En México, “gachupín” es voz peyorativa, con la que se nombra a los nacidos en España. Es palabra que surgió en la época de la Colonia, encerrando el resentimiento de los criollos, que sentían injusto, que sólo por haber nacido en América, no tuvieran los mismos privilegios que los peninsulares.
“¡Mueran los gachupines!”. Todavía, ya bien entrado el siglo XX, este grito acompañaba a la turba que, para festejar la independencia de México, lanzaba piedras e injurias contra las casas y establecimientos de españoles radicados en este país. Podemos entender este hecho, si nos trasladamos a los primeros años del siglo XIX, cuando estaba a punto de nacer el México independiente. Un texto de José Ma. Morelos, dirigido a los criollos que militaban en las tropas españolas, retrata crudamente el sentimiento de la época hacia los peninsulares:” ¡Abrid los ojos, americanos, que la victoria está por nuestra! Ya hemos matado más de la mitad de los gachupines que había en el reino. Pocos nos falta que matar, pero en guerra justa; no matamos criaturas inocentes, sino gachupines de inaudita malicia”.
En un principio, “gachupín” no nombraba a todos los españoles, se usaba, en exclusiva, para referirse a los considerados indeseables, rústicos y deshonestos. En refranes de aquella época, se ve clara esta diferenciación: “de español a gachupín, hay un abismo sin fin” y “al español, puerta franca; al gachupín, pon la tranca”.
Fueron los criollos, quienes agarraron parejo y usaron la palabra para referirse a cualquier peninsular. La diferencia social con los españoles, que poco a poco se tornó crítica, dejo huella en el refrán: “gachupín con criollo, gavilán con pollo”.
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En México, “gachupín” es voz peyorativa, con la que se nombra a los nacidos en España. Es palabra que surgió en la época de la Colonia, encerrando el resentimiento de los criollos, que sentían injusto, que sólo por haber nacido en América, no tuvieran los mismos privilegios que los peninsulares.
“¡Mueran los gachupines!”. Todavía, ya bien entrado el siglo XX, este grito acompañaba a la turba que, para festejar la independencia de México, lanzaba piedras e injurias contra las casas y establecimientos de españoles radicados en este país. Podemos entender este hecho, si nos trasladamos a los primeros años del siglo XIX, cuando estaba a punto de nacer el México independiente. Un texto de José Ma. Morelos, dirigido a los criollos que militaban en las tropas españolas, retrata crudamente el sentimiento de la época hacia los peninsulares:” ¡Abrid los ojos, americanos, que la victoria está por nuestra! Ya hemos matado más de la mitad de los gachupines que había en el reino. Pocos nos falta que matar, pero en guerra justa; no matamos criaturas inocentes, sino gachupines de inaudita malicia”.
En un principio, “gachupín” no nombraba a todos los españoles, se usaba, en exclusiva, para referirse a los considerados indeseables, rústicos y deshonestos. En refranes de aquella época, se ve clara esta diferenciación: “de español a gachupín, hay un abismo sin fin” y “al español, puerta franca; al gachupín, pon la tranca”.
Fueron los criollos, quienes agarraron parejo y usaron la palabra para referirse a cualquier peninsular. La diferencia social con los españoles, que poco a poco se tornó crítica, dejo huella en el refrán: “gachupín con criollo, gavilán con pollo”.
GachupÃn es un epónimo derivado de un apellido hidalgo español septentrional: los Cachopines, de Laredo, actual Cantabria, y popularizado en los siglos áureos como estereotipo y personaje literario representante de los hidalgos, una clase social relativamente alta caricaturizada como prepotente. También aparecen registradas las formas cachopÃn, guachapÃn, cachupÃn y cachupino