Se ha dicho que la felicidad es un estado de bienestar relativamente estable. Se caracteriza por emociones que van desde la satisfacción hasta un profundo e intenso júbilo, y por un deseo natural de que esa situación continúe
Hoy en día, la sociedad fomenta la idea de que la riqueza trae la felicidad, y millones de personas mantienen un ritmo agotador en su frenético empeño por hacerse ricas, sacrificando en muchos casos las relaciones personales y otros aspectos importantes de la vida. Como hormigas en un hormiguero, no dejan de correr de un lado para otro y dedican poco tiempo a meditar o a estar juntos. No es de extrañar que un informe de Los Angeles Times señale: “El número de depresiones diagnosticadas no deja de aumentar, y la edad en que [la depresión] aparece continúa descendiendo. [...] Los antidepresivos encabezan las listas de venta de las compañías farmacéuticas”. Millones de personas toman drogas ilegales o tratan de ahogar sus problemas en el alcohol, y hay quienes gastan el dinero sin ningún control cuando están deprimidos. Según cierta encuesta, “las mujeres son más proclives a someterse a una terapia de compras”, informa el rotativo británico The Guardian. “Cuando están deprimidas tienen tres veces más probabilidades de ir de compras que los hombres.”
Sin embargo, la verdadera felicidad no se halla en una tienda, en una botella, en una píldora, en una jeringa o en una cuenta bancaria. La felicidad no se vende, es gratis. ¿Dónde podemos conseguir tan preciado regalo?
UN GUÍA espiritual budista, el Dalai Lama, dijo: “Creo que el verdadero propósito de la vida es buscar la felicidad”. Según él, esta se consigue al educar o disciplinar la mente y el corazón, pues añadió: “La mente [...] es el único instrumento que necesitamos para alcanzar la felicidad absoluta”. La creencia en Dios, afirma, es innecesaria.
Por otra parte, examinemos el ejemplo de Jesús, quien tuvo una fe firme en Dios y cuyas enseñanzas han ejercido una poderosa influencia en cientos de millones de personas a lo largo de los siglos. Él se interesó en la felicidad humana. Introdujo su famoso Sermón del Monte con nueve bienaventuranzas, expresiones que comienzan con las palabras “felices son” (Mateo 5:1-12). En él enseñó a sus oyentes a examinar, purificar y disciplinar la mente y el corazón, así como a sustituir los pensamientos violentos, inmorales y egoístas por ideas pacíficas, limpias y amorosas (Mateo 5:21, 22, 27, 28; 6:19-21). Como nos exhortó uno de sus discípulos tiempo después, debemos ‘continuar considerando’ las cosas que son ‘verdaderas, de seria consideración, justas, castas, amables, de buena reputación, virtuosas y dignas de alabanza’ (Filipenses 4:8).
Jesús sabía que la verdadera felicidad precisa de las relaciones con el prójimo. Los seres humanos somos sociables por naturaleza, de modo que no podemos ser realmente felices si nos aislamos o si vivimos en continuo conflicto con los que nos rodean. Solo lo seremos si nos sentimos queridos y si amamos a los demás, y Jesús explicó que para ello es vital que gocemos de una buena relación con Dios. Es precisamente aquí donde sus enseñanzas difieren de las del Dalai Lama, pues Cristo mostró que el hombre no puede disfrutar de felicidad genuina si prescinde de Dios.
Los cristianos anhelan que llegue el tiempo en que los seres humanos fieles obtengan vida perfecta en una Tierra paradisíaca (Lucas 23:42, 43). Revelación (Apocalipsis) 21:3, 4 da más detalles sobre dicha esperanza: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. [...] Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.
Todos los que esperan disfrutar de ese futuro tienen razones sólidas para ser felices, incluso si sus circunstancias actuales dejan mucho que desear (Santiago 1:12). Así que, ¿por qué no investiga la Biblia y averigua por qué es digna de confianza? Reafírmese en su esperanza dedicando tiempo a leer las Escrituras todos los días. Hacerlo enriquecerá su espiritualidad, le ayudará a evitar lo que priva de felicidad a la gente y le dará un sentido de satisfacción. En definitiva, el secreto de la verdadera felicidad es hacer la voluntad de Dios (Eclesiastés 12:13). Una vida edificada en la obediencia a los preceptos bíblicos es una vida feliz, pues Jesús dijo: “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” (Lucas 11:28).
Sentirte bien contigo mismo quererte valorarte aceptarte tal como eres la felicidad no está en tener todo lo q quieres si no en querer todo lo q tienes
No tener preocupacion por tu seres queridos o personas que amas, amigos que nunca te dejaron solos, familiares ect por que tu sabes que ellos estan bien, sin embargo amigo mio yo eh perdido esa felicidad hace 2 años (2014) y nunca mas volvi a recuperarlo, tu si tienes la capacidad de encontrar esa felicidad teniendo la mente positiva y decir que todo va estar bien pero eso sí sentir que todo va a salir bien porque asi uno va siendo feliz en la vida sin ninguna preocupacion, pero si tienes una preocupacion por algun estudio, colegio, amoríos ect es lo normal, pero siempre y cuando tu seres queridos o las personas que tu mas amas esten bien.
La felicidad no consiste en hacer, lograr, adquirir,o tener lo que queremos, a veces pedimos paz, amor, seguridad y felicidad pero no damos nada a DIOS, y es que de eso depende la felicidad en darle a Dios lo que le pertenece para lograr la verdadera felicidad. para ser felíz, solo se necesita tener a Cristo como salvador. La felicidad es Cristo Jesús.
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Paz interna ....
