Valtorta - fragmentos de sus libros
Las tentaciones de Jesús en el desierto
Jesús se encuentra sentado en una piedra dentro de un enorme peñasco que tiene la forma de una gruta. Y el que habla dentro de mi, me dice que aquella piedra sobre la que está sentado, le sirve de reclinatorio y de almohada cuando descansa envuelto en Su manto por algunas horas a la luz de las estrellas y del aire frío de la noche. De hecho, ahí cerca de ËL, está el saco que vi que tomaba antes de partir de Nazaret. Es todo lo que tiene. Como veo que está vacío comprendo que se han acabado los pocos alimentos que le había dado María. Jesús está muy flaco y pálido. Está sentado con los codos apoyados sobre las rodillas, y los antebrazos que se ven delante y las manos unidas y los dedos entrelazados. De cuando en cuando levanta la vista, mira alrededor, levanta Sus ojos al sol, que ya está en lo alto, casi perpendicular en el cielo azul. De cuando en cuando y sobre todo después de haber mirado alrededor y de haber levantado la vista hacia el sol, los cierra y los apoya en la roca que le sirve de refugio, como si sintiera vértigo.
Veo que aparece el feo rostro de satanás. No se presenta como siempre lo hemos imaginado, con cuernos, cola, etc. etc. Parece un beduino envuelto en su vestido, y su gran manto le da aires de un personaje de teatro. Lleva el turbante en la cabeza, cuyos flancos blancos caen sobre sus espaldas y por la cara. De modo que casi aparece un breve triángulo moreno, formado de los labios delgados y sinuosos, de los ogros negrísimos y sin fondo, llenos de resplandores magnéticos y de dos pupilas que parecen leer el corazón, pero en los que nada se lee, a no ser que sea una sola palabra: “misterio”. Es todo lo contrario de los ojos de Jesús, tan magnéticos y fascinadores que leen los corazones y en los que uno a la vez puede ver Su Corazón, el amor y la bondad que encierran. Los ojos de Jesús son una caricia en el alma. Los de satanás son como un doble puñal que perfora y que quema.
Se acerca Jesús: “¿estás solo?”. Jesús lo mira pero no responde. “¿cómo has llegado hasta aquí?. ¿Te perdiste?”. Jesús lo mira de cabeza a pies y calla. “Si tuviese agua en la botija, te daría. Pero yo tampoco tengo. Se me murió el caballo y voy a pie al río. Beberé y buscaré a alguien que me de pan. Conozco el camino. Ven conmigo. Te guiaré”.
Jesús no alza ni siquiera los ojos. “¿No me respondes?. ¿No sabes que si te quedas aquí te mueres?. El viento comienza a soplar. Habrá torbellino. ¡Ven!. Jesús aprieta las manos en muda oración. “¡Ah!. ¿Con que eres Tú exactamente?. ¡Tanto que te buscaba!. Y tanto que te seguía. Desde el momento en que te bautizaste. ¿Llamas al Eterno?. ¡Está lejos!. Ahora estás en la tierra y en medio de los hombres. Entre los hombres yo reino. Sin embargo me mueves a compasión y quiero ayudarte, porque eres y has venido a sacrificarte por nada. Los hombres te odiarán por Tu bondad. No saben de otra cosa más que de oro, comida y sentidos. Sacrificio, dolor y obediencia son palabras más muertas para ellos que esta tierra que nos rodea. Son más secos que este polvo. Tan solo la serpiente puede esconderse aquí, en espera de morder, así como el chacal en espera de destrozar. Vete de aquí, no merecen que sufras por ellos. Los conozco mejor que Tú”.
Satanás se ha sentado enfrente de Jesús y lo escudriña con su horrible mirada, y en su boca se dibuja una sonrisa de serpiente. Jesús sigue callado orando en silencio.
“Desconfías de mi. Haces mal. Yo soy la sabiduría en la tierra. Puedo ser tu maestro para enseñarte a triunfar. Ves: lo importante es triunfar. Después, cuando uno se haya impuesto y el mundo ha sido engañado, entonces se le lleva donde quiera uno. Pero ante todo es necesario ser como place a ellos. Como ellos. Seducirlos haciéndoles creer que los admiramos y que los seguimos en sus pensamientos.
