El punto de partida fue Platón, pero pronto adoptó una actitud crítica frente a éste. No dejó de lado las enseñanzas de Platón, sino que «ató los cabos sueltos» y desarrolló las ideas de su antiguo maestro.
Para Aristóteles, la idea de participación platónica no explica la verdadera realidad de la physis (de los procesos naturales).
Aristóteles admite como Platón y Sócrates que la esencia es lo que define al ser, pero la diferencia en que la esencia es la forma que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el ser, que es la sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la investigación científica.
Heráclito y Parménides hicieron una explicación muy parcial mediante la unidad y la pluralidad.
De Anaxágoras Aristóteles recogió la noción del noûs (la 'Inteligencia').
De los pitagóricos valoró su dedicación por las matemáticas.
En definitiva, Aristóteles construyó un sistema filosófico propio.
Aristóteles fue discípulo de Platón, pero esto no significó que no criticase su teoría de las Ideas. Para intentar solventar las diferencias entre Heráclito y Parménides, Platón propuso la existencia de dos mundos: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Sin embargo, su discípulo (Aristóteles) no estaba de acuerdo. Para Aristóteles, sólo hay un mundo, y la teoría platónica le parece absurda por varios motivos:
En primer lugar, se muestra conforme con la idea de que la ciencia ha de basarse en conceptos universales, pero no encuentra explicación a por qué éstos han de estar representados en otra esfera de la realidad. Aristóteles considera absurdo utilizar el Mundo de las Ideas al juzgar que el Mundo Sensible es suficiente. Como las Ideas no están en las cosas mismas, no pueden ofrecer ninguna clave explicativa de éstas. Las Ideas son estáticas, por lo tanto, no se pueden utilizar para explicar el movimiento o los procesos naturales. Para Aristóteles, las Ideas son inmanentes a las cosas particulares y concretas, que son las que forman la verdadera realidad. Por último, hace una crítica del concepto de participación empleado por Platón.
Metafísica, luego de la física
El problema del cambio
Para empezar hay que recordar que Aristóteles era un hombre puramente empirista, es decir, fundamentó los conocimientos humanos en la experiencia.
Una de las primeras preocupaciones fue encontrar una explicación racional para lo que nos rodea.
Los presocráticos se percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa que se halla en continua y perpetua transformación.
Heráclito de Éfeso considera que todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la ley del universo.
Parménides, al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.
Platón, supone una especie de síntesis, es decir, una unión o una suma de estas dos concepciones opuestas: la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo sensible, caracterizado por un proceso constante de transformación y, por el otro, tenemos el mundo abstracto y perfecto de las Ideas, caracterizado por la eternidad y la incorruptibilidad.
La búsqueda de la ciencia de lo que es, en tanto que algo que es.
En el comienzo mismo del libro IV de la Metafísica aparece formulada la conocida declaración enfática según la cual «hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen» (IV, 1003a21–22). Inmediatamente añade Aristóteles que tal ciencia «no se identifica con ninguna de las ciencias particulares». En efecto, ninguna de las ciencias particulares se ocupa «universalmente de lo que es», sino que cada una de ellas secciona o acota una parcela de la realidad ocupándose en estudiar las propiedades pertenecientes a esa parcela previamente acotada (ib.1003a23–26). Aristóteles propone, pues, la ontología como un proyecto de ciencia con pretensión de universalidad, aquella universalidad que parece corresponder al estudio de lo que es, en tanto que algo que es, sin más, y no en tanto que es, por ejemplo, fuego, número o línea (IV 2, 1004b6), en cuyo caso nos habríamos situado ya en la perspectiva de una ciencia particular (la física, la aritmética y la geometría, respectivamente).
La constitución de semejante ciencia tropieza inmediatamente, sin embargo, con una dificultad sustantiva y radical. Y es que la omnímoda presencia, explícita o virtual, del verbo ser (eînai) y de su participio (òn) en nuestro discurso acerca de la realidad no garantiza la unidad de una noción que responda, a su vez, a la unidad de un objeto susceptible de tratamiento unitario y coherente. Sin unidad de objeto no hay unidad de ciencia y sin unidad de noción no hay unidad de objeto. Aristóteles es plenamente consciente de esta dificultad. Frente a Parménides y frente a Platón. Aristóteles reconoce la polisemia del verbo ser en sus distintos usos y aplicaciones. Así, el capítulo siguiente (IV 2) comienza estableciendo la tesis de que «la expresión 'algo que es' se dice en muchos sentidos»: tò ón légetao pollachôs) (1033a33), tesis a la cual nunca renuncia Aristóteles. Más bien, a su juicio toda reflexión acerca del lenguaje y acerca de la realidad ha de partir necesariamente de la constatación y del reconocimiento de este hecho incuestionable
La aporía a la que se enfrenta Aristóteles, como ha señalado acertadamente Pierre Aubenque, proviene, en definitiva, del mantenimiento simultáneo de tres tesis cuya conjunción resulta abiertamente inconsciente: 1) «hay una ciencia» de lo que es, en tanto que algo que es, 2) solamente puede haber unidad de ciencia si hay univocidad, «si hay unidad de género», y 3) la expresión «lo que es» carece de univocidad, «'lo que es' no constituye un género». Es obvio que la conjunción de dos cualesquiera de estas tesis comporta de modo inevitable, la exclusión de la restante.
