algun poema que trate este tema ,,,
TIEMPO DE SUEÑOS
Tiempo de sueños posibles
de inocentes fantasías
cual un ******* de rosa
que muere día tras día.
Como huyendo de la vida
vuela tierna golondrina
hacia la luz infinita
de esa verdad sin espina.
Aquella inmensa alegría
ese reír sin sentido,
hace más bella la vida
al recordar lo vivido.
Cuando fracaso te llamo
y es mi ser el que se esfuerza
para seguir siendo grande
cuando ya no tenga fuerzas.
Recuerdo las fantasías
añoro el tiempo pasado,
¡Oh! momentos tan sublimes
que ya se han esfumado.
La niñez... ese mundo de magia y caramelo,
donde guÃa los pasos, nuestro Ãngel Guardián.
Donde anidan los sueños translúcidos, etéreos
y con duendes traviesos, desmigamos el pan.
La niñez, ese cielo de caminos ingenuos
en que, con la inocencia se puede transitar.
La de dientes de leche y manos pegajosas,
la de ojos asombrados aún... ¡sin contaminar!
La que estalla en la risa, cual cascabel del cielo
o se quiebra en mil lágrimas de fulgente cristal.
La de juegos y cuentos con dulzor de ternura,
la de las golosinas, con tibieza de hogar.
¡Niñez!...Burbuja plena de soles y recuerdos
en que nos abstraemos cuando, cansados ya,
del nefasto presente que nos hiere y agobia,
buscamos...¡Un remanso, para no claudicar!
Ana MarÃa Sanchis
Mi niñez, Joan Manuel Serrat
TenÃa diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
TenÃa un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
TenÃa un cielo azul y un jardÃn de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendà a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
TenÃa una casa sombrÃa,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabÃa
de mi ambición de ser cura.
TenÃa un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenÃa un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maÃz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
TenÃa cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
TenÃa una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
SOL DE MONTERREY Alfonso reyes
No cabe duda: de niño,
a mà me seguÃa el sol.
Andaba detrás de mÃ
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)
Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metÃa
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!
Yo no conocà en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.
Los corredores tendÃan
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardÃan
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.
Y a mà el sol me desvestÃa,
para pegarse conmigo,
Cuando salà de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Sombra, sino resolana.
NIÃEZ Miguel de Unamuno
Vuelvo a ti, mi niñez, como volvÃa
a tierra a recobrar fuerzas Anteo;
cuando en tus brazos yazgo, en mà me veo,
es mi asilo mejor tu compañÃa.
De mi vida en la senda eres la guÃa
que me apartas de todo devaneo,
purificas en mà todo deseo,
eres el manantial de mi alegrÃa.
Siempre que voy en ti a buscarme, nido
de mi niñez, Bilbao, rincón querido
en que ensayé con ansia el primer vuelo,
súbeme de alma en flor mi edad primera
cantándome recuerdos, agorera,
preñados de esperanza y de consuelo.
EL NIÃO
Tendido se hallaba un niño,
los libros cerrados siempre,
unas veces por asiento,
por cabecera otras veces.
Un viejo que fatigado
con la hoz segaba mieses cerca de él,
con desenfado le dijo al par:
- ¡Qué imprudente
niño incauto! ¿no ves que el tiempo
que dejas pasar no vuelve?
- Tiempo tengo, dijo el niño, de estudiar.
- SÃ, joven eres, sacude pues tu pereza
y piensa más diligente
que el tiempo una vez perdido,
perdido está para siempre.
La NIÃEZ esta en mi mente,
en ella tengo el recuerdo, de la primera que me dijo mi amor,
un beso,
y pienso en el vaivén de una mini falda de cuadros cuando se me acerco,
una perinola
el olor a un perfume , que no se supe su nombre y en mi olfato se quedo,
la textura de la tela y los dibujitos de su ropa interior
un caballito de chocolate que se derritió,
unas pinzas de su pelo
un bonito pañuelo, gramita seca del suelo
una margarita en un el libro
que nunca ella deshojó.
Mi amiga la altanera
El soldado de juguete
Un carrito de madera
Una copa de la escuela en el banquete
Un muñeco de pinocho
la viejecita alcahueta.
