Un hombre mamero es fundamentalmente un individuo inseguro y culposo. Enfermizo e irritable, a veces machista y a ratos feminista, devoto fiel de la santidad de la madre y preso oculto de deseos perversos con mujeres de la vida alegre (¿alegre?). Un hombre mamero generalmente es impotente o eyaculador precoz ya que convierte a su esposa en la figura materna y todos sabemos que incesto no es bueno, en consecuencia, de aquello nada con la madre de uno (simbólica), ¿que es eso chico? ¿Estás loco?, salga “pa” allá.

Un hombre mamero se reconoce fácilmente por la amargura en la cara de su mujer. Esa pérfida viperina que lo único que hace es estar de mala con la madre del indefenso hijo y que no comprende que el amor de madre es lo más grande que hay. Bien decía la madre que no había amor más bueno, leal y profundo que el de ella. La esposa queda siempre viendo lejos pero resabiado. No deseo ni un momento estar en los tacones o chancletas de la mujer del mamero que tiene que vivir con estos argumentos todos los días durante todo el tiempo que dure su desolador matrimonio.

No existe tal palabra.