Los capitales “golondrina” son aquellos que llegan al país por corto tiempo, aprovechan las altas tasas de rentabilidad y luego salen “volando”, como golondrinas. Para muchos comentaristas económicos, aquéllos son la causa de la apreciación del peso que trae, como corolario, todos los males a los exportadores.
No es necesario ser un experto para advertir las inconsistencias en que algunos economistas, no todos, claro, incurren en el análisis del “golondrinazo”.
Primero debemos advertir que el dólar barato se debe a la enorme oferta del mismo en el mercado de de divisas. Obvio. Las inversiones extranjeras en exploración y refinación de petróleo, en minería, en telefonía, en tiendas de grandes superficies, en proyectos hidroeléctricos, tráfico de drogas…ctc han hecho que en Colombia nos tropecemos con el dólar en cada esquina. Segundo, los exportadores contribuyen con el auge de dicha oferta debido a los dólares que reciben por sus exportaciones. Obvio. Por lo tanto ellos son también causantes del mal que los aqueja. Tercero, su queja y solicitud de protección al gobierno no indica otra cosa que ellos quieren ser los únicos traedores de dólares al país y, claro, que no sean muchos esos traedores de dólares porque de lo contrario se dañaría el negocio ¿No les recuerda el decreto-ley 444 de 1967 e impuesto por Carlos Lleras?
Las soluciones que proponen los gremios exportadores están cargadas de cinismo y conducen a una espiral inflacionaria. Veamos: Los gremios le piden al Banco de la República que bajen las tasas de interés, que están ahora en el 9.75%, para desincentivar el ingreso de capitales golondrinas que, según ellos, traen una apreciación del peso colombiano. Pero aquellos gremios exportadores se niegan, maliciosamente, a aceptar que una baja en los intereses del Banco de la República trae una expansión del crédito que tiene los mismos efectos que genera la impresión de billetes puestos a circular y de allí el aumento artificial de precios de bienes y servicios. Alegan que la inflación que estamos observando se debe solamente a la escasez de productos. No advierten que los males económicos suelen sumarse.
Por ejemplo, Fernando Londoño Hoyos, director de un programa radial titulado La Hora De La Verdad, enfila baterías todos los días contra los capitales “golondrina” y así nos explica la perversidad de aquellos: “…cuando llegan se benefician de la alta rentabilidad que se ofrece en el mercado de capitales y cuando se van se benefician de la alta apreciación del peso…” La frase anterior es efectista y carente de análisis. Es la frase del exportador poco competitivo que busca la protección del gobierno. Protección que todos pagamos, claro.
Hagamos unas cuentas sencillas para entender que no son los capitales “golondrina” los causantes de la apreciación del peso. Es la inversión extranjera directa (IED) la que genera una apreciación del peso. De hecho, la IED es el gran motor de desarrollo de cualquier país y son evidentes sus beneficios.
Supongamos que el dólar lo compran las casas de cambio a $1700 y lo venden a $1800. Supongamos que el rendimiento que ofrece el sector financiero a los capitales es de un 10% anual. Entonces, un dólar que entra al país con un valor de $1700, al año se ha transformado en $1870 y al transformarse de nuevo en dólares será US$1.04. Es decir, por cada dólar que entra y sale, y por el período de un año, sale del país US$0.04 ¿No quiere eso decir que ese dólar “golondrino” está contribuyendo con la escasez del dólar y por ende con la devaluación del peso? Miremos que le sucede a aquel dólar si llega al país por dos años: Al cabo de dos años ese dólar se ha convertido en $2057 y al transformarse en dólares será US$1.14. Es decir que ese dólar que sale se lleva consigo US$0.14. Así sucesivamente, si llega por tres años se lleva consigo US$0.25, si llega por cuatro años se lleva consigo US$0.38. Es claro que capitales que llegan a un país por más de cuatro años no son “golondrinos”, son capitales que llegan para beneficiarse del desarrollo que generan, pues son capitales que son usados para generar industrias y negocios varios.
Las otras cuentas que los exportadores no hacen, o no las expresan, son los beneficios que nos traen los dólares baratos. Pensemos en aquella enorme cantidad de bienes y servicios que no poseemos, que vienen del exterior a precios accesibles, que mejoran nuestra actividad productiva.
La única acción razonable del sector exportador es mejorar sus niveles de competitividad: bajos costos de producción y mejoras en las calidades de sus productos. Sus ruegos proteccionistas van en desmedro del resto de los colombianos y constituyen el más viejo y cínico mercantilismo.
El que entra en un paìs en industrias que pueden ser muy facilmente desmanteladas para llevar la inversion a otro pais o bien a otra àrea productiva. No necesitan de gran inversiòn en capital fijo.
