Juan Jacobo Rousseau tenía la Naturaleza a flor de labio.
Que sepamos, ningún escritor la ha citado tantas veces, como si en ella se encontrase la clave de todas las cosas.
Todo el mundo ha oído hablar de Rousseau, pero son muchos los que ignoran las particularidades y vicisitudes de este hombre apasionado, complejo y contradictorio, que se entregó a la misión para la cual había nacido, a pesar de la pobreza, la soledad y los peligros que lo acompañaron siempre.
Cuando nació Rousseau, Europa estaba profundamente dividida entre católicos y luteranos, y la muerte de su madre, a la que no pudo conocer, constituyó uno de los lamentables sucesos que afectaron su vida, como anuncio de lo que habría de ocurrirle después.
La Ginebra de entonces se había entregado a la severidad de las normas religiosas. El padre de Juan Jacobo, un relojero un tanto abúlico y excéntrico, no acompañó a su hijo mucho tiempo. Pupilo en la casa de un pastor; aprendiz de grabador, incomprendido y maltratado, en una lucha entre las costumbres licenciosas de sus compañeros y una exigencia ética apenas naciente; atraído por las mujeres desde su temprana adolescencia pero obligado siempre a mirarlas de lejos; libre al fin cuando las puertas de Ginebra se le cierran, sin poder evitarlo; vagabundo impenitente y lector insaciable, acogido por la señora Warens a quien llamaría mamá, pero que lo atraería más tarde para convertirlo en uno de sus amantes; luterano refugiado en un hospicio católico, y luego, lacayo de librea; seminarista por breve tiempo; pensionista en la casa de un músico y alojado después en la casa de un zapatero remendón; aprendiz de músico en Lausana; secretario de un falso eclesiástico; empleado en una oficina de provisión de tierras; preceptor de niños en Lyon; secretario del Embajador de Francia en Venecia; compositor de óperas; secretario y cajero de una dama, Mme. Dupin, es difícil encontrar un caso semejante, en el que los cambios de ocupación, la vagancia consuetudinaria y el encuentro a tropezones con su propio camino, hayan ido a la par de un carácter extremadamente impresionable, de una imaginación desbordante y una pasión impetuosa que lo condujeron a la realización de una obra perdurable.
Una tarde, vagando como siempre, lleva en las manos el Mercure de France y lee allí que la Academia de Dijon ha propuesto para el premio del año siguiente el tema «El progreso de las ciencias y las artes ¿ha contribuido a purificar o a corromper las costumbres?».
Es su camino de Damasco. Rousseau lo ha contado en una carta a Malesherbes con un estilo inimitable: «Sentíme de pronto deslumbrado por un millar de luces resplandecientes; una multitud de ideas vívidas se apiñaban en mi mente con tal fuerza y convicción que me sumieron en una agitación indecible; sentía mi cabeza remolinear como la de un borracho. Sobrecogióme una violenta palpitación que hacía latir mi corazón de una manera insoportable; faltándome el aliento para seguir andando, me desplomé debajo de uno de los árboles del camino, donde permanecí durante media hora en un grado tal de exaltación que, al levantarme, noté la parte anterior de mi chaqueta humedecida por mis lágrimas, aunque inconsciente en absoluto de haberlas derramado».
Ecce homo. Este es el hombre. Todo lo que se diga sobre él será siempre pálido y pobre ante estas líneas.
Ese era el tema de toda su vida. Las ideas afluyen de pronto como si se hubiera esfumado la barrera que las detenía. La frivolidad y la hipocresía de un medio artificial; la injusticia de una sociedad gobernada por el egoísmo, la irracionalidad y el desdén sistemático e inhumano; los males que se habían ido acumulando sin medida; todo eso debía desaparecer para que surgiese el hombre despojado de esa capa opresora que desvirtuaba también el sentido de la cultura y de la historia.
La fama, ciertamente, no había de faltarle, pero tampoco el sufrimiento, el temor, la envidia de los otros y la persecución del Poder, con mayúscula.