Se ha dicho que la felicidad es un estado de bienestar relativamente estable. Se caracteriza por emociones que van desde la satisfacción hasta un profundo e intenso júbilo, y por un deseo natural de que esa situación continúe
Hoy en día, la sociedad fomenta la idea de que la riqueza trae la felicidad, y millones de personas mantienen un ritmo agotador en su frenético empeño por hacerse ricas, sacrificando en muchos casos las relaciones personales y otros aspectos importantes de la vida. Como hormigas en un hormiguero, no dejan de correr de un lado para otro y dedican poco tiempo a meditar o a estar juntos. No es de extrañar que un informe de Los Angeles Times señale: “El número de depresiones diagnosticadas no deja de aumentar, y la edad en que [la depresión] aparece continúa descendiendo. [...] Los antidepresivos encabezan las listas de venta de las compañías farmacéuticas”. Millones de personas toman drogas ilegales o tratan de ahogar sus problemas en el alcohol, y hay quienes gastan el dinero sin ningún control cuando están deprimidos. Según cierta encuesta, “las mujeres son más proclives a someterse a una terapia de compras”, informa el rotativo británico The Guardian. “Cuando están deprimidas tienen tres veces más probabilidades de ir de compras que los hombres.”
Sin embargo, la verdadera felicidad no se halla en una tienda, en una botella, en una píldora, en una jeringa o en una cuenta bancaria. La felicidad no se vende, es gratis. ¿Dónde podemos conseguir tan preciado regalo?
UN GUÍA espiritual budista, el Dalai Lama, dijo: “Creo que el verdadero propósito de la vida es buscar la felicidad”. Según él, esta se consigue al educar o disciplinar la mente y el corazón, pues añadió: “La mente [...] es el único instrumento que necesitamos para alcanzar la felicidad absoluta”. La creencia en Dios, afirma, es innecesaria.
Por otra parte, examinemos el ejemplo de Jesús, quien tuvo una fe firme en Dios y cuyas enseñanzas han ejercido una poderosa influencia en cientos de millones de personas a lo largo de los siglos. Él se interesó en la felicidad humana. Introdujo su famoso Sermón del Monte con nueve bienaventuranzas, expresiones que comienzan con las palabras “felices son” (Mateo 5:1-12). En él enseñó a sus oyentes a examinar, purificar y disciplinar la mente y el corazón, así como a sustituir los pensamientos violentos, inmorales y egoístas por ideas pacíficas, limpias y amorosas (Mateo 5:21, 22, 27, 28; 6:19-21). Como nos exhortó uno de sus discípulos tiempo después, debemos ‘continuar considerando’ las cosas que son ‘verdaderas, de seria consideración, justas, castas, amables, de buena reputación, virtuosas y dignas de alabanza’ (Filipenses 4:8).
Jesús sabía que la verdadera felicidad precisa de las relaciones con el prójimo. Los seres humanos somos sociables por naturaleza, de modo que no podemos ser realmente felices si nos aislamos o si vivimos en continuo conflicto con los que nos rodean. Solo lo seremos si nos sentimos queridos y si amamos a los demás, y Jesús explicó que para ello es vital que gocemos de una buena relación con Dios. Es precisamente aquí donde sus enseñanzas difieren de las del Dalai Lama, pues Cristo mostró que el hombre no puede disfrutar de felicidad genuina si prescinde de Dios.
Los cristianos anhelan que llegue el tiempo en que los seres humanos fieles obtengan vida perfecta en una Tierra paradisíaca (Lucas 23:42, 43). Revelación (Apocalipsis) 21:3, 4 da más detalles sobre dicha esperanza: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. [...] Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.
Todos los que esperan disfrutar de ese futuro tienen razones sólidas para ser felices, incluso si sus circunstancias actuales dejan mucho que desear (Santiago 1:12). Así que, ¿por qué no investiga la Biblia y averigua por qué es digna de confianza? Reafírmese en su esperanza dedicando tiempo a leer las Escrituras todos los días. Hacerlo enriquecerá su espiritualidad, le ayudará a evitar lo que priva de felicidad a la gente y le dará un sentido de satisfacción. En definitiva, el secreto de la verdadera felicidad es hacer la voluntad de Dios (Eclesiastés 12:13). Una vida edificada en la obediencia a los preceptos bíblicos es una vida feliz, pues Jesús dijo: “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” (Lucas 11:28).
Paz con sigo mismo.
Sentirte bien contigo mismo quererte valorarte aceptarte tal como eres la felicidad no está en tener todo lo q quieres si no en querer todo lo q tienes
No tener preocupacion por tu seres queridos o personas que amas, amigos que nunca te dejaron solos, familiares ect por que tu sabes que ellos estan bien, sin embargo amigo mio yo eh perdido esa felicidad hace 2 años (2014) y nunca mas volvi a recuperarlo, tu si tienes la capacidad de encontrar esa felicidad teniendo la mente positiva y decir que todo va estar bien pero eso sí sentir que todo va a salir bien porque asi uno va siendo feliz en la vida sin ninguna preocupacion, pero si tienes una preocupacion por algun estudio, colegio, amoríos ect es lo normal, pero siempre y cuando tu seres queridos o las personas que tu mas amas esten bien.
Un saludo te deseo un buen dia
Comer y no engordar :)
ZER FELIZ
Estar feliz es lo mejor y tdv mejor si es por amor
Momentos felices que se deben vivir a plenitud.
La felicidad no consiste en hacer, lograr, adquirir,o tener lo que queremos, a veces pedimos paz, amor, seguridad y felicidad pero no damos nada a DIOS, y es que de eso depende la felicidad en darle a Dios lo que le pertenece para lograr la verdadera felicidad. para ser felíz, solo se necesita tener a Cristo como salvador. La felicidad es Cristo Jesús.