Gracias por tus consejos!
No me mueve mi Dios.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme al fin tu Amor y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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Como vestuario una túnica blanca con velo o un hábito de Las Carmelitas. Los ademanes más simples y sencillos, elevar las manos al cielo como si te dirigieras a Dios, bajarlos para señalar el infierno, actitud humilde y actitud de oración: manos juntas, cabeza inclinada.
Espero te sirva como guía
El Poema se atribuye a Santa Teresa de Ávila