León María Lozano fue conocido en Tuluá como el jefe de los 'pájaros' durante la violencia de la mitad del Siglo **. Católico, conservador a ultranza y vendedor de quesos, así era el hombre que llenó de temor al centro del Valle. No cabe duda que León María Lozano Lozano, 'El Cóndor', tuvo el temple del acero. En lo que, medio siglo después, Tuluá no ha podido ponerse de acuerdo es si esa dureza fue el látigo que desangró su historia o lo que se sabe de aquel conservador a ultranza es lo que construyeron los mitos y las leyendas.
Cinco décadas después de los balazos que lo dejaron tendido en una calle de Pereira, sus pasos todavía se sienten en los oscuros pasillos de la memoria tulueña.
Su ennegrecida fama trascendió la pluma de Gustavo Álvarez Gardeazábal en ‘Cóndores no entierran todos los días’ y circula en los recuerdos de los ancianos, las elucubraciones de los más jóvenes y en una que otra huella que emerge de ésta ciudad, donde la modernidad no ha sido capaz de espantar al pasado.
el señalador. Era vendedor de quesos de la galería, ‘godo’ por herencia, católico hasta la médula y cliente infaltable de la misa de seis de la tarde.
Siempre de traje oscuro, a pesar del calor del Valle, y generalmente ataviado de sombrero fue para muchos la encarnación de la maldad.
El historiador Ómar Franco relata que desde el 9 de abril de 1948, cuando Lozano salió a enfrentar la turba que furiosa intentó tomarse el templo de los salesianos, la suya se convirtió en una lucha a muerte contra los liberales, a quienes consideraba sus enemigos.
Apoyado ciegamente en su fe y en el amor por su partido se convirtió, de acuerdo con Franco, en el líder de los ‘pájaros’ en el municipio, y luego, en el departamento. Muchos coinciden en que su bandera le forró el corazón y le cubrió los ojos para liderar las acciones violentas de la guerra partidista que, según Álvarez Gardeazábal, dejó más de 3.400 muertos en la región.
“Nunca ambicionó dinero, aunque había podido ser muy rico. Manejó el partido desde la violencia y en Tuluá no se movía una hoja sin que él lo supiera. Fue una época aciaga, donde el progreso se paralizó y el campo quedó desolado. Por eso me da rabia que algunos pretendan creer que fue un personaje ilustre”, expresa Franco.
El historiador Carlos Escobar cuenta que aquel hombre “fue el dueño de la vida y de la muerte entre 1954 y 1957 en la Villa de Céspedes” y que aún sin ejecutar personalmente los crímenes se convirtió en el “señalador” cuyo dedo regó de muerte el territorio.
Fueron las paredes del extinto 'Happy bar' las testigos de todos sus planes y conversaciones. Así lo cuentan los ancianos que recuerdan verlo sentado en un rincón mientras la gente pasaba mirando con disimulo para observar a aquel hombre robusto rodeado por un halo de misterio.
aunque ya te dieron una respuesta muy completa yo te la complemento con lo que le hace falta
Leon Marìa Lozano fue vendedor de quesos en la plaza de mercado, todos los días iba a misa a las 6 de la mañana. Sólo leía el periódico El Siglo. Escuchaba una emisora religiosa. Era hombre callado, distante, con dos hogares -con esposas en ambos-, uno muy cerca del otro. Sufrió agresiones verbales de dos borrachitos liberales que se burlaban de él por su beatería. Intentó agredir a uno de ellos con un cuchillo quesero que portaba, pero una mano amiga lo detuvo; luego creyó ver que algunas personas pretendían incendiar el Colegio Salesiano. Habló con estos sacerdotes y con monjas de María Auxiliadora. Robusteció su amistad con unos y otros, y fortaleció sus alianzas.
León María había dado apoyo económico al directorio departamental conservador, y, cuando su director fue a Tulúa, lo visitó llevándole ostentosamente un regalo especial: dos cajas con carabinas y municiones, aduciendo que el gobernador liberal del Valle preparaba masacres contra los conservadores.
Si quieres cultivarse todo, desde cómo funciona tu cámara y como elegirla, hasta como manipular la luz, obtener el color y exposición correcta, hacer retratos impactantes y crear composiciones originales y profesionales entonces necesitas la manual de Juan Ignacio Torres de aquí http://manualdetecnicafotografica.enle.info/?aQYA , el Manual de Técnica Fotográfica.
Como acertadamente dice el autor del manual: “para desarrollar nuestra habilidad en su máximo potencial hay que trabajar con la verdadera técnica desde el principio” y esto es exactamente lo que este volumen hará.
El libro de Juan Ignacio Torres ha llegado a ser, sin duda, una herramienta primario para todos aquellos que aspiran a iniciarse en el camino primoroso de la fotografía.