El pensamiento aristotélico no quedó, sin embargo, paralizado definitivamente ante esta aporía. Aristóteles trató de encontrar una salida que, en realidad, pasaría por la matización de las dos primeras de las tesis enunciadas. La matización de la segunda tesis es de capital importancia. Ser no comporta, desde luego, una noción unívoca, sino multívoca. No obstante puntualizará Aristóteles, su multivocidad no es tampoco la de la pura equivocidad u homonimia. Entre los distintos sentidos de 'ser' y 'lo que es' existe una cierta conexión que Aristóteles compara con la conexión existente entre las distintas aplicaciones del término 'sano'. 'Sano' se dice, al menos, del organismo, del color, de la alimentación y del clima, y en cada caso se dice de un modo distinto: del organismo porque se da la salud, del color porque es síntoma de salud, de la alimentación y del clima porque, cada cual a su modo, son favorables a la salud. Pero en todos estos casos hay una cierta conexión: la referencia, en todos y cada uno de ellos, a lo mismo, a la salud. Así ocurre, a juicio de Aristóteles, con el verbo ser y con su participio, 'lo que es', como se explica en el siguiente texto: "de unas cosas se dice que son por ser entidades (ousíai), de otras por ser afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad" (IV 2, 1003b6–10).
Las diversas significaciones de 'lo que es' poseen, por tanto, la unidad peculiar que adquiere una multiplicidad en virtud de su referencia común a algo uno (pròs hén), la referencia a una misma cosa (en el ámbito de lo real) y a una misma noción o significado (en el ámbito del lenguaje): referencia a la salud en el ejemplo utilizado y referencia a la entidad (ousía) en el caso de la indagación ontológica. Semejante forma de unidad comporta, pues, un término (y una noción) fundamental que es primero y que es universal en la medida en que siempre se halla referido o supuesto en cualquier uso del verbo ser. Aristóteles habla de referencia «a una única naturaleza» (mían tinà phýsin: 1003a34), y también de referencia a un único principio (arkē): «así también 'algo que es' se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio» (1003b5–6).
En consonancia con esta interpretación matizada de la polisemia de ser y 'lo que es', Aristóteles matiza también la segunda tesis a que más arriba nos referíamos, es decir, la tesis que solamente puede haber ciencia, unidad de ciencia, si hay univocidad, si hay unidad de género. Aun cuando no sea genérica en sentido estricto, la unidad de referencia posibilita también la unidad de una ciencia: «corresponde, en efecto, a una única ciencia estudiar, no solamente aquellas cosas que se denominan según un solo significado, sino también las que se denominan en relación con una sola naturaleza, pues éstas se denominan también en cierto modo, según un solo significado. Es, pues, evidente que el estudio de las cosas que son, en tanto que cosas que son, corresponde también a una sola ciencia» (IV 2, 1003b12–16). Por lo demás, y puesto que en tales caso hay siempre algo que es primero (el término común de la referencia, la entidad o ousía en nuestro caso), es lógico que la ciencia así constituida se ocupe de manera prioritaria y fundamental de aquello que es primero: «ahora bien, en todos
Julian: no precisas mucho a que aspecto de la filosofia aristotelica te refieres...yo me referire a su postura ante el conocimiento del hombre. Es un pensador empirista, es decir, fundamenta el conocer en los sentidos como medio. Decia que cuando nacemos nuestra mente equivale a una pizarra en blanco y la vamos llenando a traves de lo que percibimos a traves de nuestros sentidos. Solo despues interviene nuestra razon para realizar los procesos logicos con esa informacion recibida: conceptualizar, hacer juicios y establecer deducciones. Este es uno de los aspectos de su filosofia donde polemizo ferreamente con su maestro Platon, para quien el conocimiento perfecto estaba en la contemplacion de las ideas aprendidas por el alma en su estadia en el mundo de las mismas.
P.D. Me disculpo por la falta de acentos en la maquina.