Eres joven y bello, empieza por la mujer. Siempre se debe empezar por ella. Yo me equivoqué al inducir a la mujer a la desobediencia. Debí haberla aconsejado de otro modo. La habría convertido en un instrumento mejor y habría vencido a Dios. Tuve prisa. Pero ¡Tú! yo te enseño, porque existió un día en que te miré con angelical alegría y me ha quedado un resto de aquel amor. Pero escúchame y aprovéchate de mi experiencia. Búscate una compañera. Donde Tú no seas capaz de llegar, lo será ella. Eres el nuevo Adán, debes tener tu Eva.
Y por otra parte ¿cómo puedes comprender y curar las enfermedades de los sentidos, si no sabes que cosas son?. ¿No sabes que ahí se esconde el meollo de donde nace la planta de la avidez y de la arrogancia?. ¿Porqué quiere reinar el hombre?. ¿Porqué quiere ser rico y poderoso?. Para poseer a la mujer. Esta es como la alondra. Tiene necesidad del guiño para que se le atrape. El oro y el poder son las dos caras del espejo que atraen a la mujer y la causa del mal en el mundo. ¡Mira!. Detrás de mil delitos de todas las clases, hay por lo menos novecientos que tienen su raíz en el hambre de poseer a la mujer, o en la voluntad de una mujer que arde de deseo por el hombre que todavía no satisface o no lo satisfará jamás. Ve a la mujer si quieres saber que cosa es la vida. Y sólo después sabrás cuidar y aliviar las enfermedades de la humanidad. Es hermosa, sabes: ¡la mujer!. No hay cosa más bella en el mundo. El hombre posee el pensamiento y la fuerza. Pero ¡la mujer! su pensamiento es un perfume, su contacto es una caricia de flores, su belleza es como un vino que desciende, su debilidad es como una cuerda de seda o un cordón en manos del hombre, sus caricias son fuerza que se derrama sobre las nuestras y las encienden. El dolor, la fatiga, el desdén desaparecen cuando se está cerca de una mujer, y es como un manojo de flores en nuestros brazos. Pero ¡que tonto soy!. Tu tienes hambre y yo hablo de mujeres. Tu vigor esta agotado por eso, esta fragancia de la tierra, estas flores de lo creado, este fruto que produce y suscita amor, te parecen cosas sin ningún valor. Pero mira estas piedras. ¡Que redondas!. ¡Que bien labradas!. Doradas por el sol que desciende. ¿No te parecen panes?. Tú, Hijo de Dios, no tienes más que decir: “quiero”, para que ellas se conviertan en un pan oloroso como el que ahora las panaderas sacan del horno para las cenas de sus familias...estos espinos tan áridos, si Tú quieres ¿no pueden cubrirse de frutas, de dátiles o de miel?. Sáciate, ¡oh Hijo de Dios!. Tu eres el dueño de la tierra. Ella se inclina para ponerse a Tus pies y para calmar Tu hambre.
¿Lo ves que palideces y sientes mareo tan sólo de hablar de pan?. ¡Pobre Jesús!. ¿Eres tan débil de no poder ni siquiera ordenar que se haga un milagro?. ¿Quieres que lo haga yo por Ti?. No me puedo medir contigo, pero puedo hacer algo. Me privaré por un año de mi fuerza, la juntaré toda, pero te quiero servir porque eres bueno y yo siempre me acuerdo que eres mi Dios, aunque por ahora me he hecho indigno de llamarte como tal. Ayúdame con Tu plegaria para que pueda…”.
“¡Calla!. No sólo de pan vive el hombre, sino de cualquier palabra que viene de Dios”.
El demonio tiene un arrebato de rabia. Rechina los dientes y cierra los puños. Luego se controla y cambia el rechino en sonrisa.
“Comprendo. Tú estás sobre las necesidades de la tierra y tienes horror de servirte de mi. ¡Lo tengo merecido!. Pero….ven ahora y mira algo en la Casa de Dios. Ve también como los sacerdotes no rehúsan llegar a transacciones entre el espíritu y la carne, porque al fin son hombres y no ángeles. Haz un milagro espiritual. Yo te llevo al pináculo del templo y Tú te transformarás en belleza y luego llama a las cohortes de ángeles y di que entrelacen sus alas para peana de Tus pies y te bajen en el pórtico principal. Que te vean y se acuerden que existe Dios. De cuando en cuando es necesario manifestarse, porque el hombre tiene una memoria tan flaca, sobre todo en las cosas espirituales. ¡Que felices se sentirían los ángeles de servir de peana a Tus pies y de escalera sobre la que subas!.
