En esta leyenda aparece un noble aragonés, llamado don Dionís, que tenía una hija, Constanza, y esta tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés. Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos arboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy bien ya que pensaba que todos los ciervos iban contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, y pensó que si atrapaba a la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada, y la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla, pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, pero Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente
LA CORZA BLANCA
En este relato la historia versa sobre un noble aragonés, llamado don Dionís, que había luchado en la guerra santa y que tenía una hija, Constanza, que a su vez tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés. Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos árboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy cuerdo pues pensaba que todos los ciervos se habían aliado contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, la azucena del Moncayo y pensó que si la atrapaba la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada y gracias al destino, pues la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla. Pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, mas Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente.
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resumen
En esta leyenda aparece un noble aragonés, llamado don Dionís, que tenía una hija, Constanza, y esta tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés. Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos arboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy bien ya que pensaba que todos los ciervos iban contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, y pensó que si atrapaba a la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada, y la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla, pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, pero Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente
LA CORZA BLANCA
En este relato la historia versa sobre un noble aragonés, llamado don Dionís, que había luchado en la guerra santa y que tenía una hija, Constanza, que a su vez tenía un sirviente personal que se llamaba Garcés. Un día tras acabar la caza se reunieron todos bajo unos árboles y vino un zagal del cual le dijeron a don Dionís que no estaba muy cuerdo pues pensaba que todos los ciervos se habían aliado contra él, y también que un día buscando a los ciervos apareció un grupo de corzas lideradas por una corza blanca que al verlo huyeron despavoridas. Todos se rieron de las gracias de Esteban menos Garcés que no paraba de pensar en el relato sobre la corza blanca. Garcés amaba a Constanza, la azucena del Moncayo y pensó que si la atrapaba la corza blanca para ella, ésta caería rendida en sus brazos. Salió del castillo armado pensando que atraparía su botín y después de luchar contra todos los elementos consiguió verla junto a su manada y gracias al destino, pues la corza blanca quedó atrapada en un matorral, pudo acercarse a ella e intentar cogerla. Pero cuando iba a hacerlo la corza le habló y él quedó tan sorprendido que se liberó e intentó escapar, mas Garcés le tiró una flecha y acertó en el blanco, pero en realidad la corza era Constanza que se revolcaba en su propia sangre tras haber sido alcanzada por la flecha de su pretendiente.
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