Empezare diciendo que el Popol Vuh fue manoseado por los curas de la época pues contenía una religión sumamente profunda y realista que dejaba a la Biblia como libro de cuentos, es por eso que su profundidad y realidad se perdió en las manos de los curas que la tergiversaron para hacerle aparecer muy inferior a su libro sagrado. Pues bien en las sobras que quedan del Popol Vuh verdadero se diría que el hombre que inconscientemente se atreva a desafiar su vida efímera y a ir más allá del destino que avaramente le han señalado los dioses, se atrae la cólera de estos. Ya sea en otras culturas y circunstancias, el concepto es siempre el mismo: el hombre alza los ojos y quiere comprenderlo o poseerlo todo, pero su titanismo irrita a las deidades.
El pensamiento religioso maya se ata con el universo a través de esa noción de interdependencia entre la divinidad y los hombres, que se deriva, filosóficamente, de entender que la creación no se circunscribe al ser humano como eje central, sino que el hombre es parte de esa creación, siendo su tarea sustentar a los dioses y que, como parte suya, es también un reflejo de la divinidad.
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Empezare diciendo que el Popol Vuh fue manoseado por los curas de la época pues contenía una religión sumamente profunda y realista que dejaba a la Biblia como libro de cuentos, es por eso que su profundidad y realidad se perdió en las manos de los curas que la tergiversaron para hacerle aparecer muy inferior a su libro sagrado. Pues bien en las sobras que quedan del Popol Vuh verdadero se diría que el hombre que inconscientemente se atreva a desafiar su vida efímera y a ir más allá del destino que avaramente le han señalado los dioses, se atrae la cólera de estos. Ya sea en otras culturas y circunstancias, el concepto es siempre el mismo: el hombre alza los ojos y quiere comprenderlo o poseerlo todo, pero su titanismo irrita a las deidades.
El pensamiento religioso maya se ata con el universo a través de esa noción de interdependencia entre la divinidad y los hombres, que se deriva, filosóficamente, de entender que la creación no se circunscribe al ser humano como eje central, sino que el hombre es parte de esa creación, siendo su tarea sustentar a los dioses y que, como parte suya, es también un reflejo de la divinidad.