Tras perder la ciudad de Atenas una guerra contra Minos, se le impuso como tributo el envío, cada nueve años, de siete doncellas y siete donceles, destinados a ser devorados por el Minotauro. Cuando debía cumplirse por tercera vez tan humillante obligación, el hermoso Teseo, con el consentimiento, aunque de mal grado, de su padre el rey Egeo, se hizo designar como uno de los siete jóvenes, con el propósito de dar muerte al Minotauro y acabar así con el periódico sacrificio y liberar a los atenienses de la tiranía de Minos. Ariadna se enamoró de él y le enseñó el sencillo ardid de ir desenrollando un hilo a medida que avanzara por el laberinto para poder salir más tarde. Teseo mató al Minotauro, volvió siguiendo el hilo junto a Ariadna y huyó con ella de Creta.
Esta leyenda contiene, al lado de sus elementos fabulosos, una base verídica.[3] El nombre personal del legendario rey se derivó del título que usaban los soberanos cretenses, apareciendo Minos como la personificación de todos lo "minos" de Creta. El Minotauro es una reminiscencia del culto que se rendía al toro como encarnación de la divinidad. La idea del laberinto hace recordar la complicada construcción de los palacios cretenses. Los atenienses consideraban este relato como historia verdadera. Durante siglos conservaron, sometiéndolo a continuas reparaciones, el barco en que Teseo había partido para Creta y que usaban como navío sagrado para llevar cada año la embajada que asistía a las fiestas de Apolo en Delfos.
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Tras perder la ciudad de Atenas una guerra contra Minos, se le impuso como tributo el envío, cada nueve años, de siete doncellas y siete donceles, destinados a ser devorados por el Minotauro. Cuando debía cumplirse por tercera vez tan humillante obligación, el hermoso Teseo, con el consentimiento, aunque de mal grado, de su padre el rey Egeo, se hizo designar como uno de los siete jóvenes, con el propósito de dar muerte al Minotauro y acabar así con el periódico sacrificio y liberar a los atenienses de la tiranía de Minos. Ariadna se enamoró de él y le enseñó el sencillo ardid de ir desenrollando un hilo a medida que avanzara por el laberinto para poder salir más tarde. Teseo mató al Minotauro, volvió siguiendo el hilo junto a Ariadna y huyó con ella de Creta.
Esta leyenda contiene, al lado de sus elementos fabulosos, una base verídica.[3] El nombre personal del legendario rey se derivó del título que usaban los soberanos cretenses, apareciendo Minos como la personificación de todos lo "minos" de Creta. El Minotauro es una reminiscencia del culto que se rendía al toro como encarnación de la divinidad. La idea del laberinto hace recordar la complicada construcción de los palacios cretenses. Los atenienses consideraban este relato como historia verdadera. Durante siglos conservaron, sometiéndolo a continuas reparaciones, el barco en que Teseo había partido para Creta y que usaban como navío sagrado para llevar cada año la embajada que asistía a las fiestas de Apolo en Delfos.