Rousseau, con su Discurso sobre las artes y las ciencias, se perfilaba no sólo como un contestatario sino como un revolucionario. Lo fue toda la vida. De allí que uno de sus contemporáneos, Garat, dijese que produjo escándalo, admiración y terror, como si se intuyese ya la explosión de 1789.
Aún hoy, sus palabras son capaces de provocar un incendio: «La primera fuente del mal es la desigualdad –dice adelantándose en doscientos años a los revolucionarios de hoy, y agrega:– Si yo fuese el cacique de alguna nación africana colgaría a todos los europeos que cruzasen la frontera».
Aún más: «Cuántos crímenes –antes de Proudhon y de Marx– guerras, asesinatos, miserias y horrores habría ahorrado a la especie humana el que, arrancando las estacas o arrasando el foso, hubiese gritado a sus semejantes: ¡Guardaos de escuchar a este impostor! ¡Estáis perdidos si olvidáis que los frutos son para todos y que la tierra no es de nadie! Únicamente el trabajo da al cultivador de la tierra derechos sobre la cosecha».
J.J.Rousseau, "paranoico de genio" según J.Lacan, parte de una premisa falsa para llegar obviamente a conclusiones equivocadas.Creía que l. a. llamada "naturaleza" era l. a. libertad,para el hombre y l. a. sociedad l. a. esclavitud.Obviamente no tenía ni theory que no hay ninguna libertad posible en l. a. llamada naturaleza, l. a. cual stay en una fijeza sin par.Por eso concibe al hombre naciendo "naturalemente" libre y siendo luego esclavizado por l. a. cultura.El hombre no nace libre ni nunca puede serlo, más que en algún aspecto en que él logre, algún espacio social posible para serlo.Por eso mismo yo hice una anastomósis entre Rousseau y Sartre y acuñé este aforsimo parafraseando el estilo rousseauniano :"El hombre nace esclavo, sin embargo está por doquier condenado a ser libre".El hombre con Aristóteles es "animal político" o decir hablante -social.Un abrazo,,Orlando,,,
Lo que Rousseau trata de explicar, es que por naturaleza, un hombre es libre; pero esa libertad la vera perder con el pacto social; el cual convierte en iguales a los hombres por convención y derecho.
Por lo que su libertad se vera mermada desde dos perspectivas: La civil, que está limitada por la voluntad general; y la moral, que es la única que convierte al hombre en amo de sí mismo.
En conclusión, tu naces libre, pero por obediencia social, deberas acatar reglas y normas ya establecidas aun en contra de tu voluntad...
dime como serias libre tu: sin escuela? NO sin hogar) NO Sin deberes? Es imposible, para vivir tienes algo fundamentar que tienes hacer, tienes que respirar y comer y beber, solo por eso eres un esclavo de ti. Según el Romanticismo ellos creían que la muerte era el unico estado en el que eres realmente libre( no estas vivo, no estas atado a nada.. no tienes nada que te obligue a nada.. porque no existes) ese era su pensamiento y creo que esa frase tiene raices romanticas.. bueno si alguien sabe algo mas, que complemente esto ok? saludos a todos
" El hombre ha nacido libre ,pero la sociedad lo corrompe".
Pero para el cristianismo por ejemplo es al contrario ,el hombre sale con mancha del pecado original y Jesús nos salva ,en la vida...
El debate sería más bien so el hombre es bueno o malo desde el vientre materno o oes circunstancial el haber nacido en estrato violento y pobre o con privilegios únicos .Es un tema complicado .El de el Libre albedrío y la predestinación... que creéis?
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Juan Jacobo Rousseau tenía la Naturaleza a flor de labio.
Que sepamos, ningún escritor la ha citado tantas veces, como si en ella se encontrase la clave de todas las cosas.