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nose
z
aristoteles pertenecia a la corriente filosofica llamada realismo
El punto de partida fue Platón, pero pronto adoptó una actitud crítica frente a éste. No dejó de lado las enseñanzas de Platón, sino que «ató los cabos sueltos» y desarrolló las ideas de su antiguo maestro.
Para Aristóteles, la idea de participación platónica no explica la verdadera realidad de la physis (de los procesos naturales).
Aristóteles admite como Platón y Sócrates que la esencia es lo que define al ser, pero la diferencia en que la esencia es la forma que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el ser, que es la sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la investigación científica.
Heráclito y Parménides hicieron una explicación muy parcial mediante la unidad y la pluralidad.
De Anaxágoras Aristóteles recogió la noción del noûs (la 'Inteligencia').
De los pitagóricos valoró su dedicación por las matemáticas.
En definitiva, Aristóteles construyó un sistema filosófico propio.
Aristóteles fue discípulo de Platón, pero esto no significó que no criticase su teoría de las Ideas. Para intentar solventar las diferencias entre Heráclito y Parménides, Platón propuso la existencia de dos mundos: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Sin embargo, su discípulo (Aristóteles) no estaba de acuerdo. Para Aristóteles, sólo hay un mundo, y la teoría platónica le parece absurda por varios motivos:
En primer lugar, se muestra conforme con la idea de que la ciencia ha de basarse en conceptos universales, pero no encuentra explicación a por qué éstos han de estar representados en otra esfera de la realidad. Aristóteles considera absurdo utilizar el Mundo de las Ideas al juzgar que el Mundo Sensible es suficiente. Como las Ideas no están en las cosas mismas, no pueden ofrecer ninguna clave explicativa de éstas. Las Ideas son estáticas, por lo tanto, no se pueden utilizar para explicar el movimiento o los procesos naturales. Para Aristóteles, las Ideas son inmanentes a las cosas particulares y concretas, que son las que forman la verdadera realidad. Por último, hace una crítica del concepto de participación empleado por Platón.
Metafísica, luego de la física
El problema del cambio
Para empezar hay que recordar que Aristóteles era un hombre puramente empirista, es decir, fundamentó los conocimientos humanos en la experiencia.
Una de las primeras preocupaciones fue encontrar una explicación racional para lo que nos rodea.
Los presocráticos se percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa que se halla en continua y perpetua transformación.
Heráclito de Éfeso considera que todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la ley del universo.
Parménides, al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.
Platón, supone una especie de síntesis, es decir, una unión o una suma de estas dos concepciones opuestas: la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo sensible, caracterizado por un proceso constante de transformación y, por el otro, tenemos el mundo abstracto y perfecto de las Ideas, caracterizado por la eternidad y la incorruptibilidad.
La búsqueda de la ciencia de lo que es, en tanto que algo que es.
En el comienzo mismo del libro IV de la Metafísica aparece formulada la conocida declaración enfática según la cual «hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen» (IV, 1003a21–22). Inmediatamente añade Aristóteles que tal ciencia «no se identifica con ninguna de las ciencias particulares». En efecto, ninguna de las ciencias particulares se ocupa «universalmente de lo que es», sino que cada una de ellas secciona o acota una parcela de la realidad ocupándose en estudiar las propiedades pertenecientes a esa parcela previamente acotada (ib.1003a23–26). Aristóteles propone, pues, la ontología como un proyecto de ciencia con pretensión de universalidad, aquella universalidad que parece corresponder al estudio de lo que es, en tanto que algo que es, sin más, y no en tanto que es, por ejemplo, fuego, número o línea (IV 2, 1004b6), en cuyo caso nos habríamos situado ya en la perspectiva de una ciencia particular (la física, la aritmética y la geometría, respectivamente).
La constitución de semejante ciencia tropieza inmediatamente, sin embargo, con una dificultad sustantiva y radical. Y es que la omnímoda presencia, explícita o virtual, del verbo ser (eînai) y de su participio (òn) en nuestro discurso acerca de la realidad no garantiza la unidad de una noción que responda, a su vez, a la unidad de un objeto susceptible de tratamiento unitario y coherente. Sin unidad de objeto no hay unidad de ciencia y sin unidad de noción no hay unidad de objeto. Aristóteles es plenamente consciente de esta dificultad. Frente a Parménides y frente a Platón. Aristóteles reconoce la polisemia del verbo ser en sus distintos usos y aplicaciones. Así, el capítulo siguiente (IV 2) comienza estableciendo la tesis de que «la expresión 'algo que es' se dice en muchos sentidos»: tò ón légetao pollachôs) (1033a33), tesis a la cual nunca renuncia Aristóteles. Más bien, a su juicio toda reflexión acerca del lenguaje y acerca de la realidad ha de partir necesariamente de la constatación y del reconocimiento de este hecho incuestionable
La aporía a la que se enfrenta Aristóteles, como ha señalado acertadamente Pierre Aubenque, proviene, en definitiva, del mantenimiento simultáneo de tres tesis cuya conjunción resulta abiertamente inconsciente: 1) «hay una ciencia» de lo que es, en tanto que algo que es, 2) solamente puede haber unidad de ciencia si hay univocidad, «si hay unidad de género», y 3) la expresión «lo que es» carece de univocidad, «'lo que es' no constituye un género». Es obvio que la conjunción de dos cualesquiera de estas tesis comporta de modo inevitable, la exclusión de la restante.
