El carnero, es tal vez, la obra más importante de la colonia en Colombia, es una crónica histórica y costumbrista escrita en 1638 por el criollo Juan Rodríguez Freyle. Cuenta la conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada (actual Colombia) y la fundación y primer siglo de vida de la ciudad de Santa Fe de Bogotá: explica que fue la primera del reino donde se fundó una Real Audiencia y una Cancillería y que siendo la cabeza se hizo arzobispado. El Carnero también describe a los pueblos indígenas que habitaban la región en el momento de la conquista, las guerras civiles que había entre ellos, sus costumbres y cultura.
Juan Rodríguez Freyle nació en Santafé de Bogotá en 1566 y murió allí mismo en 1640. Hijo de Juan Freyle, soldado de Ursúa, nacido en Alcalá de Henares, y Doña Catalina Rodríguez. Fue seminarista y clérigo en órdenes menores. Estuvo seis años en España, volvió al Nuevo Mundo, buscó tesoros, se casó, fue soldado y labrador, anduvo metido en pleitos por su tierra, que prosiguieron hasta después de su muerte, conoció a Jiménez de Quesada y tuvo como informante a don Juan, cacique y señor de Guatavitá, sobrino de aquel que hallaran los conquistadores, cuando arribaron a aquel reino.
El Carnero es una crónica histórica y también un breviario de brujería, una antología de cuentos picarescos, una diatriba misógina escrita por un párroco prevolteriano en una ensimismada ciudad de los Andes sudamericanos llamada Santafé de Bogotá. Juan Rodríguez Freyle muestra cómo en el agua de los lebrillos podía saberse de las andanzas adulterinas de los maridos descarriados y cómo un sacerdote homicida veía teñirse de rojo la ****** en el momento de la elevación. Pero la inexhausta maravilla del libro no reside sólo en los prodigios de una cultura mestiza, con sus ancestros indígenas, español y negro, sino en la fuerza que con un lenguaje anacrónico, pero vivo, recrea un mundo en permanente trance de aventura, de fusión y cambio. Al buscar El Dorado se proseguía la conquista, pero este párroco zumbón y entrañable, que participó en tantas aventuras frustradas, terminó por encontrar su tierra de promisión en las páginas de un libro que hoy, tantos siglos después, cobra aun más valor, y parece llenarse de nuevos y vigorosos contenidos imprevistos.
La introducción es de R. H. Moreno Durán, escritor colombiano, y la transcripción es de Delia Palomino Urbano, Archivera-Paleógrafa Catedrática de la Universidad de Tunja.
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El Carnero de Juan Rodriguez Freyle
Resumen: http://es.wikipedia.org/wiki/El_carnero
http://tareassiemprelistas.blogspot.com/2013/06/re...
SÍNTESIS:
El carnero, es tal vez, la obra más importante de la colonia en Colombia, es una crónica histórica y costumbrista escrita en 1638 por el criollo Juan Rodríguez Freyle. Cuenta la conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada (actual Colombia) y la fundación y primer siglo de vida de la ciudad de Santa Fe de Bogotá: explica que fue la primera del reino donde se fundó una Real Audiencia y una Cancillería y que siendo la cabeza se hizo arzobispado. El Carnero también describe a los pueblos indígenas que habitaban la región en el momento de la conquista, las guerras civiles que había entre ellos, sus costumbres y cultura.
Juan Rodríguez Freyle nació en Santafé de Bogotá en 1566 y murió allí mismo en 1640. Hijo de Juan Freyle, soldado de Ursúa, nacido en Alcalá de Henares, y Doña Catalina Rodríguez. Fue seminarista y clérigo en órdenes menores. Estuvo seis años en España, volvió al Nuevo Mundo, buscó tesoros, se casó, fue soldado y labrador, anduvo metido en pleitos por su tierra, que prosiguieron hasta después de su muerte, conoció a Jiménez de Quesada y tuvo como informante a don Juan, cacique y señor de Guatavitá, sobrino de aquel que hallaran los conquistadores, cuando arribaron a aquel reino.
El Carnero es una crónica histórica y también un breviario de brujería, una antología de cuentos picarescos, una diatriba misógina escrita por un párroco prevolteriano en una ensimismada ciudad de los Andes sudamericanos llamada Santafé de Bogotá. Juan Rodríguez Freyle muestra cómo en el agua de los lebrillos podía saberse de las andanzas adulterinas de los maridos descarriados y cómo un sacerdote homicida veía teñirse de rojo la ****** en el momento de la elevación. Pero la inexhausta maravilla del libro no reside sólo en los prodigios de una cultura mestiza, con sus ancestros indígenas, español y negro, sino en la fuerza que con un lenguaje anacrónico, pero vivo, recrea un mundo en permanente trance de aventura, de fusión y cambio. Al buscar El Dorado se proseguía la conquista, pero este párroco zumbón y entrañable, que participó en tantas aventuras frustradas, terminó por encontrar su tierra de promisión en las páginas de un libro que hoy, tantos siglos después, cobra aun más valor, y parece llenarse de nuevos y vigorosos contenidos imprevistos.
La introducción es de R. H. Moreno Durán, escritor colombiano, y la transcripción es de Delia Palomino Urbano, Archivera-Paleógrafa Catedrática de la Universidad de Tunja.