es un poema
A un hombre de gran nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.
Hola:
Con la intención de ponerlo en ridÃculo, en aquél tiempo (siglo de oro español) se acostumbraba lanzar poemas alusivos a los defectos del otro, como el poema que mencionas, que según algunos le dedicó al cura párroco de El Fresno de Torote, que la lucÃa en su cara para sorpresa y regodeo de cuantos le conocÃan. Curiosamente, aunque Quevedo era patizambo (tartamudo de los pies según él y Patacoja según Ruiz de Alarcón, al que nuestro poeta regalaba con el apodo de Corcovilla por ser jorobado ), miope (Poeta de Cuatro Ojos se llamó a sà mismo) y alguna vez manifestó la necesidad de no burlarse de tales defectos coporales porque fuera inhumanidad y mal uso de razón censurar ni vituperar, no siempre fue cuidadoso y arremetió sin piedad contra las deficiencias propias y ajenas.
Francisco de Quevedo
(1580-1645)
A una nariz
Ãrase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Ãrase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto, 10
las doce Tribus de narices era.
Ãrase un naricÃsimo infinito,
muchÃsimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Suerte.
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A un hombre de gran nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.
Hola:
Con la intención de ponerlo en ridÃculo, en aquél tiempo (siglo de oro español) se acostumbraba lanzar poemas alusivos a los defectos del otro, como el poema que mencionas, que según algunos le dedicó al cura párroco de El Fresno de Torote, que la lucÃa en su cara para sorpresa y regodeo de cuantos le conocÃan. Curiosamente, aunque Quevedo era patizambo (tartamudo de los pies según él y Patacoja según Ruiz de Alarcón, al que nuestro poeta regalaba con el apodo de Corcovilla por ser jorobado ), miope (Poeta de Cuatro Ojos se llamó a sà mismo) y alguna vez manifestó la necesidad de no burlarse de tales defectos coporales porque fuera inhumanidad y mal uso de razón censurar ni vituperar, no siempre fue cuidadoso y arremetió sin piedad contra las deficiencias propias y ajenas.
Francisco de Quevedo
(1580-1645)
A una nariz
Ãrase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Ãrase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto, 10
las doce Tribus de narices era.
Ãrase un naricÃsimo infinito,
muchÃsimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Suerte.