Los tecodontos integraron un grupo de reptiles antiguos que apareció en el Triásico, del cual es muy probable que haya surgido el ancestro de las aves; además, sus esqueletos presentan una serie de características semejante a la de las aves antiguas, como la modificación de las patas posteriores para caminar y la forma de sus vértebras. Uno de los fósiles que han proporcionado evidencia de la posibilidad es el llamado Euparkeria, reptil pequeño del tamaño de una gallina, que presenta en su esqueleto una serie de modificaciones anatómicas que se repiten en el Archaeopteryx y en las aves actuales. Además, se ha encontrado que las escamas del Euparkeria eran muy largas y anchas, el doble de lo común en otros reptiles contemporáneos, lo que se ha interpretado como un paso intermedio entre las escamas y las plumas.
LAS PRIMERAS AVES: EL JURÁSICO
La primera evidencia de las aves en el registro fósil es una pluma preservada en las lutitas, que son piedras formadas de capas de lodo muy fino, de Solnhofen, Baviera, encontrada en 1861 por Hermann von Meyer y que fue bautizada por los científicos con el nombre de Archaeopteryx litographica (que quiere decir pluma antigua dibujada en la piedra). Fue definitivamente la conformación particular del suelo lo que permitió que se conservaran evidencias de estructuras tan finas como las plumas. Algunos meses después se encontró el esqueleto completo de un animal del tamaño de un cuervo, con cola larga y dientes en el hocico, alrededor del cual existían rastros de plumas; se supuso que la primera pluma que se encontró fosilizada pertenecía a un animal del mismo tipo, el Archaeopteryx. El descubrimiento de este fósil pocos años después de la aparición del libro El origen de las especies de Charles Darwin fue especialmente significativo, pues reunía una serie de características intermedias entre las aves y los reptiles que permitían catalogarlo como uno de los tan buscados "eslabones perdidos", delicia de los evolucionistas de la época; este fósil fue empacado y catalogado en secreto y, posteriormente, entregado como pago de sus servicios a un médico llamado Karl Häberlein, quien lo mantuvo fuera del alcance de los científicos durante varios años hasta que lo vendió al Museo Británico de Londres, donde fue estudiado con detenimiento.
Después fueron encontrados en la misma localidad de Baviera y en las cercanías de Eichstätt, entre los años de 1877 y 1951, cuatro especímenes más, tres de los cuales fueron en un principio identificados como dinosaurios, en especial de una especie pequeña denominada Compsognathus, pero que posteriores análisis permitieron comprobar que eran miembros también del género Archaeopteryx. Curiosamente, el segundo de los esqueletos completos fue vendido al Museo de Berlín por un especulador, nada menos que el hijo del doctor Häberlein. En la actualidad se cuenta con cinco fósiles de Archaeopteryx, los cuales son conocidos, de acuerdo con el museo donde se localizan, como el de Londres, el de Berlín, el de Maxberg, el de Teyler y el de Eichstätt. El ejemplar de Londres es el mejor conservado y su importancia para el entendimiento de la evolución se ha comparado con el descubrimiento de la Piedra de Roseta en Egipto, de acuerdo con Allan Feduccia, investigador de Estados Unidos.
Los arcosaurios más primitivos fueron los tecodontos, que hicieron su aparición a fines del Pérmico, hace más de 250 millones de años.
Durante el Triásico evolucionaron rápidamente en numerosas formas, pero se extinguieron hacia el final del período.
Su breve historia evolutiva (de menos de 40 millones de años) tuvo sin embargo gran éxito, pues entre los tecodontos estaban los antepasados de los tres grupos de arcosaurios: los dinosaurios, los pterosaurios y los cocodrilos.
Los tecodontos se clasifican en cinco subórdenes. Sus miembros presentan una tendencia general hacia una postura más erguida, con las patas traseras situadas cada vez en posición más directa debajo del cuerpo, en lugar de proyectarse hacia los lados, como en los anteriores reptiles.
Esta tendencia alcanzó un grado máximo en los ornitosuquios, capaces de andar sobre las patas traseras. Uno de sus miembros fue el antepasado de los dinosaurios.
Suborden: Proterosuquios
Los proterosuquios fueron los primeros tecodontos en aparecer: en Rusia se han encontrado vestigios que datan de fines del Pérmico. Algunos eran acuáticos y semejantes a cocodrilos, mientras que otros estaban plenamente adaptados a la vida terrestre.
Se difundieron por todo el mundo durante el Triásico y se extinguieron al final de ese período. Probablemente, los demás grupos de tecodontos son descendientes suyos.
El Chasmatosaurus (antes llamado Proterosuchus), vivió a principios del Triásico en África (Sudáfrica) y Asia (China), y medía 2 m. de longitud.
