En el antiguo Israel, muchas personas realizaban descalzas sus actividades diarias. No obstante, había quienes usaban unas sandalias que consistían en poco más que una suela sujeta con cintas al pie y al tobillo. Como los caminos y campos estaban llenos de polvo o incluso lodo, era inevitable ensuciarse los pies.
De ahí la costumbre de quitarse las sandalias al entrar en las casas. Además, era muestra de hospitalidad que el anfitrión —o uno de sus sirvientes— lavara los pies de los invitados. La Biblia habla en varias ocasiones de esta tradición. Por ejemplo, cuando Abrahán recibió a unos visitantes en su tienda, dijo: “Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones” (Génesis 18:4, 5; 24:32; 1 Samuel 25:41; Lucas 7:37, 38, 44).
Esto nos ayuda a comprender por qué Jesús les lavó los pies a los apóstoles durante su última Pascua con ellos. Allí no estaba el dueño de la casa ni ningún sirviente, y todo parece indicar que los discípulos no se ofrecieron a realizar esa tarea. De modo que, al tomar un recipiente con agua y una toalla para lavar y secar los pies a los apóstoles, Jesús les dio una lección de amor y humildad (Juan 13:5-17).Acto seguido, Jesús les dijo: “Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo” (Juan 13:1-17). En efecto, ellos también debían ser humildes. Aunque no captaron de inmediato la idea y esa misma noche discutieron sobre quién tenía más importancia, Jesús no se enojó, sino que razonó pacientemente con ellos (Lucas 22:24-27).
Nuestras palabras suelen revelar tanto lo que somos por dentro como lo que pensamos de los demás. Así lo reconoció Jesús cuando señaló: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Entonces, si queremos que nuestras palabras sean una fuente de alivio, ¿qué podemos hacer?
El rocío que alivia la sequía es el conjunto de miles de gotitas que descienden con suavidad, sin que uno sepa de dónde salen. De igual manera, el alivio que ofrecemos a los demás no consiste en una sola acción noble, sino en el conjunto de obras cristianas que realizamos a favor del prójimo día a día.
El apóstol Pedro, a quien el Hijo de Dios le lavó los pies, comprendió el significado de aquel acto. Más tarde escribió: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por su obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Y el apóstol Juan, que también estuvo presente en aquella ocasión, recordó a los cristianos: “Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad” (1 Juan 3:18).
El apóstol Pablo escribió: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Romanos 12:10). Si ponemos en práctica este consejo, lograremos ser, de palabra y obra, una auténtica fuente de alivio
Durante la ultima cena Jesús dio una excelente demostración de humildad a sus discípulos. Ellos discutían ·"quien seria el mayor" Jesús ya les haba dicho "El mayor debe portarse como el menor""el que quiera ser el mayor debe ser el menor entre uds"·Pero ellos insistían y ya NO HABÍA MAS TIEMPO Entonces tomo agua y toalla y (como era la costumbre que hicieran los sirvientes)les lavo los pies El que era su maestro estaba haciendo algo que hacían los sirvientes !!!!!!!!!!!!! les dijo así deben hacer uds. No quiere decir que les lavemos los pies a todos los que encontramos por la vida Sino que seamos serviciales y no nos creamos mas que los demás Como siempre El puso el ejemplo para que luego nosotros hagamos 1 Pedro 2:21"Para que sigamos sus pasos con sumo cuidado y atención"Lo que se hace en Semana Santa es algo puramente ritual un simbolismo Que distinto seria el mundo si lo aplicamos todos los días en nuestra vida
En la santa misa de hoy, se lleva a cabo el lavatorio de pies a 12 personas presentes, y luego se celebra la institucion de la sagrada eucaristia y del orden sagrado.
Ese lavatorio de pies es el nuevo mandamiento de la caridad y del amor:Amense los unos a los otros como yo los he amado. No he venido ser servido, sino a servir, y ellos y todos debemos ser asi.
San Juan es el único Evangelista que no menciona la fracción del pan ni escribe las palabras de la consagración en su relato. Lo que sí hacen los otros tres evangelistas sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. Y también lo hace San Pablo en sus cartas.