“No tentarás al Señor Dios tuyo, está escrito”.
“Comprendes que Tú aparición no cambiaría las cosas y que el Templo continuaría siendo un mercado y una corrupción. Tú Divina Sabiduría conoce que los corazones de los ministros del Templo son un nido de víboras, que se desgarran y desgarran tan sólo por dominar. No se les puede domar más que con la fuerza humana.
Así pues, oye: “adórame”. Te daré la tierra. Alejandro, Ciro, César, todos los más grandes dominadores que han vivido o que viven serán semejantes a cabecillas de miserables caravanas en comparación tuyo, que tendrás todos los reinos bajo Tu cetro y con los reinos todas las riquezas, todas las bellezas de la tierra y mujeres y caballos y armadas y templos. Podrás levantar en todas partes Tú señal, cuando seas Rey de Reyes y Señor de Señores en el mundo.
Entonces serás obedecido y venerado por el pueblo y el sacerdocio. Todas las razas te honrarán y te servirán, porque serás poderoso y el único Señor…¡adórame un momento!. Quítame esta sed que tengo de ser adorado. ¡Es la que me perdió!. Ha quedado en mi y me quema. Las llamas del infierno son como fresco aire matutino en comparación a éste que me quema por dentro. Es mi infierno esta sed. Un momento…un momento sólo, ¡oh Cristo! Tú que eres bueno. ¡Un momento de alegría al eterno atormentado!. Hazme sentir que cosa se experimenta al ser Dios, y me tendrás por tuyo, obediente como un siervo por toda la vida y para todas Tus empresas. ¡Un momento!. ¡Un sólo momento y no te atormentaré más!...satanás se arroja de rodillas pidiéndolo.
Jesús se ha puesto de pie, enflaquecido durante estos días por el ayuno parece aún más alto. Su rostro se llena de severidad y poder. Sus ojos son dos zafiros que queman, Su voz es un trueno que repercute dentro de la cueva y que se derrama sobre las piedras y la llanura desolada cuando dice:
“¡Lárgate satanás¡. Está escrito: adorarás al Señor Dios tuyo, y a El sólo servirás”.
Satanás con un aullido de condenado y de odio indescriptible se levanta; horrible es ver su furiosa figura llena de humo. Después desaparece con un ahuyido de maldito. Jesús se sienta cansado y apoya la cabeza sobre el peñasco. Parece exhausto y suda. Seres angélicos vienen a revolotear con sus alas con las que purifican y refrescan el aire caliente de la cueva. Jesús abre los ojos y sonríe. No veo que coma pero se diría que se nutre con el aroma del paraíso y sale lleno de vigor.
El sol desaparece por el occidente. Jesús toma Su bolsa vacía y se dirige hacia el oriente, mejor dicho, al noroeste acompañado por los ángeles que suspendidos en el aire sobre Su Cabeza le proporcionan una luz suave mientras la noche desciende rapidísimo. Tiene nuevamente Su expresión habitual y el paso seguro. Sólo le queda, después del largo ayuno, un aspecto más ascético en el rostro delgado y pálido y en los ojos una alegría que no es de ésta tierra.
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Satanás se presenta siempre bajo un ropaje benévolo.
Dice Jesús:
“Lo has visto. Satanás se presenta siempre con ropaje benévolo y en forma ordinaria. Si las almas están atentas y sobre todo en contacto espiritual con Dios, advierten el aviso que las pone alertas y prontas a combatir las asechanzas del demonio. Pero si las almas no hacen caso al aviso Divino, se separan debido a pensamientos del todo humanos que entorpecen, si no buscan ayuda en la oración que las une a Dios y que da fuerzas al corazón humano, difícilmente pueden ver la trampa escondida bajo una apariencia inofensiva y helas aquí que caen. Librarse después de esa trampa sí que es difícil.
