Tal vez creas que ese problema deben resolverlo tus padres, pues ellos son los responsables de mantener el orden. Sin embargo, tarde o temprano vas a tener que aprender a llevarte bien con los demás. Y es mejor aprender esa lección en casa.
Un proverbio bíblico dice: “El apretar la nariz es lo que produce sangre, y el apretar la cólera es lo que produce riña” (Proverbios 30:33). ¿Qué quiere decir? Bueno, si te suenas la nariz con fuerza, seguro que acabará sangrando; de igual modo, si te quedas resentido, en algún momento estallarás. Y al final solo conseguirás empeorar el problema.
Identifica cuál es el problema de fondo
Los problemas entre hermanos pueden compararse al acné. Tal vez parezca que el problema son los granos, cuando en realidad estos son solo un síntoma externo de una infección. De igual modo, la verdadera causa de las discusiones entre hermanos puede ser más profunda que la que parece a simple vista.
Si intentaras acabar con el acné apretando los granos, solo estarías atacando el síntoma. Es más, correrías el riesgo de que te queden marcas o de que los granos se infecten todavía más. ¿No crees que sería mejor atacar la infección y así evitar que salgan más? Lo mismo hay que hacer con los problemas entre hermanos. Si identificas cuál es la verdadera causa de tus conflictos con ellos, podrás enfocarte en la raíz del problema y no limitarte a tratar los síntomas.
¿Cómo funciona esto en la práctica? Tomemos por caso el problema de Alicia con su hermano Daniel. Ella se queja de que su hermano se mete en su habitación y toma “prestadas” sus cosas sin preguntarle antes. ¿Es esa la verdadera causa de sus conflictos? Más bien, parece ser una cuestión de falta de respeto. Alicia podría decirle a Daniel que nunca más vuelva a entrar en su cuarto ni a utilizar sus cosas. Pero así solo estaría tratando el síntoma y no la raíz del problema, de modo que no evitaría futuros conflictos. En cambio, si Alicia lograra convencer a su hermano de que respete su privacidad y sus pertenencias, su relación sí que mejoraría.
Cómo resolver y evitar conflictos
1. Pacta unas reglas básicas. ¿Recuerdas cuáles son los motivos por los que más discutes con tus hermanos? Pues ahora trata de idear junto con ellos una serie de reglas que ataquen la raíz del problema. Pongamos por caso que pelean cada vez que uno toma las cosas del otro. Una buena regla sería: “Siempre hay que preguntar antes de tomar algo prestado”. También podrían fijar esta otra: “Hay que respetar la decisión del dueño”. Claro, a la hora de establecer normas, conviene recordar lo que enseñó Jesús: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. Este consejo de Jesús te ayudará a ti y a tus hermanos a no establecer reglas imposibles. Eso sí, asegúrate de que tus padres las aprueben.
2. Cumple tu parte. Digamos que quieres que tus hermanos respeten tu privacidad. ¿Qué se espera que hagas? Que tú también los respetes a ellos. Por eso, llama antes de entrar en su habitación y no leas sus mensajes de texto o sus correos electrónicos sin su permiso.
3. No te ofendas fácilmente. Disfrutarás más de la vida si aprendes a no ofenderte por cualquier cosa. Además, tus hermanos siempre van a decir o hacer algo que te moleste. Y siendo francos, ¿nunca les has hecho tú lo mismo a ellos?
4. Perdona y olvida. Los problemas serios hay que hablarlos y resolverlos. Aun así, no tienes que sentarte a hablar con tus hermanos cada vez que ellos cometan un error.
5. Habrá ocasiones en las que tengas que pedir a tus padres que te ayuden a llegar a un acuerdo con tus hermanos. Sin embargo, es mejor que aprendas a resolver los conflictos por tu cuenta. De hecho, eso demostrará que estás madurando.
6. Valora las virtudes de tus hermanos. Seguro que ellos tienen cualidades que admiras. Nota al menos una. Ahora, en vez de obsesionarte con los defectos de tus hermanos, busca oportunidades de decirles lo que más te gusta de ellos.
Trata de ver la situación de forma positiva: te está ayudando a desarrollar cualidades que te servirán toda la vida. En tu vida adulta te encontrarás con personas que te harán enojar. Quizás tengas compañeros de trabajo que sean maleducados, indiferentes o egoístas. Aprovecha mientras estás en casa de tus padres para aprender a resolver pacíficamente las diferencias.
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¿Cómo puedo llevarme bien con mis hermanos?
