Tratamiento especial mereció la fornicación, con abuso de confianza. Polígamos nuestros pasados, la presencia de barragana o compaña, era habitual en todos los hogares. Esposa secundaria, que no molestaba a la principal, sus hijos eran reconocidos, aún siendo esclava. El huésped que fornicase con ella, o con doncella, parienta, sirvienta o el ama que criaba al hijo o hija de su anfitrión, sería castigado con la muerte y la mujer entregada al cabeza de familia, a cuyo arbitrio quedó sentencia, que podía ser de muerte. El que fornicase con sirvienta en casa ajena y su pareja, recibirían 100 azotes, que les sería aplicados mientras les paseaban por la calles. Humillante la pena para el hidalgo, de serlo el pecador o pecadora, sería reemplazada por un año “en su cadena”. Casar con hija o parienta del anfitrión, contra su voluntad, acarreaba destierro perpetuo del reino. Desheredad la mujer, sus bienes al pariente más propincuo.
Ni estas leyes ni las estrictas que siguieron, dictada por inspiración de la iglesia, alteraron la conducta de los peninsulares. Documentación y literatura muestran una sociedad, escasa de escrúpulos, en lo que se refiere al sexto mandamiento. Se fornicaba y cometía adulterio en la corte, cantándolo El Provincial. Y se hacía otro tanto en la cabaña. En todos los ámbitos sociales hubo matrimonio por amor, pero sobre todo por interés. Marido y mujer los rompían por la ausencia, casando sin empacho por segunda y tercera vez, sin molestarse en romper legalmente vínculos anteriores, siendo tan raro el crimen por honor, que se convertía en noticia.
Quiso Trento romper la costumbre, poniendo fuera de la ley el pecado de la carne, pero no lo consiguió. Sería la moral pacata del siglo XIX, con su secuela del miedo al “qué dirán”, lo que hizo de la sociedad del país y en cierto modo del mundo, albergue la una sociedad hipócrita. Empezó a contradecir prédica y principios en la cama. No tardó en hacerlo en todo lo demás. Delito el amancebamiento en el siglo XVII, era tan frecuente como el portador de cuernos, que los asumía con paciencia y dignidad. Elegidos entre los muchos procesos por esta causa, que se conservan en el archivo de la Fundacion Casa Medina Sidonia, los dos que siguen, ubicados en la primera mitad del siglo XVII, periodo en que lo decretado en Trento, adquirió vigencia plena, indican como se entendía la cuestión en la práctica.
Juan Rodríguez, zapatero, analfabeto, soltero a los 25 años, forastero recibido por vecino en la villa años atrás. Escasos los oficiales de todos los oficios, quien lo tenía, ejerciendo con propiedad, era bien recibido en cualquier parte, disfrutando de cierta impunidad en cuestiones menores.
...mantenido/a... se dice de las personas que viven juntas, pero especialmente cunado se hace de forma un tanto forzada... no es igual el vivir en "unión libre" que vivir "amancebados"...
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Convivir un hombre con una mujer sin estar casados. Se construye con la prep. con: el veterinario se ha amancebado con la farmacéutica.
Que vive con otra persona sin estar casados, amancebado.
amancebarse
prnl. Convivir un hombre con una mujer sin estar casados. Se construye con la prep. con: el veterinario se ha amancebado con la farmacéutica.
lo que nuestros abuelos decian "vivir en pecado",pareja que viven juntos maritalmente sin haber pasado por la vicaria o
juzgado. en nuestra jerga, que estan liados.
Tratamiento especial mereció la fornicación, con abuso de confianza. Polígamos nuestros pasados, la presencia de barragana o compaña, era habitual en todos los hogares. Esposa secundaria, que no molestaba a la principal, sus hijos eran reconocidos, aún siendo esclava. El huésped que fornicase con ella, o con doncella, parienta, sirvienta o el ama que criaba al hijo o hija de su anfitrión, sería castigado con la muerte y la mujer entregada al cabeza de familia, a cuyo arbitrio quedó sentencia, que podía ser de muerte. El que fornicase con sirvienta en casa ajena y su pareja, recibirían 100 azotes, que les sería aplicados mientras les paseaban por la calles. Humillante la pena para el hidalgo, de serlo el pecador o pecadora, sería reemplazada por un año “en su cadena”. Casar con hija o parienta del anfitrión, contra su voluntad, acarreaba destierro perpetuo del reino. Desheredad la mujer, sus bienes al pariente más propincuo.
Ni estas leyes ni las estrictas que siguieron, dictada por inspiración de la iglesia, alteraron la conducta de los peninsulares. Documentación y literatura muestran una sociedad, escasa de escrúpulos, en lo que se refiere al sexto mandamiento. Se fornicaba y cometía adulterio en la corte, cantándolo El Provincial. Y se hacía otro tanto en la cabaña. En todos los ámbitos sociales hubo matrimonio por amor, pero sobre todo por interés. Marido y mujer los rompían por la ausencia, casando sin empacho por segunda y tercera vez, sin molestarse en romper legalmente vínculos anteriores, siendo tan raro el crimen por honor, que se convertía en noticia.
Quiso Trento romper la costumbre, poniendo fuera de la ley el pecado de la carne, pero no lo consiguió. Sería la moral pacata del siglo XIX, con su secuela del miedo al “qué dirán”, lo que hizo de la sociedad del país y en cierto modo del mundo, albergue la una sociedad hipócrita. Empezó a contradecir prédica y principios en la cama. No tardó en hacerlo en todo lo demás. Delito el amancebamiento en el siglo XVII, era tan frecuente como el portador de cuernos, que los asumía con paciencia y dignidad. Elegidos entre los muchos procesos por esta causa, que se conservan en el archivo de la Fundacion Casa Medina Sidonia, los dos que siguen, ubicados en la primera mitad del siglo XVII, periodo en que lo decretado en Trento, adquirió vigencia plena, indican como se entendía la cuestión en la práctica.
Juan Rodríguez, zapatero, analfabeto, soltero a los 25 años, forastero recibido por vecino en la villa años atrás. Escasos los oficiales de todos los oficios, quien lo tenía, ejerciendo con propiedad, era bien recibido en cualquier parte, disfrutando de cierta impunidad en cuestiones menores.
vida en pareja sin un estatus legal definido
Estar o vivir,significa
juntado,en pareja
...mantenido/a... se dice de las personas que viven juntas, pero especialmente cunado se hace de forma un tanto forzada... no es igual el vivir en "unión libre" que vivir "amancebados"...
Siempre la he conocido como dependiente de farmacia, y tambien aplicada a un muchacho joven.
Convertido o que parece Mancebo
Mancebo:
1. adj. desus. juvenil.
2. m. Mozo de pocos años.