Pedro está en el avión, en viaje de negocios. Es un vuelo de varias horas y se siente aburrido. Trata de entablar conversación con su vecino de asiento.

- Disculpe, amigo, ¿le puedo ofrecer un trago?

- No. Tomé una vez. No me gustó. ¡No lo hago nunca más!

Pedro se hunde en el asiento. Al rato, pasa la azafata ofreciendo bebidas gaseosas y Pedro vuelve a su cometido:

- Disculpe, amigo, ¿le puedo ofrecer una gaseosa?

- No. Tomé una vez. No me gustó. ¡No lo hago nunca más!

En esa aerolínea la gente puede fumar en los aviones. Pedro saca un cigarrillo y pregunta:

- Disculpe una vez más, amigo, ¿le puedo ofrecer un cigarrillo?

- No. Fumé una vez. No me gustó. ¡No lo hago nunca más!

Ya Pedro se está impacientando con el tipo. De pronto, recuerda que tiene un ajedrez magnético. Coloca cuidadosamente las piezas y grita:

- Disculpe, mi amigo, ¿pero juega usted ajedrez?

- No. Jugué una vez. No me gustó. No lo hago nunca más, pero mi hijo, que está allá enfrente, ¡él juega ajedrez!

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Y Pedro responde:

- Hijo único... ¿cierto?