Es el más antiguo de los tecodontos conocidos. Se parecía a un cocodrilo moderno y probablemente tenía hábitos similares.
Sus robustas patas, cada una con cinco dedos, estaban dispuestas en ángulo con respecto al cuerpo, por lo cual el animal debía de andar como los lagartos.
Aunque podía desplazarse en tierra, lo más probable es que pasara la mayor parte del tiempo en los ríos, persiguiendo peces y nadando con sinuosos movimientos del tronco y la larga cola. Sus mandíbulas estaban bien provistas de afilados dientes curvados hacia atrás, cada uno inserto en un alveolo poco profundo.
El maxilar superior presentaba una abrupta curvatura hacia abajo en el extremo. También tenía dientes en el paladar, un rasgo primitivo que no se observa en los tecodontos posteriores.
Los tecodontos integraron un grupo de reptiles antiguos que apareció en el Triásico, del cual es muy probable que haya surgido el ancestro de las aves; además, sus esqueletos presentan una serie de características semejante a la de las aves antiguas, como la modificación de las patas posteriores para caminar y la forma de sus vértebras. Uno de los fósiles que han proporcionado evidencia de la posibilidad es el llamado Euparkeria, reptil pequeño del tamaño de una gallina, que presenta en su esqueleto una serie de modificaciones anatómicas que se repiten en el Archaeopteryx y en las aves actuales. Además, se ha encontrado que las escamas del Euparkeria eran muy largas y anchas, el doble de lo común en otros reptiles contemporáneos, lo que se ha interpretado como un paso intermedio entre las escamas y las plumas.
LAS PRIMERAS AVES: EL JURÁSICO
La primera evidencia de las aves en el registro fósil es una pluma preservada en las lutitas, que son piedras formadas de capas de lodo muy fino, de Solnhofen, Baviera, encontrada en 1861 por Hermann von Meyer y que fue bautizada por los científicos con el nombre de Archaeopteryx litographica (que quiere decir pluma antigua dibujada en la piedra). Fue definitivamente la conformación particular del suelo lo que permitió que se conservaran evidencias de estructuras tan finas como las plumas. Algunos meses después se encontró el esqueleto completo de un animal del tamaño de un cuervo, con cola larga y dientes en el hocico, alrededor del cual existían rastros de plumas; se supuso que la primera pluma que se encontró fosilizada pertenecía a un animal del mismo tipo, el Archaeopteryx. El descubrimiento de este fósil pocos años después de la aparición del libro El origen de las especies de Charles Darwin fue especialmente significativo, pues reunía una serie de características intermedias entre las aves y los reptiles que permitían catalogarlo como uno de los tan buscados "eslabones perdidos", delicia de los evolucionistas de la época; este fósil fue empacado y catalogado en secreto y, posteriormente, entregado como pago de sus servicios a un médico llamado Karl Häberlein, quien lo mantuvo fuera del alcance de los científicos durante varios años hasta que lo vendió al Museo Británico de Londres, donde fue estudiado con detenimiento.
Después fueron encontrados en la misma localidad de Baviera y en las cercanías de Eichstätt, entre los años de 1877 y 1951, cuatro especímenes más, tres de los cuales fueron en un principio identificados como dinosaurios, en especial de una especie pequeña denominada Compsognathus, pero que posteriores análisis permitieron comprobar que eran miembros también del género Archaeopteryx. Curiosamente, el segundo de los esqueletos completos fue vendido al Museo de Berlín por un especulador, nada menos que el hijo del doctor Häberlein. En la actualidad se cuenta con cinco fósiles de Archaeopteryx, los cuales son conocidos, de acuerdo con el museo donde se localizan, como el de Londres, el de Berlín, el de Maxberg, el de Teyler y el de Eichstätt. El ejemplar de Londres es el mejor conservado y su importancia para el entendimiento de la evolución se ha comparado con el descubrimiento de la Piedra de Roseta en Egipto, de acuerdo con Allan Feduccia, investigador de Estados Unidos.
En primer lugar te corrijo los tecodontos es lo que buscas los tecodontos fueron un orden de reptiles de la subclase de los diápsidos, por lo general pequeños y ágiles, con los dientes implantados en alvéolos y que vivieron durante le período Triásico.
No hubo gran número de especies, pero originaron órdenes tan importantes como los dinosaurios y pterosaurios. Los diferentes tecodontos se agrupan en diversos subórdenes y familias, debido a la diversifidad de formas que hay.
El grupo incluye numerosos subórdenes: los proterosuquios, los pseudosuquios, los etosaurios, los fitosaurios, los ornitosuquios y los rauisuquios.
