(Jeremías 19:9) Y ciertamente haré que coman la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y comerán cada cual la carne de su semejante, a causa de la estrechez y a causa de la tensión con la que los cercarán sus enemigos y los que buscan su alma.”’
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JERUSALÉN yace en ruinas. El humo de los incendios provocados por los conquistadores babilonios aún asciende al cielo. En los oídos de Jeremías todavía resuenan los espantosos gritos de los caídos. Él sabía lo que iba a suceder, y todo ocurrió tal como le había dicho Dios. “Jehová ha hecho lo que tenía pensado”, dice entre suspiros el profeta. ¡Qué fin tan trágico! (Léase Lamentaciones 2:17.)
Jeremías constató el cumplimiento de muchas profecías transmitidas al pueblo de Dios, entre ellas algunas muy antiguas. Siglos atrás, Moisés había expuesto a Israel cuáles serían las consecuencias de obedecer o desobedecer a Dios, a saber, bendiciones o maldiciones. Jehová quería lo mejor para su pueblo, es decir, las bendiciones; pero si le desobedecían, sobre ellos caerían terribles maldiciones. Moisés advirtió —y Jeremías lo reiteró— que quienes no hicieran caso y se opusieran a Jehová llegarían al extremo de comerse “la carne de sus hijos y la carne de sus hijas” (Deu. 30:19, 20; Jer. 19:9; Lev. 26:29). “¿Será posible semejante atrocidad?”, preguntarían algunos. Bueno, eso fue lo que ocurrió cuando escasearon los alimentos durante el asedio babilonio. “Las mismísimas manos de mujeres compasivas han cocido a sus propios hijos —informó Jeremías—. Estos han llegado a ser como pan de consolación a alguien durante el quebranto de la hija de mi pueblo.” (Lam. 4:10.) ¡Qué escena más espantosa!
Naturalmente, Jehová no comisionó profetas como Jeremías con el único fin de anunciar desgracias. Quería que su pueblo retornara a la senda de la fidelidad, que los pecadores se arrepintieran. Así lo señaló Esdras: “Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio de sus mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su morada” (2 Cró. 36:15; léase Jeremías 26:3, 12, 13).
Hola,
JeremÃas 19, 9 concuerda con LevÃtico 26, 29 y significa que se cumplió esto en el sitio de Jerusalén cuando las consecuencias del incumplimiento del Pacto cayó sobre la Ciudad Santa en el sitio de las legiones de Tito, madres comieron a sus hijos muertos para sobrevivir.
EL Señor esta profetizando para que Israel sepa que no debe incumplir el Pacto de Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios para llegar a La Tierra Prometida.
Saludos
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JeremÃas describió de la siguiente manera la situación desesperada de los judÃos durante el sitio de Jerusalén por los babilonios en 607 a.E.C.: “Las mismÃsimas manos de mujeres compasivas han cocido a sus propios hijos. Estos han llegado a ser como pan de consolación a alguien durante el quebranto de la hija de mi pueblo”. (Lamentaciones 4:10.)
Siglos antes, Moisés les habÃa dicho a los israelitas que podÃan escoger entre un futuro de “bendición” o uno de “invocación de mal”. DisfrutarÃan de bendiciones si obedecÃan los mandamientos de Dios, pero se acarrearÃan sufrimiento si rechazaban Sus caminos justos. Una de las terribles consecuencias de esto último serÃa que los israelitas llegarÃan al extremo de comerse a sus propios hijos. (Deuteronomio 28:1, 11-15, 54, 55; 30:1; LevÃtico 26:3-5, 29.) Esto realmente ocurrió después que Jehová abandonó en manos de los babilonios a la nación israelita, que se habÃa hecho infiel y desobediente.
En Lamentaciones 4:10 el profeta JeremÃas hizo referencia al bien conocido hecho de que, naturalmente, una madre trata con ternura y compasión a sus hijos, y procura protegerlos. (1 Reyes 3:26, 27; 1 Tesalonicenses 2:7.) Sin embargo, el hambre en la Jerusalén bajo sitio fue tan extrema, y la inanición que resultó de ella tan apremiante, que las madres que normalmente serÃan compasivas cayeron en el canibalismo: hirvieron a sus hijos y se los comieron. (Compárese con Lamentaciones 2:20.)
Una situación similar se vio después que los judÃos rechazaron al MesÃas, quien habÃa indicado que los romanos pondrÃan sitio a Jerusalén. (Mateo 23:37, 38; 24:15-19; Lucas 21:20-24.) El historiador Josefo describió uno de los horrores del asedio de 70 E.C.: “MarÃa [...], hija de Eleázaro, [...] mató a su hijo, y coció la mitad, y ella misma se lo comió, guardando la otra mitad muy bien cubierta” (Guerra de los judÃos, traducido por Juan MartÃn Cordero, volumen 2, páginas 176, 177).
Ciertamente no se procede con sabidurÃa cuando se abandonan las leyes y los caminos de Dios.
Esa profecia se cumplio EXPLICITAMENTE en los dias del sitio a Jerusalen.El libro "La guerra de los judios de Flavio Josefo(es un libro que aconsejo leer,y que se puede encontrar en bibliotecas o librerias,que traten de cosas biblicas)dice,y da el nombre de una mujer,Maria.Dice Josefo,que parece que los soldados que patrullaban,olieron algo que se estaba cocinando.Entraron en la casa y vieron MEDIO CUERPO de un niño cocinandose,buscaron y encontraron el resto guardado.ESO DICE ESE LIBRO,no me lo estoy inventando,pues lo e leido.Quiere decir eso,que Josefo corrobora lo que Jeremias profetizo mas de cinco siglos ANTES de que ocurriera.
Dale enseñame algo de la Biblia, a ver cuanto puedo aprender de ti ok salutti Raul
[email protected] Te espero ok
Pregúntale a JeremÃas.
por q no le preguntas en la iglesia a donde vas?
El profeta debe dar la noticia de la destrucción inminente de Judá y Jerusalén. Reyes y súbditos deben escucharlo. El lugar que la santidad hizo gozo de toda la tierra, fue hecho reproche y vergüenza de toda la tierra por el pecado. No hay escapatoria de la justicia de Dios, sino huyendo a su misericordia.
Comer la carne : Parte de la maldición por desobediencia, según la Ley (Lev_26:29; Deu_28:53-57). Esta maldición se cumplió durante el sitio tendido por los babilonios en el 586 a.C. (véanse Lam_2:20; Lam_4:10; Eze_5:10). El sitio de Samaria por Siria dio lugar a comportamientos similares (véase 2Ki_6:28-29), asà como el de Jerusalén por los romanos en el 70 a.C.
La horrible carnicerÃa que predijo JeremÃas sucedió en dos ocasiones, durante la invasión babilónica bajo el gobierno de Nabucodonosor en el año 586 a.C. y en el 70 d.C., cuando Tito destruyó Jerusalén. Durante el sitio babilónico, la comida escaseó tanto que la gente se volvió canÃbal, incluso se comÃan a sus hijos. (Si deseas más información sobre profecÃas relacionadas con esto, véanse Lev_26:29; Deu_28:53-57; y véase 2Ki_6:28-29; Lam_2:20; Lam_4:10 donde se narran los sucesos actuales.)
La jarra de barro (Cap. 19-20:6). Una nueva acción simbólica: rompiendo públicamente una jarra y pronunciando un oráculo, el profeta ilustra el desastre que se avecina sobre Jerusalén y Judá. La realiza en una de las puertas de la ciudad, pero inmediatamente después prosigue hasta los atrios del templo y allà repite por lo menos el oráculo de destrucción.