Todo el mundo ha oído hablar de Rousseau, pero son muchos los que ignoran las particularidades y vicisitudes de este hombre apasionado, complejo y contradictorio, que se entregó a la misión para la cual había nacido, a pesar de la pobreza, la soledad y los peligros que lo acompañaron siempre.
Cuando nació Rousseau, Europa estaba profundamente dividida entre católicos y luteranos, y la muerte de su madre, a la que no pudo conocer, constituyó uno de los lamentables sucesos que afectaron su vida, como anuncio de lo que habría de ocurrirle después.
La Ginebra de entonces se había entregado a la severidad de las normas religiosas. El padre de Juan Jacobo, un relojero un tanto abúlico y excéntrico, no acompañó a su hijo mucho tiempo. Pupilo en la casa de un pastor; aprendiz de grabador, incomprendido y maltratado, en una lucha entre las costumbres licenciosas de sus compañeros y una exigencia ética apenas naciente; atraído por las mujeres desde su temprana adolescencia pero obligado siempre a mirarlas de lejos; libre al fin cuando las puertas de Ginebra se le cierran, sin poder evitarlo; vagabundo impenitente y lector insaciable, acogido por la señora Warens a quien llamaría mamá, pero que lo atraería más tarde para convertirlo en uno de sus amantes; luterano refugiado en un hospicio católico, y luego, lacayo de librea; seminarista por breve tiempo; pensionista en la casa de un músico y alojado después en la casa de un zapatero remendón; aprendiz de músico en Lausana; secretario de un falso eclesiástico; empleado en una oficina de provisión de tierras; preceptor de niños en Lyon; secretario del Embajador de Francia en Venecia; compositor de óperas; secretario y cajero de una dama, Mme. Dupin, es difícil encontrar un caso semejante, en el que los cambios de ocupación, la vagancia consuetudinaria y el encuentro a tropezones con su propio camino, hayan ido a la par de un carácter extremadamente impresionable, de una imaginación desbordante y una pasión impetuosa que lo condujeron a la realización de una obra perdurable.
Una tarde, vagando como siempre, lleva en las manos el Mercure de France y lee allí que la Academia de Dijon ha propuesto para el premio del año siguiente el tema «El progreso de las ciencias y las artes ¿ha contribuido a purificar o a corromper las costumbres?».
Es su camino de Damasco. Rousseau lo ha contado en una carta a Malesherbes con un estilo inimitable: «Sentíme de pronto deslumbrado por un millar de luces resplandecientes; una multitud de ideas vívidas se apiñaban en mi mente con tal fuerza y convicción que me sumieron en una agitación indecible; sentía mi cabeza remolinear como la de un borracho. Sobrecogióme una violenta palpitación que hacía latir mi corazón de una manera insoportable; faltándome el aliento para seguir andando, me desplomé debajo de uno de los árboles del camino, donde permanecí durante media hora en un grado tal de exaltación que, al levantarme, noté la parte anterior de mi chaqueta humedecida por mis lágrimas, aunque inconsciente en absoluto de haberlas derramado».
Ecce homo. Este es el hombre. Todo lo que se diga sobre él será siempre pálido y pobre ante estas líneas.
Ese era el tema de toda su vida. Las ideas afluyen de pronto como si se hubiera esfumado la barrera que las detenía. La frivolidad y la hipocresía de un medio artificial; la injusticia de una sociedad gobernada por el egoísmo, la irracionalidad y el desdén sistemático e inhumano; los males que se habían ido acumulando sin medida; todo eso debía desaparecer para que surgiese el hombre despojado de esa capa opresora que desvirtuaba también el sentido de la cultura y de la historia.
La fama, ciertamente, no había de faltarle, pero tampoco el sufrimiento, el temor, la envidia de los otros y la persecución del Poder, con mayúscula.
Rousseau, con su Discurso sobre las artes y las ciencias, se perfilaba no sólo como un contestatario sino como un revolucionario. Lo fue toda la vida. De allí que uno de sus contemporáneos, Garat, dijese que produjo escándalo, admiración y terror, como si se intuyese ya la explosión de 1789.