Los dos senderos más comunes de satanás para llegar a las almas son el sentido y la gula. Siempre empieza por la materia. Cuando ésta ha sido derrotada y sujeta, el ataque continúa en las partes superiores del hombre. Primero la parte moral; el pensamiento con su soberbia y avidez; después el espíritu, al quitarle no sólo el amor Divino, que ya no existe desde el momento que ha sido sustituido por otros amores humanos, sino también el temor de Dios. Entonces es cuando el hombre se entrega a satanás en alma y cuerpo con la condición de poder gozar de lo que quiera y gozar siempre. Tu has visto la forma en que me comporté: Silencio y Oración. Silencio. La razón es que si satanás se presenta seductor y se acerca, se le debe soportar sin tantas impaciencias ni temores inútiles. Es menester reaccionar con valor a su presencia y a su seducción con la plegaria.
Es inútil discutir con satanás, vencerá él, porque tiene una lógica más fuerte. Nadie, más que Dios puede vencerle y por eso es necesario recurrir a Dios que hablará por nosotros, a través de nosotros. Enseñar a satanás aquel Nombre y aquella Señal no tan sólo escritos en el papel o grabados en madera, sino escritos y grabados en el corazón. Mi Nombre y Mi Señal. Contraatacar a satanás tan sólo cuando insinúa que El es como Dios, usando las palabras de Dios. El demonio no las soporta. A continuación, después de la lucha, viene la victoria y los ángeles ayudan y defienden al vencedor contra el odio de satanás. Lo confortan como rocío del hielo, con la gracia que derraman a manos llenas en el corazón del hijo y la bendición que acaricia al alma.
Es necesario tener voluntad de vencer a satanás y fe en Dios y en Su ayuda. Fe en el poder de la oración y en la bondad del Señor. Entonces no puede hacer ningún mal.
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ten fe, y debes tener voluntad de vencer la tentacion
El que lea lo que escribistes y conteste de verdad tiene ganas de contestar
Excelente. Creo habaer recordado cuando pensaba de esa forma, tirandome en contra de la Iglesia Catolica.
Cristo venció las tentaciones
El hombre que ora, supera la tentación; el que no ora no la supera.
No necesitamos estudiar sociología para darnos cuenta de que las tentaciones siguen a cada hombre como su sombra. Son congénitas a cada hombre. No ha existido ningún ser humano, fuera de los casos de Jesús y María, que no haya pecado; no ha habido ningún pecado que no haya sido precedido por una tentación. La tentación tiene carta de ciudadanía en todo lugar y siempre tiene sus papeles en regla para entrar en cualquier momento.
Si hay tentaciones, tiene que haber unas fuentes de tentaciones. La Revelación nos dice que el primer pecado histórico del hombre, el de Adán y Eva, entró en el mundo por medio del Tentador, el diablo. A partir de la caída de nuestros primeros padres cada ser humano que nace tiene dentro de sí una fuente de tentación, que llamamos concupiscencias o pasiones desordenadas. Además hay que contar con otra fuente que es el mundo, que presenta un escaparate bastante variado de tentaciones. Por eso, tenemos una triple fuente de tentaciones: el diablo, el mundo y las pasiones desordenadas.
Si las tentaciones forman parte de nuestra vida, tenemos que comprender su función y, sobre todo, saber combatirlas.
Las tentaciones nos ayudan a fortalecer nuestra opción por Dios
Antes de entregar un coche a la agencia, los fabricantes tiene que probarlo en la pista de pruebas. Si pasa la prueba lo consideran como un buen coche y digno de la marca que ostenta. La vida del hombre también es como una pista de prueba para ver si él es digno del sello que Dios imprimió en su alma en el momento del bautismo.
Las tentaciones son permitidas por Dios para probar nuestro valor. Cada vez que superamos una tentación consolidamos nuestra opción por Dios; también lo contrario es cierto: cada vez que caemos en la tentación debilitamos esta opción por Él.
En la vida moral no hay momentos neutros: o actuamos para o en contra de Cristo. El mismo dijo que “no se puede servir a dos señores”. Dado que el hombre es libre se construye a sí mismo: cada uno es “padre” de sí mismo. ¡Qué responsabilidad!
