A las mujeres se les ha concedido el privilegio de ser las hacedoras de los hogares judíos. La palabra hebrea para "ama de casa" es akeret habait. Antes de analizar lo que esto significa en el contexto judío, aclaremos lo que no significa. Una akeret habait no es un ama de casa. El rol de la mujer en el hogar como se interpretó tradicionalmente en la cultura americana es muy diferente a la manera que se interpreta en el judaísmo…
Se considera que una mujer está hecha a imagen de D´s, al igual que el hombre, y no se ve a ninguno de los dos como más "religioso" que el otro. A una mujer no se la considera la pieza que le falta a un hombre, de otro modo, completo. Ella, como el hombre, equivale a la mitad del ser humano.
Por una parte, a la mujer (occidental) se la alentó a retirarse de la población activa y a quedarse en el hogar o a entrar en trabajos de baja remuneración. De este modo, se convirtió en económicamente dependiente del hombre. Por otra parte, a la mujer no se le garantizaba, a cambio, una seguridad económica. En el supuesto caso de que su matrimonio empezara a ser abusivo, las opciones de una mujer eran a menudo quedarse y enfrentar más abuso en el hogar, o irse y vivir en la mayor miseria.
Bajo la ley judía, un hombre debe garantizar la seguridad económica de su mujer tanto durante como después del matrimonio, y esto se puede hacer cumplir por los tribunales. Durante el matrimonio, lo mínimo que un hombre debe proveer a su mujer es alimento, necesidades personales, vestimenta, necesidades domésticas, cobertura médica y entierro. Esto disminuye fuertemente su capacidad de manipularla amenazando su bienestar económico. Si se divorcia de ella, tiene que pagarle una considerable suma de dinero de una vez, la cual le permitirá vivir cómodamente durante, por lo menos, un año. Esto fue instituido por los rabís hace aproximadamente dos mil años para impedir que los hombres usen el divorcio como una forma de amenazar o castigar a sus esposas, y para ayudar a hacer que el divorcio sea una opción viable para una mujer si la situación lo exige.
Si una mujer trabaja, sigue teniendo derecho a que su esposo provea a todas sus necesidades. A cambio de esta seguridad económica, las ganancias de la mujer pertenecen a su esposo. Sin embargo, una mujer puede elegir la independencia económica declarando que quiere quedarse con sus ganancias. El esposo, entonces, queda eximido de algunas de sus obligaciones económicas hacia ella. Un hombre, no obstante, no puede decirle a su mujer que trabaje y se quede con sus ganancias para que él pueda disminuir sus responsabilidades hacia ella.
Cuando un hombre fallece, su viuda e hijas solteras son mantenidas por su patrimonio. Si un hombre tiene deudas y fallece, entonces una porción de su patrimonio debe destinarse a saldar todas las deudas. Lo que queda se divide entre los herederos. A fin de proporcionar seguridad económica a la mujer, a la viuda y las hijas solteras se las consideran acreedoras. La "deuda" con la viuda es proporcionarle apoyo económico hasta que fallezca o se vuelva a casar. Además tiene el derecho de seguir viviendo en su casa. La "deuda" con las hijas solteras es el apoyo económico hasta que se casen. Lo que quede es heredado por los hijos. De este modo, el sustento de una mujer no puede ser amenazado por el esposo ni durante ni después del matrimonio. Al mismo tiempo, la ley también ayuda al hombre a proporcionar la ayuda económica de una mujer.
Puede parecer que las leyes referentes a los asuntos económicos entre maridos y esposas son desiguales. No obstante, los rabís sabían que tratar a los hombres y las mujeres como si fueran iguales (es decir, lo mismo), en cuanto a la posición económica, conduciría a resultados sumamente desiguales. Esto ha sido confirmado por la experiencia americana.
Los rabís reconocieron que la mayoría de las mujeres se casaría y tendría hijos y, por lo tanto, no estaría preparada para mantenerse económicamente. Las leyes judías reflejan esto y proporcionan la seguridad de la akeret habait. Sin embargo, los rabís también brindaron una manera para que las mujeres casadas sean independientes económicamente. La elección entre la dependencia económica y la seguridad, y la independencia económica se le dejó a la mujer.
La mujer judía y su rol central en la construcción de la familia judía siempre han sido muy valorados en el judaísmo. Esto se refleja en los valores judíos, y está apoyado por el sistema legal judío.