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Los tecodontos integraron un grupo de reptiles antiguos que apareció en el Triásico, del cual es muy probable que haya surgido el ancestro de las aves; además, sus esqueletos presentan una serie de características semejante a la de las aves antiguas, como la modificación de las patas posteriores para caminar y la forma de sus vértebras. Uno de los fósiles que han proporcionado evidencia de la posibilidad es el llamado Euparkeria, reptil pequeño del tamaño de una gallina, que presenta en su esqueleto una serie de modificaciones anatómicas que se repiten en el Archaeopteryx y en las aves actuales. Además, se ha encontrado que las escamas del Euparkeria eran muy largas y anchas, el doble de lo común en otros reptiles contemporáneos, lo que se ha interpretado como un paso intermedio entre las escamas y las plumas.
LAS PRIMERAS AVES: EL JURÁSICO
La primera evidencia de las aves en el registro fósil es una pluma preservada en las lutitas, que son piedras formadas de capas de lodo muy fino, de Solnhofen, Baviera, encontrada en 1861 por Hermann von Meyer y que fue bautizada por los científicos con el nombre de Archaeopteryx litographica (que quiere decir pluma antigua dibujada en la piedra). Fue definitivamente la conformación particular del suelo lo que permitió que se conservaran evidencias de estructuras tan finas como las plumas. Algunos meses después se encontró el esqueleto completo de un animal del tamaño de un cuervo, con cola larga y dientes en el hocico, alrededor del cual existían rastros de plumas; se supuso que la primera pluma que se encontró fosilizada pertenecía a un animal del mismo tipo, el Archaeopteryx. El descubrimiento de este fósil pocos años después de la aparición del libro El origen de las especies de Charles Darwin fue especialmente significativo, pues reunía una serie de características intermedias entre las aves y los reptiles que permitían catalogarlo como uno de los tan buscados "eslabones perdidos", delicia de los evolucionistas de la época; este fósil fue empacado y catalogado en secreto y, posteriormente, entregado como pago de sus servicios a un médico llamado Karl Häberlein, quien lo mantuvo fuera del alcance de los científicos durante varios años hasta que lo vendió al Museo Británico de Londres, donde fue estudiado con detenimiento.
Después fueron encontrados en la misma localidad de Baviera y en las cercanías de Eichstätt, entre los años de 1877 y 1951, cuatro especímenes más, tres de los cuales fueron en un principio identificados como dinosaurios, en especial de una especie pequeña denominada Compsognathus, pero que posteriores análisis permitieron comprobar que eran miembros también del género Archaeopteryx. Curiosamente, el segundo de los esqueletos completos fue vendido al Museo de Berlín por un especulador, nada menos que el hijo del doctor Häberlein. En la actualidad se cuenta con cinco fósiles de Archaeopteryx, los cuales son conocidos, de acuerdo con el museo donde se localizan, como el de Londres, el de Berlín, el de Maxberg, el de Teyler y el de Eichstätt. El ejemplar de Londres es el mejor conservado y su importancia para el entendimiento de la evolución se ha comparado con el descubrimiento de la Piedra de Roseta en Egipto, de acuerdo con Allan Feduccia, investigador de Estados Unidos.
son los antepasados de los dinosaurios
Orden: Tecodontos
Los arcosaurios más primitivos fueron los tecodontos, que hicieron su aparición a fines del Pérmico, hace más de 250 millones de años.
Durante el Triásico evolucionaron rápidamente en numerosas formas, pero se extinguieron hacia el final del período.
Su breve historia evolutiva (de menos de 40 millones de años) tuvo sin embargo gran éxito, pues entre los tecodontos estaban los antepasados de los tres grupos de arcosaurios: los dinosaurios, los pterosaurios y los cocodrilos.
Los tecodontos se clasifican en cinco subórdenes. Sus miembros presentan una tendencia general hacia una postura más erguida, con las patas traseras situadas cada vez en posición más directa debajo del cuerpo, en lugar de proyectarse hacia los lados, como en los anteriores reptiles.
Esta tendencia alcanzó un grado máximo en los ornitosuquios, capaces de andar sobre las patas traseras. Uno de sus miembros fue el antepasado de los dinosaurios.
Suborden: Proterosuquios
Los proterosuquios fueron los primeros tecodontos en aparecer: en Rusia se han encontrado vestigios que datan de fines del Pérmico. Algunos eran acuáticos y semejantes a cocodrilos, mientras que otros estaban plenamente adaptados a la vida terrestre.
Se difundieron por todo el mundo durante el Triásico y se extinguieron al final de ese período. Probablemente, los demás grupos de tecodontos son descendientes suyos.
El Chasmatosaurus (antes llamado Proterosuchus), vivió a principios del Triásico en África (Sudáfrica) y Asia (China), y medía 2 m. de longitud.
