Al hablar de juegos de azar, nos referimos a aquellos en los que se apuesta una suma de dinero con la esperanza de ganar una cantidad mayor. Muchas personas creen que no hay nada de malo en hacer apuestas, siempre y cuando el dinero que se estén jugando sea el suyo y no caigan en la adicción. De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica sostiene que los juegos de azar “no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás”. Sin embargo, no se aporta ninguna base bíblica para tal afirmación. Entonces, ¿cómo debe el cristiano ver este asunto? ¿Permite la Biblia jugar por dinero?
En primer lugar, hay que admitir que las Escrituras no contienen leyes específicas sobre los juegos de azar. Sin embargo, eso no significa que no ofrezcan ninguna guía al respecto. La Biblia no proporciona una regla concreta para cada situación que se nos presenta, pero sí nos da este mandato: “Sigan percibiendo cuál es la voluntad de Jehová” (Efesios 5:17). El verbo griego que se traduce “percibiendo” conlleva la idea de “un esfuerzo y una búsqueda diligente de entendimiento” (Carta a los Efesios. Comentario para exégesis y traducción). Por lo tanto, el cristiano que desea hacer la voluntad de Dios debe esforzarse de forma diligente por entender los principios bíblicos relacionados con este tema. A continuación analizaremos algunos pasajes de las Escrituras. Mientras lee los versículos, le invitamos a que se haga las siguientes preguntas: “¿Qué relación tiene este principio bíblico con los juegos de azar? Si yo jugara por dinero, ¿estaría haciendo la voluntad de Dios?”.
El señuelo de la buena suerte
Las apuestas se basan, al fin y al cabo, en el azar. Debido a ello, y sobre todo cuando hay dinero de por medio, los jugadores suelen confiar en la suerte, una misteriosa fuerza que supuestamente controla los resultados. Por ejemplo, a fin de atraer a la buena suerte, muchas personas compran solo determinados números de lotería, soplan los dados antes de tirarlos o incluso evitan por superstición ciertas palabras en las partidas de cartas y otros juegos.
Ahora bien, ¿qué tiene de malo encomendarse a los caprichos del azar? ¿Acaso no se trata simplemente de un inocente juego? Eso era lo que creían algunos israelitas de la antigüedad. Confiaban en que la suerte podía traerles felicidad y fortuna. Pero ¿cómo vio Jehová esa forma de pensar? Por medio del profeta Isaías, Dios les dijo: “Ustedes son los que dejan a Jehová, los que olvidan mi santa montaña, los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino” (Isaías 65:11). Como vemos, Jehová considera que la creencia en la suerte es una forma de idolatría y, por tanto, incompatible con la religión verdadera. A fin de cuentas, implica que se confía más en un poder imaginario que en Dios mismo. Y, desde luego, no hay motivo para pensar que Jehová haya cambiado su forma de ver este asunto.
El origen de los premios
Tanto si se apuesta por Internet o en un casino como si se compra lotería, quienes juegan por dinero suelen pasar por alto de dónde vienen realmente los premios. Y es que la gran diferencia entre el juego por dinero y una compra —u otra transacción legítima— estriba en que el jugador pretende quedarse con el dinero que pierden los demás.* Según el Centro de Adicciones y Salud Mental, de Canadá, “por cada persona que se hace rica con la lotería, hay millones que han perdido su dinero”. ¿Qué principios bíblicos pueden ayudarnos a entender lo que Dios opina sobre estos juegos?
El último de los Diez Mandamientos que recibieron los israelitas decía: “No debes desear la esposa de tu semejante, ni su esclavo, ni su esclava, ni su toro, ni su asno, ni cosa alguna que pertenezca a tu semejante” (Éxodo 20:17). En efecto, codiciar los bienes del prójimo —lo que incluye su dinero y sus pertenencias— era un pecado tan grave como desear a su esposa. Siglos después, el apóstol Pablo les recordó a los cristianos este mandato: “No debes codiciar” (Romanos 7:7). Así pues, si un cristiano quisiera quedarse con lo que su prójimo pierde, ¿no sería eso codicia?
