La Francmasonería o masonería es una organización autodenominada como de carácter iniciático, filantrópico y filosófico. Sus miembros y simpatizantes sostienen que tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y fomentar el desarrollo intelectual y moral del ser humano. Los masones, tanto hombres como mujeres, se organizan en estructuras de base denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente" o "Gran Priorato".
Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna o "especulativa" ha sido descrita a menudo como un sistema particular de moral ilustrada por símbolos. Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.
La historia institucional de la masonería presenta numerosas disidencias, cuyas principales causas, con importantes matices y derivaciones, están relacionadas con la admisión de la mujer en la masonería, la cuestión de las creencias religiosas o metafísicas, la naturaleza de los temas tratados o la forma de trabajar de las logias, así como con las bases sobre las que se fundamenta la regularidad masónica. La existencia de distintos puntos de vista sobre estos y otros temas ha dado lugar al desarrollo de distintas ramas o corrientes masónicas, que a menudo no se reconocen entre ellas.
A menudo, observando los distintos modelos masónicos y la manera en que éstos tienen de manifestarse hacia el exterior, se plantea la pregunta de si existe un paralelismo político entre las distintas corrientes masónicas que se corresponde con el eje izquierdas/derechas. De esta forma, podría hablarse de una masonería conservadora frente a otra progresista e, incluso, una masonería de derechas frente a otra de izquierdas.
Sin embargo, los parámetros profanos referidos a la política no son fácilmente trasladables al mundo masónico. La pluralidad de enfoques impide una asignación general en esos términos. Por otro lado, es bien cierto que existen en masonería posturas, actitudes, modelos, que responden a planteamientos filosóficos que perfectamente pueden ser identificados, desde una perspectiva profana, como conservadores, progresistas, etc. Se hace por ello necesario establecer algunas precisiones pues no significa lo mismo ideológico que político, ni político que partidista.
La afiliación política de los masones, en caso de tenerla, pertenece a su ámbito personal y privado. Sin embargo no es extraño que, de acuerdo con los modelos masónicos, cualquier observador pueda detectar posiciones más o menos identificables con distintas ideologías o posiciones políticas.
Quizás el principio de libertad de conciencia que defienden algunas organizaciones masónicas, por sí mismo, no implica ninguna vinculación política, pero si le añadimos la defensa de las instituciones laicas, existen elementos para empezar a estrechar el marco, hasta el punto de poder dejar fuera a determinadas posiciones políticas, por ejemplo cualquier teocracia, o determinadas posiciones extremas de la democracia cristiana. Desde luego quedan fuera de los valores masónicos cualquier posición antidemocrática. En otro sentido, existen organizaciones masónicas, de poca presencia ciertamente, que dejan traslucir unos objetivos bastante reaccionarios, por ejemplo respecto al papel de la Iglesia Católica, todo lo contrario aquellas otras que es indudable que dejan traslucir su combativo laicismo, postura hacia la inmigración, la solidaridad internacional, la guerra, etc.
Los parámetros políticos, no necesariamente partidistas, en la medida que implican parámetros filosóficos, tienen una incidencia relevante en las distintas posturas masónicas y convienen ser tenidos en cuenta por los interesados en sumarse a ellas. Otra cosa, es que unos determinados parámentros filosóficos puedan ser perfectamente cuestionados o defendidos desde posiciones partidistas muy diversas dentro de cualquier organización masónica que se precie. Desde luego, en ninguna de ellas, el objetivo es convencer a nadie de si hay que votar a una o a otra formación política.
A diferencia de lo que manifiestan algunas organizaciones masónicas, el objetivo, en otras, no se limita en absoluto al “crecimiento interior” de sus miembros. La vocación de transformación social cobra un protagonismo esencial en algunas de las más importantes Obediencias masónicas. El artículo primero de la Constitución del Gran Oriente de Francia establece como objeto de su trabajo masónico “el mejoramiento material y moral, y el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad”.