Es el más antiguo de los tecodontos conocidos. Se parecía a un cocodrilo moderno y probablemente tenía hábitos similares.
Sus robustas patas, cada una con cinco dedos, estaban dispuestas en ángulo con respecto al cuerpo, por lo cual el animal debía de andar como los lagartos.
Aunque podía desplazarse en tierra, lo más probable es que pasara la mayor parte del tiempo en los ríos, persiguiendo peces y nadando con sinuosos movimientos del tronco y la larga cola. Sus mandíbulas estaban bien provistas de afilados dientes curvados hacia atrás, cada uno inserto en un alveolo poco profundo.
El maxilar superior presentaba una abrupta curvatura hacia abajo en el extremo. También tenía dientes en el paladar, un rasgo primitivo que no se observa en los tecodontos posteriores.
Los tecodontos integraron un grupo de reptiles antiguos que apareció en el Triásico, del cual es muy probable que haya surgido el ancestro de las aves; además, sus esqueletos presentan una serie de características semejante a la de las aves antiguas, como la modificación de las patas posteriores para caminar y la forma de sus vértebras. Uno de los fósiles que han proporcionado evidencia de la posibilidad es el llamado Euparkeria, reptil pequeño del tamaño de una gallina, que presenta en su esqueleto una serie de modificaciones anatómicas que se repiten en el Archaeopteryx y en las aves actuales. Además, se ha encontrado que las escamas del Euparkeria eran muy largas y anchas, el doble de lo común en otros reptiles contemporáneos, lo que se ha interpretado como un paso intermedio entre las escamas y las plumas.
LAS PRIMERAS AVES: EL JURÁSICO
La primera evidencia de las aves en el registro fósil es una pluma preservada en las lutitas, que son piedras formadas de capas de lodo muy fino, de Solnhofen, Baviera, encontrada en 1861 por Hermann von Meyer y que fue bautizada por los científicos con el nombre de Archaeopteryx litographica (que quiere decir pluma antigua dibujada en la piedra). Fue definitivamente la conformación particular del suelo lo que permitió que se conservaran evidencias de estructuras tan finas como las plumas. Algunos meses después se encontró el esqueleto completo de un animal del tamaño de un cuervo, con cola larga y dientes en el hocico, alrededor del cual existían rastros de plumas; se supuso que la primera pluma que se encontró fosilizada pertenecía a un animal del mismo tipo, el Archaeopteryx. El descubrimiento de este fósil pocos años después de la aparición del libro El origen de las especies de Charles Darwin fue especialmente significativo, pues reunía una serie de características intermedias entre las aves y los reptiles que permitían catalogarlo como uno de los tan buscados "eslabones perdidos", delicia de los evolucionistas de la época; este fósil fue empacado y catalogado en secreto y, posteriormente, entregado como pago de sus servicios a un médico llamado Karl Häberlein, quien lo mantuvo fuera del alcance de los científicos durante varios años hasta que lo vendió al Museo Británico de Londres, donde fue estudiado con detenimiento.
Después fueron encontrados en la misma localidad de Baviera y en las cercanías de Eichstätt, entre los años de 1877 y 1951, cuatro especímenes más, tres de los cuales fueron en un principio identificados como dinosaurios, en especial de una especie pequeña denominada Compsognathus, pero que posteriores análisis permitieron comprobar que eran miembros también del género Archaeopteryx. Curiosamente, el segundo de los esqueletos completos fue vendido al Museo de Berlín por un especulador, nada menos que el hijo del doctor Häberlein. En la actualidad se cuenta con cinco fósiles de Archaeopteryx, los cuales son conocidos, de acuerdo con el museo donde se localizan, como el de Londres, el de Berlín, el de Maxberg, el de Teyler y el de Eichstätt. El ejemplar de Londres es el mejor conservado y su importancia para el entendimiento de la evolución se ha comparado con el descubrimiento de la Piedra de Roseta en Egipto, de acuerdo con Allan Feduccia, investigador de Estados Unidos.
En primer lugar te corrijo los tecodontos es lo que buscas los tecodontos fueron un orden de reptiles de la subclase de los diápsidos, por lo general pequeños y ágiles, con los dientes implantados en alvéolos y que vivieron durante le período Triásico.
No hubo gran número de especies, pero originaron órdenes tan importantes como los dinosaurios y pterosaurios. Los diferentes tecodontos se agrupan en diversos subórdenes y familias, debido a la diversifidad de formas que hay.
El grupo incluye numerosos subórdenes: los proterosuquios, los pseudosuquios, los etosaurios, los fitosaurios, los ornitosuquios y los rauisuquios.