Enriquillo, cuyo nombre indígena no ha podido determinarse todavía en sentir de algunos historiadores (F. Sevez Fils, La Nación Feb. J. 1943) fue cacique de los de la jurisdicción de Jaragua, uno de los cinco reinos principales que había en la isla antes de ser descubierta. Bautizado con el nombre español de Enrique, este se convirtió bien pronto en Enriquillo diminutivo afectuoso que le dieron sus maestros religiosos. Después de la matanza de Jaragua que en aquellos lugares perpetuó Frey Nicolás de Ovando, el Sombrío Comendador de Alcántara (1503), los religiosos franciscanos de la Vera Paz, ciudad muy cercana al Bahoruco , la región montañosa de Jaragua, recogieron al caciquillo en su convento y allí educaron con mucho provecho para el mozo. Los frailes le enseñaron “a leer e escribir e gramática” para lo cual necesariamente, tuvieron que doctrinarlo en costumbres y en sentimientos. Hablaba bien el castellano, hecho hombre a la sombra espiritual del monasterio, Enriquillo se casó con su prima, noble dama india, llamada doña Mencía. Se casaron como cristianos, “En haz de la Santa Madre Iglesia”
Sobre el físico del cacique, coincidieron Oviedo y las Casas: “Era alto y gentil hombre de cuerpo, bien proporcionado y dispuesto, la cara no tenía ni hermana ni fea, pero tenía la de hombre grave y severo”...El cacique era sobrio de maneras y apetitos. No se extendía en el comer ni en el beber. Receloso y esquivo, no se confiaba fácilmente en nadie. Huidizo y despierto, como pollo de guinea, hablaba poco y dormía menos....
Las condiciones morales del indio eran, más que corrientes relevantes, religioso a carta cabal, no abandonó sus hábitos culturales, ni aún en los años de la rebelión, porque en el Baoruco cumplía, hasta donde las circunstancias no le vedaban, con los preceptos de la iglesia.
Las reglas de vida que impuso a los rebeldes eran severísima, espejo de sus propias costumbres y de las de la cacica, su mujer, nadie podía transgredirlas sin castigo.
En lo que mira su modo de hacer la guerra, es indiscutible que siempre se mantuvo en términos de estricta moderación evitando el mal que no aprovecha a su causa impidiendo que los suyos se excediesen en la venganza inútil y en los hechos atroces.
La condición necesaria y suficiente que motorizó la rebelión de Baoruco; Se puede considerar como: “refiere Las Casas que a la muerte de Francisco de Valenzuela lo sucedió en la posesión de la encomienda del cacique y sus indios Andrés Valenzuela su hijo(.... ) Valenzuela era disoluto en sus costumbres, desprensivo y ligero de cascos. No tuvo para el cacique los miramientos de su padre y lo trataba en muy mala forma. Se apoderó arbitrariamente de una yegua que tenía el cacique, casi como su único patrimonio y luego trató de violar su mujer. Esta resistió el asedio y al fin comunicó al esposo los desmanes del español.
Enriquillo no soportó más la manera de Valenzuela y le tomó cuentas. El resultado fue de ello salió apaleado
Enriquillo y sus hermanos de raza se negaron a seguir laborando bajo las órdenes y en beneficio de Valenzuela. No recibieron atención los reclamos del encomendero quien en repetidas ocasiones les mandó a buscar. Como el Cacique prestara oídos sordos a los llamados del español, Valenzuela, acompañado de once personas, se decidió ir a buscarlos convencido de que su presencia, junto a hombres de armas, atemorizaría a Enriquillo y sus compañeros. Relata Las Casas lo siguiente: Llegado allá, lo hallo a él y a su gente no descuidados, sino con armas, que fueron lanzas, por hierros, clavos y huesos de pescados, y arcos y flechas y piedras y lo demás que pudieran armarse.
Agredidos los indios por Valenzuela y sus acompañantes, aquellos se defendieron dejando muertos dos o tres de ellos y mal parados los demás. Enriquillo, a viva voz, advirtió a Valenzuela que no volviera jamás y que le perdonaba la vida por la memoria de su padre.
