Dante (el alma de la Humanidad) se extravía en su camino y se ve acosado por toda clase de terribles fieras, que son los pecados. Virgilio, el pagano bueno, símbolo de la razón, viene a su ayuda para guiarle y hacerle ver en el infierno a los hombres que han caído y fracasado en su viaje.
El Infierno. Perdido en esa selva enmarañada, la gracia divina le envía un guía, que es el poeta pagano Virgilio. Pasan el Aqueronte en el infierno de la Humanidad fracasada, colocada en series de nueve círculos concéntricos en forma de embudo. En la parte inferior esta Lucifer.
Dante va presionado por sus mismas luchas y no es raro que cite personas que intervinieron en la vida política de su tiempo. Parece normal que nos hallemos a Judas, el traidor por antonomansia; pero nos sorprende ver a Bruto y Casio, e incluso Papas, que fueron arrastrados por las ambiciones de lo temporal.
El Purgatorio. Por la puerta de San Pedro ascienden a un monte donde se purifica el alma. Allí sitúa el Purgatorio, en un isla. A la cima se sube por nueve gradas de purificación. Es la purificación por la esperanza y el deseo. Van viéndose distintos personajes antiguos y modernos. A la puerta se halla Catón de Utica. No deja de sorprender el ver a este moralizador de la paganía en el antipurgatorio.
El Cielo. Llegan al Paraíso. Virgilio el pagano, la sola razón, no puede penetrar. Aquí sale Beatriz, purificada en el Amor, símbolo de la Cenia Divina, la Teología, y sirve a Dante de guia en esta incursión mística. Aparecen los nueve círculos en ascensión, hasta el vértice que preside el Eterno. Al acercarse al trono del Señor, atravesando las jerarquías de perfección de los santos y ángeles, en una de ellas se queda Beatriz, y San Bernardo consigue que el poeta vislumbre la luz eterna.
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Dante (el alma de la Humanidad) se extravía en su camino y se ve acosado por toda clase de terribles fieras, que son los pecados. Virgilio, el pagano bueno, símbolo de la razón, viene a su ayuda para guiarle y hacerle ver en el infierno a los hombres que han caído y fracasado en su viaje.
El Infierno. Perdido en esa selva enmarañada, la gracia divina le envía un guía, que es el poeta pagano Virgilio. Pasan el Aqueronte en el infierno de la Humanidad fracasada, colocada en series de nueve círculos concéntricos en forma de embudo. En la parte inferior esta Lucifer.
Dante va presionado por sus mismas luchas y no es raro que cite personas que intervinieron en la vida política de su tiempo. Parece normal que nos hallemos a Judas, el traidor por antonomansia; pero nos sorprende ver a Bruto y Casio, e incluso Papas, que fueron arrastrados por las ambiciones de lo temporal.
El Purgatorio. Por la puerta de San Pedro ascienden a un monte donde se purifica el alma. Allí sitúa el Purgatorio, en un isla. A la cima se sube por nueve gradas de purificación. Es la purificación por la esperanza y el deseo. Van viéndose distintos personajes antiguos y modernos. A la puerta se halla Catón de Utica. No deja de sorprender el ver a este moralizador de la paganía en el antipurgatorio.
El Cielo. Llegan al Paraíso. Virgilio el pagano, la sola razón, no puede penetrar. Aquí sale Beatriz, purificada en el Amor, símbolo de la Cenia Divina, la Teología, y sirve a Dante de guia en esta incursión mística. Aparecen los nueve círculos en ascensión, hasta el vértice que preside el Eterno. Al acercarse al trono del Señor, atravesando las jerarquías de perfección de los santos y ángeles, en una de ellas se queda Beatriz, y San Bernardo consigue que el poeta vislumbre la luz eterna.