola parquedad de las acotaciones.