La suerte estaba echada. Días después más de setenta españoles a caballo y a pie, iniciaron la búsqueda del Cacique y sus compañeros quienes se habían alejado en dirección a la sierra del Bahoruco. Durante su persecución los españoles tuvieron varias bajas y numerosos heridos. Esto ocurría a fines de 1518 o principios de 1519. La noticia de la rebelión corrió como pólvora y numerosos aborígenes de la comarca llegaron para sumarse al grupo que encabezaba el Cacique. Las Casas, que a su edad tendía a exagerar y no tenía criterio real de las cantidades, afirma que cerca de 300 hombres se sumaron a Enriquillo. La rebelión tomó a partir de entonces proporciones serias y de imprevisibles consecuencias para el gobierno colonial. De hecho, el levantamiento liquidó las Encomiendas, sistema de explotación funesto para la raza aborigen no solamente en la isla de La Española, sino más luego en toda América. La acción del Cacique insurgente desarticuló, en casi su totalidad, esa institución que tuvo como origen los repartimientos realizados por Roldán en su rebelión contra Cristóbal Colón.
Varias expediciones militares fueron enviadas para apresar y someter a la obediencia a Enriquillo. El problema de la rebelión tomó magnitud, después que las autoridades comprobaron que negros esclavos tomaban el camino de la sierra, para sumarse a las huestes del Cacique. González Fernández de Oviedo, en principio el más veraz de los cronistas de Indias en cuanto a La Española se refiere, dice: E no se había de tener en tan poco, en especial viendo que cada día se iba e fueron a juntar con este Enrique e sus indios algunos negros; de los cuales ya hay tantos en esta isla a causa destos ingenios de azúcar; que parece esta tierra una efigie o imagen de la misma Etiopía.
Trece años de insurrección del Cacique del Bahoruco costaron a la monarquía española más de 40,000 pesos oro. Asaltos, incendios, correrías, muerte de españoles y un peligroso ejemplo para los esclavos, que ya para fines de la década de 1520 sumaban miles en la parte sur de la isla, dedicados a la producción de caña de azúcar. Su estilo de lucha y el método que aplicó de guerra irregular, fue expresión de astucia, paciencia y prudencia; el eficiente servicio de información y abastecimiento que organizó en la región, en las altas montañas de la sierra, le hicieron invencible. Un verdadero jefe militar, gran capitán, capaz de enfrentar y vencer a los representantes de la nación más poderosa del mundo en ese entonces. Su resistencia obligó al rey de España a comisionar a Francisco de Barrionuevo para poner fin, por vía de la negociación o de la fuerza, al largo conflicto que intranquilizaba la colonia.
Enrique del Bahoruco, como se le conocía originalmente, recibió a Barrionuevo, en su primera entrevista, portador de una carta de Carlos y, en la Isla Cabritos, del lago Comendador, hoy lago Enriquillo. Minado por la tuberculosis, “de baja estatura, de complexión física robusta, con rostro severo y feo, picado de viruelas, astuto y callado”, según lo describe Barrionuevo, el capitán invicto, negoció y aceptó parte de los ofrecimientos del monarca español. Esos acuerdos nunca llegaron a ejecutarse a plenitud; el Cacique asumió a partir de ese momento una actitud pacífica. Nunca bajó de la sierra y aunque se habla de una visita a Santo Domingo acompañado de su esposa, nada confirma ese hecho.
Vino dos veces a Azua, villa en la que fue recibido con distinción y festejos. Enriquillo nunca creyó en la sinceridad de los conquistadores, así lo dijo al padre Remigio. Sabía, por propia experiencia, que los blancos europeos eran responsables de la desaparición de su raza. Educado por ellos, sabía como pensaban y actuaban. Esa convicción lo convirtió en la más grande figura militar del siglo XVI en las tierras americanas
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Biografía de Enriquillo: http://www.primeradama.gob.do/biografias/Republica...