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A las mujeres se les ha concedido el privilegio de ser las hacedoras de los hogares judíos. La palabra hebrea para "ama de casa" es akeret habait. Antes de analizar lo que esto significa en el contexto judío, aclaremos lo que no significa. Una akeret habait no es un ama de casa. El rol de la mujer en el hogar como se interpretó tradicionalmente en la cultura americana es muy diferente a la manera que se interpreta en el judaísmo…
Se considera que una mujer está hecha a imagen de D´s, al igual que el hombre, y no se ve a ninguno de los dos como más "religioso" que el otro. A una mujer no se la considera la pieza que le falta a un hombre, de otro modo, completo. Ella, como el hombre, equivale a la mitad del ser humano.
Por una parte, a la mujer (occidental) se la alentó a retirarse de la población activa y a quedarse en el hogar o a entrar en trabajos de baja remuneración. De este modo, se convirtió en económicamente dependiente del hombre. Por otra parte, a la mujer no se le garantizaba, a cambio, una seguridad económica. En el supuesto caso de que su matrimonio empezara a ser abusivo, las opciones de una mujer eran a menudo quedarse y enfrentar más abuso en el hogar, o irse y vivir en la mayor miseria.
Bajo la ley judía, un hombre debe garantizar la seguridad económica de su mujer tanto durante como después del matrimonio, y esto se puede hacer cumplir por los tribunales. Durante el matrimonio, lo mínimo que un hombre debe proveer a su mujer es alimento, necesidades personales, vestimenta, necesidades domésticas, cobertura médica y entierro. Esto disminuye fuertemente su capacidad de manipularla amenazando su bienestar económico. Si se divorcia de ella, tiene que pagarle una considerable suma de dinero de una vez, la cual le permitirá vivir cómodamente durante, por lo menos, un año. Esto fue instituido por los rabís hace aproximadamente dos mil años para impedir que los hombres usen el divorcio como una forma de amenazar o castigar a sus esposas, y para ayudar a hacer que el divorcio sea una opción viable para una mujer si la situación lo exige.
Si una mujer trabaja, sigue teniendo derecho a que su esposo provea a todas sus necesidades. A cambio de esta seguridad económica, las ganancias de la mujer pertenecen a su esposo. Sin embargo, una mujer puede elegir la independencia económica declarando que quiere quedarse con sus ganancias. El esposo, entonces, queda eximido de algunas de sus obligaciones económicas hacia ella. Un hombre, no obstante, no puede decirle a su mujer que trabaje y se quede con sus ganancias para que él pueda disminuir sus responsabilidades hacia ella.
Cuando un hombre fallece, su viuda e hijas solteras son mantenidas por su patrimonio. Si un hombre tiene deudas y fallece, entonces una porción de su patrimonio debe destinarse a saldar todas las deudas. Lo que queda se divide entre los herederos. A fin de proporcionar seguridad económica a la mujer, a la viuda y las hijas solteras se las consideran acreedoras. La "deuda" con la viuda es proporcionarle apoyo económico hasta que fallezca o se vuelva a casar. Además tiene el derecho de seguir viviendo en su casa. La "deuda" con las hijas solteras es el apoyo económico hasta que se casen. Lo que quede es heredado por los hijos. De este modo, el sustento de una mujer no puede ser amenazado por el esposo ni durante ni después del matrimonio. Al mismo tiempo, la ley también ayuda al hombre a proporcionar la ayuda económica de una mujer.
Puede parecer que las leyes referentes a los asuntos económicos entre maridos y esposas son desiguales. No obstante, los rabís sabían que tratar a los hombres y las mujeres como si fueran iguales (es decir, lo mismo), en cuanto a la posición económica, conduciría a resultados sumamente desiguales. Esto ha sido confirmado por la experiencia americana.
Los rabís reconocieron que la mayoría de las mujeres se casaría y tendría hijos y, por lo tanto, no estaría preparada para mantenerse económicamente. Las leyes judías reflejan esto y proporcionan la seguridad de la akeret habait. Sin embargo, los rabís también brindaron una manera para que las mujeres casadas sean independientes económicamente. La elección entre la dependencia económica y la seguridad, y la independencia económica se le dejó a la mujer.
La mujer judía y su rol central en la construcción de la familia judía siempre han sido muy valorados en el judaísmo. Esto se refleja en los valores judíos, y está apoyado por el sistema legal judío.
ahhh de ke hablas
parir hijos y obedecer al marido o al padre o hermano mayor
en el antiguo casi ningno por que se considera mejor n el nuevo es menos sexista pero tambien es asi
la verdad nose amiga.