La alarmante problemática del suicidio en adolescentes
Muerte, antes de conocer la vida
por Ivana Fischer
Técnica en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER)
“En Argentina, cada cuatro horas hay un suicidio; la mayoría se produce en menores de 24 años”. La información pertenece a un relevamiento realizado por la organización no gubernamental Red Solidaria. Depresión, aislamiento emocional, pérdida de autoestima, estrés, problemas mentales, fantasías románticas, gusto por el peligro, abuso de drogas y alcohol, disponibilidad de armas de fuego..., todo esto se puede resumir en “falta de un perfil personal consistente”.
La Red Solidaria de Argentina presentará un proyecto para la creación de un Ministerio Nacional de Salud Mental en el próximo Congreso Argentino de Psiquiatría, que se celebrará en la ciudad bonaerense de Mar del Plata, del 19 al 22 de abril próximos. Además de brindar datos, la asociación alertó sobre las consecuencias de la denominada “depresión otoñal”, que en esta época afecta especialmente a los “sectores más vulnerables” y “preocupa a los profesionales de la salud de todo el país”.
La cruda realidad del suicidio no es privativa de nuestro país: distintos informes señalan que por ejemplo, en Suiza y Francia, el suicidio es una de las principales causas de mortalidad en personas cuyas edades están comprendidas entre los 15 y 29 años, o también que durante 1999 en los Estados Unidos se suicidaron cerca de 2500 jóvenes menores de 20 años, constituyendo un importante problema de salud pública. Similar realidad se explicita para el caso de México.
Otro dato más: cada 40 segundos se produce algún suicidio en el mundo
El suicidio de adolescentes es una tragedia que afecta no sólo al individuo, sino también a la familia, los amigos y la comunidad donde vivía. A menudo el suicidio se vive como un fracaso personal por parte de padres, amigos y médicos que se culpan por no detectar signos que los alerten. También es considerado como un fracaso por la comunidad, al servir de vivo recordatorio de que la sociedad, a menudo no entrega un ambiente saludable, de sostén y educativo donde los niños crezcan y se desarrollen.
Para no ser tediosa con datos y estadísticas que siempre quedan en eso, en datos y estadísticas, traigo a colación una obra que desde hace bastante me intrigaba y recién por estos días me decidí a leer, la de Paula Coelho, “Verónica decide morir”.
Este es un libro que nos enfrenta con una arista de la vida, para muchos desconocida. A grandes rasgos la historia da cuenta de una joven, Verónica, que tiene los mismos sueños y deseos que cualquier persona de su edad. Cuenta con un buen trabajo y no le faltan pretendientes. Su vida transcurre sin mayores sobresaltos, sin grandes alegrías ni grandes tristezas. Pero no es feliz. Por eso, la mañana del 11 de noviembre de 1997, Verónica decide morir. En su camino hacia la muerte, descubre que cada segundo de la existencia es una opción que tomamos entre la alternativa de seguir adelante o la de abandonar. La joven experimenta placeres nuevos y halla un nuevo sentido a la vida, un sentido que le había permanecido oculto hasta ese momento.
Escuchen este fragmento de Veronica decide morir: “—Tengo una hija de tu edad. Cuando llegaste aquí, llena de sueros y tubos, me puse a pensar por qué una chica bonita, joven, que tiene una vida por delante, había decidido quitarse la vida.
"Pronto comenzaron a correr historias: la carta que dejaste (y que nunca creí que fuera el verdadero motivo) y los días contados por causa de un problema incurable del corazón. No podía apartar de mi mente la imagen de mi hija: ¿y si ella decidía hacer algo parecido? ¿Por qué ciertas personas intentan ir en contra del orden natural de la vida, que es luchar para sobrevivir de cualquier manera?
—Por eso estaba llorando —dijo Veronica—. Cuando tomé las pastillas yo quería matar a alguien que detestaba. No sabía que existían, dentro de mí, otras Veronicas a las que yo sabría amar.
