La "Chanson de Roland", conocida en nuestro pais como el Cantar de Roldán, es un relato épico de la Batalla de Roncesvalles, y los heroicos hechos de armas protagonizados por Roldán, un caballero franco al servicio de Carlomagno.
De tradición oral, el relato fue puesto por escrito en la segunda mitad del s. XII, fecha en la que podemos datar el manuscrito más antiguo que se conserva de esta obra, el Manuscrito de Oxford, escrito en lengua anglo-normanda.
Trasfondo histórico
Este Cantar de gesta narra deformando legendariamente los hechos de la batalla de Roncesvalles, que históricamente no pasó de ser una escaramuza, y que pudo enfrentar a tribus de vascones contra la retaguardia de las fuerzas carolingias al mando del conde Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña.
No está claro que por la envergadura del encuentro llegara a ser considerada una batalla, en los llanos de Roncesvalles y Burguete. Lo más probable es que se tratara de una emboscada sufrida por la columna carolingia el 15 de agosto de 778 en los desfiladeros de Valcarlos, en la vertiente norpirenaica, según datos extraídos de anales y crónicas del siglo IX.
En resumen, el Cantar de Roldán narra cómo Carlomagno, aliado a ciertos caudillos musulmanes en sus luchas contra otros, atraviesa los Pirineos en la primavera de 778, toma la ciudad de Pamplona y sitia Zaragoza. Reclamado en su propio reino debido a un ataque de los sajones y a un amotinamiento en la región de Aquitania, levanta el asedio, saquea Pamplona y emprende el regreso. Es entonces, en venganza al saqueo de la ciudad Pamplona cuando su retaguardia es atacada por montañeses vasco-navarros, en el Cantar convenientemente transmutados en crueles musulmanes.
El relato
El Cantar de Roldán se escribe unos tres siglos después de los hechos. Tiempo suficiente para que los hechos se transformen y el personaje de Roldán, que sólo era el conde de la Marca de Bretaña, se convierta en el sobrino del viejo emperador Carlomagno. Los hechos se adornan y se les dota de una dimensión épica y heroica...
" ... El combate es magnífico, la lucha se torna general. El conde Roldán no preserva su persona. Hiere con su pica mientras le dura el asta; después de quince golpes la ha roto, destrozándola completamente. Entonces desnuda a Durandarte, su buena espada. Espolea a su caballo y acomete a Chernublo. Le parte el yelmo en el que centellean los carbunclos, le desgarra la cofia junto con el cuero cabelludo, le hiende el rostro entre los dos ojos y la cota blanca de menudas mallas, y el tronco hasta la horcajadura. A través de la silla, con incrustaciones de oro, la espada se hunde en el caballo. Le parte el espinazo sin buscar la juntura y lo derriba muerto con su jinete sobre la abundante hierba del prado... "
En el Cantar, la emboscada de los vascones pasa a ser un ataque de 400.000 sarracenos, que atacan a la hueste francesa siguiendo las indicaciones del traidor Ganelón, quien a pesar de ser el suegro de Roldán, trama una estratagema para causar su muerte:
Roldán es atacado mientras se queda de retaguardia de las tropas francesas, cuyo grueso había atravesado ya los Pirineos acompañando a Carlomagno. Roldán, valiente y temerario, no quiere usar su cuerno (el olifante) para llamar en su auxilio al grueso del ejército, que ha pasado ya el desfiladero. Roldán, asistido por la flor de la caballería francesa, pelea con valentía, rechaza dos oleadas de paganos, pero a un alto precio. Uno a uno van cayendo los caballeros ante el número incalculable de moros que les acosan. Roldán se decide, por fin, a tocar el olifante para avisar a su tío, el Emperador Carlomagno. Pero es demasiado tarde, se queda solo en la pelea y sucumbe, como los demás frente al enemigo. Antes de morir desea romper su espada Durandarte para que no caiga en manos del enemigo, pero la piedra contra la que golpea su espada se parte, por la fuerza del golpe de Roldán.
La lucha ha sido heroica y los caballeros franceses han aguantado la acometida del enemigo hasta el fín de sus fuerzas. La derrota de Roldán y los Doce Pares de Francia ha sido gracias a la traición del pérfido Ganelón, que sugirió la emboscada a los musulmanes, y quien es finalmente ajusticiado de la más cruel e ignominiosa forma: Por desmembramiento.
El rey Carlomagno se encuentra en España y manda un mensaje al rey Marsil, el rey de los sarracenos, el cual pide que se una Marsil a Francia. El mensajero era Ganelón, quien al transmitir el mensaje trama una traición para que Francia huya de España y se debilite. Ganelón vuelve y como si nada, y para volver a Aix, propone que a la retaguardia esté Roldán y Oliveros. Roldán accede y solo pide veinte mil soldados. A la vuelta pasan por el paso de Roncesvalles. Allí sufren un ataque por parte de los sarracenos, para poder ganar cada francés tenia que matar a cinco sarracenos y no sufrir ninguna baja; Roldán veía que eran muchos pero no accede a al petición de tocar el olifante de Oliveros. Van perdiendo soldados hasta que quedan muy pocos y toca el olifante. Carlos lo oye y va a la batalla, pero llega muy tarde, Roldán ya había sido muerto por los sarracenos. Carlos entra en cólera, y espera una noche a visitar el campo de batalla. Encuentran a Roldán y Oliveros, les quitan los corazones y los llevan ha enterrar. Carlos se quiere vengar y derrota al ejercito al que había pedido Marsil ayuda, después termina conquistando Zaragoza. Vuelve a Francia y hace en juicio para matar a Ganelón por traición. Lo mata y convierte al cristianismo a la mujer de Marsil.
