Eso sucedía en el pasado, mi estimado. Era un requisito indispensable en las mujeres sometidas a la estructura social patriarcal del Japón en las eras anteriores a la reconstrucción socioeconómica de la isla. Con la llegada de nuevas políticas sociales, con el libre acceso a la educación superior, con la necesidad de que ambos esposos trabajen y la influencia de las modas y estereotipos de Occidente, se dio a la mujer un papel protagónico muy activo en la historia del nuevo Japón. Sobre todo en las grandes ciudades y los centros industriales. Las japonesas adultas de hoy ya no son lo que eran sus bisabuelas. Olvídate del estereotipo de la geisha complaciente. Son mujeres modernas, activas, independientes, con más opciones en la vida que sus antepasadas. Sin embargo, los prejuicios no mueren. Fíjate en los programas y películas que nos vienen del Imperio del Sol: en todos hay una patente rivalidad entre varones y hembras. Los varones japoneses ven en la mujer una fuerte competidora en todas las áreas importantes de la vida. Y eso les provoca temor, inseguridad, insatisfacción y una agresividad latente que se manifiesta en esa superindustria de productos pornográficos que tanto caracteriza al Japón. En ese rubro se sigue viendo a la mujer como un objeto, como un instrumento de los fines del macho dominador. De vez en cuando, sin embargo, las japonesas se toman la revancha. Ahora mismo existen figuras destacadas de la vida pública (artistas, políticas, científicas, etc.) que están buscando nuevas formas de afirmar su feminidad frente al escepticismo y la desconfianza de los varones nipones. A mí, en lo particular, me fascinan las japonesas de hoy (aclaro: las inteligentes, sensibles, jóvenes y bonitas).
La verdad ni idea con eso de que los tiempos cambian, pero creo que todas las mujeres sea de donde sea y de verdad amen a sus esposos son asà cariñosas, atentas, etc.
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Eso sucedía en el pasado, mi estimado. Era un requisito indispensable en las mujeres sometidas a la estructura social patriarcal del Japón en las eras anteriores a la reconstrucción socioeconómica de la isla. Con la llegada de nuevas políticas sociales, con el libre acceso a la educación superior, con la necesidad de que ambos esposos trabajen y la influencia de las modas y estereotipos de Occidente, se dio a la mujer un papel protagónico muy activo en la historia del nuevo Japón. Sobre todo en las grandes ciudades y los centros industriales. Las japonesas adultas de hoy ya no son lo que eran sus bisabuelas. Olvídate del estereotipo de la geisha complaciente. Son mujeres modernas, activas, independientes, con más opciones en la vida que sus antepasadas. Sin embargo, los prejuicios no mueren. Fíjate en los programas y películas que nos vienen del Imperio del Sol: en todos hay una patente rivalidad entre varones y hembras. Los varones japoneses ven en la mujer una fuerte competidora en todas las áreas importantes de la vida. Y eso les provoca temor, inseguridad, insatisfacción y una agresividad latente que se manifiesta en esa superindustria de productos pornográficos que tanto caracteriza al Japón. En ese rubro se sigue viendo a la mujer como un objeto, como un instrumento de los fines del macho dominador. De vez en cuando, sin embargo, las japonesas se toman la revancha. Ahora mismo existen figuras destacadas de la vida pública (artistas, políticas, científicas, etc.) que están buscando nuevas formas de afirmar su feminidad frente al escepticismo y la desconfianza de los varones nipones. A mí, en lo particular, me fascinan las japonesas de hoy (aclaro: las inteligentes, sensibles, jóvenes y bonitas).
La verdad ni idea con eso de que los tiempos cambian, pero creo que todas las mujeres sea de donde sea y de verdad amen a sus esposos son asà cariñosas, atentas, etc.
y yo de Nicaragua ardiente, ardiente, ardiente
yo soy mexicana pero caliente, caliente, caliente
no, eso es el pasado, hoy son unas guarras.