Algunos exegetas dudan que el lavatorio lo realizase Jesús el mismo día de la última cena, debido a que los otros tres Evangelios lo omiten. Otros dicen que más bien sería así, pero Juan fue el último Evangelio que se transcribió (el primero fue Marcos) y es bastante probable que de haberse realizado el lavatorio el mismo jueves santo, lo omitiesen por el escándalo que suponía ese acto en la sociedad de entonces.
Para nosotros del siglo XXI es difícil comprender qué significaba ese gesto en su cultura y en su tiempo. El lavar los pies sólo lo hacían los esclavos, o las mujeres a sus maridos. Jesús al lavar los pies a sus discípulos toma el papel de esclavo y el de la mujer, que no cuentan en su sociedad para nada, que no pueden ser testigos en un proceso, que son considerados inferiores a los demás. De ahí el escándalo de Pedro y su negativa radical a dejar que su maestro se humille hasta ese punto.
El hecho es que San Juan, al poner el relato del lavatorio en el lugar de las palabras "tomad y comed" etc. nos indica que Jesús vino a servir, a ponerse el último y que toda su vida fue eso: servicio, hasta el final. San Pablo lo dice en una de sus cartas: tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Jesús explica claramente el significado de este gesto: si yo, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
O sea: hemos de vivir el servicio hasta la radicalidad más extrema. Es una nueva expresión del mandamiento del amor. Amar es servir, es entregarse, es radicalidad, es olvido de sí.
Por eso en todas las Eucaristías católicas se suele repetir ese signo el jueves santo. Porque nos recuerda que el Evangelio es una buena noticia que exige radicalida en la entrega a los demás.
significa que hemos venido a este mundo a servir, no ha ser servidos, es decir, ten siempre en mente en que puedes hacer tu por los demás y no en que pueden hacer los demás por ti
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En el antiguo Israel, muchas personas realizaban descalzas sus actividades diarias. No obstante, había quienes usaban unas sandalias que consistían en poco más que una suela sujeta con cintas al pie y al tobillo. Como los caminos y campos estaban llenos de polvo o incluso lodo, era inevitable ensuciarse los pies.
De ahí la costumbre de quitarse las sandalias al entrar en las casas. Además, era muestra de hospitalidad que el anfitrión —o uno de sus sirvientes— lavara los pies de los invitados. La Biblia habla en varias ocasiones de esta tradición. Por ejemplo, cuando Abrahán recibió a unos visitantes en su tienda, dijo: “Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones” (Génesis 18:4, 5; 24:32; 1 Samuel 25:41; Lucas 7:37, 38, 44).
Esto nos ayuda a comprender por qué Jesús les lavó los pies a los apóstoles durante su última Pascua con ellos. Allí no estaba el dueño de la casa ni ningún sirviente, y todo parece indicar que los discípulos no se ofrecieron a realizar esa tarea. De modo que, al tomar un recipiente con agua y una toalla para lavar y secar los pies a los apóstoles, Jesús les dio una lección de amor y humildad (Juan 13:5-17).Acto seguido, Jesús les dijo: “Yo les he puesto el modelo, que, así como yo hice con ustedes, ustedes también deben hacerlo” (Juan 13:1-17). En efecto, ellos también debían ser humildes. Aunque no captaron de inmediato la idea y esa misma noche discutieron sobre quién tenía más importancia, Jesús no se enojó, sino que razonó pacientemente con ellos (Lucas 22:24-27).
Nuestras palabras suelen revelar tanto lo que somos por dentro como lo que pensamos de los demás. Así lo reconoció Jesús cuando señaló: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Entonces, si queremos que nuestras palabras sean una fuente de alivio, ¿qué podemos hacer?
El rocío que alivia la sequía es el conjunto de miles de gotitas que descienden con suavidad, sin que uno sepa de dónde salen. De igual manera, el alivio que ofrecemos a los demás no consiste en una sola acción noble, sino en el conjunto de obras cristianas que realizamos a favor del prójimo día a día.
El apóstol Pedro, a quien el Hijo de Dios le lavó los pies, comprendió el significado de aquel acto. Más tarde escribió: “Ahora que ustedes han purificado sus almas por su obediencia a la verdad con el cariño fraternal sin hipocresía como resultado, ámense unos a otros intensamente desde el corazón” (1 Ped. 1:22). Y el apóstol Juan, que también estuvo presente en aquella ocasión, recordó a los cristianos: “Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad” (1 Juan 3:18).