—¿Qué es lo que hace que una persona se deteste a sí misma?
—Quizás la cobardía. O el eterno miedo de equivocarse, de no hacer lo que los otros esperan. Hace algunos minutos yo estaba alegre, había olvidado mi sentencia de muerte; cuando volví a entender la situación en que me encuentro, me asusté”.
No pretendo “venderles” esta obra, pero creo que si algún adolescente que tiene intenciones de quitarse la vida, lo lee, tal vez podría cambiar de idea.
Quizá falte eso, más reflexión, entender que el hombre no es sólo su cuerpo, sino una entidad que piensa, que siente y que tiene la responsabilidad de cumplir un Rol Social. Tal vez las cifras aumentan porque en la actualidad se está a la búsqueda de las “nuevas sensaciones” y porque hay un desenfrenado seguimiento del materialismo.
Quiero también que compartamos esta cita del libro “Vivir, amar y aprender” de Leo Buscaglia (Emece Editores, 1984): “Toda mi vida viví dentro de un coco. Era un lugar oscuro y estrecho, especialmente de mañana, cuando tenía que afeitarme. Pero lo que más me mortificaba era que no había forma de tomar contacto con el mundo exterior. Si nadie encontraba el coco por casualidad y lo golpeaba para abrirlo, estaba condenado a pasarme la vida encerrado adentro. Y quizá morir allí también. Morì en ese coco. Dos años más tarde alguien se topo con el coco, y lo abrió y me encontró allí, encogido, seco como una pasa. ‘¡Que pena!’, dijeron. ‘Si lo hubieramos hallado antes, tal vez habríamos podido salvarlo. A lo mejor hay otros encerrados como él”. Y Buscaglia nos deja algo más: “No vivamos dentro de un coco. Hay un mundo afuera. Hay cosas fantásticas para ver, sentir, desear y lograr. La intención del Creador no fue que nos pasáramos la vida dentro de un coco o de una bellota. Ese sería el mayor de los pecados, no arriesgarse a salir del cascarón”.
¡No vivo en un coco! Me doy cuenta que a veces la problemática que está detrás de un suicidio es mucho más compleja que hablar de falta de amor, cariño y comprensión... Pero si edificamos nuestra vida y la de nuestros hijos con estos pilares, además del respeto, solidaridad, comprensión, fe, tal vez no tendríamos que lamentar tantas familias destruidas de nuestro entorno producto de la intención premeditada de quitarse la vida.
Aumento de Depresión entre Adolescentes
La profundización de la crisis está dejando una marca indeleble en los adolescentes. En una reunión de la Sociedad Argentina de Pediatría, los secretarios de las áreas de Adolescencia de todas las filiales de la entidad denunciaron que desde diciembre en los servicios hospitalarios especializados en púberes de todo el país se observa un aumento de intentos de suicidios y de cuadros de depresión y de estrés, de ataques de pánico y de consultas por adicciones, según informó a Página/12 Eduardo Rubinstein, directivo de la SAP.
También se incrementaron los casos de fugas de hogar porque los chicos “no se bancan” los problemas de sus casas. Hay más consultas por trastornos de la conducta alimentaria, y más casos de adolescentes víctimas de abusos y malos tratos.
“Estamos viendo desnutrición en prepúberes y púberes que nunca habíamos visto en el país”, advirtió Cándido Roldán, presidente de la Fundación Argentina de Adolescencia (FADA).
En el Hospital de Clínicas tienen un tipo de consulta nueva: padres desorientados porque sus hijos de 15 o 16 años quieren irse del país. “Los chicos están escépticos, pero más que nada desesperanzados por el discurso de sus padres”, resumió María del Carmen Hiebra, jefa de Adolescencia del Hospital Gutiérrez.
Uno de los cambios más notorios es el deterioro de la salud de los adolescentes de los sectores más postergados. Desde diciembre, los más pobres dejaron de ir a los servicios hospitalarios.