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El Cantar de Roldán
La "Chanson de Roland", conocida en nuestro pais como el Cantar de Roldán, es un relato épico de la Batalla de Roncesvalles, y los heroicos hechos de armas protagonizados por Roldán, un caballero franco al servicio de Carlomagno.
De tradición oral, el relato fue puesto por escrito en la segunda mitad del s. XII, fecha en la que podemos datar el manuscrito más antiguo que se conserva de esta obra, el Manuscrito de Oxford, escrito en lengua anglo-normanda.
Trasfondo histórico
Este Cantar de gesta narra deformando legendariamente los hechos de la batalla de Roncesvalles, que históricamente no pasó de ser una escaramuza, y que pudo enfrentar a tribus de vascones contra la retaguardia de las fuerzas carolingias al mando del conde Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña.
No está claro que por la envergadura del encuentro llegara a ser considerada una batalla, en los llanos de Roncesvalles y Burguete. Lo más probable es que se tratara de una emboscada sufrida por la columna carolingia el 15 de agosto de 778 en los desfiladeros de Valcarlos, en la vertiente norpirenaica, según datos extraídos de anales y crónicas del siglo IX.
En resumen, el Cantar de Roldán narra cómo Carlomagno, aliado a ciertos caudillos musulmanes en sus luchas contra otros, atraviesa los Pirineos en la primavera de 778, toma la ciudad de Pamplona y sitia Zaragoza. Reclamado en su propio reino debido a un ataque de los sajones y a un amotinamiento en la región de Aquitania, levanta el asedio, saquea Pamplona y emprende el regreso. Es entonces, en venganza al saqueo de la ciudad Pamplona cuando su retaguardia es atacada por montañeses vasco-navarros, en el Cantar convenientemente transmutados en crueles musulmanes.
El relato
El Cantar de Roldán se escribe unos tres siglos después de los hechos. Tiempo suficiente para que los hechos se transformen y el personaje de Roldán, que sólo era el conde de la Marca de Bretaña, se convierta en el sobrino del viejo emperador Carlomagno. Los hechos se adornan y se les dota de una dimensión épica y heroica...
" ... El combate es magnífico, la lucha se torna general. El conde Roldán no preserva su persona. Hiere con su pica mientras le dura el asta; después de quince golpes la ha roto, destrozándola completamente. Entonces desnuda a Durandarte, su buena espada. Espolea a su caballo y acomete a Chernublo. Le parte el yelmo en el que centellean los carbunclos, le desgarra la cofia junto con el cuero cabelludo, le hiende el rostro entre los dos ojos y la cota blanca de menudas mallas, y el tronco hasta la horcajadura. A través de la silla, con incrustaciones de oro, la espada se hunde en el caballo. Le parte el espinazo sin buscar la juntura y lo derriba muerto con su jinete sobre la abundante hierba del prado... "
En el Cantar, la emboscada de los vascones pasa a ser un ataque de 400.000 sarracenos, que atacan a la hueste francesa siguiendo las indicaciones del traidor Ganelón, quien a pesar de ser el suegro de Roldán, trama una estratagema para causar su muerte:
Roldán es atacado mientras se queda de retaguardia de las tropas francesas, cuyo grueso había atravesado ya los Pirineos acompañando a Carlomagno. Roldán, valiente y temerario, no quiere usar su cuerno (el olifante) para llamar en su auxilio al grueso del ejército, que ha pasado ya el desfiladero. Roldán, asistido por la flor de la caballería francesa, pelea con valentía, rechaza dos oleadas de paganos, pero a un alto precio. Uno a uno van cayendo los caballeros ante el número incalculable de moros que les acosan. Roldán se decide, por fin, a tocar el olifante para avisar a su tío, el Emperador Carlomagno. Pero es demasiado tarde, se queda solo en la pelea y sucumbe, como los demás frente al enemigo. Antes de morir desea romper su espada Durandarte para que no caiga en manos del enemigo, pero la piedra contra la que golpea su espada se parte, por la fuerza del golpe de Roldán.
La lucha ha sido heroica y los caballeros franceses han aguantado la acometida del enemigo hasta el fín de sus fuerzas. La derrota de Roldán y los Doce Pares de Francia ha sido gracias a la traición del pérfido Ganelón, que sugirió la emboscada a los musulmanes, y quien es finalmente ajusticiado de la más cruel e ignominiosa forma: Por desmembramiento.
El rey Carlomagno se encuentra en España y manda un mensaje al rey Marsil, el rey de los sarracenos, el cual pide que se una Marsil a Francia. El mensajero era Ganelón, quien al transmitir el mensaje trama una traición para que Francia huya de España y se debilite. Ganelón vuelve y como si nada, y para volver a Aix, propone que a la retaguardia esté Roldán y Oliveros. Roldán accede y solo pide veinte mil soldados. A la vuelta pasan por el paso de Roncesvalles. Allí sufren un ataque por parte de los sarracenos, para poder ganar cada francés tenia que matar a cinco sarracenos y no sufrir ninguna baja; Roldán veía que eran muchos pero no accede a al petición de tocar el olifante de Oliveros. Van perdiendo soldados hasta que quedan muy pocos y toca el olifante. Carlos lo oye y va a la batalla, pero llega muy tarde, Roldán ya había sido muerto por los sarracenos. Carlos entra en cólera, y espera una noche a visitar el campo de batalla. Encuentran a Roldán y Oliveros, les quitan los corazones y los llevan ha enterrar. Carlos se quiere vengar y derrota al ejercito al que había pedido Marsil ayuda, después termina conquistando Zaragoza. Vuelve a Francia y hace en juicio para matar a Ganelón por traición. Lo mata y convierte al cristianismo a la mujer de Marsil.