El periodista Phillip Vogel escribió: “Lo admitan o no, [la mayoría de los jugadores] sueñan en el fondo con convertir su apuesta inicial —aunque solo sean unos pocos dólares— en una fortuna”. Ansían tener un “golpe de suerte” que los haga ricos de la noche a la mañana. Esta actitud está en marcado contraste con las Escrituras, que aconsejan que el cristiano “haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad” (Efesios 4:28). Además, el apóstol Pablo dijo claramente: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”. Así que se espera que los cristianos “coman alimento que ellos mismos ganen” (2 Tesalonicenses 3:10, 12). Y es obvio que las apuestas no pueden considerarse un auténtico trabajo.
Por muy intensos que puedan resultar algunos juegos de azar, lo que se gana en ellos no es un pago merecido por un trabajo realizado o un servicio prestado. El jugador arriesga su dinero sabiendo que tiene muy pocas posibilidades de acertar, pero confiando en que el azar le favorecerá antes o después. En otras palabras, pretende obtener beneficios con poco o ningún esfuerzo. Sin embargo, las Escrituras indican que el verdadero cristiano se gana el sustento con el sudor de su frente. El rey Salomón dijo sabiamente: “En cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo. Esto [...] proviene de la mano del Dios verdadero” (Eclesiastés 2:24). En lugar de hacer castillos en el aire o buscar soluciones fáciles, los cristianos acuden a Dios para encontrar verdadera esperanza y felicidad.
Una trampa muy peligrosa
Aun si a alguien le va bien con las apuestas, no debe permitir que el entusiasmo le impida ver las consecuencias a largo plazo. Como indica Proverbios 20:21, una persona codiciosa tal vez obtenga muchas ganancias en un primer momento, pero “su propio futuro no será bendecido”. Muchos ganadores han terminado descubriendo, para desgracia suya, que el dinero no trae la felicidad. Sin duda, es mucho mejor que hagamos caso a la Biblia y no confiemos “en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas” (1 Timoteo 6:17).
Con todo, más allá de las pérdidas y las ganancias, los juegos de azar tienen un lado mucho más oscuro. La Biblia advierte: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina” (1 Timoteo 6:9). Al hablar de un “lazo”, el versículo se refiere a una trampa diseñada para atrapar a una víctima. Así les ha sucedido a miles de personas que apostaron por primera vez una pequeña cantidad, solo para “probar suerte”: terminaron atrapadas en un “lazo” del que no pudieron escapar. Y así es como la adicción a los juegos de azar ha arruinado numerosas carreras y ha roto muchísimas familias.
Después de analizar todos estos versículos bíblicos, ¿qué opina usted? ¿Aprueba Dios el juego por dinero? El apóstol Pablo dio este consejo a los cristianos: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). El verdadero cristiano no guía su vida por la opinión popular, sino por la voluntad de Jehová. Él es el “Dios feliz” y quiere que también seamos felices (1 Timoteo 1:11). Si le obedecemos, disfrutaremos de la vida sin sufrir las tristes consecuencias del juego por dinero. Si deseas más información puedes ingresar al sitio oficial de los testigos de Jehová en jw.org
Ser generoso produce felicidad; por otra parte, las personas dominadas por la avidez no “heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:10.) Una manifestación común de la avidez la tenemos en los juegos de azar, pues el jugador pretende ganar dinero a costa de las pérdidas ajenas. Jehová no aprueba a los que son “ávidos de ganancia falta de honradez”. (1 Timoteo 3:8.) Aun cuando el juego sea legal y solo se practique por distracción, uno podría convertirse en un jugador compulsivo y fomentar un entretenimiento que ha arruinado muchas vidas. El juego suele someter a privaciones a la familia del jugador, pues queda poco dinero para comprar alimento, ropa y otros artículos de primera necesidad. (1 Timoteo 6:10.)
En la actualidad, los cristianos verdaderos escuchan la advertencia de Isaías 65:11, 12. No creen en la “buena suerte”, como si esta fuera una especie de fuerza sobrenatural capaz de conceder favores. Se niegan a despilfarrar sus recursos económicos tratando de apaciguar al “dios de la Buena Suerte”, por lo que evitan todo tipo de juegos de azar. Están convencidos de que los devotos de este dios terminarán por perderlo todo, pues Jehová les dice: “Ciertamente los destinaré a la espada”
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Al hablar de juegos de azar, nos referimos a aquellos en los que se apuesta una suma de dinero con la esperanza de ganar una cantidad mayor. Muchas personas creen que no hay nada de malo en hacer apuestas, siempre y cuando el dinero que se estén jugando sea el suyo y no caigan en la adicción. De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica sostiene que los juegos de azar “no son en sí mismos contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás”. Sin embargo, no se aporta ninguna base bíblica para tal afirmación. Entonces, ¿cómo debe el cristiano ver este asunto? ¿Permite la Biblia jugar por dinero?