Y en la declaración de principios y objetivos de una de sus Logias, aquella en la que yo me desempeño, se detallan, entre otros, como fines particulares:
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La Francmasonería o masonería es una organización autodenominada como de carácter iniciático, filantrópico y filosófico. Sus miembros y simpatizantes sostienen que tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y fomentar el desarrollo intelectual y moral del ser humano. Los masones, tanto hombres como mujeres, se organizan en estructuras de base denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente" o "Gran Priorato".
Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna o "especulativa" ha sido descrita a menudo como un sistema particular de moral ilustrada por símbolos. Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.
La historia institucional de la masonería presenta numerosas disidencias, cuyas principales causas, con importantes matices y derivaciones, están relacionadas con la admisión de la mujer en la masonería, la cuestión de las creencias religiosas o metafísicas, la naturaleza de los temas tratados o la forma de trabajar de las logias, así como con las bases sobre las que se fundamenta la regularidad masónica. La existencia de distintos puntos de vista sobre estos y otros temas ha dado lugar al desarrollo de distintas ramas o corrientes masónicas, que a menudo no se reconocen entre ellas.
A menudo, observando los distintos modelos masónicos y la manera en que éstos tienen de manifestarse hacia el exterior, se plantea la pregunta de si existe un paralelismo político entre las distintas corrientes masónicas que se corresponde con el eje izquierdas/derechas. De esta forma, podría hablarse de una masonería conservadora frente a otra progresista e, incluso, una masonería de derechas frente a otra de izquierdas.
Sin embargo, los parámetros profanos referidos a la política no son fácilmente trasladables al mundo masónico. La pluralidad de enfoques impide una asignación general en esos términos. Por otro lado, es bien cierto que existen en masonería posturas, actitudes, modelos, que responden a planteamientos filosóficos que perfectamente pueden ser identificados, desde una perspectiva profana, como conservadores, progresistas, etc. Se hace por ello necesario establecer algunas precisiones pues no significa lo mismo ideológico que político, ni político que partidista.
La afiliación política de los masones, en caso de tenerla, pertenece a su ámbito personal y privado. Sin embargo no es extraño que, de acuerdo con los modelos masónicos, cualquier observador pueda detectar posiciones más o menos identificables con distintas ideologías o posiciones políticas.
Quizás el principio de libertad de conciencia que defienden algunas organizaciones masónicas, por sí mismo, no implica ninguna vinculación política, pero si le añadimos la defensa de las instituciones laicas, existen elementos para empezar a estrechar el marco, hasta el punto de poder dejar fuera a determinadas posiciones políticas, por ejemplo cualquier teocracia, o determinadas posiciones extremas de la democracia cristiana. Desde luego quedan fuera de los valores masónicos cualquier posición antidemocrática. En otro sentido, existen organizaciones masónicas, de poca presencia ciertamente, que dejan traslucir unos objetivos bastante reaccionarios, por ejemplo respecto al papel de la Iglesia Católica, todo lo contrario aquellas otras que es indudable que dejan traslucir su combativo laicismo, postura hacia la inmigración, la solidaridad internacional, la guerra, etc.
Los parámetros políticos, no necesariamente partidistas, en la medida que implican parámetros filosóficos, tienen una incidencia relevante en las distintas posturas masónicas y convienen ser tenidos en cuenta por los interesados en sumarse a ellas. Otra cosa, es que unos determinados parámentros filosóficos puedan ser perfectamente cuestionados o defendidos desde posiciones partidistas muy diversas dentro de cualquier organización masónica que se precie. Desde luego, en ninguna de ellas, el objetivo es convencer a nadie de si hay que votar a una o a otra formación política.
A diferencia de lo que manifiestan algunas organizaciones masónicas, el objetivo, en otras, no se limita en absoluto al “crecimiento interior” de sus miembros. La vocación de transformación social cobra un protagonismo esencial en algunas de las más importantes Obediencias masónicas. El artículo primero de la Constitución del Gran Oriente de Francia establece como objeto de su trabajo masónico “el mejoramiento material y moral, y el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad”.
Y en la declaración de principios y objetivos de una de sus Logias, aquella en la que yo me desempeño, se detallan, entre otros, como fines particulares:
Es Cuanto:.