¡Cuanta resignación y ternura expresa el manojo florido de la madreselva!
Existe una hermosa leyenda sobre esta trepadora, muy común en el noroeste argentino. Cuenta la tradición que en época de los conquistadores -un joven indio guaraní- fue sorprendido cierto día, cuando desde lo mas alto de un robusto urunday junto a un lago, contemplaba extasiado como recreábase en las cristalinas aguas la hermana de alférez español Gaspar de lozada. Preso de inmediato, fue sometido a un duro castigo, sin que los terribles azotes lograran arrancarle una sola palabra.
Los ejecutores de tormento, deseosos de doblegar la altivez del joven guerrero guaraní, decidieron someterlo a una prueba tremenda: privarle de los ojos para siempre. Pero, cuando uno de sus torturadores se acerco llevando en sus manos un hierro candente, el indio sin esfuerzo rompió las ligaduras y con ágil y felino salto se encaramo hasta el muro que circundaba al frente. Un salto mas y habría sido suya la ansiada libertad.
Mas, no pudo ser así. Un certero disparo de arcabuz lo paralizo allí mismo, quedando postrado sobre el muro, como adherido a el en la serenidad de su agonía, mientras sus labios expresaban una última sonrisa. Era el potrer adiós a la selva, madre acogedora de su raza. De sus negros ojos, que pecaron sin duda, por amor y por admirar la belleza de una hermosa mujer española, rodaron lagrimas... las ultimas.
Yasí concluye la leyenda, completó lo demás. Con su agentada lluvia de roció transformo los despojos del valeroso guerrero indio, en una trepadora florida y prodigiosa. Le dicen la madreselva. Y sus fragantes y blanquísimas, cornetines minúsculos de espuma, reunidas en simétricas sartales representan el llanto de la resignación y la ternura, desde entonces.
Yasí: la luna.
Espero que sea ésta la que deseabas...si no, de cualquier modo, es bonita, no crees?
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La leyenda de la Madreselva
¡Cuanta resignación y ternura expresa el manojo florido de la madreselva!
Existe una hermosa leyenda sobre esta trepadora, muy común en el noroeste argentino. Cuenta la tradición que en época de los conquistadores -un joven indio guaraní- fue sorprendido cierto día, cuando desde lo mas alto de un robusto urunday junto a un lago, contemplaba extasiado como recreábase en las cristalinas aguas la hermana de alférez español Gaspar de lozada. Preso de inmediato, fue sometido a un duro castigo, sin que los terribles azotes lograran arrancarle una sola palabra.
Los ejecutores de tormento, deseosos de doblegar la altivez del joven guerrero guaraní, decidieron someterlo a una prueba tremenda: privarle de los ojos para siempre. Pero, cuando uno de sus torturadores se acerco llevando en sus manos un hierro candente, el indio sin esfuerzo rompió las ligaduras y con ágil y felino salto se encaramo hasta el muro que circundaba al frente. Un salto mas y habría sido suya la ansiada libertad.
Mas, no pudo ser así. Un certero disparo de arcabuz lo paralizo allí mismo, quedando postrado sobre el muro, como adherido a el en la serenidad de su agonía, mientras sus labios expresaban una última sonrisa. Era el potrer adiós a la selva, madre acogedora de su raza. De sus negros ojos, que pecaron sin duda, por amor y por admirar la belleza de una hermosa mujer española, rodaron lagrimas... las ultimas.
Yasí concluye la leyenda, completó lo demás. Con su agentada lluvia de roció transformo los despojos del valeroso guerrero indio, en una trepadora florida y prodigiosa. Le dicen la madreselva. Y sus fragantes y blanquísimas, cornetines minúsculos de espuma, reunidas en simétricas sartales representan el llanto de la resignación y la ternura, desde entonces.
Yasí: la luna.
Espero que sea ésta la que deseabas...si no, de cualquier modo, es bonita, no crees?
Saludos desde Madrid :)
no la e leÃdo