Acaso, la perdidas no son de a dos...?

Dicen, que por orgullo uno debe callar lo que siente. Que es cuestión de dignidad aguantarse y no sufrir. Respirar hondo y pensar que fue el otro quien perdió más.

Pero acaso, ¿no perdimos los dos? Yo perdí a quien amaba y tú perdiste a quien te amó. Tú perdiste una verdad y yo perdí una ilusión. Los dos perdimos y qué importa cuál pérdida fue mayor.

Pero acaso, ¿no es de sueños que vivimos aún cuando estamos despiertos? Yo soñaba por las noches que me soñaras en tus mañanas. Tú soñabas cada ocaso despertar conmigo al alba.

Yo desperté en el abismo de una realidad tan falsa que no alberga ningún sueño. Tú despertaste soñando que el dolor sólo fue algo que soñaste despierto. Los dos soñamos y qué importa cuál de los dos despertó.

Dicen, que hay que ser fuerte y reconocer que se perdieron los chances, los después, los mañanas. Que hay que adaptarse a no tener aquello que se soñaba.

Pero acaso, ¿no es ser débil aceptar con fortaleza una derrota? A ti te faltaron ganas de luchar y recibiste el fracaso del amor en bancarrota. Yo no me resigno a perderte, aunque no obtuve la victoria. Los dos fracasamos y qué importa cuál de los dos se resignó.

Janet Marilyn Hernández

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