Tal vez creas que ese problema deben resolverlo tus padres, pues ellos son los responsables de mantener el orden. Sin embargo, tarde o temprano vas a tener que aprender a llevarte bien con los demás. Y es mejor aprender esa lección en casa.
Un proverbio bíblico dice: “El apretar la nariz es lo que produce sangre, y el apretar la cólera es lo que produce riña” (Proverbios 30:33). ¿Qué quiere decir? Bueno, si te suenas la nariz con fuerza, seguro que acabará sangrando; de igual modo, si te quedas resentido, en algún momento estallarás. Y al final solo conseguirás empeorar el problema.
Identifica cuál es el problema de fondo
Los problemas entre hermanos pueden compararse al acné. Tal vez parezca que el problema son los granos, cuando en realidad estos son solo un síntoma externo de una infección. De igual modo, la verdadera causa de las discusiones entre hermanos puede ser más profunda que la que parece a simple vista.
Si intentaras acabar con el acné apretando los granos, solo estarías atacando el síntoma. Es más, correrías el riesgo de que te queden marcas o de que los granos se infecten todavía más. ¿No crees que sería mejor atacar la infección y así evitar que salgan más? Lo mismo hay que hacer con los problemas entre hermanos. Si identificas cuál es la verdadera causa de tus conflictos con ellos, podrás enfocarte en la raíz del problema y no limitarte a tratar los síntomas.
¿Cómo funciona esto en la práctica? Tomemos por caso el problema de Alicia con su hermano Daniel. Ella se queja de que su hermano se mete en su habitación y toma “prestadas” sus cosas sin preguntarle antes. ¿Es esa la verdadera causa de sus conflictos? Más bien, parece ser una cuestión de falta de respeto. Alicia podría decirle a Daniel que nunca más vuelva a entrar en su cuarto ni a utilizar sus cosas. Pero así solo estaría tratando el síntoma y no la raíz del problema, de modo que no evitaría futuros conflictos. En cambio, si Alicia lograra convencer a su hermano de que respete su privacidad y sus pertenencias, su relación sí que mejoraría.
Cómo resolver y evitar conflictos
1. Pacta unas reglas básicas. ¿Recuerdas cuáles son los motivos por los que más discutes con tus hermanos? Pues ahora trata de idear junto con ellos una serie de reglas que ataquen la raíz del problema. Pongamos por caso que pelean cada vez que uno toma las cosas del otro. Una buena regla sería: “Siempre hay que preguntar antes de tomar algo prestado”. También podrían fijar esta otra: “Hay que respetar la decisión del dueño”. Claro, a la hora de establecer normas, conviene recordar lo que enseñó Jesús: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. Este consejo de Jesús te ayudará a ti y a tus hermanos a no establecer reglas imposibles. Eso sí, asegúrate de que tus padres las aprueben.
2. Cumple tu parte. Digamos que quieres que tus hermanos respeten tu privacidad. ¿Qué se espera que hagas? Que tú también los respetes a ellos. Por eso, llama antes de entrar en su habitación y no leas sus mensajes de texto o sus correos electrónicos sin su permiso.
3. No te ofendas fácilmente. Disfrutarás más de la vida si aprendes a no ofenderte por cualquier cosa. Además, tus hermanos siempre van a decir o hacer algo que te moleste. Y siendo francos, ¿nunca les has hecho tú lo mismo a ellos?
4. Perdona y olvida. Los problemas serios hay que hablarlos y resolverlos. Aun así, no tienes que sentarte a hablar con tus hermanos cada vez que ellos cometan un error.
5. Habrá ocasiones en las que tengas que pedir a tus padres que te ayuden a llegar a un acuerdo con tus hermanos. Sin embargo, es mejor que aprendas a resolver los conflictos por tu cuenta. De hecho, eso demostrará que estás madurando.
6. Valora las virtudes de tus hermanos. Seguro que ellos tienen cualidades que admiras. Nota al menos una. Ahora, en vez de obsesionarte con los defectos de tus hermanos, busca oportunidades de decirles lo que más te gusta de ellos.
Trata de ver la situación de forma positiva: te está ayudando a desarrollar cualidades que te servirán toda la vida. En tu vida adulta te encontrarás con personas que te harán enojar. Quizás tengas compañeros de trabajo que sean maleducados, indiferentes o egoístas. Aprovecha mientras estás en casa de tus padres para aprender a resolver pacíficamente las diferencias.
No ye voy ha decir que vallas al Psicologo como muchos dicen si no que quieres hacer tu?Lo hablaste con ella?
si eres adolescente podria ser normal cosas de las hormonas
Psicólogo de cabeza.