Hay que afianzar cada día nuestra opción por Dios; hay que morir a lo que nos ofrece la tentación y hacer vivir más nuestro amor a Dios.
Las dificultades hay que afrontarlas y hay que superarlas. Para el que ama, las dificultades son ocasión de oro, los mejores momentos en que puede demostrar su cariño por la persona amada. Hay que dar la vida, es verdad; hay que caer en tierra y hay que morir para vivir y dar fruto. Pero esta norma del Evangelio es dura sólo para los profanos, para los que miran desde fuera.
Quien se mete, quien vive de lleno esta actitud, sabe que si es verdad la primera parte, no es menos verdad la segunda: fecundidad, fruto, realización, vida.
Cristo venció eficazmente las tentaciones
Cuando la casa se está quemando, no es el momento para tomar un curso sobre como extinguir fuegos; cuando el avión va de picada, es inútil sacar la hoja de normas de seguridad para leerlas; cuando estamos hasta el cuello en la tentación, no es el momento para estudiar un Tratado sobre Tentaciones. Lo importante es prever, preparándonos antes. Cristo es nuestro mejor Maestro: Él nos enseña no sólo con su palabra, sino con su ejemplo. Cristo no es como un soldado que aprendió todo en el cuartel, sino más bien en el campo de batalla. Él nos transmite sus experiencias para ayudarnos. Leemos en el Catecismo en el n.539:
La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es un anticipo de la victoria de la pasión, suprema obediencia de su amor al Padre.
Para salir victorioso en la tentación Cristo usó tres armas muy potentes: la Palabra de Dios, el sacrificio y la oración. Con estas tres armas podemos superar cualquier tentación. Veámoslas.
La Palabra de Dios, la Voluntad expresa de Dios, era lo que pesaba más en la vida de Cristo. El tenía su conciencia bien formada: sabía distinguir entre el bien y el mal. Él sabía exactamente lo que tenía que hacer. Tenía una conciencia recta.
Si nosotros no formamos bien nuestra conciencia cristiana, corremos el riesgo serio de caer en la tentación. No basta saber lo que se puede o no se puede hacer, pues es necesario también saber el por qué está bien o está mal. No basta decir: “el Papa dice...” Hay que saber el por qué el Papa dice que está bien o está mal. Recordemos que las cosas no son buenas o malas porque el Papa lo dice, sino el Papa lo dice precisamente porque son buenas o malas.
Un católico debe tener UNA FE ILUSTRADA, que significa saber por qué una cosa es buena o mala moralmente.
La segunda arma es el sacrificio. Nos puede pasar como le pasó a Eva: “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista... tomó su fruto y comió” (Gen 3,6).
Las tentaciones se nos echan encima con la violencia de una pasión. Las tentaciones son seductoras y pueden enredar nuestra débil voluntad. Es necesario, por eso, tener una voluntad firme y fuerte. Una persona sin fuerza de voluntad seguramente caerá en la tentación. Guardando las debidas distancias, es como una persona que sufre de Sida: no tiene anticuerpos y está propicia a cualquier infección. Una persona sin fuerza de voluntad es como una hoja llevada por el viento: no pone resistencia.
La tercera arma es la oración, que es la unión con Dios. Una vez un niño jugaba fútbol y metía muchos goles. Un domingo comenzó a jugar mal y no hizo nada en el partido. Sus amigos le preguntaron qué le había pasado. Éste contestó que como no estaba su padre mirándolo se sentía desanimado e incapaz, pues ese domingo su padre no pudo acompañar a su hijo como siempre lo hacía.
Algo así pasa en la oración: sentimos la presencia de Dios que nos anima a seguir adelante y vencer. Dijo San Alfonso María de Ligorio: «El hombre que ora, se salva; el que no ora, no se salva».
También podemos parafrasear las palabras del Santo: El hombre que ora, supera la tentación; el que no ora no la supera.
Pues hay de dos maneras según mi filosofia, una es pensando en otras cosas y alejandote de la dichosa tentación o vencerla disfrutandola.
Ángel Vengador Malvado de Tad =0)
En la epístola a los Gálatas, capitulo 5, nos cuenta Pablo que el alma nunca puede hacer lo que quiere, por que tiene 2 fuerzas que se lo impiden, la Carne y el Espíritu, cuando la Carne esta fuerte le gana al Espíritu, cuando el Espíritu esta fuerte le gana a la Carne, osea para vencer la Tentación debes alimentar el Espíritu.
