El Acto I del "Julio César" de Shakespeare se divide a su vez en 3 Escenas, que, si te parece, analizamos ahora:
Escena 1: en una calle de Roma, dos nobles patricios, Flavio y Marulo, se encuentran con una muchedumbre que se ha echado a las calles para recibir la comitiva de Julio César, general que regresa victorioso a Roma, para celebrar con él su "triunfo". Los patricios, escandalizados, les afean la conducta reprochándoles que se rindan a las victorias ridículas de César despreciando las hazañas, mayores, de los generales que le precedieron, por ejemplo Pompeyo. Flavio convence a Marulo de que es "necesario" separarse y disolver los grupos que vean, para que la entrada de Cesar en la ciudad no sea lo apoteósica que se prevé y de esa forma "no darle alas la águila de sus tropas para que no llegue a convertirse en un tirano que les someta a todos".
Escena 2: en una plaza pública de Roma desfila la comitiva de César. Éste se muestra arrogante y soberbio, dando órdenes a Antonio (su mejor soldado), a Bruto (su hijo adoptivo) a Calpurnia (su esposa, a la que humilla públicamente por no haberle dado un hijo), etc sobre cómo debe discurrir la entrada en la ciudad. En esto que son detenidos por un adivino que le grita "que se guarde (que se cuide, que tenga cuidado) de los Idus de Marzo" Los idus de marzo son una celebración romana. (http://es.wikipedia.org/wiki/Idus_de_marzo) El adivino le previene sobre una desgracia próxima pero Cesar echa en saco roto su advertencia y sigue su desfile.
Entretanto, se traba una curiosa conversación de tintes conspiradores entre el hijo adoptivo de César -Bruto- y uno de sus amigos patricios -Casio-. Bruto está inquieto y desasosegado. Ve en César todas las hechuras de un tirano y un déspota que solamente emplea al ejército para mantenerse en el poder. Casio le pide que, cuando César se marche, escuche una historia de algo notable que ha sucedido ese día y que puede darle una idea de las verdaderas intenciones de César, contada por otro patricio, Casca.
Parece ser que, ante todo el pueblo, cuando le estaba siendo ofrecida una corona de triunfo -que venia a representar la voluntad de que se convirtiese en rey de los romanos- por 3era vez ante todo el pueblo, César sufrió un desmayo y cayó al suelo echando espumarajos por la boca (ahora se sabe que Julio César padecía ataques epilépticos, pero entonces, "eso" en Roma era un claro signo de incapacidad para gobernar y gobernarse) y el que su debilidad quedase tan patente ante todo el mundo le puso de un enorme mal humor.
Bruto, Casca y Casio quedan en comer juntos para el siguiente día y comentar los sucesos.
Escena 3: Es en medio de una tormenta, pues hay truenos y relámpagos. En una calle de Roma se encuentran Cicerón y Casca. En tanto aquél está tranquilo, como buen estoico, Casca está completamente atemorizado. Le refiere los extraordinarios sucesos del día que él interpreta como signos de que algo malo se avecina. Se encuentran luego Casca y Casio. Casio, aprovechando el estado de ánimo aterrorizado de Casca, le convence de que no son signos de mal augurio sino de que "algo grande y bueno para Roma" está a punto de suceder. Casio tiene ya en mente asesinar a Julio César y está preparando el terreno entre los patricios conjurados para, al día siguiente, en el Capitolio, asesinar a ésar.
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¡Guau!. Buenos días, humana.
El Acto I del "Julio César" de Shakespeare se divide a su vez en 3 Escenas, que, si te parece, analizamos ahora:
Escena 1: en una calle de Roma, dos nobles patricios, Flavio y Marulo, se encuentran con una muchedumbre que se ha echado a las calles para recibir la comitiva de Julio César, general que regresa victorioso a Roma, para celebrar con él su "triunfo". Los patricios, escandalizados, les afean la conducta reprochándoles que se rindan a las victorias ridículas de César despreciando las hazañas, mayores, de los generales que le precedieron, por ejemplo Pompeyo. Flavio convence a Marulo de que es "necesario" separarse y disolver los grupos que vean, para que la entrada de Cesar en la ciudad no sea lo apoteósica que se prevé y de esa forma "no darle alas la águila de sus tropas para que no llegue a convertirse en un tirano que les someta a todos".
Escena 2: en una plaza pública de Roma desfila la comitiva de César. Éste se muestra arrogante y soberbio, dando órdenes a Antonio (su mejor soldado), a Bruto (su hijo adoptivo) a Calpurnia (su esposa, a la que humilla públicamente por no haberle dado un hijo), etc sobre cómo debe discurrir la entrada en la ciudad. En esto que son detenidos por un adivino que le grita "que se guarde (que se cuide, que tenga cuidado) de los Idus de Marzo" Los idus de marzo son una celebración romana. (http://es.wikipedia.org/wiki/Idus_de_marzo) El adivino le previene sobre una desgracia próxima pero Cesar echa en saco roto su advertencia y sigue su desfile.
Entretanto, se traba una curiosa conversación de tintes conspiradores entre el hijo adoptivo de César -Bruto- y uno de sus amigos patricios -Casio-. Bruto está inquieto y desasosegado. Ve en César todas las hechuras de un tirano y un déspota que solamente emplea al ejército para mantenerse en el poder. Casio le pide que, cuando César se marche, escuche una historia de algo notable que ha sucedido ese día y que puede darle una idea de las verdaderas intenciones de César, contada por otro patricio, Casca.
Parece ser que, ante todo el pueblo, cuando le estaba siendo ofrecida una corona de triunfo -que venia a representar la voluntad de que se convirtiese en rey de los romanos- por 3era vez ante todo el pueblo, César sufrió un desmayo y cayó al suelo echando espumarajos por la boca (ahora se sabe que Julio César padecía ataques epilépticos, pero entonces, "eso" en Roma era un claro signo de incapacidad para gobernar y gobernarse) y el que su debilidad quedase tan patente ante todo el mundo le puso de un enorme mal humor.
Bruto, Casca y Casio quedan en comer juntos para el siguiente día y comentar los sucesos.
Escena 3: Es en medio de una tormenta, pues hay truenos y relámpagos. En una calle de Roma se encuentran Cicerón y Casca. En tanto aquél está tranquilo, como buen estoico, Casca está completamente atemorizado. Le refiere los extraordinarios sucesos del día que él interpreta como signos de que algo malo se avecina. Se encuentran luego Casca y Casio. Casio, aprovechando el estado de ánimo aterrorizado de Casca, le convence de que no son signos de mal augurio sino de que "algo grande y bueno para Roma" está a punto de suceder. Casio tiene ya en mente asesinar a Julio César y está preparando el terreno entre los patricios conjurados para, al día siguiente, en el Capitolio, asesinar a ésar.
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