En primer lugar, hay que admitir que las Escrituras no contienen leyes específicas sobre los juegos de azar. Sin embargo, eso no significa que no ofrezcan ninguna guía al respecto. La Biblia no proporciona una regla concreta para cada situación que se nos presenta, pero sí nos da este mandato: “Sigan percibiendo cuál es la voluntad de Jehová” (Efesios 5:17). El verbo griego que se traduce “percibiendo” conlleva la idea de “un esfuerzo y una búsqueda diligente de entendimiento” (Carta a los Efesios. Comentario para exégesis y traducción). Por lo tanto, el cristiano que desea hacer la voluntad de Dios debe esforzarse de forma diligente por entender los principios bíblicos relacionados con este tema. A continuación analizaremos algunos pasajes de las Escrituras. Mientras lee los versículos, le invitamos a que se haga las siguientes preguntas: “¿Qué relación tiene este principio bíblico con los juegos de azar? Si yo jugara por dinero, ¿estaría haciendo la voluntad de Dios?”.
El señuelo de la buena suerte
Las apuestas se basan, al fin y al cabo, en el azar. Debido a ello, y sobre todo cuando hay dinero de por medio, los jugadores suelen confiar en la suerte, una misteriosa fuerza que supuestamente controla los resultados. Por ejemplo, a fin de atraer a la buena suerte, muchas personas compran solo determinados números de lotería, soplan los dados antes de tirarlos o incluso evitan por superstición ciertas palabras en las partidas de cartas y otros juegos.
Ahora bien, ¿qué tiene de malo encomendarse a los caprichos del azar? ¿Acaso no se trata simplemente de un inocente juego? Eso era lo que creían algunos israelitas de la antigüedad. Confiaban en que la suerte podía traerles felicidad y fortuna. Pero ¿cómo vio Jehová esa forma de pensar? Por medio del profeta Isaías, Dios les dijo: “Ustedes son los que dejan a Jehová, los que olvidan mi santa montaña, los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino” (Isaías 65:11). Como vemos, Jehová considera que la creencia en la suerte es una forma de idolatría y, por tanto, incompatible con la religión verdadera. A fin de cuentas, implica que se confía más en un poder imaginario que en Dios mismo. Y, desde luego, no hay motivo para pensar que Jehová haya cambiado su forma de ver este asunto.
El origen de los premios
Tanto si se apuesta por Internet o en un casino como si se compra lotería, quienes juegan por dinero suelen pasar por alto de dónde vienen realmente los premios. Y es que la gran diferencia entre el juego por dinero y una compra —u otra transacción legítima— estriba en que el jugador pretende quedarse con el dinero que pierden los demás.* Según el Centro de Adicciones y Salud Mental, de Canadá, “por cada persona que se hace rica con la lotería, hay millones que han perdido su dinero”. ¿Qué principios bíblicos pueden ayudarnos a entender lo que Dios opina sobre estos juegos?
El último de los Diez Mandamientos que recibieron los israelitas decía: “No debes desear la esposa de tu semejante, ni su esclavo, ni su esclava, ni su toro, ni su asno, ni cosa alguna que pertenezca a tu semejante” (Éxodo 20:17). En efecto, codiciar los bienes del prójimo —lo que incluye su dinero y sus pertenencias— era un pecado tan grave como desear a su esposa. Siglos después, el apóstol Pablo les recordó a los cristianos este mandato: “No debes codiciar” (Romanos 7:7). Así pues, si un cristiano quisiera quedarse con lo que su prójimo pierde, ¿no sería eso codicia?
El periodista Phillip Vogel escribió: “Lo admitan o no, [la mayoría de los jugadores] sueñan en el fondo con convertir su apuesta inicial —aunque solo sean unos pocos dólares— en una fortuna”. Ansían tener un “golpe de suerte” que los haga ricos de la noche a la mañana. Esta actitud está en marcado contraste con las Escrituras, que aconsejan que el cristiano “haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad” (Efesios 4:28). Además, el apóstol Pablo dijo claramente: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”. Así que se espera que los cristianos “coman alimento que ellos mismos ganen” (2 Tesalonicenses 3:10, 12). Y es obvio que las apuestas no pueden considerarse un auténtico trabajo.