Aún hoy, sus palabras son capaces de provocar un incendio: «La primera fuente del mal es la desigualdad –dice adelantándose en doscientos años a los revolucionarios de hoy, y agrega:– Si yo fuese el cacique de alguna nación africana colgaría a todos los europeos que cruzasen la frontera».
Aún más: «Cuántos crímenes –antes de Proudhon y de Marx– guerras, asesinatos, miserias y horrores habría ahorrado a la especie humana el que, arrancando las estacas o arrasando el foso, hubiese gritado a sus semejantes: ¡Guardaos de escuchar a este impostor! ¡Estáis perdidos si olvidáis que los frutos son para todos y que la tierra no es de nadie! Únicamente el trabajo da al cultivador de la tierra derechos sobre la cosecha».
espero te sirva,
db
J.J.Rousseau, "paranoico de genio" según J.Lacan, parte de una premisa falsa para llegar obviamente a conclusiones equivocadas.Creía que l. a. llamada "naturaleza" era l. a. libertad,para el hombre y l. a. sociedad l. a. esclavitud.Obviamente no tenía ni theory que no hay ninguna libertad posible en l. a. llamada naturaleza, l. a. cual stay en una fijeza sin par.Por eso concibe al hombre naciendo "naturalemente" libre y siendo luego esclavizado por l. a. cultura.El hombre no nace libre ni nunca puede serlo, más que en algún aspecto en que él logre, algún espacio social posible para serlo.Por eso mismo yo hice una anastomósis entre Rousseau y Sartre y acuñé este aforsimo parafraseando el estilo rousseauniano :"El hombre nace esclavo, sin embargo está por doquier condenado a ser libre".El hombre con Aristóteles es "animal político" o decir hablante -social.Un abrazo,,Orlando,,,
Lo que Rousseau trata de explicar, es que por naturaleza, un hombre es libre; pero esa libertad la vera perder con el pacto social; el cual convierte en iguales a los hombres por convención y derecho.
Por lo que su libertad se vera mermada desde dos perspectivas: La civil, que está limitada por la voluntad general; y la moral, que es la única que convierte al hombre en amo de sí mismo.
En conclusión, tu naces libre, pero por obediencia social, deberas acatar reglas y normas ya establecidas aun en contra de tu voluntad...
que te vas echando responsabilidades a pesar que naciste sin ellas
Esto lo mensiona la biblia claro de diferente manera.
Dios hizo al hombre perfecto pero el busco toda clase de perverciones.
Los seres humanos nacemos libres pero nosotros la vamos llenando de problemas/
dime como serias libre tu: sin escuela? NO sin hogar) NO Sin deberes? Es imposible, para vivir tienes algo fundamentar que tienes hacer, tienes que respirar y comer y beber, solo por eso eres un esclavo de ti. Según el Romanticismo ellos creían que la muerte era el unico estado en el que eres realmente libre( no estas vivo, no estas atado a nada.. no tienes nada que te obligue a nada.. porque no existes) ese era su pensamiento y creo que esa frase tiene raices romanticas.. bueno si alguien sabe algo mas, que complemente esto ok? saludos a todos
Te quiero complementar la respuesta :De Rosseau
" El hombre ha nacido libre ,pero la sociedad lo corrompe".
Pero para el cristianismo por ejemplo es al contrario ,el hombre sale con mancha del pecado original y Jesús nos salva ,en la vida...
El debate sería más bien so el hombre es bueno o malo desde el vientre materno o oes circunstancial el haber nacido en estrato violento y pobre o con privilegios únicos .Es un tema complicado .El de el Libre albedrío y la predestinación... que creéis?
pues que realmente el hombre NO es libre, está "esclavizado" en muchos contextos, no solo en el sentido estricto de la palabra.
Por ejemplo, los vicios, que te impiden ser realmente libre porque te obligan a hacer algo aunque no quieras...