La renovación del termómetro de gas y los orígenes de la noción de temperatura absoluta
G. Amontons (en 1702 - 1703) adoptó como variable termométrica la presión de una cierta masa de aire mantenida bajo volumen constante y preservada de las fluctuaciones de la presión atmosférica; postulando a partir de resultados experimentales la dependencia de esta variable con respecto a la temperatura, rehabilitó el termómetro de aire en una forma mucho más satisfactoria y que alcanzará gran éxito a partir de mediados del siglo XIX.
El objetivo principal de Amontons era facilitar la comparación entre mediciones realizadas en diferentes lugares y distintas épocas, comparación que permitiera emprender una amplia encuesta meteorológica en toda la Tierra y extendida durante un largo período. Anticipándose casi un siglo y medio a la noción de gas perfecto, definía la temperatura en forma de magnitud mensurable y no solamente observable, con lo cual introdujo de hecho la idea de temperatura absoluta.
Los valores adoptados por Amontons para indicar las temperaturas de congelación y ebullición del agua - 51, 1/2 y 73 (en pulgadas de mercurio) -permiten determinar su "cero absoluto" (expresión debida a Lambert), temperatura a la cual la presión del aire sería nula y que se llama "el extremo frío de este termómetro": - 239° C.
Recogiendo el mismo razonamiento a partir de mediciones más precisas, J.H. Lambert en su Pyrometrie (1779) obtendrá - 270,3 °C, número muy próximo ya al valor adoptado actualmente (- 273,20 C). Para aumentar la precisión era indispensable tener un mejor conocimiento de las propiedades térmicas de los gases, lo que suponía que previamente se pusiera de manifiesto la naturaleza de tales cuerpos, además del aire, único ejemplo que era suficientemente conocido en la época de Amontons.
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La renovación del termómetro de gas y los orígenes de la noción de temperatura absoluta
G. Amontons (en 1702 - 1703) adoptó como variable termométrica la presión de una cierta masa de aire mantenida bajo volumen constante y preservada de las fluctuaciones de la presión atmosférica; postulando a partir de resultados experimentales la dependencia de esta variable con respecto a la temperatura, rehabilitó el termómetro de aire en una forma mucho más satisfactoria y que alcanzará gran éxito a partir de mediados del siglo XIX.
El objetivo principal de Amontons era facilitar la comparación entre mediciones realizadas en diferentes lugares y distintas épocas, comparación que permitiera emprender una amplia encuesta meteorológica en toda la Tierra y extendida durante un largo período. Anticipándose casi un siglo y medio a la noción de gas perfecto, definía la temperatura en forma de magnitud mensurable y no solamente observable, con lo cual introdujo de hecho la idea de temperatura absoluta.
Los valores adoptados por Amontons para indicar las temperaturas de congelación y ebullición del agua - 51, 1/2 y 73 (en pulgadas de mercurio) -permiten determinar su "cero absoluto" (expresión debida a Lambert), temperatura a la cual la presión del aire sería nula y que se llama "el extremo frío de este termómetro": - 239° C.
Recogiendo el mismo razonamiento a partir de mediciones más precisas, J.H. Lambert en su Pyrometrie (1779) obtendrá - 270,3 °C, número muy próximo ya al valor adoptado actualmente (- 273,20 C). Para aumentar la precisión era indispensable tener un mejor conocimiento de las propiedades térmicas de los gases, lo que suponía que previamente se pusiera de manifiesto la naturaleza de tales cuerpos, además del aire, único ejemplo que era suficientemente conocido en la época de Amontons.