El pensamiento aristotélico no quedó, sin embargo, paralizado definitivamente ante esta aporía. Aristóteles trató de encontrar una salida que, en realidad, pasaría por la matización de las dos primeras de las tesis enunciadas. La matización de la segunda tesis es de capital importancia. Ser no comporta, desde luego, una noción unívoca, sino multívoca. No obstante puntualizará Aristóteles, su multivocidad no es tampoco la de la pura equivocidad u homonimia. Entre los distintos sentidos de 'ser' y 'lo que es' existe una cierta conexión que Aristóteles compara con la conexión existente entre las distintas aplicaciones del término 'sano'. 'Sano' se dice, al menos, del organismo, del color, de la alimentación y del clima, y en cada caso se dice de un modo distinto: del organismo porque se da la salud, del color porque es síntoma de salud, de la alimentación y del clima porque, cada cual a su modo, son favorables a la salud. Pero en todos estos casos hay una cierta conexión: la referencia, en todos y cada uno de ellos, a lo mismo, a la salud. Así ocurre, a juicio de Aristóteles, con el verbo ser y con su participio, 'lo que es', como se explica en el siguiente texto: "de unas cosas se dice que son por ser entidades (ousíai), de otras por ser afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad" (IV 2, 1003b6–10).
Las diversas significaciones de 'lo que es' poseen, por tanto, la unidad peculiar que adquiere una multiplicidad en virtud de su referencia común a algo uno (pròs hén), la referencia a una misma cosa (en el ámbito de lo real) y a una misma noción o significado (en el ámbito del lenguaje): referencia a la salud en el ejemplo utilizado y referencia a la entidad (ousía) en el caso de la indagación ontológica. Semejante forma de unidad comporta, pues, un término (y una noción) fundamental que es primero y que es universal en la medida en que siempre se halla referido o supuesto en cualquier uso del verbo ser. Aristóteles habla de referencia «a una única naturaleza» (mían tinà phýsin: 1003a34), y también de referencia a un único principio (arkē): «así también 'algo que es' se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio» (1003b5–6).
En consonancia con esta interpretación matizada de la polisemia de ser y 'lo que es', Aristóteles matiza también la segunda tesis a que más arriba nos referíamos, es decir, la tesis que solamente puede haber ciencia, unidad de ciencia, si hay univocidad, si hay unidad de género. Aun cuando no sea genérica en sentido estricto, la unidad de referencia posibilita también la unidad de una ciencia: «corresponde, en efecto, a una única ciencia estudiar, no solamente aquellas cosas que se denominan según un solo significado, sino también las que se denominan en relación con una sola naturaleza, pues éstas se denominan también en cierto modo, según un solo significado. Es, pues, evidente que el estudio de las cosas que son, en tanto que cosas que son, corresponde también a una sola ciencia» (IV 2, 1003b12–16). Por lo demás, y puesto que en tales caso hay siempre algo que es primero (el término común de la referencia, la entidad o ousía en nuestro caso), es lógico que la ciencia así constituida se ocupe de manera prioritaria y fundamental de aquello que es primero: «ahora bien, en todos
Julian: no precisas mucho a que aspecto de la filosofia aristotelica te refieres...yo me referire a su postura ante el conocimiento del hombre. Es un pensador empirista, es decir, fundamenta el conocer en los sentidos como medio. Decia que cuando nacemos nuestra mente equivale a una pizarra en blanco y la vamos llenando a traves de lo que percibimos a traves de nuestros sentidos. Solo despues interviene nuestra razon para realizar los procesos logicos con esa informacion recibida: conceptualizar, hacer juicios y establecer deducciones. Este es uno de los aspectos de su filosofia donde polemizo ferreamente con su maestro Platon, para quien el conocimiento perfecto estaba en la contemplacion de las ideas aprendidas por el alma en su estadia en el mundo de las mismas.
P.D. Me disculpo por la falta de acentos en la maquina.