Enriquillo, cuyo nombre indígena no ha podido determinarse todavía en sentir de algunos historiadores (F. Sevez Fils, La Nación Feb. J. 1943) fue cacique de los de la jurisdicción de Jaragua, uno de los cinco reinos principales que había en la isla antes de ser descubierta. Bautizado con el nombre español de Enrique, este se convirtió bien pronto en Enriquillo diminutivo afectuoso que le dieron sus maestros religiosos. Después de la matanza de Jaragua que en aquellos lugares perpetuó Frey Nicolás de Ovando, el Sombrío Comendador de Alcántara (1503), los religiosos franciscanos de la Vera Paz, ciudad muy cercana al Bahoruco , la región montañosa de Jaragua, recogieron al caciquillo en su convento y allí educaron con mucho provecho para el mozo. Los frailes le enseñaron “a leer e escribir e gramática” para lo cual necesariamente, tuvieron que doctrinarlo en costumbres y en sentimientos. Hablaba bien el castellano, hecho hombre a la sombra espiritual del monasterio, Enriquillo se casó con su prima, noble dama india, llamada doña Mencía. Se casaron como cristianos, “En haz de la Santa Madre Iglesia”
Sobre el físico del cacique, coincidieron Oviedo y las Casas: “Era alto y gentil hombre de cuerpo, bien proporcionado y dispuesto, la cara no tenía ni hermana ni fea, pero tenía la de hombre grave y severo”...El cacique era sobrio de maneras y apetitos. No se extendía en el comer ni en el beber. Receloso y esquivo, no se confiaba fácilmente en nadie. Huidizo y despierto, como pollo de guinea, hablaba poco y dormía menos....
Las condiciones morales del indio eran, más que corrientes relevantes, religioso a carta cabal, no abandonó sus hábitos culturales, ni aún en los años de la rebelión, porque en el Baoruco cumplía, hasta donde las circunstancias no le vedaban, con los preceptos de la iglesia.
Las reglas de vida que impuso a los rebeldes eran severísima, espejo de sus propias costumbres y de las de la cacica, su mujer, nadie podía transgredirlas sin castigo.
En lo que mira su modo de hacer la guerra, es indiscutible que siempre se mantuvo en términos de estricta moderación evitando el mal que no aprovecha a su causa impidiendo que los suyos se excediesen en la venganza inútil y en los hechos atroces.
La condición necesaria y suficiente que motorizó la rebelión de Baoruco; Se puede considerar como: “refiere Las Casas que a la muerte de Francisco de Valenzuela lo sucedió en la posesión de la encomienda del cacique y sus indios Andrés Valenzuela su hijo(.... ) Valenzuela era disoluto en sus costumbres, desprensivo y ligero de cascos. No tuvo para el cacique los miramientos de su padre y lo trataba en muy mala forma. Se apoderó arbitrariamente de una yegua que tenía el cacique, casi como su único patrimonio y luego trató de violar su mujer. Esta resistió el asedio y al fin comunicó al esposo los desmanes del español.
Enriquillo no soportó más la manera de Valenzuela y le tomó cuentas. El resultado fue de ello salió apaleado
http://www.rincondominicano.com/provincias/barahon...
Alzamiento de Enriquillo:
http://es.wikipedia.org/wiki/Enriquillo_(cacique)
Enriquillo y sus hermanos de raza se negaron a seguir laborando bajo las órdenes y en beneficio de Valenzuela. No recibieron atención los reclamos del encomendero quien en repetidas ocasiones les mandó a buscar. Como el Cacique prestara oídos sordos a los llamados del español, Valenzuela, acompañado de once personas, se decidió ir a buscarlos convencido de que su presencia, junto a hombres de armas, atemorizaría a Enriquillo y sus compañeros. Relata Las Casas lo siguiente: Llegado allá, lo hallo a él y a su gente no descuidados, sino con armas, que fueron lanzas, por hierros, clavos y huesos de pescados, y arcos y flechas y piedras y lo demás que pudieran armarse.
