Homenaje a Charles Baudelaire
1
Tú, que al poeta, del dolor y tristeza,
enseñas a destilar la belleza.
¡Oh, Satán tén piedad de mi gran miseria!
2
Tú, que al poeta, la amargura y la agonía,
las truecas en su alma en poesía.
¡Oh, Satán tén piedad de mi gran miseria!
El tercer verso, por más que me esfuerzo no lo puedo hacer caber en un endecasílabo. Me sobran sílabas siempre, y quiero que se parezca al original.
Update:No conocía a Panero. Comienzo a conocerlo. Gracias
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"Les litanies de Satan"...CXX...son bien duros esos versos, Francisco!
Los has suavizado mucho, y yo te felicito. Me gustan cómo van quedando.
Ni se te ocurra cambiar la palabra "Satán", como te sugieren!
(Es el más sabio y bello de los ángeles...)
No es nada sencillo adaptar la sonoridad del francés original. Si puedo ayudarte en algo, me lo dices. Por ahora, insisto: te está quedando muy bueno tu "homenaje".
Cuenta con todo mi apoyo.
La verdad de las obras de Baudelaire esta es una de las que menos me agradan. Son vastos los escritos.
no leo demasiado PoesÃa, asi que el hecho de no conocerlo yo, nada significa,pero; realmente no me agrada.
Prefiero en cambio de Baudelaire Esto :
Durante quince dÃas me recluà en la habitación, rodeado de los libros de moda entonces -hará diez y seis o diez y siete años-; quiero decir de los libros en que se trata del arte de hacer a los pueblos dichosos, buenos y ricos en veinticuatro horas. HabÃa, pues, digerido -es decir, tragado- todas las elucubraciones de esos contratistas de la felicidad pública de los que aconsejan a todos los pobres que se hagan esclavos y de los que llegan a persuadirles de que todos son reyes destronados-. No habrá de causar sorpresa que estuviese yo entonces en una disposición de espÃritu cercana del vértigo o de la estupidez.
Ãnicamente me habÃa parecido que sentÃa, confinado en el fondo de mi intelecto, el germen obscuro de una idea superior a todas las fórmulas de buena mujer, cuyo diccionario habÃa recorrido yo no hacÃa mucho. Pero no era más que la idea de una idea, algo infinitamente vago.
Y salà con una gran sed. Porque el gusto apasionado de las malas lecturas engendra una necesidad en proporción de aire libre y de refrescos.
A punto de entrar en la taberna, un mendigo me alargó el sombrero, con una de esas miradas inolvidables que derribarÃan tronos si el espÃritu moviese la materia y si los ojos de un magnetizador hiciesen madurar las uvas.
Al mismo tiempo oà una voz que me cuchicheaba al oÃdo, una voz que reconocà perfectamente: era la de un Ãngel bueno o la de un Demonio bueno, que a todas partes me acompaña. Puesto que Sócrates tenÃa su Demonio bueno, ¿por qué no habÃa yo de tener mi Ãngel bueno, y por qué no tendrÃa, como Sócrates, el honor de alcanzar mi certificado de locura, firmado por el sutil Lélut y por el avispado Baillarger?
Esta diferencia existe entre el Demonio de Sócrates y el mÃo; que el de Sócrates no se le manifestaba sino para defender, avisar o impedir, y el mÃo se digna aconsejar, sugerir, persuadir. El pobre Sócrates no tenÃa más que un Demonio prohibitivo; el mÃo es gran afirmador, el mÃo es Demonio de acción, Demonio de combate.
Su voz, pues, me cuchicheaba esto: «Sólo es igual a otro quien lo demuestra, y sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla.»
Inmediatamente me arrojé sobre mi mendigo. De un solo puñetazo le hinché un ojo, que en un segundo se volvió del tamaño de una pelota. Me partà una uña al romperle dos dientes, y como no me sentÃa con fuerza bastante, porque soy delicado de nacimiento y me he ejercitado poco en el boxeo, para matar al viejo con rapidez, le cogà con una mano por la solapa del vestido, le agarré del pescuezo con la otra y empecé a sacudirle vigorosamente la cabeza contra la pared. He de confesar que antes habÃa inspeccionado los alrededores en una ojeada, para comprobar que en aquel arrabal desierto me encontraba, por tiempo bastante largo, fuera del alcance de todo agente de policÃa.
Como en seguida, de un puntapié en la espalda, bastante enérgico para romperle los omoplatos, acogotara al débil sexagenario, me apoderé de una gruesa rama que estaba caÃda y le golpeé con la energÃa obstinada de los cocineros que quieren ablandar un biftec.
De repente -¡Oh milagro!, ¡oh goce del filósofo que comprueba lo excelente de su teorÃa!- vi que la vieja armazón de huesos se volvÃa, se levantaba con energÃa, que nunca hubiera sospechado yo en máquina tan descompuesta, y con una mirada de odio que me pareció de buen agüero, el decré**** malandrÃn se me echó encima, me hinchó ambos ojos, me rompió cuatro dientes, y con la misma rama me sacudió leña en abundancia. Con mi enérgica medicación le habÃa devuelto el orgullo y la vida.
HÃcele señas entonces, para darle a entender que yo daba por terminada la discusión, y, levantándome tan satisfecho como un sofista del Pórtico, le dije: «¡Señor mÃo, es usted igual a mÃ! Concédame el honor de compartir conmigo mi bolsa; y acuérdese, si es filántropo de veras, que a todos sus colegas, cuando la pidan limosna, hay que aplicarles la teorÃa que he tenido el dolor de ensayar en sus espaldas.»
Me juró que se daba cuenta de mi teorÃa y que serÃa obediente a mis consejos.
No hace falta poner a "satán" ..queda muy infantil. Es mi opinión.
¿endecasÃlabo??? asà no "mana" la poesÃa.
Consejito: ponete a leer poemas, de lo mas variado, después tomate un par de dias de descanso, relajá la mente ...
la poesÃa no se escribe con palabras", estas solamente son un medium, la poesÃa sale sola, emana, brota. Después se "trepa" a las palabras mas o menos adecuadas, según el autor.
creo firmemente que tu escrito es pesimo y mancilla de sobremanera las palabras de baudelaire, ¿ya leiste el que escribio leopoldo maria panero? si no lo has hecho deberias de. saludos