Dos caramelos de coco
Una chupeta
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TIEMPO DE SUEÑOS
Tiempo de sueños posibles
de inocentes fantasías
cual un ******* de rosa
que muere día tras día.
Como huyendo de la vida
vuela tierna golondrina
hacia la luz infinita
de esa verdad sin espina.
Aquella inmensa alegría
ese reír sin sentido,
hace más bella la vida
al recordar lo vivido.
Cuando fracaso te llamo
y es mi ser el que se esfuerza
para seguir siendo grande
cuando ya no tenga fuerzas.
Recuerdo las fantasías
añoro el tiempo pasado,
¡Oh! momentos tan sublimes
que ya se han esfumado.
La niñez... ese mundo de magia y caramelo,
donde guÃa los pasos, nuestro Ãngel Guardián.
Donde anidan los sueños translúcidos, etéreos
y con duendes traviesos, desmigamos el pan.
La niñez, ese cielo de caminos ingenuos
en que, con la inocencia se puede transitar.
La de dientes de leche y manos pegajosas,
la de ojos asombrados aún... ¡sin contaminar!
La que estalla en la risa, cual cascabel del cielo
o se quiebra en mil lágrimas de fulgente cristal.
La de juegos y cuentos con dulzor de ternura,
la de las golosinas, con tibieza de hogar.
¡Niñez!...Burbuja plena de soles y recuerdos
en que nos abstraemos cuando, cansados ya,
del nefasto presente que nos hiere y agobia,
buscamos...¡Un remanso, para no claudicar!
Ana MarÃa Sanchis
Mi niñez, Joan Manuel Serrat
TenÃa diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
TenÃa un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
TenÃa un cielo azul y un jardÃn de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendà a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
TenÃa una casa sombrÃa,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabÃa
de mi ambición de ser cura.
TenÃa un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenÃa un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maÃz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
TenÃa cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
TenÃa una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
SOL DE MONTERREY Alfonso reyes
No cabe duda: de niño,
a mà me seguÃa el sol.
Andaba detrás de mÃ
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)
Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metÃa
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!
Yo no conocà en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.
Los corredores tendÃan
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardÃan
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.
Y a mà el sol me desvestÃa,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Cuando salà de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocà en mi infancia
Sombra, sino resolana.
NIÃEZ Miguel de Unamuno
Vuelvo a ti, mi niñez, como volvÃa
a tierra a recobrar fuerzas Anteo;
cuando en tus brazos yazgo, en mà me veo,
es mi asilo mejor tu compañÃa.
De mi vida en la senda eres la guÃa
que me apartas de todo devaneo,
purificas en mà todo deseo,
eres el manantial de mi alegrÃa.
Siempre que voy en ti a buscarme, nido
de mi niñez, Bilbao, rincón querido
en que ensayé con ansia el primer vuelo,
súbeme de alma en flor mi edad primera
cantándome recuerdos, agorera,
preñados de esperanza y de consuelo.
EL NIÃO
Tendido se hallaba un niño,
los libros cerrados siempre,
unas veces por asiento,
por cabecera otras veces.
Un viejo que fatigado
con la hoz segaba mieses cerca de él,
con desenfado le dijo al par:
- ¡Qué imprudente
niño incauto! ¿no ves que el tiempo
que dejas pasar no vuelve?
- Tiempo tengo, dijo el niño, de estudiar.
- SÃ, joven eres, sacude pues tu pereza
y piensa más diligente
que el tiempo una vez perdido,
perdido está para siempre.
La NIÃEZ esta en mi mente,
en ella tengo el recuerdo, de la primera que me dijo mi amor,
un beso,
y pienso en el vaivén de una mini falda de cuadros cuando se me acerco,
una perinola
el olor a un perfume , que no se supe su nombre y en mi olfato se quedo,
la textura de la tela y los dibujitos de su ropa interior
un caballito de chocolate que se derritió,
unas pinzas de su pelo
un bonito pañuelo, gramita seca del suelo
una margarita en un el libro
que nunca ella deshojó.
Mi amiga la altanera
El soldado de juguete
Un carrito de madera
Una copa de la escuela en el banquete
Un muñeco de pinocho
la viejecita alcahueta.
Dos caramelos de coco
Una chupeta