Agredidos los indios por Valenzuela y sus acompañantes, aquellos se defendieron dejando muertos dos o tres de ellos y mal parados los demás. Enriquillo, a viva voz, advirtió a Valenzuela que no volviera jamás y que le perdonaba la vida por la memoria de su padre.
La suerte estaba echada. Días después más de setenta españoles a caballo y a pie, iniciaron la búsqueda del Cacique y sus compañeros quienes se habían alejado en dirección a la sierra del Bahoruco. Durante su persecución los españoles tuvieron varias bajas y numerosos heridos. Esto ocurría a fines de 1518 o principios de 1519. La noticia de la rebelión corrió como pólvora y numerosos aborígenes de la comarca llegaron para sumarse al grupo que encabezaba el Cacique. Las Casas, que a su edad tendía a exagerar y no tenía criterio real de las cantidades, afirma que cerca de 300 hombres se sumaron a Enriquillo. La rebelión tomó a partir de entonces proporciones serias y de imprevisibles consecuencias para el gobierno colonial. De hecho, el levantamiento liquidó las Encomiendas, sistema de explotación funesto para la raza aborigen no solamente en la isla de La Española, sino más luego en toda América. La acción del Cacique insurgente desarticuló, en casi su totalidad, esa institución que tuvo como origen los repartimientos realizados por Roldán en su rebelión contra Cristóbal Colón.
Varias expediciones militares fueron enviadas para apresar y someter a la obediencia a Enriquillo. El problema de la rebelión tomó magnitud, después que las autoridades comprobaron que negros esclavos tomaban el camino de la sierra, para sumarse a las huestes del Cacique. González Fernández de Oviedo, en principio el más veraz de los cronistas de Indias en cuanto a La Española se refiere, dice: E no se había de tener en tan poco, en especial viendo que cada día se iba e fueron a juntar con este Enrique e sus indios algunos negros; de los cuales ya hay tantos en esta isla a causa destos ingenios de azúcar; que parece esta tierra una efigie o imagen de la misma Etiopía.
Trece años de insurrección del Cacique del Bahoruco costaron a la monarquía española más de 40,000 pesos oro. Asaltos, incendios, correrías, muerte de españoles y un peligroso ejemplo para los esclavos, que ya para fines de la década de 1520 sumaban miles en la parte sur de la isla, dedicados a la producción de caña de azúcar. Su estilo de lucha y el método que aplicó de guerra irregular, fue expresión de astucia, paciencia y prudencia; el eficiente servicio de información y abastecimiento que organizó en la región, en las altas montañas de la sierra, le hicieron invencible. Un verdadero jefe militar, gran capitán, capaz de enfrentar y vencer a los representantes de la nación más poderosa del mundo en ese entonces. Su resistencia obligó al rey de España a comisionar a Francisco de Barrionuevo para poner fin, por vía de la negociación o de la fuerza, al largo conflicto que intranquilizaba la colonia.
Enrique del Bahoruco, como se le conocía originalmente, recibió a Barrionuevo, en su primera entrevista, portador de una carta de Carlos y, en la Isla Cabritos, del lago Comendador, hoy lago Enriquillo. Minado por la tuberculosis, “de baja estatura, de complexión física robusta, con rostro severo y feo, picado de viruelas, astuto y callado”, según lo describe Barrionuevo, el capitán invicto, negoció y aceptó parte de los ofrecimientos del monarca español. Esos acuerdos nunca llegaron a ejecutarse a plenitud; el Cacique asumió a partir de ese momento una actitud pacífica. Nunca bajó de la sierra y aunque se habla de una visita a Santo Domingo acompañado de su esposa, nada confirma ese hecho.
Vino dos veces a Azua, villa en la que fue recibido con distinción y festejos. Enriquillo nunca creyó en la sinceridad de los conquistadores, así lo dijo al padre Remigio. Sabía, por propia experiencia, que los blancos europeos eran responsables de la desaparición de su raza. Educado por ellos, sabía como pensaban y actuaban. Esa convicción lo convirtió en la más grande figura militar del siglo XVI en las tierras americanas