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Los Capitales “golondrina”
Por Mario Zuluaga
Los capitales “golondrina” son aquellos que llegan al país por corto tiempo, aprovechan las altas tasas de rentabilidad y luego salen “volando”, como golondrinas. Para muchos comentaristas económicos, aquéllos son la causa de la apreciación del peso que trae, como corolario, todos los males a los exportadores.
No es necesario ser un experto para advertir las inconsistencias en que algunos economistas, no todos, claro, incurren en el análisis del “golondrinazo”.
Primero debemos advertir que el dólar barato se debe a la enorme oferta del mismo en el mercado de de divisas. Obvio. Las inversiones extranjeras en exploración y refinación de petróleo, en minería, en telefonía, en tiendas de grandes superficies, en proyectos hidroeléctricos, tráfico de drogas…ctc han hecho que en Colombia nos tropecemos con el dólar en cada esquina. Segundo, los exportadores contribuyen con el auge de dicha oferta debido a los dólares que reciben por sus exportaciones. Obvio. Por lo tanto ellos son también causantes del mal que los aqueja. Tercero, su queja y solicitud de protección al gobierno no indica otra cosa que ellos quieren ser los únicos traedores de dólares al país y, claro, que no sean muchos esos traedores de dólares porque de lo contrario se dañaría el negocio ¿No les recuerda el decreto-ley 444 de 1967 e impuesto por Carlos Lleras?
Las soluciones que proponen los gremios exportadores están cargadas de cinismo y conducen a una espiral inflacionaria. Veamos: Los gremios le piden al Banco de la República que bajen las tasas de interés, que están ahora en el 9.75%, para desincentivar el ingreso de capitales golondrinas que, según ellos, traen una apreciación del peso colombiano. Pero aquellos gremios exportadores se niegan, maliciosamente, a aceptar que una baja en los intereses del Banco de la República trae una expansión del crédito que tiene los mismos efectos que genera la impresión de billetes puestos a circular y de allí el aumento artificial de precios de bienes y servicios. Alegan que la inflación que estamos observando se debe solamente a la escasez de productos. No advierten que los males económicos suelen sumarse.
Por ejemplo, Fernando Londoño Hoyos, director de un programa radial titulado La Hora De La Verdad, enfila baterías todos los días contra los capitales “golondrina” y así nos explica la perversidad de aquellos: “…cuando llegan se benefician de la alta rentabilidad que se ofrece en el mercado de capitales y cuando se van se benefician de la alta apreciación del peso…” La frase anterior es efectista y carente de análisis. Es la frase del exportador poco competitivo que busca la protección del gobierno. Protección que todos pagamos, claro.
Hagamos unas cuentas sencillas para entender que no son los capitales “golondrina” los causantes de la apreciación del peso. Es la inversión extranjera directa (IED) la que genera una apreciación del peso. De hecho, la IED es el gran motor de desarrollo de cualquier país y son evidentes sus beneficios.
Supongamos que el dólar lo compran las casas de cambio a $1700 y lo venden a $1800. Supongamos que el rendimiento que ofrece el sector financiero a los capitales es de un 10% anual. Entonces, un dólar que entra al país con un valor de $1700, al año se ha transformado en $1870 y al transformarse de nuevo en dólares será US$1.04. Es decir, por cada dólar que entra y sale, y por el período de un año, sale del país US$0.04 ¿No quiere eso decir que ese dólar “golondrino” está contribuyendo con la escasez del dólar y por ende con la devaluación del peso? Miremos que le sucede a aquel dólar si llega al país por dos años: Al cabo de dos años ese dólar se ha convertido en $2057 y al transformarse en dólares será US$1.14. Es decir que ese dólar que sale se lleva consigo US$0.14. Así sucesivamente, si llega por tres años se lleva consigo US$0.25, si llega por cuatro años se lleva consigo US$0.38. Es claro que capitales que llegan a un país por más de cuatro años no son “golondrinos”, son capitales que llegan para beneficiarse del desarrollo que generan, pues son capitales que son usados para generar industrias y negocios varios.
Las otras cuentas que los exportadores no hacen, o no las expresan, son los beneficios que nos traen los dólares baratos. Pensemos en aquella enorme cantidad de bienes y servicios que no poseemos, que vienen del exterior a precios accesibles, que mejoran nuestra actividad productiva.
La única acción razonable del sector exportador es mejorar sus niveles de competitividad: bajos costos de producción y mejoras en las calidades de sus productos. Sus ruegos proteccionistas van en desmedro del resto de los colombianos y constituyen el más viejo y cínico mercantilismo.
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Creo que es uno de los únicos métodos probados que realmente funcionan! Buena suerte!
El que entra en un paìs en industrias que pueden ser muy facilmente desmanteladas para llevar la inversion a otro pais o bien a otra àrea productiva. No necesitan de gran inversiòn en capital fijo.