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León María Lozano fue conocido en Tuluá como el jefe de los 'pájaros' durante la violencia de la mitad del Siglo **. Católico, conservador a ultranza y vendedor de quesos, así era el hombre que llenó de temor al centro del Valle. No cabe duda que León María Lozano Lozano, 'El Cóndor', tuvo el temple del acero. En lo que, medio siglo después, Tuluá no ha podido ponerse de acuerdo es si esa dureza fue el látigo que desangró su historia o lo que se sabe de aquel conservador a ultranza es lo que construyeron los mitos y las leyendas.
Cinco décadas después de los balazos que lo dejaron tendido en una calle de Pereira, sus pasos todavía se sienten en los oscuros pasillos de la memoria tulueña.
Su ennegrecida fama trascendió la pluma de Gustavo Álvarez Gardeazábal en ‘Cóndores no entierran todos los días’ y circula en los recuerdos de los ancianos, las elucubraciones de los más jóvenes y en una que otra huella que emerge de ésta ciudad, donde la modernidad no ha sido capaz de espantar al pasado.
el señalador. Era vendedor de quesos de la galería, ‘godo’ por herencia, católico hasta la médula y cliente infaltable de la misa de seis de la tarde.
Siempre de traje oscuro, a pesar del calor del Valle, y generalmente ataviado de sombrero fue para muchos la encarnación de la maldad.
El historiador Ómar Franco relata que desde el 9 de abril de 1948, cuando Lozano salió a enfrentar la turba que furiosa intentó tomarse el templo de los salesianos, la suya se convirtió en una lucha a muerte contra los liberales, a quienes consideraba sus enemigos.
Apoyado ciegamente en su fe y en el amor por su partido se convirtió, de acuerdo con Franco, en el líder de los ‘pájaros’ en el municipio, y luego, en el departamento. Muchos coinciden en que su bandera le forró el corazón y le cubrió los ojos para liderar las acciones violentas de la guerra partidista que, según Álvarez Gardeazábal, dejó más de 3.400 muertos en la región.
“Nunca ambicionó dinero, aunque había podido ser muy rico. Manejó el partido desde la violencia y en Tuluá no se movía una hoja sin que él lo supiera. Fue una época aciaga, donde el progreso se paralizó y el campo quedó desolado. Por eso me da rabia que algunos pretendan creer que fue un personaje ilustre”, expresa Franco.
El historiador Carlos Escobar cuenta que aquel hombre “fue el dueño de la vida y de la muerte entre 1954 y 1957 en la Villa de Céspedes” y que aún sin ejecutar personalmente los crímenes se convirtió en el “señalador” cuyo dedo regó de muerte el territorio.
Fueron las paredes del extinto 'Happy bar' las testigos de todos sus planes y conversaciones. Así lo cuentan los ancianos que recuerdan verlo sentado en un rincón mientras la gente pasaba mirando con disimulo para observar a aquel hombre robusto rodeado por un halo de misterio.
aunque ya te dieron una respuesta muy completa yo te la complemento con lo que le hace falta
Leon Marìa Lozano fue vendedor de quesos en la plaza de mercado, todos los días iba a misa a las 6 de la mañana. Sólo leía el periódico El Siglo. Escuchaba una emisora religiosa. Era hombre callado, distante, con dos hogares -con esposas en ambos-, uno muy cerca del otro. Sufrió agresiones verbales de dos borrachitos liberales que se burlaban de él por su beatería. Intentó agredir a uno de ellos con un cuchillo quesero que portaba, pero una mano amiga lo detuvo; luego creyó ver que algunas personas pretendían incendiar el Colegio Salesiano. Habló con estos sacerdotes y con monjas de María Auxiliadora. Robusteció su amistad con unos y otros, y fortaleció sus alianzas.
León María había dado apoyo económico al directorio departamental conservador, y, cuando su director fue a Tulúa, lo visitó llevándole ostentosamente un regalo especial: dos cajas con carabinas y municiones, aduciendo que el gobernador liberal del Valle preparaba masacres contra los conservadores.
Si quieres cultivarse todo, desde cómo funciona tu cámara y como elegirla, hasta como manipular la luz, obtener el color y exposición correcta, hacer retratos impactantes y crear composiciones originales y profesionales entonces necesitas la manual de Juan Ignacio Torres de aquí http://manualdetecnicafotografica.enle.info/?aQYA , el Manual de Técnica Fotográfica.
Como acertadamente dice el autor del manual: “para desarrollar nuestra habilidad en su máximo potencial hay que trabajar con la verdadera técnica desde el principio” y esto es exactamente lo que este volumen hará.
El libro de Juan Ignacio Torres ha llegado a ser, sin duda, una herramienta primario para todos aquellos que aspiran a iniciarse en el camino primoroso de la fotografía.
fue un ciudadano ejemplar