El apóstol Pablo escribió: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Romanos 12:10). Si ponemos en práctica este consejo, lograremos ser, de palabra y obra, una auténtica fuente de alivio
Durante la ultima cena Jesús dio una excelente demostración de humildad a sus discípulos. Ellos discutían ·"quien seria el mayor" Jesús ya les haba dicho "El mayor debe portarse como el menor""el que quiera ser el mayor debe ser el menor entre uds"·Pero ellos insistían y ya NO HABÍA MAS TIEMPO Entonces tomo agua y toalla y (como era la costumbre que hicieran los sirvientes)les lavo los pies El que era su maestro estaba haciendo algo que hacían los sirvientes !!!!!!!!!!!!! les dijo así deben hacer uds. No quiere decir que les lavemos los pies a todos los que encontramos por la vida Sino que seamos serviciales y no nos creamos mas que los demás Como siempre El puso el ejemplo para que luego nosotros hagamos 1 Pedro 2:21"Para que sigamos sus pasos con sumo cuidado y atención"Lo que se hace en Semana Santa es algo puramente ritual un simbolismo Que distinto seria el mundo si lo aplicamos todos los días en nuestra vida
Que debemos ser humilde en cuerpo y espíritu.
Es un acto de humildad que tuvo Jesucristo para con sus seguidores con su ejemplo la lección de ser humildes y servir a los demás
Hola!!!!!!!!
En la santa misa de hoy, se lleva a cabo el lavatorio de pies a 12 personas presentes, y luego se celebra la institucion de la sagrada eucaristia y del orden sagrado.
Ese lavatorio de pies es el nuevo mandamiento de la caridad y del amor:Amense los unos a los otros como yo los he amado. No he venido ser servido, sino a servir, y ellos y todos debemos ser asi.
San Juan es el único Evangelista que no menciona la fracción del pan ni escribe las palabras de la consagración en su relato. Lo que sí hacen los otros tres evangelistas sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. Y también lo hace San Pablo en sus cartas.
Algunos exegetas dudan que el lavatorio lo realizase Jesús el mismo día de la última cena, debido a que los otros tres Evangelios lo omiten. Otros dicen que más bien sería así, pero Juan fue el último Evangelio que se transcribió (el primero fue Marcos) y es bastante probable que de haberse realizado el lavatorio el mismo jueves santo, lo omitiesen por el escándalo que suponía ese acto en la sociedad de entonces.
Para nosotros del siglo XXI es difícil comprender qué significaba ese gesto en su cultura y en su tiempo. El lavar los pies sólo lo hacían los esclavos, o las mujeres a sus maridos. Jesús al lavar los pies a sus discípulos toma el papel de esclavo y el de la mujer, que no cuentan en su sociedad para nada, que no pueden ser testigos en un proceso, que son considerados inferiores a los demás. De ahí el escándalo de Pedro y su negativa radical a dejar que su maestro se humille hasta ese punto.
El hecho es que San Juan, al poner el relato del lavatorio en el lugar de las palabras "tomad y comed" etc. nos indica que Jesús vino a servir, a ponerse el último y que toda su vida fue eso: servicio, hasta el final. San Pablo lo dice en una de sus cartas: tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Jesús explica claramente el significado de este gesto: si yo, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
O sea: hemos de vivir el servicio hasta la radicalidad más extrema. Es una nueva expresión del mandamiento del amor. Amar es servir, es entregarse, es radicalidad, es olvido de sí.
Por eso en todas las Eucaristías católicas se suele repetir ese signo el jueves santo. Porque nos recuerda que el Evangelio es una buena noticia que exige radicalida en la entrega a los demás.
Un abrazo.
que un pie depende del otro para caminar creo !!
Que debemos servir y ayudar a los demas sin esperar nada a cambio.
significa que hemos venido a este mundo a servir, no ha ser servidos, es decir, ten siempre en mente en que puedes hacer tu por los demás y no en que pueden hacer los demás por ti
es cuando te los lvas creo nose