Los efectos de la LSD sobre el Sistema Nervioso Central son extremamente variables y dependen de la cantidad que se consuma, el entorno en que se use la droga, la pureza de ésta, la personalidad, el estado de ánimo y las expectativas del usuario. Algunos consumidores de LSD experimentan una sensación de euforia, mientras que otros viven la experiencia en clave terrorífica. Cuando la experiencia tienen un tono general desagradable, suele hablarse de "mal viaje".
Entre los efectos recurrentes están los siguientes: contracciones uterinas, hipotermia, fiebre, niveles elevados de glucemia, erizamiento del vello, aumento de la frecuencia cardíaca, transpiración, pupilas dilatadas, ansiedad, insomnio, parestesia, euforia, hiperreflexia, temblores, sinestesia, hiperestesia, cambios en la percepción del tiempo y de la identidad, cambios en el estado de ánimo, desbloqueo de recuerdos reprimidos.
Cuando la sustancia se administra por vía oral, los efectos tardan en manifestarse entre 30 minutos y una hora y, según la dosis, pueden durar entre 8 y 10 h.[22] Más tarde pueden darse retrospectivas o flashbacks, durante las cuales el sujeto revive determinados aspectos de la experiencia con la LSD, aun cuando no haya vuelto a consumir la droga.
Como reacción a la enorme popularidad que dieron a la LSD Timothy Leary y otros apologistas, algunos medios contraatacaron destacando sus peligros: tanto los derivados de una conducta imprudente durante el 'viaje' (se hizo famosa una leyenda urbana sobre unos jóvenes que, supuestamente, se habrían quedado ciegos mientras observaban, arrobados, el sol)[23] como daños permanentes a la salud derivados del consumo: por ejemplo, mutaciones en los cromosomas y pérdida irreparable de la lucidez.
La LSD no deja secuelas que puedan ser apreciables en electroencefalogramas, ni en resonancias magnéticas, ni en pruebas neurológicas puntuales. La investigación tampoco ha corroborado el supuesto deterioro del material genético.
Sin embargo, aunque la LSD no origine generalmente trastornos duraderos en personas mentalmente sanas, puede contribuir al desarrollo de enfermedades mentales en aquéllos que ya las tienen o son propensos a un brote psicótico. En el prospecto del Delysid, los laboratorios Sandoz advertían que el fármaco podía intensificar las condiciones mentales patológicas, y que debía tenerse especial cuidado en personas con tendencias suicidas.[1] Un caso célebre de este tipo es el de Syd Barrett, compositor de los primeros éxitos de Pink Floyd.
Un estudio de 1971 sobre reacciones adversas a la LSD en un entorno clínico aporta las siguientes conclusiones: de 4.300 pacientes, 3 de ellos (que sufrían ya enfermedades mentales) se suicidaron y 9 lo intentaron sin éxito (lo que da una ratio de 0,7 por mil pacientes). Un 2,3 por mil de los pacientes sufrieron algún accidente. Nicholas Malleson concluye que «el tratamiento con LSD origina reacciones adversas agudas, pero si hay una supervisión psiquiátrica adecuada y se dan las condiciones adecuadas para su administración, la incidencia de tales reacciones no es grande».[24]
Según indica John Cashman, «existen también otros informes de reacciones negativas, psicosis temporales, disociaciones y reacciones post-LSD que requirieron la hospitalización. Pero en todos ellos existía historial anterior de perturbaciones psíquicas».[25]
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No es dónde, sino con quien.
Pregunta a cualquier persona que conozcas que consuma cualquier tipo de droga/psicoactivo seguramente su venderdor (dealer) sabrá.
Unilago
Metete en un barrio nocturno y le preguntas a alguien q este fumando marihuana
Los efectos de la LSD sobre el Sistema Nervioso Central son extremamente variables y dependen de la cantidad que se consuma, el entorno en que se use la droga, la pureza de ésta, la personalidad, el estado de ánimo y las expectativas del usuario. Algunos consumidores de LSD experimentan una sensación de euforia, mientras que otros viven la experiencia en clave terrorífica. Cuando la experiencia tienen un tono general desagradable, suele hablarse de "mal viaje".
Entre los efectos recurrentes están los siguientes: contracciones uterinas, hipotermia, fiebre, niveles elevados de glucemia, erizamiento del vello, aumento de la frecuencia cardíaca, transpiración, pupilas dilatadas, ansiedad, insomnio, parestesia, euforia, hiperreflexia, temblores, sinestesia, hiperestesia, cambios en la percepción del tiempo y de la identidad, cambios en el estado de ánimo, desbloqueo de recuerdos reprimidos.
Cuando la sustancia se administra por vía oral, los efectos tardan en manifestarse entre 30 minutos y una hora y, según la dosis, pueden durar entre 8 y 10 h.[22] Más tarde pueden darse retrospectivas o flashbacks, durante las cuales el sujeto revive determinados aspectos de la experiencia con la LSD, aun cuando no haya vuelto a consumir la droga.
Como reacción a la enorme popularidad que dieron a la LSD Timothy Leary y otros apologistas, algunos medios contraatacaron destacando sus peligros: tanto los derivados de una conducta imprudente durante el 'viaje' (se hizo famosa una leyenda urbana sobre unos jóvenes que, supuestamente, se habrían quedado ciegos mientras observaban, arrobados, el sol)[23] como daños permanentes a la salud derivados del consumo: por ejemplo, mutaciones en los cromosomas y pérdida irreparable de la lucidez.
La LSD no deja secuelas que puedan ser apreciables en electroencefalogramas, ni en resonancias magnéticas, ni en pruebas neurológicas puntuales. La investigación tampoco ha corroborado el supuesto deterioro del material genético.
Sin embargo, aunque la LSD no origine generalmente trastornos duraderos en personas mentalmente sanas, puede contribuir al desarrollo de enfermedades mentales en aquéllos que ya las tienen o son propensos a un brote psicótico. En el prospecto del Delysid, los laboratorios Sandoz advertían que el fármaco podía intensificar las condiciones mentales patológicas, y que debía tenerse especial cuidado en personas con tendencias suicidas.[1] Un caso célebre de este tipo es el de Syd Barrett, compositor de los primeros éxitos de Pink Floyd.
Un estudio de 1971 sobre reacciones adversas a la LSD en un entorno clínico aporta las siguientes conclusiones: de 4.300 pacientes, 3 de ellos (que sufrían ya enfermedades mentales) se suicidaron y 9 lo intentaron sin éxito (lo que da una ratio de 0,7 por mil pacientes). Un 2,3 por mil de los pacientes sufrieron algún accidente. Nicholas Malleson concluye que «el tratamiento con LSD origina reacciones adversas agudas, pero si hay una supervisión psiquiátrica adecuada y se dan las condiciones adecuadas para su administración, la incidencia de tales reacciones no es grande».[24]
Según indica John Cashman, «existen también otros informes de reacciones negativas, psicosis temporales, disociaciones y reacciones post-LSD que requirieron la hospitalización. Pero en todos ellos existía historial anterior de perturbaciones psíquicas».[25]
Pues no deberías comprar eso. te hace mal -.-
Drogadisto.