“Hasta el año pasado, la población que atendíamos tenía mayoritariamente primaria incompleta y completa. Ahora, los que vienen están en la secundaria o tienen estudios terciarios. Los pobres de solemnidad ya no llegan”, observó Eugenia Trumper, jefa de Adolescencia del Rivadavia.
Un panorama similar aparece en otros hospitales de la ciudad de Buenos Aires. “Por no poder viajar, llegan más tarde a la consulta y estamos viendo cuadros cada vez más graves. Si antes llegaban con una apendicitis ahora los vemos con peritonitis.
Soy infectólogo y estoy viendo casos de tuberculosis en adolescentes como no he visto en años”, precisó Eduardo Rubinstein, secretario del Comité de Adolescencia de la SAP y coordinador del área de Adolescentes del Hospital Muñiz.
Flaquísimos
“Así como hay factores de riesgo en los adolescentes, también hay factores protectores. Uno de ellos es el proyecto de vida y hoy ha desaparecido, no lo tienen.
Viven al día, sin posibilidades de pensar en su futuro”, reflexionó Rubinstein. Este caldo de cultivo está generando ya consecuencias en la salud mental de los jóvenes. Dos semanas atrás, los secretarios de los comités de Adolescencia de todas las filiales del país de la SAP coincidieron en una reunión en Buenos Aires para analizar, precisamente, el impacto de la crisis en la pubertad.
Aunque todavía no lo cuantificaron, todos señalaron que en los servicios hospitalarios se está observando un notable incremento de los intentos de suicidios, de los cuadros de estrés y de depresión, de ataques de pánico y de patologías psicosociales como el alcoholismo y la adicción a las drogas.
“Las crisis de angustia, los ataques de pánico y las fobias están a la orden del día. Cinco o diez años atrás eran consultas aisladas. También estamos viendo muchísimos casos de adolescentes víctimas
Answers & Comments
Verified answer
Puedes buscarlo en el periodico(trata de que sea uno largo)
La alarmante problemática del suicidio en adolescentes
Muerte, antes de conocer la vida
por Ivana Fischer
Técnica en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER)
“En Argentina, cada cuatro horas hay un suicidio; la mayoría se produce en menores de 24 años”. La información pertenece a un relevamiento realizado por la organización no gubernamental Red Solidaria. Depresión, aislamiento emocional, pérdida de autoestima, estrés, problemas mentales, fantasías románticas, gusto por el peligro, abuso de drogas y alcohol, disponibilidad de armas de fuego..., todo esto se puede resumir en “falta de un perfil personal consistente”.
La Red Solidaria de Argentina presentará un proyecto para la creación de un Ministerio Nacional de Salud Mental en el próximo Congreso Argentino de Psiquiatría, que se celebrará en la ciudad bonaerense de Mar del Plata, del 19 al 22 de abril próximos. Además de brindar datos, la asociación alertó sobre las consecuencias de la denominada “depresión otoñal”, que en esta época afecta especialmente a los “sectores más vulnerables” y “preocupa a los profesionales de la salud de todo el país”.
La cruda realidad del suicidio no es privativa de nuestro país: distintos informes señalan que por ejemplo, en Suiza y Francia, el suicidio es una de las principales causas de mortalidad en personas cuyas edades están comprendidas entre los 15 y 29 años, o también que durante 1999 en los Estados Unidos se suicidaron cerca de 2500 jóvenes menores de 20 años, constituyendo un importante problema de salud pública. Similar realidad se explicita para el caso de México.
Otro dato más: cada 40 segundos se produce algún suicidio en el mundo
El suicidio de adolescentes es una tragedia que afecta no sólo al individuo, sino también a la familia, los amigos y la comunidad donde vivía. A menudo el suicidio se vive como un fracaso personal por parte de padres, amigos y médicos que se culpan por no detectar signos que los alerten. También es considerado como un fracaso por la comunidad, al servir de vivo recordatorio de que la sociedad, a menudo no entrega un ambiente saludable, de sostén y educativo donde los niños crezcan y se desarrollen.