Dios te Bendiga
Gracias.
jesus cuando estaba en getsemani con sus discipulos les dice oren para q no caigan en tentacion ..... la oracion es una de nuestra armas.
pablo habla de esto en efesios cap 6 ver 10 ,18 dice vestios de toda armadura de dios para q podais estar firmes contra las asechanzas del diablo por q no tenemos lucha contra sangre ni carne y dice cuales son las armaduras : la fe ( el escudo) la palabra de dios (el yelmo de la salvacion y la espada del espiritu) y la oracion. dios te bendiga y te guarde.
2º.- de Timoteo 2:22 dice: Huye de las cosas que suelen provocar malos pensamientos y apégate a lo que provoque en ti el deseo de hacer el bien
Si estamos confiando en el Señor y en su fidelidad, él no dejará que la tentación sea más fuerte de lo que podemos resistir; Dios lo prometió y jamás falta a su palabra. Ya verán que les muestra la manera de escapar de la tentación para que puedan resistirla con paciencia lo dicen en 1º.- Corintios 10:13 Siempre hay una salida. A veces puedes sentir que una tentación es demasiado insoportable, pero eso es mentira de satanás. Dios ha prometido que núnca permitirá que haya más sobre ti que lo que te pone dentro para vencerla. El no te permitirá ninguna tentación que no puedas superar. Sin embargo, también debes hacer tu parte practicando cuatro claves bíblicas para derrotar la tentación. Se nos dice que resistamos al diablo.
Cada vez que que intentas bloquear un pensamiento en tu mente, lo grabas más profundo en tu memoria. Cuando lo resistes, en realidad lo refuerzas. Esto resulta especialmente cierto en el caso de la tentación. Cuanto más luchas contra un sentimiento, tanto más te consume y controla. Realmente lo fortaleces cada vez que piensas en él. Dado que la tentación siempre empieza con un pensamiento , y la manera más rápida para neutralizar su fascinación es concentrarse en otra cosa. No luches contra ese pensamiento. Este es el primer paso para derrotar la tentación. La batalla contra el pecado se gana o se pierde en la mente.
Cualquier cosa que atrape tu atención te atrapará a ti.
Por esto Job dijo: "Hice un pacto con mis ojos para no mirar con lujuria a ninguna mujer joven" Y el Salmista oró "Guárdame de prestar atención a lo que no tiene valor"
Cuanto más pienses en algo, que te atrae, tanto más fuerte te retendrá.
La tentación empieza por captar tu atención. Lo que capta tu atención estimula tu deseo. Después tus deseos activan tu conducta, y actúas con base en lo que sentiste. Cuanto más te concentres en "No quiero hacer esto" tanto más fuerte te atraerá hacia su red.
Así que, cuando la tentación te llame por teléfonos o toque a tu puerta del corazón, no discutas con ella, ¡simplemente cuelga!
Ten cuidado cómo piensas, tu vida está moldeada por tus pensamientos. No permitas por tanto que la basura entre a tu mente indiscriminadamente. Escoge con cuidado en qué cosas vas a pensar. "LLevamos cautivo todo pensamiento y hacemos que se rinda y obedezca a Cristo Jesús.
Las escrituras o palabra de Dios, leída en voz alta, y grabada en tu corazón es absolutamente esencial para derrotar la tentación. Evita la tentación, siempre hay una salida. Con todo cariño. Soñita
Te contestaré basada en la pregunta principal porque de veras están muy largos los comentarios adicionales:
Las tentaciones las vences, viviéndolas. La vives UNA vez, aprendes tu lección y no te quedan ganas de otra... porque la tentación generalmente te traerá una consecuencia negativa de la que debes aprender y no querrás volver por otra... se supone... y todos, todos los seres humanos cometemos errores o sea caemos en la tentación... tal vez sea Jesús la única excepción...
oración, gracia de dios, sacramentos y coherencia de vida...
Creo que tú mismo has contestado por mi. Yo no lo hubiese hecho mejor
CON ORACION + ACCION Y - ´PALABRAS
+ NADA