Por muy intensos que puedan resultar algunos juegos de azar, lo que se gana en ellos no es un pago merecido por un trabajo realizado o un servicio prestado. El jugador arriesga su dinero sabiendo que tiene muy pocas posibilidades de acertar, pero confiando en que el azar le favorecerá antes o después. En otras palabras, pretende obtener beneficios con poco o ningún esfuerzo. Sin embargo, las Escrituras indican que el verdadero cristiano se gana el sustento con el sudor de su frente. El rey Salomón dijo sabiamente: “En cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo. Esto [...] proviene de la mano del Dios verdadero” (Eclesiastés 2:24). En lugar de hacer castillos en el aire o buscar soluciones fáciles, los cristianos acuden a Dios para encontrar verdadera esperanza y felicidad.
Una trampa muy peligrosa
Aun si a alguien le va bien con las apuestas, no debe permitir que el entusiasmo le impida ver las consecuencias a largo plazo. Como indica Proverbios 20:21, una persona codiciosa tal vez obtenga muchas ganancias en un primer momento, pero “su propio futuro no será bendecido”. Muchos ganadores han terminado descubriendo, para desgracia suya, que el dinero no trae la felicidad. Sin duda, es mucho mejor que hagamos caso a la Biblia y no confiemos “en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas” (1 Timoteo 6:17).
Con todo, más allá de las pérdidas y las ganancias, los juegos de azar tienen un lado mucho más oscuro. La Biblia advierte: “Los que están resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina” (1 Timoteo 6:9). Al hablar de un “lazo”, el versículo se refiere a una trampa diseñada para atrapar a una víctima. Así les ha sucedido a miles de personas que apostaron por primera vez una pequeña cantidad, solo para “probar suerte”: terminaron atrapadas en un “lazo” del que no pudieron escapar. Y así es como la adicción a los juegos de azar ha arruinado numerosas carreras y ha roto muchísimas familias.
Después de analizar todos estos versículos bíblicos, ¿qué opina usted? ¿Aprueba Dios el juego por dinero? El apóstol Pablo dio este consejo a los cristianos: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:2). El verdadero cristiano no guía su vida por la opinión popular, sino por la voluntad de Jehová. Él es el “Dios feliz” y quiere que también seamos felices (1 Timoteo 1:11). Si le obedecemos, disfrutaremos de la vida sin sufrir las tristes consecuencias del juego por dinero. Si deseas más información puedes ingresar al sitio oficial de los testigos de Jehová en jw.org
http://adf.ly/1Tys8z Aqui tienes tu respuesta :)
El juego es el impuesto por ser estúpido.
Ser generoso produce felicidad; por otra parte, las personas dominadas por la avidez no “heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:10.) Una manifestación común de la avidez la tenemos en los juegos de azar, pues el jugador pretende ganar dinero a costa de las pérdidas ajenas. Jehová no aprueba a los que son “ávidos de ganancia falta de honradez”. (1 Timoteo 3:8.) Aun cuando el juego sea legal y solo se practique por distracción, uno podría convertirse en un jugador compulsivo y fomentar un entretenimiento que ha arruinado muchas vidas. El juego suele someter a privaciones a la familia del jugador, pues queda poco dinero para comprar alimento, ropa y otros artículos de primera necesidad. (1 Timoteo 6:10.)
En la actualidad, los cristianos verdaderos escuchan la advertencia de Isaías 65:11, 12. No creen en la “buena suerte”, como si esta fuera una especie de fuerza sobrenatural capaz de conceder favores. Se niegan a despilfarrar sus recursos económicos tratando de apaciguar al “dios de la Buena Suerte”, por lo que evitan todo tipo de juegos de azar. Están convencidos de que los devotos de este dios terminarán por perderlo todo, pues Jehová les dice: “Ciertamente los destinaré a la espada”
dice
Dicen que si, siempre y cuando apuestes; porque dicen que es codicia y que no se que...para la iglecia todo es pecado XD
no, no lo es, pero si descuidar tus obligaciones por esa causa
Cuando le aciertes al premio mayor no te va a importar.
Solo si apuestas mucho dinero y te arruinas o te vuelves adicto
Nada es pecado a menos que vaya acompañado de malas intenciones. Eso da a entender la Bilbia pero pocos la entienden o estudian.