Para no ser tediosa con datos y estadísticas que siempre quedan en eso, en datos y estadísticas, traigo a colación una obra que desde hace bastante me intrigaba y recién por estos días me decidí a leer, la de Paula Coelho, “Verónica decide morir”.
Este es un libro que nos enfrenta con una arista de la vida, para muchos desconocida. A grandes rasgos la historia da cuenta de una joven, Verónica, que tiene los mismos sueños y deseos que cualquier persona de su edad. Cuenta con un buen trabajo y no le faltan pretendientes. Su vida transcurre sin mayores sobresaltos, sin grandes alegrías ni grandes tristezas. Pero no es feliz. Por eso, la mañana del 11 de noviembre de 1997, Verónica decide morir. En su camino hacia la muerte, descubre que cada segundo de la existencia es una opción que tomamos entre la alternativa de seguir adelante o la de abandonar. La joven experimenta placeres nuevos y halla un nuevo sentido a la vida, un sentido que le había permanecido oculto hasta ese momento.
Escuchen este fragmento de Veronica decide morir: “—Tengo una hija de tu edad. Cuando llegaste aquí, llena de sueros y tubos, me puse a pensar por qué una chica bonita, joven, que tiene una vida por delante, había decidido quitarse la vida.
"Pronto comenzaron a correr historias: la carta que dejaste (y que nunca creí que fuera el verdadero motivo) y los días contados por causa de un problema incurable del corazón. No podía apartar de mi mente la imagen de mi hija: ¿y si ella decidía hacer algo parecido? ¿Por qué ciertas personas intentan ir en contra del orden natural de la vida, que es luchar para sobrevivir de cualquier manera?
—Por eso estaba llorando —dijo Veronica—. Cuando tomé las pastillas yo quería matar a alguien que detestaba. No sabía que existían, dentro de mí, otras Veronicas a las que yo sabría amar.
—¿Qué es lo que hace que una persona se deteste a sí misma?
—Quizás la cobardía. O el eterno miedo de equivocarse, de no hacer lo que los otros esperan. Hace algunos minutos yo estaba alegre, había olvidado mi sentencia de muerte; cuando volví a entender la situación en que me encuentro, me asusté”.
No pretendo “venderles” esta obra, pero creo que si algún adolescente que tiene intenciones de quitarse la vida, lo lee, tal vez podría cambiar de idea.
Quizá falte eso, más reflexión, entender que el hombre no es sólo su cuerpo, sino una entidad que piensa, que siente y que tiene la responsabilidad de cumplir un Rol Social. Tal vez las cifras aumentan porque en la actualidad se está a la búsqueda de las “nuevas sensaciones” y porque hay un desenfrenado seguimiento del materialismo.
Quiero también que compartamos esta cita del libro “Vivir, amar y aprender” de Leo Buscaglia (Emece Editores, 1984): “Toda mi vida viví dentro de un coco. Era un lugar oscuro y estrecho, especialmente de mañana, cuando tenía que afeitarme. Pero lo que más me mortificaba era que no había forma de tomar contacto con el mundo exterior. Si nadie encontraba el coco por casualidad y lo golpeaba para abrirlo, estaba condenado a pasarme la vida encerrado adentro. Y quizá morir allí también. Morì en ese coco. Dos años más tarde alguien se topo con el coco, y lo abrió y me encontró allí, encogido, seco como una pasa. ‘¡Que pena!’, dijeron. ‘Si lo hubieramos hallado antes, tal vez habríamos podido salvarlo. A lo mejor hay otros encerrados como él”. Y Buscaglia nos deja algo más: “No vivamos dentro de un coco. Hay un mundo afuera. Hay cosas fantásticas para ver, sentir, desear y lograr. La intención del Creador no fue que nos pasáramos la vida dentro de un coco o de una bellota. Ese sería el mayor de los pecados, no arriesgarse a salir del cascarón”.
¡No vivo en un coco! Me doy cuenta que a veces la problemática que está detrás de un suicidio es mucho más compleja que hablar de falta de amor, cariño y comprensión... Pero si edificamos nuestra vida y la de nuestros hijos con estos pilares, además del respeto, solidaridad, comprensión, fe, tal vez no tendríamos que lamentar tantas familias destruidas de nuestro entorno producto de la intención premeditada de quitarse la vida.
Aumento de Depresión entre Adolescentes
La profundización de la crisis está dejando una marca indeleble en los adolescentes. En una reunión de la Sociedad Argentina de Pediatría, los secretarios de las áreas de Adolescencia de todas las filiales de la entidad denunciaron que desde diciembre en los servicios hospitalarios especializados en púberes de todo el país se observa un aumento de intentos de suicidios y de cuadros de depresión y de estrés, de ataques de pánico y de consultas por adicciones, según informó a Página/12 Eduardo Rubinstein, directivo de la SAP.
También se incrementaron los casos de fugas de hogar porque los chicos “no se bancan” los problemas de sus casas. Hay más consultas por trastornos de la conducta alimentaria, y más casos de adolescentes víctimas de abusos y malos tratos.
“Estamos viendo desnutrición en prepúberes y púberes que nunca habíamos visto en el país”, advirtió Cándido Roldán, presidente de la Fundación Argentina de Adolescencia (FADA).
En el Hospital de Clínicas tienen un tipo de consulta nueva: padres desorientados porque sus hijos de 15 o 16 años quieren irse del país. “Los chicos están escépticos, pero más que nada desesperanzados por el discurso de sus padres”, resumió María del Carmen Hiebra, jefa de Adolescencia del Hospital Gutiérrez.
Uno de los cambios más notorios es el deterioro de la salud de los adolescentes de los sectores más postergados. Desde diciembre, los más pobres dejaron de ir a los servicios hospitalarios.
“Hasta el año pasado, la población que atendíamos tenía mayoritariamente primaria incompleta y completa. Ahora, los que vienen están en la secundaria o tienen estudios terciarios. Los pobres de solemnidad ya no llegan”, observó Eugenia Trumper, jefa de Adolescencia del Rivadavia.
Un panorama similar aparece en otros hospitales de la ciudad de Buenos Aires. “Por no poder viajar, llegan más tarde a la consulta y estamos viendo cuadros cada vez más graves. Si antes llegaban con una apendicitis ahora los vemos con peritonitis.
Soy infectólogo y estoy viendo casos de tuberculosis en adolescentes como no he visto en años”, precisó Eduardo Rubinstein, secretario del Comité de Adolescencia de la SAP y coordinador del área de Adolescentes del Hospital Muñiz.
Flaquísimos
“Así como hay factores de riesgo en los adolescentes, también hay factores protectores. Uno de ellos es el proyecto de vida y hoy ha desaparecido, no lo tienen.
Viven al día, sin posibilidades de pensar en su futuro”, reflexionó Rubinstein. Este caldo de cultivo está generando ya consecuencias en la salud mental de los jóvenes. Dos semanas atrás, los secretarios de los comités de Adolescencia de todas las filiales del país de la SAP coincidieron en una reunión en Buenos Aires para analizar, precisamente, el impacto de la crisis en la pubertad.
Aunque todavía no lo cuantificaron, todos señalaron que en los servicios hospitalarios se está observando un notable incremento de los intentos de suicidios, de los cuadros de estrés y de depresión, de ataques de pánico y de patologías psicosociales como el alcoholismo y la adicción a las drogas.
“Las crisis de angustia, los ataques de pánico y las fobias están a la orden del día. Cinco o diez años atrás eran consultas aisladas. También estamos viendo muchísimos casos de adolescentes víctimas